El sistema capitalista es producto histórico de la
explotación del hombre por el hombre y no se alimenta de la paz sino de la
guerra concebida como el primer escalón de las políticas y estrategias de
dominación y sustento de la explotación
económica a escala global.
La guerra con la capacidad de destrucción masiva de
los países imperiales, ha sido el medio
que posibilitó las conquistas o el sometimiento económico que grupos
reducidos de individuos (las “clases oligarcas”) impusieran su voluntad sobre
las mayorías trabajadoras y las condenaran a la servidumbre y el esclavismo.
Desde la antigüedad, pasando por el sistema
esclavista, el feudal, hasta el sistema capitalista, las guerras se
inician por razones económicas, apoderarse de las riquezas naturales y de los
mercados de los países sometidos por los invasores. Por estas razones, Estados
Unidos ha construido su maquinaria de
guerra, incluso nuclear, con cinco flotas (aviones, barcos y submarinos) y 500 bases militares distribuidas por todo
el planeta con capacidad de destruir varias veces la tierra, para intimidar al
mundo e imponer su sistema económico financiero.
El dólar no es la moneda internacional de pago del
sistema capitalista por méritos económicos, sino porque detrás de él, lo apoya
el poderío nuclear militar de EE UU que oficia de gendarme armado para el
sostén del sistema. Cuando algunos
medios de comunicación venezolanos y extranjeros, los partidos de oposición
venezolana, la iglesia, los empresarios, todos los apátridas hablan de No a la Guerra, no
deben limitarse a esa consigna, deben igualmente manifestar su condenar las
instalaciones de bases militares en el mundo por ser instrumentos para la
guerra.
¿Por qué el capitalismo no puede prescindir de la
guerra militar? Por tres razones: 1) Las
guerras y los conflictos militares alimentan a los complejos militares y la
industria bélica (con facturación billonaria) constituyendo su mayor rentabilidad. 2) Los conflictos
intercapitalistas por petróleo y recursos estratégicos esenciales para la
supervivencia futura de la potencias sólo se resuelven en última instancia (y a
nivel de desenlace) por la guerra militar. 3) Solamente el aparato y el arsenal
militar nuclear garantizan efectivamente la supervivencia del Estado imperial y
de las potencias centrales, que sin la supremacía del poder militar nuclear, no
podrían imponer sus condiciones a los demás países.
En este escenario, marcado por las contradicciones de su propia supervivencia,
el sistema capitalista está condenado a vivir en la “guerra permanente”, y
consecuentemente solo habrá “paz”, si
los pueblos del mundo entienden esta realidad y se unen para cambiar el sistema
económico capitalista, por el sistema socialista y de esta manera salvar al planeta tierra de su
destrucción y por ende a la especie humana.
Germán Saltrón Negretti.
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