02 de febrero de 2017
Crédito: alai
Agencia Latinoamericana de Información
Eduard Soler Lechar
Eckart Woertz
Agencia Latinoamericana de Información
Eduard Soler Lechar
Eckart Woertz
Inestable.
Así es como imaginamos el 2017. Habrá varios epicentros y el
principal será la Casa Blanca. Este año empieza el 20 de enero:
cuando Trump se convierta en el 45º presidente de Estados Unidos.
Incluso si este país ya no es tan poderoso e indispensable, lo que
Washington hace o deja de hacer define la agenda global como nadie.
Peligroso. Creemos
que hay una serie de acontecimientos puntuales que, aunque
improbables, podrían tener un notable efecto desestabilizador a
nivel mundial. Para poner un ejemplo, imaginemos cuáles serían los
efectos de una inverosímil pero posible victoria de Marine Le Pen en
las elecciones en Francia. La anticipación, los planes de
contingencia y las estrategias de resiliencia serán muy necesarios.
Perturbador.
Como lo son las imágenes de miles de personas intentando cruzar el
Mediterráneo para escapar de ciudades asediadas en el Medio Oriente
o del hambre en Yemen. Tendremos más imágenes como estas en 2017.
Se están convirtiendo en la nueva normalidad. Quizá estemos ante
una fatiga de la crisis, en la cual tanto sociedades como gobiernos
dan por sentado que no hay nada que puedan hacer para cambiar el
curso de los acontecimientos.
Masculino.
El año 2016 decepcionó a aquellos que esperaban que las mujeres
obtuvieran un nivel de representación política sin precedentes.
Hillary Clinton quedaba por delante en la mayoría de las encuestas y
todo el mundo esperaba que la persona elegida como secretario general
de Naciones Unidas sería una mujer. En cambio, 2017 será una
exhibición de liderazgo testosterónico, ya sea en Washington,
Moscú, Ankara o Manila.
E
impredecible. Una
lección extra del 2016 ha sido que es mejor no apostar sobre los
resultados de las elecciones y los referéndums. De hecho, el alcance
de lo imaginable se amplía cada día más. Así que conviene ser
prudente al realizar cualquier intento de intuir el futuro. Y esto
también aplica a este ejercicio.
Cada
año, CIDOB escoge diez temas susceptibles de determinar la agenda
internacional. El propósito de este ejercicio es ayudarnos a navegar
en aguas turbulentas. Situamos en el mapa las rocas que ya son
visibles, pero imaginamos también aquellas más dañinas que podrían
estar acechando bajo la superficie.
1.
¿Cuán
radicales serán los cambios en la política exterior de los EEUU?
Durante
las últimas semanas del 2016, estuvimos pendientes de los
nombramientos de Donald Trump para los cargos clave. En 2017, ya no
nos fijaremos en los nombres sino en las acciones, las políticas y
las estrategias.
En
unos meses deberíamos tener una idea más clara acerca de la solidez
del acercamiento de EEUU a Rusia, de las consecuencias que tendrá
para las relaciones transatlánticas, hasta dónde irá Trump al
desafiar a China o humillar a México y, finalmente, si la nueva
Administración seguirá una línea ideológica en relación con Irán
y Cuba o si aprovechará pragmáticamente parte del legado en
política exterior de Obama, aunque deteste la mera idea de hacerlo.
Esperamos
que los lobbies económicos tengan un papel principal en este
proceso. A Donald Trump se le recordará que prometió conseguir
buenos acuerdos para Estados Unidos; acuerdos que creen empleo.
Tanto
si le mueve la ideología o el pragmatismo, Estados Unidos tiene una
considerable capacidad desestabilizadora. ¿Trasladará EEUU su
embajada en Israel desde Tel Aviv a Jerusalén? ¿Habrá algún otro
movimiento en la política hacia Taiwán que fuerce a China a tomar
represalias? ¿Apoyará EEUU a los defensores del Brexit y a otras
fuerzas que trabajan para la desintegración europea?
Más
importante todavía: una decisión problemática en política
exterior también podría ser el resultado de lo que otros obliguen a
hacer a Estados Unidos. Sus aliados podrían provocar una crisis para
intentar presionar a Washington, especialmente en Oriente Medio.
Israel puede intentar ver si Trump realmente les ha extendido un
cheque en blanco. Arabia Saudí se mostrará más prudente al ser
bien consciente de que existe una profunda desconfianza en varios
sectores de la nueva Administración del Partido Republicano. También
los rivales de toda la vida pueden poner a prueba los límites. No
deberíamos descartar un intento de Rusia de desestabilizar la OTAN
todavía más o nuevas provocaciones de Corea del Norte. Por último,
un ataque terrorista de gravedad en Estados Unidos o en contra de los
intereses estadounidenses en el extranjero podría dar lugar a una
respuesta agresiva, de consecuencias imprevisibles.
2. ¿Deconstruir
el orden mundial o cambiarlo de manos?
Se
habla mucho del desorden mundial y del colapso del orden liberal
basado en las normas. Y no sólo entre académicos. Parte del debate
se centrará en si Estados Unidos y Europa están abdicando de su
posición de liderazgo y por qué. ¿Es un proceso estructural e
irreversible? Y de ser así, ¿desafiarán otras potencias algunas de
las instituciones del orden mundial, se opondrán a los intentos de
hacerlas avanzar e incluso llenarán el vacío dejado por Occidente?
Un
concepto que será útil para retratar las dinámicas en el reajuste
del orden mundial es lo que en inglés se conoce como norm
antipreneurs. Es
decir, aquellos estados y otros actores que se resisten o se oponen
frontalmente a los cambios normativos. El año 2017 no será
prometedor para la liberalización del comercio, la justicia
transnacional o la protección de civiles. Deberíamos estar atentos
a las consecuencias de la decisión de varios países africanos de
retirarse de la Corte Penal Internacional, de las discusiones en
Naciones Unidas sobre cómo reaccionar ante la violación masiva de
derechos humanos o las crisis humanitarias, y de los debates
nacionales sobre asilo.
El
comercio será un laboratorio interesante pues tres estrategias
distintas, y en cierto modo contradictorias, estarán en juego. La
nostalgia proteccionista ganará terreno, especialmente en Occidente.
La mayoría de acuerdos comerciales en negociación se aparcarán
durante un tiempo. Asia, y en menor medida América Latina,
explorarán las posibilidades de liberalización comercial sin Europa
o Estados Unidos. Y China intentará proyectarse como actor global y
se convertirá en defensora de la liberalización comercial.
Creemos
que China merece una atención especial este año. Primero, es el
actor global con un margen de maniobra más amplio: puede desafiar a
algunas de las instituciones del orden mundial liberal, cooptarlas o
simplemente ir por libre. Sean cuales sean sus decisiones, los
efectos se notarán a nivel mundial. Segundo, cuando debatamos sobre
el auge de China, nos centraremos más en la sostenibilidad de su
modelo económico y en la resiliencia de su sistema político.
Beijing será el centro de todas las miradas cuando se celebre el 19º
Congreso del Partido Comunista de China, en otoño. Tercero, la misma
potencia que aparece como actor conservador cuando se trata de las
nociones clásicas de soberanía, no-interferencia y política de las
grandes potencias, se convierte en revisionista cuando las normas van
en contra de sus intereses. Las controversias acerca de la Ley del
Mar y su aplicabilidad en el mar del Sur de China serán el ejemplo
más claro de esta contradicción.
Paradójicamente,
aquellos actores que fundaron el orden mundial son menos firmes en su
defensa y aquellos que inicialmente lo percibieron como una
imposición ahora están deseosos de hacérselo suyo.
3. ¿La
subida del tipo de interés profundizará la crisis en los mercados
emergentes?
La
presidencia entrante de Trump estará marcada por el gasto en
infraestructura financiado por la deuda, que hará que se dispare el
tipo de interés de EEUU. Un dólar fuerte hará que las
exportaciones de EEUU sean menos competitivas y fomentará las
importaciones. Así, a pesar de la retórica proteccionista de Trump,
el déficit por cuenta corriente de EEUU probablemente aumentará.
Los países europeos tienen todavía una política monetaria más
acomodaticia, con tasas de interés más bajas y valorarán
positivamente el aumento de su competitividad resultado del
apreciamiento del dólar. Según el Banco de
Pagos Internacionales (Bank
for International Settlements),
el dólar se apreció más del 40% respecto a una cesta de divisas de
las economías de los mercados emergentes entre mayo de 2014 y enero
de 2016. Los mercados emergentes resultarán afectados. Será más
difícil emitir y refinanciar la deuda pendiente en dólares, así
como atraer inversión extranjera, lo que llevará probablemente a
más impagos de las empresas y a calificaciones de deuda pública más
bajas.
Mientras
el dólar está sacando músculo, las economías emergentes sienten
que su luna de miel con los inversores está llegando al final.
Cuando los tipos de interés bajo eran la norma en los países en
desarrollo, los fondos internacionales miraron más allá para
obtener mayores rendimientos. Aquellas economías con sistemas
financieros en desarrollo necesitados de dólares eran el oasis
perfecto. El flujo de dólares que entró en los emergentes mediante
bonos denominados en dólares se convirtió en crédito local,
inversión y aumento del precio de los activos. Con el dólar
constantemente al alza, también lo está el coste del servicio y,
ante la previsión de que el 10% de la deuda corporativa denominada
en dólares venza en 2017, los problemas se perfilan en el horizonte.
Países
como China y Corea del Sur, con grandes reservas de divisas y una
deuda pendiente en dólares limitada en comparación con sus
economías y sus exportaciones, serán menos vulnerables que Brasil,
Turquía, Indonesia, Rusia y Sudáfrica. Brasil, por ejemplo, tiene
la segunda deuda denominada en dólares más grande, después de
China, y la deuda en dólares a corto plazo de Turquía representa
por sí sola el 8% de su PIB. Un dólar más fuerte favorecerá las
exportaciones de China, la cual podrá promover su influencia en Asia
si EEUU abandona las negociaciones del Acuerdo Transpacífico de
Cooperación Económica (Trans-Pacific
Partnership,
TPP). Sin embargo, China se encontrará entre la espada y la pared al
intentar estimular su economía interna justo cuando la Reserva
Federal de Estados Unidos (FED) adopta una línea más dura.
4.
El
cambio climático y las renovables: ¿se impondrá la economía a la
Administración Trump?
La
Administración Trump supondrá un gran reto para el avance en la
mitigación del cambio climático. Este reto no es solo una cuestión
de las idiosincráticas opiniones personales del presidente entrante,
sino que se fundamenta en posturas muy arraigadas dentro del Partido
Republicano, marcadas por grupos de interés preocupados por la
rentabilidad de recursos hidrocarburíferos ahora bloqueados. El
secretario de Energía, Rick Perry, y el jefe de la Agencia de
Protección Ambiental, Scott Pruitt, son conocidos negacionistas del
cambio climático. Y el propio presidente llegó a describir el
cambio climático como una conspiración de China para minar la
competitividad de Estados Unidos.
Existe
un riesgo real de que Washington se retire del Acuerdo de París,
pero eso tomaría cuatro o cinco años, por motivos legales. Salir de
la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio
Climático (UNFPPC,
por sus siglas en inglés) sería más fácil y rápido, y solo
podría ocurrir en el peor de los casos. En cambio, el Plan para la
Energía Limpia (Clean
Power Plan)
de Obama, con estándares ambientales más estrictos y la promoción
de las energías renovables, quedará probablemente archivado. Por
otro lado, Trump apoyará mejoras en el desarrollo del gas de
esquisto, el cual ha sido un factor importante en la reducción de
las emisiones de gases de efecto invernadero de Estados Unidos, al
sustituir la generación de electricidad a partir de carbón. Las
energías renovables son cada vez más competitivas. El principal
desafío ya no es su precio sino su almacenamiento, que puede
resolver la intermitencia y promover su inclusión en la red
eléctrica.
Una
causa importante del descenso de la energía proveniente del carbón
ha sido la economía, no la regulación. Si bien la Administración
Trump puede incidir en la última, poco puede decir respecto a la
primera y probablemente apreciará la considerable generación de
empleo que actualmente conllevan las energías renovables. Las
políticas de mitigación del cambio climático y las energías
renovables también pueden reunir un apoyo político influyente e
intereses económicos en otras partes de la sociedad y de la política
de Estados Unidos, en especial en Silicon Valley y en la California
gobernada por los demócratas.
Por
lo tanto, existen también poderosos intereses del sector privado de
EEUU que presionan para la expansión de las renovables. La reacción
de China, India y la Unión Europea ante el obstruccionismo
republicano en la lucha contra el cambio climático será crucial.
China y algunos países de la UE como Alemania intentarán
capitalizar el vacío e incrementar la competitividad de sus
industrias de energías renovables, a las que consideran
estratégicamente importantes. Las renovables también ofrecen
opciones atractivas para la electrificación rural descentralizada en
India, que pronto será el país más poblado del mundo.
5.
El
yihadismo más allá del ISIS y el futuro de Siria e Irak
En
2017, el control territorial de la organización Estado Islámico
(conocida como ISIS, por sus siglas en inglés) seguirá disminuyendo
con la caída de Mosul, la ciudad más grande bajo su control. Una
ciudad que ha sido un símbolo y el laboratorio para la brutal
implementación de su austera interpretación de la ley islámica.
Esto
significará el final del ISIS como un proto-Estado en Irak, pero
podría sobrevivir como una organización parecida a la mafia en las
zonas rurales y en algunos barrios urbanos. Será capaz de
capitalizar los agravios suníes y de usar su discurso ideológico
para dar una apariencia de respetabilidad a sus extorsiones. Los
retrocesos territoriales del ISIS en Siria podrían ser más
limitados pues el régimen de Assad y sus aliados rusos e iraníes
priorizarán la lucha contra otros rebeldes en el noroeste después
de la toma de Alepo en diciembre de 2016. El régimen de Assad
explotará también una continua amenaza del ISIS en su discurso de
legitimidad ante el público nacional e internacional. A su vez, para
otras fuerzas, luchar contra ISIS no es la única prioridad. Por
ejemplo, los Comités para la Protección del Pueblo Kurdo (YPG, por
sus siglas en kurdo), tratan de unificar los territorios kurdos al
norte de Siria, y la presencia militar turca lo que intenta es
evitarlo.
La
capacidad del ISIS para proyectar su fuerza ideológica y militar se
verá menoscabada y se resentirá su marca de expansión y aparente
invencibilidad. Sin embargo, eso incentivará todavía más ataques
terroristas en Europa y en la región. Los combatientes extranjeros
que regresen supondrán, junto a los yihadistas autóctonos, una
amenaza para la seguridad.
Ningún
final del ISIS significaría el final del yihadismo, que
probablemente sobrevivirá en forma de varios grupos disidentes o
como una Al Qaeda renacida. La brutal represión y los bombardeos
indiscriminados del régimen de Assad sobre los civiles, la difícil
situación de los refugiados en los países vecinos y de los
desplazados internos, y los actos de purgas étnicas de árabes
suníes por parte de milicias chiitas y de las fuerzas kurdas
constituyen potentes agravios políticos y socioeconómicos que
pueden ser usados en los esfuerzos de reclutamiento.
No
se vislumbra ni una solución política ni militar a la crisis de
Siria. Es probable que la guerra civil se prolongue. El régimen de
Assad se ha mostrado capaz de conquistar territorio, pero no ha
podido mantenerlo sin el suficiente apoyo de sus aliados rusos e
iraníes, como demostró la recaída de Palmira en manos del ISIS en
diciembre de 2016. Además, ha perdido su legitimidad ante buena
parte de la población. Es improbable que sea capaz de gobernar de
nuevo una Siria territorialmente íntegra. En Irak, el control
sostenible de las áreas suníes por parte del Gobierno en Bagdad
requeriría una oferta de participación a elementos suníes y el
control eficaz de las milicias chiitas. Un pulso sobre la
independencia de la región del Kurdistán de Irak es otra
posibilidad.
Con
todas las miradas puestas sobre el ISIS y los acontecimientos en
Siria e Irak, muchos podrían descuidar otras tendencias igualmente
desestabilizadoras. La economía en la mayoría de países del Medio
Oriente y del Norte de África no va nada bien. Egipto preocupa
particularmente pues representa un riesgo sistémico para toda la
región y más allá. Yemen puede seguir siendo una guerra olvidada
ya que las víctimas no llaman a la puerta de Europa, pero representa
una carga mucho más pesada de lo que se esperaba para la Casa de
Saúd. Además, no olvidemos que el conflicto árabe-israelí está
lejos de resolverse. Este año llega con algunos elementos
desestabilizadores ante nosotros. Netanyahu puede poner a prueba la
lealtad del nuevo Gobierno estadounidense. Los palestinos quizá
quieran recordar que su lucha tiene una larga historia detrás. El
2017 marca el centenario de la declaración de Balfour, 70 años
desde el Plan de Partición de Naciones Unidas, 50 años de la
humillante derrota de en la Guerra de los Seis Días y 30 años de la
primera intifada.
6.
Nunca
había desaparecido: la prolongada crisis de los refugiados
La
crisis de los refugiados seguirá siendo de naturaleza global. Las
crisis en Oriente Medio, en los países subsaharianos y en Afganistán
continuarán provocando desplazamientos forzosos. Demasiado a menudo,
la atención se pondrá solo en aquellos que intentan llegar a
Europa. Sin embargo, la situación de los desplazados internos y los
abusos cometidos en tránsito permanecerán a la sombra. La escasez
de recursos, tanto para los estados de acogida como para las
organizaciones internacionales, empeorará la situación.
Los
refugiados y la migración seguirán siendo prioritarios en la agenda
de los gobiernos europeos. Sienten la presión en las fronteras de
Europa y la presión de los partidos de extrema derecha que promueven
la priorización de esta cuestión en la agenda en las próximas
contiendas electorales.
Al
este, la ruta de tránsito de los Balcanes probablemente quedará
cerrada. Puede que Turquía amenace con cancelar su acuerdo sobre los
refugiados con la UE. Sin embargo, si lo hace, perderá un importante
instrumento de presión. Los gobiernos europeos pueden sentirse
seguros de que por esta vía intentarán cruzar menos refugiados que
en el momento álgido de 2015, por dos razones principales: los
refugiados se arriesgan a quedar abandonados en una isla griega o en
un centro de detención y saben que la ruta de los Balcanes está
cerrada. De esta forma, cualquier empeoramiento en el Este
conllevaría una crisis de los refugiados en Grecia, no
necesariamente en Europa.
En
cambio, el tráfico por la ruta central se intensificará. La
operación Sophia cuyo objetivo era reducir el tráfico de personas
mediante la vigilancia marítima, no puede dar resultados mientras
Libia siga siendo un Estado disfuncional. Además, los factores que
empujan a la emigración africana pueden incluso crecer. Los que
lleguen a Europa tendrán dificultades para ser reconocidos como
refugiados. Serán tratados como inmigrantes económicos,
susceptibles de ser expulsados.
Si
la situación en el estrecho de Sicilia se torna inmanejable e Italia
recurre a su anterior práctica de abrir paso a los migrantes hacia
sus vecinos del norte, se suspenderá Schengen de nuevo. En cambio,
puede que veamos una mayor comunitarización de las políticas de
control de fronteras (por ejemplo, la guardia costera y fronteriza
europea y los acuerdos de asociación con países de origen y de
tránsito). Una política de fronteras europea reforzada no
significará un progreso en el Sistema Europeo Común de Asilo
(SECA), puesto que éste implicaría un mayor “reparto de
responsabilidades” y pocos son los que están dispuestos a
asumirlo. La cuota de reubicación (de 160.000 según lo acordado en
septiembre de 2015) tampoco se alcanzará este año, lo que confirma
la idea de que la «crisis de los refugiados» que se supone es
europea se está convirtiendo en un problema griego e italiano.
Finalmente,
una salida que se seguirá explorando son los acuerdos de readmisión
de la UE y los bilaterales con los países de tránsito y de origen.
El número de deportaciones aumentará, pero no hasta el punto de
reducir significativamente el número de inmigrantes irregulares y de
solicitantes de asilo rechazados en Europa.
7.
¿Secuestrará
la derecha populista a la Unión Europea?
Atrincherada
en Polonia y Hungría y envalentonada con el voto del Brexit y la
victoria electoral de Donald Trump, la derecha populista conocerá un
mayor auge en Europa en 2017. Esto no significa que alcance mayores
cotas de poder. El Partido por la Libertad (PVV, por sus siglas en
neerlandés) de Geert Wilder conseguirá un aumento en votos en las
elecciones de marzo en Holanda, aunque esto no necesariamente se
traducirá en formar parte del Gobierno o lograr el puesto de primer
ministro. Marine Le Pen del Frente Nacional (FN) de Francia, puede
perder en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales en
Francia. Alternativa para Alemania (AfD, por sus siglas en alemán)
superará el 10% de los votos en las elecciones federales en
septiembre y será la primera vez después de la Segunda Guerra
Mundial que un partido xenófobo accede al Bundestag, aunque quedarán
excluidos de cualquier coalición. Además, un ataque terrorista, una
nueva crisis migratoria o importantes escándalos políticos podrían
aumentar sus posibilidades electorales. Si esto ocurriera,
especialmente en Francia, la Unión Europea estaría frente a un
desafío existencial.
Incluso
si la derecha populista no llega a gobernar en Europa Occidental, su
influencia indirecta será considerable. En el contexto de una crisis
de refugiados continuada, podrán marcar agendas y complicar la
formación de coaliciones de los partidos mayoritarios. La canciller
Angela Merkel, durante la convención general de su partido en el
Gobierno, la Unión Demócrata Cristiana de Alemania (CDU, por sus
siglas en alemán), ya dijo que la afluencia de refugiados
parcialmente descontrolada de 2015 «no debería repetirse»,
reconociendo así las considerables presiones a las que se enfrenta
en esta situación crítica. Con el ataque terrorista en un mercado
navideño en Berlín en diciembre de 2016, perpetrado presuntamente
por un tunecino cuya solicitud de asilo había sido rechazada, estas
presiones aumentaron y podrían incrementarse aún más en caso de
nuevos ataques.
Los
actores externos serán muy conscientes de las vulnerabilidades de
Europa e intentarán explotarlas. En Turquía, Erdogan sabe que sus
socios europeos, y en especial Angela Merkel, necesitan
desesperadamente su cooperación para contener el flujo de
refugiados, por lo menos hasta las elecciones en Alemania. También
Rusia se beneficia de cualquier disrupción del proyecto de la UE y
apoya cualquier fuerza política que se presente bajo un estandarte
euroescéptico.
Los
votantes de los Países Bajos, Francia y Alemania determinarán el
futuro de la UE, justo en el momento que ésta intentará negociar
con el Reino Unido un acuerdo sobre el Brexit. La Unión Europea
seguirá estando en malas condiciones para controlar su propio
destino y satisfacer las expectativas de los ciudadanos. Esto se
refiere no solo a cuestiones de seguridad como el control de
fronteras y la defensa ante las ambiciones de Rusia, sino también a
la necesidad de abordar la polarización socioeconómica que ha
aumentado abruptamente durante tres décadas de discurso neoliberal.
8. ¿Ha
alcanzado Putin su techo?
Putin
no podía haber deseado un inicio del 2017 más prometedor. De hecho,
ni siquiera el Kremlin se esperaba que Trump fuera el elegido y sus
planes para el año siguiente consistían en deslegitimar la victoria
de Clinton. Pero, para sorpresa de todos, un presidente amigo se
sentará en el Despacho Oval y, como es de esperar, Europa seguirá
atareada ocupándose de sus propios problemas y divisiones.
Otros
factores indican que los vientos son favorables para Moscú: Turquía
insiste en explorar un nuevo comienzo de sus relaciones con Rusia, la
OPEC está al fin intentando aumentar el precio del petróleo y los
aliados de Rusia en Siria han conseguido apoderarse de Alepo.
El
Kremlin presionará para que las sanciones que le han sido impuestas
sean total o parcialmente levantadas. Las posibilidades que eso
ocurra son mayores en comparación con algunos meses antes. También
intentará profundizar las divisiones entre los países occidentales
y dentro de cada uno de ellos. No obstante, probablemente modulará
su estrategia. Ahora que Trump es el presidente de Estados Unidos y
que algunos líderes europeos (en particular, en Francia) se muestran
más conciliadores, la retórica de la victimización se basará más
en la conspiración y señalará con el dedo a grupos en la sombra
como un enemigo común. Al tratar de (re)construir alianzas, Moscú
enfatizará que el terrorismo yihadista es una amenaza compartida
En
cualquier caso, existen algunos riesgos. Rusia continuará
entrometiéndose en la política interior de los países
occidentales, pero esto podría tener consecuencias indeseadas si
esas maniobras se hacen demasiado evidentes o demasiado ofensivas.
Ello es particularmente cierto en el caso de la ciberseguridad.
Intentar poner a prueba los límites de la solidaridad entre los
miembros de la OTAN puede ser tentador, pero una vez que empieza una
crisis, ésta cobra vida por sí misma y uno nunca sabe si será
capaz de cerrarla.
Acerca
de Siria, la cuestión principal será el grado de implicación de
Rusia y si el Kremlin será capaz de retirarse del campo de batalla a
su debido tiempo. Es peligroso estar atrapado en una guerra que no
tiene un significado vital para Rusia y podría conllevar el riesgo
de una reacción desmesurada siempre que los intereses de Rusia estén
en el punto de mira de grupos terroristas.
Para
terminar, añadamos a este catálogo de riesgos las incertidumbres
económicas estructurales: la baja productividad, la infraestructura
deficiente, y la dependencia de energía y de la exportación de
armas. Cuando hablamos de la economía, lo que está en juego es el
nivel de apoyo público, pero también la cohesión de la élite.
Así
pues, Putin sabe que el 2016 acabó mucho mejor de lo que esperaba,
pero de cara al futuro puede que necesite moderar sus expectativas y
calibrar sus riesgos.
9. Aterrizajes
forzosos en América Latina
Al
contrario que los rusos, los latinoamericanos ven 2017 con pesimismo
y la victoria de Trump es solo una entre muchas razones. Es un
período de expectativas fallidas. Unos años atrás, el continente
estaba en auge y el mayor de sus miembros, Brasil, se proyectaba como
un actor a nivel mundial. Hoy día, las perspectivas económicas para
países como México, Ecuador, Argentina, Colombia y Brasil son
pésimas, por lo menos a corto plazo. Por no hablar de Venezuela,
cuya población sufrirá las consecuencias de la polarización
política y de las políticas económicas disfuncionales de un país
adicto a los altos precios del petróleo. Chile y Perú pueden ser
las únicas excepciones a este escenario sombrío.
Políticamente,
llama la atención la rapidez con la que se han erosionado los
liderazgos nacionales. Excepto en Colombia, donde compiten dos
figuras fuertes, los liderazgos políticos tradicionales en América
Latina son más bien débiles. Además, la izquierda ha perdido a sus
referentes políticos. Todo esto puede evolucionar de tres formas
distintas: el surgimiento de liderazgos apolíticos no convencionales
(como pasó en 2016 en El Salvador), un aumento del descontento
social que explore nuevas formas de protesta política o sociedades
cada vez más frustradas pero pasivas. Vale la pena recordar también
que 2017 será un año de impasse político porque tres países clave
(Colombia, México y Brasil) han programado elecciones en 2018 y se
estarán preparando para ellas.
Cuando
el mundo mire a América Latina la atención se centrará en cinco
asuntos más: los efectos de las decisiones de Estados Unidos en las
cuestiones relacionadas con el comercio y las migraciones, con
especial impacto en México; la inestabilidad política en Venezuela,
con crecientes dudas sobre si su propio bando podría intentar
deshacerse de Nicolás Maduro; si la Cuba post-Fidel se abre, también
debido a la imposibilidad de contar con Caracas; un proceso de paz en
Colombia que afronta muchos desafíos en su fase de implementación;
y, bajo la superficie, la posición clave del continente en los
flujos ilícitos, sobre todo el tráfico de drogas, que tiene un
efecto desestabilizador que se extiende a miles de kilómetros de
distancia como hemos visto en África Occidental.
A
remolque de sus problemas económicos estructurales, focalizada en
discrepancias internas a corto plazo y sin líder a nivel regional,
América Latina tendrá que esperar un tiempo para volver a despegar.
10. Las
sociedades africanas se levantan… pero los líderes se resisten al
cambio
Por
toda África, la sociedad está pidiendo a los gobiernos que rindan
cuentas. Activistas jóvenes, urbanos y bien conectados reclaman que
se les escuche. En 2017 veremos cómo la fractura entre las élites y
la ciudadanía se ensancha y desata crisis políticas.
Es
especialmente significativo que algunos de los países más grandes
se enfrentarán a considerables niveles de confrontación, que con
toda probabilidad serán respondidos con una represión más severa.
No debemos perder de vista a la República Democrática del Congo. Si
se aplazasen de nuevo las elecciones y Joseph Kabila se aferra
tercamente al poder la situación degeneraría rápidamente. Etiopia,
a menudo considerada por los líderes exteriores como un ancla de
estabilidad y cuyo modelo federal fue otrora elogiado, se está
tornando más inestable y represiva.
Aunque
es un país mucho más pequeño, la forma en que Gambia resuelva su
crisis política puede tener un efecto regional porque lo que está
en juego es cuánto puede resistirse un líder africano a dejar el
poder cuando no solo la ciudadanía sino también organizaciones
regionales se lo piden. Bastante a menudo, Zimbabwe consigue ser
parte de la agenda global. Hay elecciones previstas en 2018 y Mugabe,
que cumplirá 93 años en febrero de 2017 encarna la lógica del
«presidente de por vida» y se enfrenta a una oposición creciente.
Sudáfrica
igualmente merece atención. No solo por sus vulnerabilidades
económicas, sino también porque el Congreso Nacional Africano (ANC,
por sus siglas en inglés) es cada vez menos popular, incluso entre
los sectores de la sociedad o las zonas del país donde solía ser
hegemónico. Este año, tendrá que elegir al sucesor de Zuma, pero
no se podrá salvar la brecha emocional entre el partido y la
sociedad. También Angola será importante. Este país, que ha vivido
un boom económico gracias a la industria del petróleo, también
acudirá a las urnas. Dos Santos ya ha anunciado que no se va a
presentar; ha decidido no seguir el ejemplo de los demás
presidentes, pero eso no significa que su partido, el Movimiento
Popular de Liberación de Angola (MPLA), esté listo para compartir
el poder.
Estas
dinámicas políticas coexistirán con situaciones provocadas por
conflictos en otras partes del continente. Es más, la situación en
2017 es probable que se deteriore. La ONU ya ha advertido que Sudán
del Sur puede convertirse en una nueva Rwanda y la Oficina para
la Coordinación de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas
(OCHA, por sus siglas en inglés) también ha advertido de que
se está gestando una crisis humanitaria en Borno (en el norte de
Nigeria). Esta lista podría ampliarse a todo el Cuerno de África,
la República Centroafricana, Sudán y Burundi. Y el terrorismo
continuará golpeando a los más vulnerables.
En
conjunto, 2017 será un año agridulce para África. Por un lado, la
población está empoderada y existe un interés mundial considerable
en el desarrollo del continente. Por otro lado, los intereses
políticos de las élites en el poder y la proliferación de crisis
de seguridad y humanitarias impedirán a África explotar su pleno
potencial.
Una
advertencia: puede empeorar
«Las
predicciones son difíciles, especialmente acerca del futuro» dijo
una vez George Bernard Shaw con su agudeza habitual. Cuando se acaba
el año es fácil identificar los asuntos que pasaron desapercibidos
(como el intento de golpe de Estado en Turquía) o los resultados
electorales improbables unos meses atrás (como la victoria de
Trump). Para 2017 ya hemos identificado muchos riesgos: conflictos
territoriales en el mar del sur de China, una escalada militar entre
Arabia Saudí o Israel e Irán para involucrar a Estados Unidos en el
conflicto, la caída de Venezuela, una guerra híbrida de Rusia en el
Báltico para poner a prueba la determinación de la OTAN, el
secuestro de la Unión Europea por parte de la extrema derecha, una
Corea del Norte desafiante, episodios genocidas en estados africanos
fallidos como Sudán del Sur, una agitación violenta en la República
Democrática del Congo y ataques terroristas de gravedad que podrían
alterar los procesos electorales y forzar represalias militares. Pero
también debemos estar preparados ante “cisnes negros”
(acontecimientos imprevisibles hasta que ocurren) y “rinocerontes
grises” (amenazas muy probables y de gran impacto y, sin embargo,
ignoradas). Tenemos por delante un peligroso camino lleno de baches y
es imposible predecir cómo será el destino final.
50
fechas a marcar en el calendario
1
de enero: Antonio
Guterres asume la Secretaría General de Naciones Unidas.
Guterres hereda un delicado proceso de paz en Siria, una crisis
migratoria, un Israel que desafía con la resolución 2334 y la
demanda de unas medidas más eficaces en la lucha contra el cambio
climático.
12
de enero: Conversaciones
para la reunificación de Chipre.
Tras el fracaso de las conversaciones de noviembre de 2016, se
retomarán las negociaciones en Ginebra. Ambos bandos tienen la
intención de acelerar las reuniones para alcanzar una solución
integral lo más pronto posible.
15
de enero: Conferencia
de Paz sobre Oriente Medio.
Los intentos franceses para relanzar el Proceso de Paz en Oriente
Medio tienen pocas posibilidades de éxito debido a la oposición de
Netanyahu y al apoyo que éste recibe del presidente electo Trump.
15
a 18 de enero: Foro
Mundial de Datos de la ONU. Sudáfrica
acogerá el foro para ayudar a crear consenso sobre la generación de
datos entre las oficinas de estadística nacionales y otros actores
implicados. El objetivo es trabajar conjuntamente en el desarrollo de
servicios de datos abiertos para las estadísticas oficiales
relativas al continente.
17
a 20 de enero: Foro
Económico Mundial.
El encuentro anual, que tendrá lugar en el municipio suizo de Davos,
juntará a los líderes mundiales para definir la agenda mundial,
regional e industrial. Será la primera vez que el presidente Xi
Jinping asista al encuentro, lo que significa que el acontecimiento
recalcará las ambiciones mundiales de China.
20
de enero: Día
de la investidura en Estados Unidos. Esta
fecha marcará el inicio de los cuatro años de mandato de Donald
Trump como presidente de Estados Unidos. Los movimientos en la
política interna y exterior de la nueva Administración demostrarán
si Trump es realmente capaz de hacer «que Estados Unidos vuelva a
ser grande».
22
al 31 de enero: Cumbre
de la Unión Africana.
La cumbre de este año marcará el 15º aniversario del reemplazo de
la Organización para la Unidad Africana (OAU, por sus siglas en
inglés) por la Unión Africana.
23
de enero: Conversaciones
de Paz sobre Siria en Astana.
Un nuevo intento de encontrar una solución política al conflicto
que deriva de un acuerdo anterior negociado por Rusia, Irán y
Turquía, dejando al margen a EEUU.
19
de febrero: Elecciones
presidenciales en Ecuador.
Serán las primeras elecciones desde 2006 en que el actual presidente
Rafael Correa no figurará en las papeletas. Su sucesor, Lenin
Moreno, lidera las encuestas. Sin embargo, según el sistema
electoral de Ecuador, se celebrará una segunda vuelta a menos que
uno de los candidatos obtenga más del 50% de los votos.
22
al 24 de febrero: Cumbre
Mundial de los Océanos. La
cumbre, que tendrá lugar en Bali (Indonesia), centrará la atención
en cómo financiar una economía de los océanos sostenible con el
impulso del capital y del sector privado.
Marzo: Negociaciones
del Brexit.
Según Theresa May, a finales de marzo Gran Bretaña iniciará
formalmente las negociaciones para la salida, las cuales deberán
finalizar en un plazo de dos años.
15
de marzo: Elecciones
generales en los Países Bajos. Serán
las primeras elecciones en que se pondrá a prueba el éxito del
populismo de ultraderecha, en este caso, del Partido por la Libertad
(PVV, por sus siglas en holandés) de Geert Wilders.
25
de marzo: 60º
aniversario del Tratado de Roma.
El aniversario podría ser una ocasión para que los líderes
europeos se reúnan y debatan acerca de los problemas a los que se
enfrenta la UE y acerca de una nueva visión, si es preciso.
26
de marzo: Elección
del jefe del Ejecutivo de Hong Kong. Desde
las protestas de la Revolución de los Paraguas en 2014, a favor de
la elección directa del jefe del Ejecutivo y no por nombramiento de
Beijing, la política de Hong Kong ha estado divida. El titular pro
Beijing desde 2012 anunció que no se presentaría para el cargo. El
descontento popular que se propaga en la política de Hong Kong puede
dar lugar a conflictos con China.
Abril: Elecciones
legislativas y locales en Argelia.
Debido a los problemas de salud de Buteflika, estas elecciones pueden
ser un campo de batalla para la sucesión. Una tasa de participación
baja sería un indicador significativo del descontento popular.
23
de abril: Primera
ronda de las elecciones presidenciales en Francia.
Después de las elecciones en los Países Bajos, de nuevo se pondrá
a prueba a la ultraderecha en las urnas. Un buen resultado para
Marine Le Pen, líder del ultraderechista Frente Nacional (FN),
generará incertidumbres entre los líderes europeos y los mercados a
nivel mundial.
4
de mayo: Elecciones
en el Reino Unido.
Este año se celebrarán los comicios para los consejos de
Inglaterra, Escocia y Gales; y para los alcaldes de Inglaterra.
7
de mayo: Segunda
vuelta de las elecciones presidenciales en Francia.
Si Le Pen llega a la segunda vuelta, la única manera de evitar otra
victoria de la ultraderecha podría ser una alta participación y la
capacidad de la oposición para convencer al público de que Le Pen
es una amenaza para los valores republicanos de Francia.
9,
11 y 13 de mayo: Festival
de Eurovisión.
El certamen se ha convertido en un asunto político en el país
anfitrión, Ucrania. Debido a la dificultad para conseguir fondos del
presupuesto estatal, si Ucrania no puede permitirse celebrar el
evento, Rusia, el país que ocupó el segundo lugar en el concurso el
año pasado, sustituirá a Ucrania.
14
de mayo: Elecciones
legislativas estatales en Renania del Norte-Westfalia.
Este Estado tiene más votantes que el conjunto de los estados del
este de Alemania, de modo que las elecciones en Renania del
Norte-Westfalia serán un importante ensayo antes de las elecciones
nacionales de este mismo año.
19
de mayo: Elecciones
presidenciales en Irán.
Serán las primeras elecciones por las que pasará Irán desde el
lanzamiento del tratado nuclear y son significativas para las
decisiones políticas de Irán a corto plazo.
25
de mayo: Reunión
de la OPEP.
Se espera que, después de la reunión, los estados miembros alarguen
por un tiempo los recortes en la producción.
Junio: Cumbre
de la Organización de Cooperación de Shanghái (SCO).
La cumbre está programada para celebrarse en Astana, en junio. Este
año, India y Pakistán se convertirán formalmente en miembros de
pleno derecho de la organización. Será la primera ampliación de la
SCO, pero probablemente no la última. Puede que a medio plazo se
incluya también a uno o varios de los actuales observadores
(Afganistán, Bielorrusia, Irán o Mongolia).
5
de junio: 50º
aniversario de la Naksa.
El aniversario de la ocupación podría desatar nuevas olas de
violencia entre los palestinos, especialmente los jóvenes, y el
Estado israelí.
Finales
de julio: Elecciones
presidenciales en India.
En India habrá elecciones antes de julio. El objetivo del partido en
el gobierno, el Bharatiya
Janata Party (BJP),
es expandir su huella nacional y consolidar su papel como principal
fuerza política de la India. La contienda presidencial será
precedida por elecciones en estados clave como Punjab y Uttar
Pradesh.
Julio: Cumbre
de la OTAN.
El evento tendrá lugar, por primera vez, en la nueva sede de la OTAN
en Bruselas, probablemente en julio.
7
y 8 de julio: Cumbre
delG-20 en Hamburgo.
Los líderes de las principales economías mundiales se reunirán
para hablar de gobernanza mundial, en especial en asuntos
relacionados con la estabilidad, la responsabilidad y la viabilidad.
4
de agosto: Elecciones
presidenciales en Rwanda.
Paul Kagame se presentará para su tercer período en el cargo. Hace
unos meses, un referéndum aprobó las enmiendas constitucionales que
admiten esa posibilidad. Este referéndum también aprobó la
reducción del mandato presidencial de siete a cinco años, aunque
este cambio no entrará en vigor hasta 2024.
8
de agosto: Elecciones
generales en Kenia.
Las elecciones han sido un asunto muy problemático en la historia
reciente del país. En 2007, más de 1.300 personas fueron asesinadas
y 600.000 personas fueron desplazadas debido a la violencia
electoral. Las tensiones probablemente aumentarán a medida que se
acerque la fecha de los comicios.
Entre
27 de agosto y 22 de octubre: Elecciones
federales en Alemania.
En el puesto de canciller desde 2005, Angela Merkel ha anunciado que
se presentará para un cuarto mandato. Sin embargo, el partido
ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD, por sus siglas en
alemán), que obtuvo resultados bastante buenos en las elecciones
estatales y locales, recibirá cada vez más apoyo popular
dependiendo de las políticas de Merkel sobre migración y de la
oposición a la que se enfrente la canciller.
11
de septiembre: Elecciones
parlamentarias en Noruega.
En las elecciones de 2013, la coalición de centro-izquierda entregó
el poder a una coalición entre los Conservadores (Høyre) y el
Partido del Progreso (FrP, por sus siglas en noruego), defensor de
las políticas de libre mercado pero acusado de populismo.
Focalizándose en cuestiones como la rebaja de impuestos, la
construcción de carreteras y unas políticas sobre inmigración más
estrictas, el Partido del Progreso ha ganado cada vez más
popularidad. La pregunta es si el centro-derecha puede conservar el
poder aplicando estas políticas.
12
al 25 de septiembre: 72ª
sesión de la Asamblea General de las Naciones Unidas.
Con la elección como próximo presidente de Estados Unidos de Donald
Trump (las declaraciones del cual han contradicho a Naciones Unidas
en asuntos como los derechos humanos, los refugiados, el cambio
climático y el proceso de paz en Oriente Medio), la ONU se dirige
hacia una relación con EEUU nueva y potencialmente desafiante.
26
de septiembre: Fin
del 2º Plan de reubicación de emergencia.
Tras el fracaso de los estados miembros para cumplir con este
programa, la Unión Europea deberá decidirse sobre el siguiente paso
para abordar el asunto de la reubicación de los refugiados.
Octubre: Elecciones
presidenciales en Kirguizstán.
Las elecciones en Kirguizstán se celebrarán probablemente a finales
de año. El actual presidente Atambáyev ha repetido con insistencia
que no buscará el cargo de primer ministro ni ningún otro puesto
político de ámbito nacional. El proceso electoral pondrá a prueba
la resiliencia y la credibilidad del sistema parcialmente democrático
del país.
10
de octubre: Elecciones
generales en Liberia.
La guerra civil de Liberia todavía ensombrece el paisaje político
actual del país: muchos de los que fueron altos cargos durante ese
periodo participan en las elecciones.
24
al 27 de octubre: 19º
Congreso Nacional del Partido Comunista de China.
La normativa sobre jubilación exige el reemplazo de hasta 11 de los
25 miembros del politburó en el Gobierno, entre los cuales están
cinco de los siete miembros de su Comité Permanente Supremo.
29
de octubre: Elecciones
legislativas en Argentina.
Se renovará un tercio del Senado y casi la mitad de la Cámara de
los Diputados, lo que incluye a representantes de la provincia de
Buenos Aires, importante estratégica y simbólicamente. A pesar de
enfrentarse a procedimientos judiciales, la anterior presidenta
Cristina Kirchner ha lanzado una decidida campaña para presentar su
candidatura.
6
al 17 de noviembre: COP
23 de la UNFCCC.
Fiji organizará la 23ª Conferencia de las Partes (COP 23) de la
Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático
(UNFCCC, por sus siglas en inglés), que tendrá lugar en Bonn
(Alemania). Como primer país en ratificar tanto el Protocolo de
Kioto como los Acuerdos de París, es probable que Fiji reitere su
llamamiento a Trump para que cambie su postura sobre el cambio
climático.
7
de noviembre: Centenario
de la Revolución Rusa.
Será interesante ver qué importancia da el Kremlin a la
conmemoración de un hecho que ha marcado la historia rusa y del
mundo entero. Sobre todo, si recordamos que Putin dijo una vez que el
fin de la Unión Soviética fue una de las mayores catástrofes del
siglo XX.
19
de noviembre: Elecciones
generales en Chile.
El expresidente Sebastián Piñera (2010-2014) lidera las encuestas.
Sin embargo, no está claro si se presentará a la presidencia.
Declaró que lo comunicaría en marzo del 2017. El número de
indecisos es alto, así que el resultado de las elecciones es difícil
de predecir. Dependerá de la decisión de Piñera y de las posibles
coaliciones que se formen en los próximos meses.
26
de noviembre: Elecciones
presidenciales en Honduras.
El expresidente Manuel Zelaya, destituido en el golpe de estado de
2009, ha criticado la candidatura a la reelección del Presidente
Juan Orlando Hernández. Zelaya y sus seguidores la definen como un
acto ilegal.
20
de diciembre: Elecciones
presidenciales en Corea del Sur.
Después del escándalo de corrupción que estalló en octubre de
2016, en el que está implicada la actual presidenta Park Geun-hye,
la mayoría de la Asamblea Nacional votó a favor de su destitución.
El proceso electoral llega en un contexto de agitación política que
probablemente no desaparecerá en los próximos meses.
Pendiente: Elecciones
locales en Túnez. Las
elecciones permitirán a los tunecinos votar a sus representantes
locales por primera vez desde las revueltas de 2011. Será importante
tomar nota de la tasa de participación de la juventud, cuyas
expectativas siguen sin ser cumplidas.
Pendiente: Cumbre
de la ASEAN.
En 2017 se cumplen 50 años de la cumbre de la Asociación de
Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN,
por sus siglas en inglés),
que será presidida por Filipinas. Esta cumbre pondrá de relieve el
papel regional de Manila.
Pendiente: Elecciones
generales en Líbano.
Puesto que el actual Parlamento, en funciones desde 2009, amplió su
propio mandato dos veces en medio de una feroz oposición, éste será
el primer voto legislativo en ocho años.
Pendiente: Elecciones
legislativas en Angola.
El presidente José Eduardo dos Santos, en el poder desde 1979,
señaló que quizá no se presentaría a la reelección en las
votaciones.
Pendiente: Propuesta
de referéndum en Cataluña. El
Gobierno catalán ha anunciado que antes de que termine septiembre
celebrará un referéndum sobre la independencia de Cataluña. El
Gobierno español ha reiterado que no se producirá.
Pendiente: Posible
referéndum constitucional en Turquía. Se
prevé celebrar un referéndum sobre cambios constitucionales el
próximo verano. La enmienda más destacada y controvertida es la
introducción de una presidencia ejecutiva que reemplace el actual
sistema parlamentario.
Pendiente: Elecciones
generales en Tailandia.
La muerte en octubre de 2016 del rey tailandés Bhumibol Adulyadej
(que bendijo el golpe militar de mayo de 2014) generó una tormenta
en la política tailandesa. Si bien las nuevas elecciones tailandesas
pueden adelantar un gobierno civil, la polarización entre la clase
media urbana y las zonas rurales pobres densamente pobladas
—principal problema del país— no parece que vaya a resolverse
pronto.
Pendiente: Elecciones
generales en la República Democrática del Congo.
Tras el acuerdo al que se llegó para poner fin al mandato de Joseph
Kabila, podría producirse la primera transferencia de poder pacífica
desde la independencia. Si las partes mantienen lo acordado, Kabila
no podrá cambiar la Constitución para permanecer en el poder y
habrá elecciones antes de que termine el año.
-
Eduard Soler i Lecha y Eckart Woertz (coord.), investigadores sénior,
CIDOB
Texto
finalizado el 9 de enero de 2017. Esta Nota Internacional es el
resultado de una reflexión colectiva por parte del equipo de
investigación del CIDOB. Coordinada y editada por Eduard Soler i
Lecha y Eckart Woertz, se ha beneficiado de las contribuciones de
Anna Ayuso, Jordi Bacaria, Anna Bardolet, Moussa Bourekba, Luigi
Carafa, Paula de Castro, Carmen Claudín, Carme Colomina, Elena Dal
Zotto, Nicolás de Pedro, Anna Estrada, Francesc Fàbregues, Oriol
Farrès, Blanca Garcès, Francis Ghilès, Sean Golden, Susanne
Gratius, Kiera Hepford, Daria Kalashnikova, Irene Martínez,
Óscar Mateos, Pol Morillas, Jordi Quero, Elena Sánchez, Héctor
Sánchez, John Slocum, Melike Janine Sökmen, Pere Vilanova y
Santiago Villar.
E-ISSN:
2013-4428
D.L.:
B-8439-2012
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