26 de mayo de 2017
Crédito: RT
El
ambicioso proyecto de China de recuperar la antigua Ruta de la Seda,
que fue presentado oficialmente
en Pekín hace un par de semanas, ha puesto de manifiesto que la
cooperación entre las economías asiáticas para conseguir una
región más integrada es cada vez más fuerte. Así, aunque el
continente cuenta con numerosos foros o asociaciones desde la década
de los 90, su poder y su influencia han aumentado en los últimos
años, e incluso, han nacido otros espacios que están determinando
el orden mundial.
"Mientras
en Occidente, y especialmente en Europa, se está dando un proceso de
desintegración, como han demostrado el Brexit o
el auge de los partidos de extrema derecha, en el continente
asiático está sucediendo justamente lo contrario. Asia es el
continente del siglo XXI. Hay un proceso de integración, aunque
todavía bastante desestructurado, que acabará produciendo algún
tipo de organización integrada", asegura a RT Fernando
Moragón, presidente del Observatorio
Hispano-Ruso de Eurasia.
La
clave fundamental: la Organización de Cooperación de Shanghai
Entre
las organizaciones existentes destaca, sobre todo, la Organización
de Cooperación de Shanghai (OCS), creada en 1996, y de la
que forman parte China;
los países de Asia
Central,
a excepción de Turkmenistán; y Rusia.
El próximo 8 y 9 de junio sus líderes se reunirán en Astaná para
aprobar el ingreso de dos importantes países de la
región, India
y Pakistán,
en la organización, además de abrir previsiblemente las
negociaciones con Irán para
que pase a ser un miembro de pleno derecho.
Bielorrusia,
Afganistán y Mongolia. Otros países, entre los que destaca Turquía,
tienen el estatus de 'socios de dialogo'. "Esta es la
organización que más posibilidades tiene de convertirse en una
futura organización asiática con competencias en materia económica
y de seguridad, así como en temas culturales, que sea la pieza
fundamental para articular el resto de foros u organizaciones",
explica Moragón.
Es
precisamente en materia económica y de seguridad donde la
región de Eurasia ya cuenta con dos instituciones clave bajo
influencia de Moscú. Por un lado, la Unión
Económica Eurasiática (UEE),
creada en 2015, y que funciona como unión aduanera, aunque sin
ningún tipo de integración política ni monetaria. Y, por otro,
la Organización
del Tratado de Seguridad Colectiva,
una organización político - militar que cuenta con más de 20 años
de funcionamiento.
Curiosamente,
a excepción de Tayikistán, las dos organizaciones tienen los mismos
Estados miembros: Rusia,
Armenia, Bielorrusia, Kazajistán y Kirguistán.
"Tayikistán acabará entrando en la Unión Económica
Eurasiática, y entonces ya podríamos hablar de una integración
plena, ya que tendríamos dos partes muy importantes unidas: la
económica y la defensiva", añade el analista.
El
macroproyecto chino de la Nueva Ruta de la Seda
Sin
embargo, la iniciativa más ambiciosa del continente es la Nueva
Ruta de la Seda, propuesta por China, que quiere 'relanzar' las
complejas redes de rutas que hace más de dos mil años inauguraron
las relaciones comerciales entre Asia y Europa. La Iniciativa del
Cinturón Económico y la Ruta de la Seda Marítima, tal y como ha
sido rebautizado el proyecto en sus dos vertientes, tierra y mar,
busca construir carreteras, vías férreas, puertos, oleoductos,
gasoductos y otras infraestructuras
en más de 60 países de Asia, Europa y África.
Se
trata de una iniciativa a largo plazo (2013 - 2049) de vital
importancia geopolítica para Pekín, que busca el desarrollo de
todos los Estados involucrados en el proyecto, especialmente de
Asia, donde todavía hay muchos países subdesarrollados. El objetivo
fundamental de China es conseguir crear un entorno de consumidores
mucho mayor del que tiene actualmente. "Aspira a ser la potencia
hegemónica mundial que sustituya a EE.UU., aunque sus líderes no
quieran reconocerlo públicamente", afirma Moragón.
En
este punto, por ser una de las principales vías de financiación del
proyecto geopolítico de Xi
Jinping, adquiere especial relevancia el Banco
Asiático de Inversión e Infraestructura (BAII).
Desde su creación, hace poco más de un año, proporciona a la
región una institución financiera internacional que pretende
contrarrestar el poder del Fondo
Monetario Internacional (FMI), al Banco Mundial (BM) y el
Banco de Desarrollo Asiático (BDA).
Sus
principales accionistas son China,
India y Rusia,
en este orden, pero la nueva entidad financiera cuenta con 57
miembros fundadores, principalmente de Asia. Fuera de la región,
destacan la presencia de una decena de países europeos, como Reino
Unido Alemania, Francia, Italia y España, así como la ausencia de
las dos grandes potencias perjudicadas: EE.UU. y Japón. "La
gran sorpresa para los norteamericanos fue que algunos de sus socios
más estrechos, como Reino Unido, Nueva Zelanda, Australia, Sudáfrica
e incluso Israel, llamaron a la puerta de este banco", explica
Moragón.
Europa
Central y Oriental, una zona de futura influencia asiática
De
hecho, geográficamente, lo correcto sería hablar de Eurasia, no
solo porque el territorio ruso abarque los dos continentes, sino
también porque varios países europeos han comenzado a estrechar sus
lazos con China. Un claro ejemplo es el Grupo
16+1,
que comenzó a funcionar en 2012 con el objetivo de promover y
desarrollar los intercambios económicos y las inversiones en Europa
Central y Oriental con China como
protagonista.
Esta
plataforma hay que encuadrarla dentro de otra estrategia a largo
plazo de Xi Jinping, ya que otorgaría a los chinos un área de
influencia sobre la región que podría condicionar las políticas
dictadas desde Bruselas. Según el presidente del Observatorio
Hispano-Ruso, esta zona "cada vez mira más hacia China y menos
hacia Europa". "Entre otras cosas, se debe a que los
préstamos chinos no condicionan la política económica de un país,
como sí sucede con los créditos que concede el Fondo Monetario
Internacional y la Unión Europea", añade.
Asia,
en definitiva, está experimentando en los últimos años procesos
importantes de integración, con el nacimiento de nuevas
organizaciones y con el fortalecimiento de las ya existentes. Así,
la cooperación entre los países asiáticos ya no se limita a foros
o asociaciones de corte más tradicional, como pueden ser el Foro
de Cooperación Económica Asia - Pacífico (APEC)
o la Asociación
de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN).
De
hecho, según Moragón, es posible que incluso los proyectos de
la Unión
Económica Eurasiática (UEE),
bajo influencia de Rusia, y la Nueva
Ruta de la Seda de
China se vayan coordinando e integrando con el tiempo, tal y como ya
han conversado sus líderes, Vladimir Putin y Xi Jinping, en
diferentes encuentros. y se vayan integrando con el tiempo.
"Hay
una tendencia clarísima a una integración asiática. Ahora mismo
estamos en un momento de proliferación y surgimiento de diversas
organizaciones, pero con el paso del tiempo tenderán a integrarse
unas con otras o habrá una mayor que será la encargada de dirigir,
de alguna manera, ese proceso de integración", concluye el
analista.
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