25 de enero de 2017
Crédito: CubaDebate
Tal
vez has notado que en muchos países hay una cantidad nunca antes
vista de personas enojadas con la élite económica y su tendencia a
acaparar el botín de la globalización. Esta ola de ira llevó
a Donald Trump a la Casa Blanca, empujó al Reino Unido a votar
por salir de la Unión Europea y amenaza el futuro del comercio
mundial.
En esta edición de Davos hubo varias discusiones sobre cómo repartir más los beneficios de la globalización. Foto: The New York Times. |
También
lo han notado las personas que se reunieron del 17 al 20 de enero en
los Alpes suizos para el Foro Económico Mundial que se celebra cada
año. Coincide con que ellos son la élite: jefes de Estado,
directivos de fondos de inversión multimillonarios, ejecutivos de la
tecnología.
Están
listos para hablar sobre cómo arreglar las cosas y calmar la furia
popular al convertir a la globalización en una propuesta lucrativa
para las masas. Varias mesas redondas se enfocaron en encontrar la
mejor manera de “reformar el capitalismo”, hacer que la
globalización funcione y revivir a la clase media.
Lo
que impacta es lo que por lo general no se analizó: fortalecer el
poder de los trabajadores para negociar mejores salarios y
redistribuir la riqueza de arriba hacia abajo. “Esa agenda es
anatema para muchos de los hombres y las mujeres en Davos”,
dijo Joseph
Stiglitz, economista ganador del Premio Nobel y autor de varios
libros sobre globalización y desigualdad económica. “El hombre de
Davos se atora en proveer más derechos de negociación para los
trabajadores. La pura realidad es que la globalización ha reducido
el poder negociador de los trabajadores, y las empresas se han
aprovechado de ello”.
La
inquietud sobre las consecuencias de la globalización consume a
Davos (al menos retóricamente). Sobre las cada vez más profundas
angustias de la clase media en muchas economías desarrolladas. Sobre
el temor de que los robots estén a punto de generar desempleo
masivo.
Es
una conversación impulsada en parte por el miedo: si el mundo está
en verdad viviendo una insurrección populista, podrían simplemente
señalar hacia Davos.
Sin
embargo, las soluciones que prevalecen en la reunión en los Alpes
parecen pensadas para evitar que las empresas y los más ricos tengan
que sacrificarse, como si pudieran encontrar la manera de inclinar la
balanza de la desigualdad mientras quienes están en la cima siguen
en posesión de todo lo que tienen.
En
una cena el lunes en la noche, mientras el foro se desarrollaba, Ian
Goldin, profesor de Globalización y Desarrollo de la Universidad de
Oxford, celebraba la conexión de la economía global y los avances
tecnológicos que han liberado a los seres humanos de la enfermedad,
la pobreza y la pesada carga del trabajo manual.
“No
ha habido nunca un mejor momento para estar vivos; sin embargo, nos
sentimos tan abatidos”, dijo Goldin. “Tantas personas se sienten
angustiadas. Tantas personas sienten que esta es una de las épocas
más peligrosas”.
Condenó
la temerosa retirada de la globalización, manifiesta en las amenazas
de Trump de entrar en una guerra comercial con China y en el
llamado brexit,
la separación del Reino Unido de Europa.
“La
manera de dejar de administrar un ambiente con tantas interrelaciones
no es deconectándose”, dijo. “Ese es el error fundamental del
brexit o de Trump y de muchos otros. No solo estamos conectados.
Estamos interrelacionados. Nuestras vidas, nuestros destinos, están
entrelazados. Lo que pasa en China, lo que pasa en Indonesia, lo que
pasa en India, lo que pasa en toda Europa y lo que pasa en
Norteamérica, por toda África y Latinoamérica nos afectará a
todos de formas nuevas y drásticas. Pensar que de alguna manera
podemos forjar nuestro futuro como si fuéramos una isla es una
fantasía, incluso en los países más grandes, como Estados Unidos”.
Aun
así, dijo Goldin, si los beneficios de la globalización no se
reparten con mayor igualdad, el mundo podría revivir un momento como
el del Renacimiento: un periodo extraordinario de progreso
científico, crecimiento comercial y creatividad artística en Europa
que eventualmente desató el resentimiento del pueblo.
“Hay que reconocer que la forma en que hemos manejado la globalización ha contribuido de manera significativa a la desigualdad. Sin embargo, aún no he escuchado una buena discusión sobre cuáles cambios a la globalización combatirían la desigualdad”.
Joseph
Stiglitz, Premio Nobel de Economía
Las
chapas de oro en las catedrales no mejoraban las parcelas de los
campesinos. Las especias que llegaban desde Asia eran demasiado
costosas para la mayoría. La familia Medici, que gobernaba
Florencia, fue expulsada por la multitud. Se persiguió a los
intelectuales y se quemaron los libros.
“Debemos
aprender estas lecciones históricas y darnos cuenta de que este es
el más precioso momento de la historia de la humanidad”, aseveró
Goldin. “Debemos elegir las opciones que aseguren que la
globalización es sustentable, que la conectividad es sustentable,
que estamos lidiando con los desafiantes problemas que preocupan a la
gente”.
Los
comentarios de Goldin fueron solo el preludio de una conversación en
la que se suponía que se iba a discutir cómo lograr eso. Sin
embargo, las respuestas de los ejecutivos de las empresas que
conformaron un pánel pueden reducirse burdamente a lo siguiente: las
personas que no se han beneficiado de la globalización deben
esforzarse más en emular a quienes han tenido éxito.
Abidali
Neemuchwala, el director general de Wipro —compañía global de
consultoría y tecnología de la información que fue anfitriona del
evento, junto con The Financial Times— y que el año pasado ganó
cerca de 1,8 millones de dólares más acciones con un valor
adicional aproximado de 2 millones de dólares, dijo que los
trabajadores deberían buscar capacitación para los trabajos del
futuro.
“La
gente tiene que hacerse cargo de actualizarse de manera continua”,
afirmó.
Nadie
puede discutir de manera sensata en contra de los méritos de la
capacitación (o, si a esas vamos, del emprendimiento). Los trabajos
del futuro aún no se inventan. Se requerirán nuevas habilidades
para conseguirlos. Pero en ninguna parte de la discusión se hizo
referencia a las políticas tributarias ni se habló sobre los
onerosos costos de la educación superior ni sobre el acceso a la
atención médica.
Fue
hasta una mesa redonda el miércoles por la mañana que Christine
Lagarde, directora del Fondo Monetario Internacional, pronunció una
palabra poco escuchada en la conversación sobre la crisis que viven
muchos hogares de clase media: redistribución.
“Hay
cosas que pueden hacerse”, declaró. “Quizá signifique más
redistribución de la que hay ahora”.
Pero
la conversación cambió de giro rápidamente.
Durante
años, la desigualdad económica ha sido uno de los temas más
discutidos en Davos, tanto en la agenda formal de conferencias como
en las conversaciones en los pasillos y las fiestas o cenas privadas
celebradas por toda la ciudad. Durante años, poco o nada ha
cambiado.
“La
gente habla de la desigualdad, de cómo es un gran problema, la mayor
amenaza a la globalización y la economía global”, comentó
Stiglitz. “Hay que reconocer que la forma en que hemos manejado la
globalización ha contribuido de manera significativa a la
desigualdad. Sin embargo, aún no he escuchado una buena discusión
sobre cuáles cambios a la globalización combatirían la
desigualdad”.
Eso
no es accidental, juzgó. Cualquier lista sincera tendría que
incluir temas que implican transferir la riqueza y el poder de todos
los que vienen a Davos a los trabajadores comunes mediante una
fijación de impuestos más progresista, mayores derechos de
negociación para los sindicatos y más protección para el trabajo
en general.
Igual
que todos los años, Davos se cubre con el eslogan del Foro Económico
Mundial: “Comprometidos a mejorar el estado del mundo”. Sean
cuales sean las mejoras que supuestamente se harán, uno solo puede
tener la certidumbre de que no entrarán en conflicto con el hecho de
que los asistentes sigan disfrutando del estado del mundo actual, con
canapés, Bordeaux añejado y jets privados que los esperan.
Eso
significa que es poco probable que la insurrección populista global
pierda impulso pronto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario