14 de febrero de 2017
Crédito: alai
Agencia Latinoamericana de Información
Walter Formento
Wim Dierckxsens
Mario Sosa
Agencia Latinoamericana de Información
Walter Formento
Wim Dierckxsens
Mario Sosa
Sumando
al debate propuesto por el compañero García Linera.
1.
Introducción
Se
ha abierto el debate acerca de si la Globalización ha muerto, si
está viva, moribunda, incluso si es o no es. Consideramos importante
e imprescindible participar de este debate iniciado por el compañero
García Linera porque
nos permite y obliga a tratar uno de los temas de mayor centralidad y
actualidad, y de alto impacto político estratégico su comprensión
y resolución. En este sentido haremos nuestras reflexiones y
consideraciones siempre desde el lugar del más profundo respeto
reconociendo en él no sólo su capacidad científico-académica para
tratar el tema sino, fundamentalmente su legitimidad política para
llevarlo a cabo.
Este
debate se abre justamente en un momento en que la crisis estructural
del capitalismo (que se manifiesta en un avance lento, freno e
incluso retroceso de las diferentes áreas del mundo en términos de
crecimiento de PBI y por ende, cierres de fábricas, crisis
bursátiles, disminución de los flujos de comercio, corridas
cambiarias, fuga al oro, aumentos flagrante de la pobreza y la
indigencia, coeficiente de Gini creciendo, aumento de la dinámica de
las migraciones, pérdidas de calidad en el empleo y desempleo
crecientes) se profundiza hasta llegar a hacer visibles opciones
alternativas al sistema capitalista.
Estamos,
en otras palabras, en una fase de transición hacia otras formas de
poder, valor y estado, que incluye incluso el escenario de un
post-capitalismo, cuyo tiempo de duración es difícil de estimar y
cuya alternativa aún está abierta. Una batalla entre las fracciones
más poderosas del capital financiero transnacional justo en el
centro de poder del capitalismo, EUA (Estados
Unido de América –EUA-),
que luego de la batalla de Alepo pierde posibilidad de poder hacerlo
escalar y exportarlo a escenarios más complejos (China, Rusia,
India, etc.), lo cual deja entrever que el escenario real del
conflicto puede situarse en los EUA, manifestándose primero como una
gran profundización de la crisis, como crisis político
institucional e incluso de enfrentamientos entre facciones armadas.
Los
hechos político institucionales que abren este debate son la
victoria de Trump y del Brexit. Hechos que suceden en EUA y en Gran
Bretaña justamente y que irradian la desesperanza globalista y con
ello la esperanza en la “desglobalización”. Hechos que nos
muestran triunfos electorales de nacionalismos que claman por una
reindustrialización nacional (y/o trabajo nacional) de potencias
imperiales que parecen ya no ser. Nacionalismos que son observados y
propagados como fascismo-nazismo por los comunicadores
pro-globalistas.
2.
Crisis
Global, Guerra Financiera y “Fascismo”.
El
intento del capital financiero globalizante y sus medios de
comunicación dominantes (CNN/BBC/Euronews/Al Jazzera/Bloomberg, etc)
es estigmatizar a la alternativa industrialista nacionalista de Trump
como nacionalismo-fascista, para reivindicar el lugar de
antifascistas para sí, cuando “jueguen” a la corrida o crisis
financiera. Crisis que ellos mismos crearan y que presentarán como
el resultado de tal nacionalismo fascista y nos propondrán la opción
que sólo un Estado Global podrá evitarla o corregirla. Los
globalistas aún están en posición de provocar la crisis
financiera, con un fuerte aumento en las tasas de interés a través
de la Reserva Federal, que hasta febrero de 2018 estará bajo su
control.
En
la crisis de los años treinta, con la lucha también entre facciones
imperialistas que llevan el crac de
la bolsa de valores de Nueva York y a la quiebra de muchas empresas,
el liberalismo tocó fondo, pues ya no servía más a la burguesía
“expansionista”. Al fracasar, el liberalismo fue sustituido por
un proteccionismo de corte nacionalista en los países centrales que
se retrasaban en sus condiciones para dar el salto a la nueva
situación, escala y composición orgánica. Los que avanzaban se
llamarón el bando de los “Aliados”, “Democráticos”, y los
que se retrasaban fueron llamados “el Eje”, “Fascistas”.
Crisis, división y lucha de poder que recorría y fragmentaba a
todos y cada uno de los países. No hay un solo país central o
metrópolis en la cual no encontremos la fractura del capital
financiero imperialista en estos dos “bandos”. La diferencia de a
qué “bando” pertenecía cada país se definió por la fracción
de capital financiero que fue hegemónico.
Quedan
por fuera de estos “bandos” de capital financiero y su
caracterización, los países dependientes, periféricos,
semicoloniales, coloniales o subdesarrollados. Los cuales fueron solo
parte auxiliar, subordinada y oscilante en estos “bandos” según
las circunstancias centrales del capital financiero. Y según los
momentos en los cuales su posición de estar alineado o neutral (lo
cual implicaba un alineamiento) beneficiaba a cada nación
dependiente en su desarrollo con proyecto estratégico propio, lo
cual siempre se manifestó como un nacionalismo industrialista de
país dependiente, un nacionalismo industrialista popular
antimperialista. Lo cual siempre los enfrentó a ambos bandos del
capital financiero.
En
el “bando financiero del eje/fascista” formo parte: Alemania,
Francia, Italia, Japón, España, Portugal, etc. En estas se
construyó un poder estatal corporativo, burocratizado, militarizado,
autoritario y antidemocrático, que rechazaba el parlamentarismo,
basado en el mismo individualismo atomizador que caracterizaba al
liberalismo económico y que también caracteriza al neoliberalismo
de mercado. En el “bando financiero aliado/democrático” formó
parte EUA, Gran Bretaña, Francia, Italia, España, etc. Donde al
igual que en los países del bando fascista se militarizo la sociedad
civil, se clausuró todo parlamentarismo, medios de comunicación y
movilizaciones sociales. Porque el enfrentamiento entre fracciones de
burguesías financieras al pasar de la guerra económica-financiera a
la guerra militar, conllevó la militarización de todas las
sociedades civiles, la clausura de todo liberalismo político formal
en función de la acumulación capitalista y en todas el Estado se
centralizó en administrar esa acumulación.
El
gran negocio capitalista, para los bandos en pugna, fue la guerra
misma, como motor de acumulación acelerada y en la batalla militar
solo se definió la fracción financiera ganadora. Esto permitió y
obligó siempre al despliegue en todos los gobiernos financieros en
los países centrales, de una política populista y corporativa. La
burguesía financiera capitalizaba mediante el “populismo”, las
demandas sociales de inclusión corporativa de la base social en un
proyecto de Estado Corporativo (un
estado burocratizado-militarizado).
La no exclusión de los elegidos de la nación dependía de la no
exclusión de la burguesía en la competencia internacional. Solo
en las naciones periferias dependientes, etc. los gobiernos tuvieron
espacios, aunque limitados, para desarrollar políticas populares que
incluían como actores políticos centrales a los pueblos y como
objetivo desarrollar soberanía política, económica, cultural,
social y estratégica.
En
el mundo actual, donde la crisis y una gran depresión se manifiestan
cada día más, el enfrentamiento entre las dos mayores fracciones
del capital financiero transnacional tiene lugar en un mismo país:
los EUA. Este conflicto se da de modo principal dentro de EUA y no
entre naciones. Aparece como un enfrentamiento entre EUA y China, lo
que principalmente sucede en EUA. A partir del proceso de
globalización, la fracción del capital financiero globalista en su
avance procura crear e imponer el Estado global, su forma Estado, que
subordina a todas las naciones incluso a los EUA. Para ese capital
financiero global el mundo no solo ya dejó de tener fronteras
nacionales, sino que tampoco cuenta con ciudadanos, como sí era aún
el caso en los años treinta. El Estado global sin fronteras ni
ciudadanos consiste en las llamadas redes financieras globales, con
su red de empresas transnacionales (ETN´s) y cities financieras. Las
fuerzas en pugna buscan hoy estar por encima de todos los pueblos y
de todas las naciones y quien constituye un peligro real para el
retorno del nazismo es el mismo capital financiero globalizante.
Para
una economía de mercado a ultranza, como la globalización, sólo
existimos y tenemos razón de existir en tanto que intercambiemos
nuestro (fuerza de) trabajo por dinero. En la visión (neo)liberal,
los derechos sociales y nuestra ciudadanía no se desprenden de una
visión que parta de la totalidad, sino que parecen nacer a partir
del intercambio y dentro de los límites de éste. En la visión
neoliberal a ultranza, el desempleado crónico y los excluidos
tienden a perder todos los derechos. Los derechos de ciudadano no se
derivan del hecho de ser miembro de una sociedad que se define a
priori como
nación o pueblo. Somos miembros de la sociedad en tanto y en la
medida en que participemos en el mercado (en tanto somos pro-veedores
de bienes y servicios, piezas y partes para ser ensambladas por las
ETN´s Globales).
A
partir de esta visión, los derechos como ciudadanos se crean y
perecen dentro de los límites del mercado, y no surgen o se pierden
con base en el hecho de que seamos miembros de una nación, sociedad
o comunidad humana. Sólo somos y tenemos realmente derecho de
existir en tanto que intercambiemos nuestro (fuerza de) trabajo en el
mercado. Aquella población excluida que no intercambia su (fuerza
de) trabajo en el mercado y se ve privada de forma paulatina de todo
derecho económico y social, pierde ciudadanía. En un mundo donde no
haya lugar para ciudadanos, los excluidos constituyen una amenaza
creciente para la totalidad y tienden a perder incluso el derecho a
la vida, o sea, son tendencialmente eliminables-exterminables. De
este modo la lógica neoliberal culmina, en su extremo, en una
concepción nazi/fascista.
Un
gran dilema para el capital financiero globalizado es que en un
conflicto geopolítico entre intereses de fracciones de capital
financiero a nivel mundial difícilmente podrá prescindir de la
mediación política de estados con fronteras y primero que nada de
la mediación con el Estado norteamericano. Esta batalla se está
dando en este momento y podría conllevar a la profundización de la
crisis no solo del proceso de globalización, sino del sistema
capitalista como tal. Todo proceso de crisis estructural es un
proceso complejo de luchas, confrontaciones y debates, en donde una
heterogeneidad de actores capitalistas que avanzan y se retrasan, van
dando el tono a la puja de intereses y que, además, en un momento
generan espacios de insurgencia para actores no-capitalistas.
Lo
alentador es que surge una discusión acerca de la sociedad en que
vivimos y el lugar de los seres humanos en ella. Esta reflexión es
fundamental para dar respuestas reivindicativas ante la progresiva
exclusión. La exclusión significa pérdida de lugar y de identidad,
y la crítica a la misma puede conducir a la reivindicación de una
sociedad con lugar para todos. Ello implica cuestionar el sistema
excluyente. Sin embargo, una crisis de identidad no significa, a
priori, una crisis de legitimación del sistema. Puede también
desarrollarse una posición crítica sobre la legitimidad de la
exclusión, sin que implique poner en duda la legitimidad del
sistema. Lo segundo suele anteceder a lo primero.
El
peligro de reivindicar la legitimidad de la inclusión sin cuestionar
al sistema es que conduce rápidamente a una "legitimación"
de la exclusión del otro. Con ello no se enfrenta el problema de la
exclusión en su raíz. Más bien ocurre lo contrario. Al sustituir
una modalidad de exclusión vía el mecanismo del mercado, por otra
vía, la pertenencia o no a determinada nacionalidad, condición
social, religión, raza, género, cultura, etc., se deshumanizan aún
más todavía las relaciones, sociales. Los seres humanos no se
solidarizan para reivindicar una sociedad donde haya lugar para todos
sino, por el contrario, se enfrentan los unos a los otros para
acaparar los cada vez más escasos lugares. Ante el miedo de perder
su lugar, pueden reclamar con fuerza creciente su inclusión, aunque
sea a costa de ciudadanos de otros países (inmigrantes, refugiados)
religiones (musulmanes), etc.
Al
encaminarse hacia un mercado unificado con un Estado global se
debilita la identificación de los ciudadanos con este nuevo espacio
económico. La realidad para los ciudadanos es que el proceso de
regionalización (Unión Europea, NAFTA) y mundialización ha dado
lugar a una formidable concentración de capital y riqueza en pocas
manos a costa de una exclusión progresiva. El resultado de ello no
es el desarrollo de una mayor identificación con el mercado
crecientemente abstracto (ser ciudadano se reduce a ser consumidor de
productos, servicios, espectáculos electorales, noticias
prefabricadas a menudo falsas, opiniones doctrinarias, etc.).
El
resultado es más bien la identificación con una comunidad más
concreta, y más antigua (la nación o incluso la localidad) donde en
el pasado hubo más derechos económicos y sociales, y vida
aparentemente más digna, aunque los espacios objetivos para que
triunfe el capital sobre la base de ese retorno sean casi nulos. La
regionalización y mundialización de la economía así como la
integración de bloques económicos (UE y NAFTA) conducen así, de
forma contradictoria, a tendencias nacionalistas y hasta separatistas
basadas en razones extraeconómicas. He aquí el motivo del éxito de
Brexit y de la victoria de Trump y la crisis consecuente para el
capital financiero globalizante. He aquí la tarea difícil de la
administración Trump.
3. La
globalización es el proceso de desarrollo de una nueva forma de
capital
financiero (forma
global o transnacional) que emerge y lucha por imponerse frente a la
forma dominante anterior, el capital financiero multinacional. En un
mundo donde el crecimiento y la tasa media de beneficio tendía a la
baja, en los años ochenta se desarrolló una fuerte evolución de
las IDE (Inversión Extranjera Directa) dentro de la Tríada (EUA,
Japón y Europa), orientada a fortalecer las posiciones de
competencia de las Multinacionales en el mundo. La guerra económica
entre las Multinacionales se desarrollaba a partir de este esquema
para mejorar posiciones en el mercado mundial restante, mediante IDE
en el exterior.
El
capital financiero multinacional entra en crisis entre
1980-1991-2001, cuando emerge el proceso de flexibilización y
deslocalización de empresas transnacionales que salen de los países
centrales y se localizan en las economías emergentes; cuando va en
profundidad la destrucción de estructuras de la administración
pública de las naciones bajo la consigna del estado mínimo; cuando
el poder en el gobierno cada vez más se desplaza de los presidentes
de gobierno electos a los presidentes de los bancos centrales
impuestos por las grandes bancas financieras globales en cada city
financiera.
La
globalización es un proceso que
emerge como alternativa capitalista al capitalismo multinacional de
país central y que en esa lucha abre una crisis estructural en el
periodo de tiempo 1999-2001-2008. En la cual aún estamos inmersos.
La globalización es también un proceso de luchas capitalistas
financieras inter-imperialistas. La globalización es parte de la
crisis, es parte de la lucha que se observa como crisis. Es la parte
que avanza o sale hacia adelante en la lucha y crisis del capitalismo
financiero.
3.1.
Breve recorrido histórico del capital financiero
El
mercantilismo recorre un largo camino desde
el siglo XV, fines de 1400, hasta mediados del siglo XIX, 1850,
cuando se transforma en dominante el capitalismo industrial, a partir
del capital industrial, de la fábrica, de la gran industria
mecanizada, y en estado-nacional en Inglaterra subordinando a la
monarquía feudal, al estado-reino, a la producción feudal y
mercantil. Habiendo transitado el momento de los talleres
manufactureros.
El
estado-nacional que nace es un Estado nacional de metrópolis
enfrentado a las monarquías feudales y que desarrolla naciones
coloniales o semicoloniales. Constituye el régimen específicamente
capitalista de producción.
El
capitalismo llega a ser dominante como modo de producción cuando
desarrolla e impone una forma de capital industrial de gran industria
mecanizada. De ahí en adelante es capital industrial pero en su
recorrido subordinado a los modos feudales fue primero corporaciones
artesanales feudales y talleres manufactureros antes de poder ser
gran industria mecanizada. En este momento subordina al campo y lo
redefine con el paso de los años como producción agraria
industrial. El campo era el terreno del poder de la monarquía feudal
y la ciudad industrial el del poder del capitalismo industrial y lo
agrario su extensión, así como la city financiera es la del capital
financiero global.
El
capitalismo industrial se transforma en capital financiero entre
1880-1890, crisis económica y 1era guerra mundial mediante, cuando
el capital industrial en su desarrollo absorbe al capital bancario y
se transforma en capital financiero, y transforma también a la
fábrica en grupo económico financiero (ggee). La transforma porque
la unidad económica básica ya no es la fábrica de la gran
industria sino un grupo económico de fábricas diversificadas en
sectores de la actividad (producción para el consumo
industrial-ciencia-tecnología y producción para el consumo
personal) y diversificada en áreas dentro de cada sector. Esta
centralización de la conducción estratégica del capital y
descentralización del mando operativo caracteriza y define al
capital financiero.
Porque
por primera vez el capital, como capital financiero, desarrolla un
aparato administrativo estratégico privado que disputa, confronta,
provee y acuerda con la administración política pública de cuadros
y como políticas de estado. Y lo desarrolla porque ahora su
objetivo-terreno es el mundo y su política internacional de
nación-estado metrópolis a naciones colonias o semicolonias. El
instrumento central es el crédito y la relación de
acreedor-a-deudor, donde el acreedor impone las condiciones y el
producto a través del financiamiento para el desarrollo de
industrias que van a producir en las colonias/ semicolonias lo que el
acreedor necesita como materia prima o piezas/partes.
El
capital financiero internacional entra en crisis a
en el período 1929-1940, se manifiesta a partir de la guerra/crisis
financiera de 1929 y posterior guerra militar (1936-44), porque
emerge y se desarrolla la corporación financiera multinacional que
da sustento al capitalismo financiero multinacional (como forma
avanzada de la época), que se impone volviéndose hegemónico en el
resultado de la segunda guerra mundial (1936-44). La corporación
multinacional se expresa en el estado multinacional de país central,
con su casa matriz central que hace al país central y sus empresas
filiales en los países/naciones dependientes/
periféricos/subdesarrollados.
Las
filiales de la casa matriz coinciden en la mayoría de los casos con
las empresas más importantes y dinámicas en cada rama de
producción, que se desarrollaron en las semicolonias a partir de la
relación deudor/acreedor cuando era dominante el capital financiero
internacional. Ahora, el capital financiero multinacional impone el
capitalismo multinacional que tiene presencia directa y cuantitativa
en cada nación, en las cámaras empresarias, en los partidos
políticos, etc.
El
capital financiero multinacional entra en crisis como vimos entre
1980-1991-2001, cuando emerge el proceso de flexibilización y
deslocalización de empresas transnacionales. La banca financiera
global de este modo inicia la subordinación real de lo nacional y
continental por lo Global, re-denominándolo como Local. Donde el par
Global-Local caracteriza al desarrollo del capital financiero global.
Esto altera geográficamente la producción y realización de
valor/riqueza capitalista y comienzan a mostrarse diferenciales de
crecimientos de PBI y participaciones mundiales dando paso al llamado
mundo emergente.
El
capital financiero deslocaliza sus estructuras estratégicas de los
países centrales hacia el mundo, globalmente lo llama, de modo que
pone en crisis la escala del poder de las casas matrices en cada país
central, porque eleva la escala umbral de poder de multinacional a
global. Pero no solo deslocaliza su estructura económica, política
y estratégica globalmente también deslocaliza su estructura de
producción en lo nacional/local cuando hiper-especializa
funciones-tareas laborales y de gerencia, cuando terceriza en
proveedores de bienes y servicios los que antes eran trabajadores
formales en áreas y secciones de la misma empresa.
El
fenómeno de la deslocalización no debe opacar sin embargo el
descomunal proceso de desarrollo de las fuerzas productiva de toda
esta época. Pues aun observando el creciente peso de las denominadas
economías emergentes en la generación de la riqueza global, también
puede verse el crecimiento aunque relativamente menor de la riqueza
en los llamados países desarrollados, principalmente EUA. La crisis
ahí no parece tanta consecuencia de un proceso de destrucción de
riqueza sino más bien de un importante deterioro en la participación
de la misma.
Es
que el proceso de lenta pero profunda inserción en de nuevas
tecnologías, robótica, inteligencia artificial, etc., es decir
automatización creciente y ya no sólo de lo manual sino de la
función intelectual, (máquinas inteligentes) produce saltos enormes
de productividad que no se trasladan a salarios ni ingresos de las
clases medias. Es un proceso de rutinización extensa y profunda que
precariza la condición de trabajo al punto que, mientras la
productividad en los 80 daba cuenta de la necesidad de 25 obreros
industriales para generar un millón de dólares en mercancías, en
2016 sólo se necesitan 5 para el mismo resultado. Sin dudas este
resultado se explica en parte por la automatización creciente de la
producción y en parte por la tercerización. Pero este proceso que
tiende a mostrar una participación creciente en el PBI de las ex
economías centrales de los “servicios” a la producción también
sufre un proceso de automatización. Un ejemplo es la automatización
de los servicios de transporte y logística. Es decir, ahí donde
había peso del ingreso asalariado (servicios) también comienza a
ser erosionado por el desarrollo tecnológico. Este aspecto
estructural del funcionamiento de capitalismo (con independencia de
sus fases) es el que explica en todo caso la tendencia a la caída de
la tasa media de beneficio, la necesidad de los saltos de escala
ahorrando costos y con ello la deslocalización como mecanismo
auxiliar.
La
empresa global se compone en un 10% de los trabajadores formales de
la gerencia y ensamble de bienes y servicios. El otro 90% lo componen
trabajadores proveedores de bienes y servicios, donde algunos tienen
la función de gerenciar las unidades proveedoras y parecen pequeños
empresarios. Este fenómeno fue caracterizado como la
“postmodernidad”, donde los servicios pasan a explicar
supuestamente en mayor proporción los PBI, hecho que antes se
denominaba el sector industrial. En realidad solo deja de
contabilizarse dentro de la unidad fábrica precisamente por la misma
tercerización.
Esto
asume la forma de redes flexibles de proveedores de bienes y
servicios, informales para las plataformas capitalistas globales de
ensamble de bienes y servicios para la plataforma global de
producción y, de bienes y servicios para la plataforma global
financiera (la cultura del outsourcing).
El
capital financiero global lucha por imponerse
y esta lucha se hace observable como crisis por
primera vez en septiembre de 2001 con la caída (implosión) de las
Torres Gemelas del Centro del Comercio Financiero Global (World Trade
Center) de la City de Nueva York. La “caída” la producen los
intereses financieros multinacionales continentales, expresados
directamente en Washington en el poder político, en el poder
judicial, en el poder financiero multinacional, en el complejo
industrial militar y en la policía federal.
La
caída de los edificios del centro financiero global es la respuesta
militar-policial (durante el gobierno de Bush) al poder financiero
global por imponer la derogación de la ley Glass Steagall en 1999
(durante el gobierno Clinton), ley que bloqueaba desde 1934 la
integración de la banca comercial (legal) y la banca de inversión
(ilegal, según la Ley Glass Steagal) cuya conjunción constituye el
capital financiero global. La derogación de la Glass Steagal es el
hecho central instituyente del capital financiero global y sus fondos
financieros de inversión global, paraísos financieros fiscales y su
red de cities financieras globales.
La
segunda acción en contra del capital financiero global vendrá en
septiembre de 2008, cuando la suba de tasas de interés de la Fed en
manos de los Bush, abra paso a la crisis financiera de la hipotecas
basura y a la “caída” de la banca de inversión Lehman Brothers,
que supone un gran golpe al Citigroup (la primera gran banca global),
y el ingreso a la gran crisis financiera global en la cual aún nos
encontramos.
En
este camino histórico hemos
tratado de recorrer la crisis final del feudalismo en el siglo 15
(1400) y como en ello se desarrollaban y fortalecían las primeras
formas del mercantilismo o del capitalismo mercantil. Desde aquellos
momentos donde los mercaderes daban a los trabajadores, en relación
de dependencia servil personal (con sus señores de la tierra), las
materias primas para que estos elaboraban en sus casas (en el tiempo
que no trabajaban para el señor) que luego serían pagadas para
poder venderlas en sus rutas de mercadeo. Pasando por los talleres
manufactureros donde se concentraron por primera vez grandes masas de
trabajadores manuales en las ciudades que hizo la gran mediación y
crisis del feudalismo que solo pudo subordinar, sepultar la fábrica
de la gran industria y con esto ahora si imponer al capital
industrial de la gran industria como modo y relación social de
producción dominante.
No
hay capitalismo dominante hasta el capitalismo industrial basado en
la gran industria mecanizada como relación social de producción y
en la fábrica como unidad económica básica, categoría económica
y espacio específico donde modo, relación social y unidad económica
básica se constituyen y constituyen a los seres humanos como
sujetos/actores de este modo de ser.
La
emergencia-insurgencia de un modo de producción: el capitalismo
industrial nacional, el nacionalismo industrial, el capital
industrial y el movimiento obrero industrial organizado presupone la
fábrica como unidad básica, la gran industria mecanizada como
relación social del capital y el capitalismo industrial como modo y
estado.
La
crisis del estado nación, del nacionalismo industrialista, del
capital industrial siempre impone un proceso de luchas y
negociaciones hasta que se impone un nuevo modo, relación y unidad
económica. Esto es válido también para el globalismo, para el
capital financiero global y su red de cities financieras.
El
camino histórico recorrido por el capital financiero tiene tres
grandes etapas con sus crisis desde 1880: de
1880/90 a 1929/39; de 1945/1950 a 1990/2001; de 2006/08 a >>>.
El Estado nación metrópolis de los grupos económicos financieros,
el estado nacional de país central de la corporación financiera
multinacional; el estado global de la red financiera global en
proceso de crisis financiera, económica, militar e institucional. El
globalismo financiero ha constituido su unidad económica: la red
financiera global, su relación social de producción: el capital
financiero global y su modo de producción: capitalismo financiero
global. Pero no lo ha instituido política y estratégicamente. No lo
ha vuelto hegemónico aun. La crisis global, el proceso de la crisis
y su profundidad estructural expresan eso.
¿La
conducción del proceso de la crisis/lucha en el proceso de la
revolución política por parte del globalismo financiero se ha
debilitado a partir de que insurge el universalismo multipolar
Brics/Humanismo ecuménico-interreligioso en 2013-2014 y, de la
reacción anti-globalista de los elites nacionales del Brexit y de
Trump? Sí es así, es claro. ¿El globalismo pasa por una crisis de
conducción del proceso general? Sí también es así. ¿Qué aparece
como alternativa? El Nacionalismo industrialista de EUA, el
Continentalismo financiero de país central y los Universalismos
multipolares no financieros.
3.2.
¿Hacia los universalismos multipolares no financieros?
En
lo que concierne a Pekín, Trump asesto un duro golpe al globalista
Acuerdo Transpacífico al ponerle fin a la participación
estadounidense, el cual había sido concebido en contra el contra del
proyecto de la China multipolar, pero incluía a las
Transnacionales Globales localizadas en la China Globalista. Además,
Trump tuvo conversaciones con Xi Jimping acerca de la posible
adhesión de Washington al Banco Asiático de Inversión en
Infraestructura (Asian
Infraestructure Investment Bank o
AIIB). Si Estados Unidos se suma a esa institución,
estaría aceptando no solo cooperar con la China multipolar –en vez
de oponerse a ella– y ambos países podrían participar
en el establecimiento de dos «rutas
de la seda».
Lo anterior es señal clara hacia los universalismos no
financieros lo cual haría contraproducentes las guerras del Donbass
y de Siria.
En
el mismo camino resolver el conflicto ucraniano, pieza clave y cuña
del globalismo contra la Rusia multipolar, es un dato central la
movida de Trump para debilitar la posición del presidente Petro
Porochenko, cuando recibió en la Casa Blanca a la jefa de
la oposición, Yulia Tymochenko, antes de aceptar una llamada
telefónica del presidente Porochenko. Se suma a esto, el inició de
acciones comunes con Rusia en Siria e Irak.
En
el plano financiero, en EUA Trump profundiza la confrotación contra
el globalismo financiero a iniciar ya el desmantelamiento de la
ley Dodd-Frank, que a partir la crisis de 2008 evito la quiebra
abrupta de los grandes bancos estadounidenses –en aplicación
de la línea política llamada «too big
to fail»
y los fortaleció por todos los medios, a partir de la política de
la reserva federal de emisión sin respaldo, denominada
“Flexibilización Cuantitativa” que les presto blones de dólares,
a una tasa del 0% y estatizo sus deudas, creando la gran burbuja
financiera que supera a la que estallo en 2008 en más del 500%.
A pesar
de algunos aspectos positivos –su texto consta de
2 300 páginas–, la ley Dodd-Frank instituye un
tutelaje del Departamento del Tesoro sobre los bancos, lo cual
evidentemente frena el desarrollo de proceso por el cual la
confrontación entre bancas financieras producen ganadores y
perderos, vencedores y vencidos. Profundizando esta línea Trump
parece disponerse también a reinstaurar la separación entre los
bancos de depósitos, comerciales, y los bancos de inversiones,
instrumento esencial de la gran banca global en las sombras, mediante
el restablecimiento de la Glass-Steagall
Act (Ibid).
Hecho
que significaría un serio golpe al globalismo financiero y por
expresa que se profundiza la lucha entre capitales financieros en
distintos planos. A esto se suma los cambios ya producidos en los
departamentos de defensa y seguridad, y particularmente los cambios
en los organismos internacionales relevando a piezas claves del
globalismo financiero. Esto da a entender que en
Washington ha comenzado una
“guerra a muerte” con el capital financiero globalizado.
4.
Nacionalismo, Continentalismo y Globalismo/Universalismo
La
llamada “crisis del globalismo” o “desglobalización” se
observa y plantea por muchos intelectuales a partir de que los
actores e intereses globalistas pierden el control de Gran Bretaña y
la City de Londres y por lo tanto, de la capacidad de influencia
sobre la Unión Europea (UE). Este proceso se inicia con la pérdida
del referéndum por la permanencia o no en la UE de Gran Bretaña,
donde gana el Brexit, la salida de la UE. Hecho que se expresa en una
diferencia de menos del 2% y que se explica por el voto de los
obreros blancos industriales del norte de Inglaterra y la decisión
de la Corona Británica de apoyar el Brexit.
El
otro hecho es la perdida por parte del Globalismo Financiero de la
city financiera de Nueva York (Wall Street), del control e influencia
sobre el gobierno de los EUA con el triunfo de Donald Trump, aunque
momentáneamente mantiene el control de la política monetaria de la
Reserva Federal.
Estos
dos hechos marcan y delimitan el inicio del debate acerca de la
globalización/desglobalización.
Pero la llegada de Trump al gobierno de EEUU, observado por sus
decisiones de gobierno, muestran una política que expresa una
orientación hacia un nacionalismo industrialista anti-oligarquía
financiera global (contra China y salida de los TPP) y
anti-oligarquía financiera Continentalista (contra México y salida
del TLCAN). Un nacionalismo industrialista que plantea la
relocalización de las inversiones industriales en EUA y salida de
los países emergentes. La reversión del proceso iniciado en
1991-94.
Una
política industrialista que rememora a aquella que se desarrolló
durante la segunda guerra mundial, en la cual EUA participó como
gran proveedor de bienes industriales haciendo saltar en escala su
proceso de industrialización hasta diciembre de 1942 y que solo
ingreso a la guerra directa cuando esta estaba definida por el
agotamiento de ambos bandos, que dejo a EUA como el gran vencedor de
Occidente, que le permitió subordinar a Gran Bretaña e imponer el
dólar como moneda dominante en su órbita. EUA sale de la segunda
guerra mundial, que fue el modo de resolver la crisis/guerra
financiera de 1929, como la gran potencia capitalista imperialista y
se planta como un nacionalismo industrialista expansivo imperialista.
Que era, como fue planteado en su tiempo, un Continentalismo
imperialista enfrentado al Continentalismo soviético.
Los
EE.UU de Trump tienen muy grandes obstáculos para que pueda hacer
realidad su plan de nacionalismo industrialista antioligárquico
financiero, lo cual plantea la realidad de la profundización de la
lucha y crisis económica como lucha y crisis institucional política.
Incluso
cuando el presidente de China, Xi Jinping, en Davos se yergue como la
personificación del globalismo, es decir, de todos los globalismos
en general y del globalismo multipolar no financiero en particular,
porque en las economías emergentes conviven en 2017, en especial en
el Asia-pacifico, las transnacionales financieras globales y las
grannacionales universales. Todo lo cual marca que la escala del
umbral de poder mundial es el Universalismo/Globalismo. La escala nos
muestra cual es la magnitud de poder en la cual se produce/realiza
poder/valor. Es el espacio más probable que triunfe a partir del
conflicto interno entre las dos fracciones de capital financiero que
se agudiza con el proyecto de un nacionalismo industrialista de
Trump.
Hoy
parece no haber margen para el poder de un nacionalismo
industrialista, en el límite sí podría haberlo para un
continentalismo militarista norteamericano, solo por el poder militar
del complejo industrial militar y su amenaza de guerra termonuclear.
Depender de este único instrumento de poder no le da status de muy
probable. El nacionalismo industrialista tampoco podría ser
contenido/subsumido por el continentalismo financiero militarista
porque el primero necesita negar toda posibilidad de su despliegue
como tal, pues lo fragmentaria.
El
nacionalismo industrialista antioligárquico solo podría ser
contenido/subsumido por el universalismo multipolar industrialista de
los BRICS y del Humanismo ecuménico-interreligioso.
Porque su desarrollo es necesario para este, lo que no podría
desarrollar es ser su motor y país central. En la misma situación
se encuentra Alemania, Francia y la UE. Esta posición tiene historia
y base social en EUA en aquellos que siguen a Thomas Jefferson, y su
lucha contra el imperialismo británico, y a F.D.Roosevelt, y su ley
Glass Steagall contra la banca financiera angloamericana en la
Reserva Federal.
4.
Estamos ante un momento crucial en la historia.
Nos
encontramos en una situación donde las fisuras del globalismo
neoliberal se hacen cada vez más evidentes y la “inseguridad”
acerca de la estabilidad del sistema capitalista como tal crece. En
un mundo donde no solo caben cada vez menos ciudadanos, sino también
importantes fracciones de capital financiero dentro de los propios
EUA como nación hegemónica quedan excluidas, pueden desembocar en
un proceso de desgaste del propio proceso de globalización e incluso
del capitalismo como sistema. Tarde o temprano el rumbo de la
economía tiende a reorientarse hacia una re-regulación económica a
nivel mundial.
En
el marco de un mundo multipolar no hay subordinación de unas
naciones por otras ni la subsunción de todas a un Estado global. Si
Rusia y China reivindican a ultranza algo para un mundo multipolar,
es precisamente la soberanía nacional. El papa Francisco reivindica
a nivel espiritual el respeto de cada religión por la otra y la
convivencia ecuménica entre las mismas. Las dos concepciones se
refuerzan. No vemos que el proceso de acumulación de capital tenga
larga vida a partir del mundo multipolar cuando apuestan con la
´Nueva Ruta de Seda´, a una especie de proyecto desarrollista
productivo a escala mundial desde las periferias. Es una salida al
menos temporal donde hay lugar para todos los capitales, hasta el
capital de los EUA y con Trump podrían entrar.
La
gran pregunta que nos hacemos es si una vez concluidas las grandes
obras de infraestructura en EUA y con la Ruta de Seda, si estas
inversiones encadenan o no un próximo ciclo de reproducción del
capital. Nosotros creemos que el escenario más probable es que
no-encadenarán, como hemos señalado en nuestro libro “Geopolítica
de la Crisis Económica Mundial”. De ser así la transición hacia
el post-capitalismo estaría en proceso.
Los
cambios de fondo nunca se procesan en períodos de calma sino
en medio de tempestades que ponen todo patas arriba. La elección
de Donald Trump es una de las insubordinaciones políticas más
espectaculares que, en conjunto con el Brexit y otros menos
llamativos, expresan la profundización de la crisis e impulsan al
colapso de la hegemonía neoliberal. Aun cuando difieren en ideología
y objetivos, esos motines populares electorales comparten un blanco
común: rechazan la globalización de las grandes corporaciones
globales, el neoliberalismo y el establishment político que los
respalda. Sus votos son una respuesta a la crisis estructural de esta
forma de capitalismo, crisis que quedó expuesta por primera vez con
el cuasi colapso del orden financiero global en 2008. Sin embargo,
uno de los más importantes problemas que enfrenta la lucha
emancipadora en las últimas décadas es la subordinación de los
movimientos anti-sistémicos al capital financiero globalista.
La
victoria de Trump no es solamente una revuelta contra las finanzas
globales. Lo que sus votantes rechazaron no fue el neoliberalismo sin
más, sino también el neoliberalismo progresista
(o progresismo neoliberal).
En palabras de la feminista Nancy Fraser “el neoliberalismo
progresista es una alianza de las corrientes dominantes de los nuevos
movimientos sociales (feminismo, antirracismo, multiculturalismo y
derechos LGBTQ) por un lado y, por el otro, el más alto nivel de
sectores de negocios “simbólicos” y de servicios globales (Wall
Street, Silicon Valley y Hollywood)”. En esta alianza, las fuerzas
progresistas se han unido efectivamente con las fuerzas del capital
financiero globalizado. Ideales como la diversidad y el
“empoderamiento”, que en principio podrían servir a diferentes
propósitos, ahora dan lustre a políticas que han resultado
devastadoras para la industria manufacturera y para lo que antes era
la clase media (Nancy Fraser, Trump
o el fin del neoliberalismo progresista,
Rebelión, 23 de enero de 2017).
El
neoliberalismo progresista se desarrolló en los EEUU durante
estas tres últimas décadas y fue ratificado por el triunfo
electoral de Bill Clinton en 1992. Clinton fue el principal
organizador y abanderado de los “Nuevos Demócratas”, el
equivalente estadounidense del “Nuevo Laborismo” de Tony Blair.
Clinton y los Nuevos Demócratas tienen una pesada responsabilidad en
el debilitamiento de las organizaciones sindicales, en el declive de
los salarios reales, en el aumento de la precariedad laboral y en el
auge de las familias con dos ingresos, que vino a substituir al
difunto salario familiar. Cubrieron el asalto a la seguridad social
con un barniz de carisma emancipatorio, tomado prestado de los nuevos
movimientos sociales.
Clinton
fue el principal organizador y abanderado de los “Nuevos
Demócratas”, el equivalente estadounidense del “Nuevo Laborismo”
de Tony Blair. Clinton tiene una pesada responsabilidad en el
debilitamiento de las organizaciones sindicales y sus dirigentes, en
el declive de los salarios reales, en el aumento de la precariedad
laboral y en el auge de las familias con dos ingresos que vino a
substituir al difunto salario familiar. Cubrieron el asalto a la
seguridad social con un barniz de carisma emancipatorio, tomado
prestado de los “nuevos movimientos sociales”.
Al
identificar “progreso” con meritocracia -en
lugar de igualdad-,
se equiparaba la “emancipación” con el ascenso de una pequeña
elite de mujeres, minorías y gays “con talento” en la jerarquía
empresarial basada en la noción de "quien-gana-se-queda-con-todo"
(validando la jerarquía en lugar de abolirla). Esa noción liberal e
individualista del ´ser progresivo´ (´homo oeconómicus´ del
siglo XXI) fue reemplazando gradualmente a la noción emancipadora,
anticapitalista, abarcadora, anti-jerárquica, igualitaria y sensible
al concepto de clase social que había florecido en los años 60 y
70. El resultado fue un “neoliberalismo progresista”, amalgama de
truncados ideales de emancipación y formas letales de
financiarización. Ante sus ojos, las feministas y Wall Street eran
aves de un mismo plumaje, perfectamente unidas en la persona de
Hillary Clinton (Ibid). Quienes necesitan la estabilidad son
precisamente las elites de los movimientos, incrustadas en el poder,
desde donde pretenden evitar que la opresión las afecte en un camino
de salvación individualista.
La
rabia de Wall Street y de las plataformas de comunicación del
sistema es que la victoria de Trump deja a la ´alianza entre
emancipación y financierización´ en estado de máxima debilidad,
por eso su empeño en movilizar a los jóvenes para evitar fracturas.
Para los de abajo, la llegada de Trump al gobierno de la mayor
potencia del mundo, es síntoma de descomposición del sistema que
nos afecta como los latigazos de una tormenta. Es en medio del caos
sistémico que nos planteamos cómo nos empeñamos en construir lo
nuevo, con todos los riesgos que eso implica, pero con la voluntad
intacta (Raúl Zibechi, La
oportunidad Trump,
Rebelión, 10 de febrero de 2017).
Concluyendo,
el globalismo financiero imperial está en un momento de crisis, que
es lucha y confrontación estructural. No
ha muerto y la lucha interimperialista que forjó y desarrolla contra
el continentalismo financiero con base en EUA y el TLCAN, sigue su
curso bajo otras condiciones, formas y modos. El relato ideológico
del neoliberalismo y el neoprogresismo globalista ha sufrido un duro
golpe, al haberse mellado su halo determinista de neo-destino
manifiesto global. No ha muerto, pero ha perdido toda su potencia
discursiva virginal de “tercera vía”. Seguramente hará todo un
gran intento por retornar con aureolas remozadas. La historia no se
repite, salvo como farsa, la crisis actual debate su superación a
veces bajo la forma de reacción.
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