10 de febrero de 2017
Crédito: Resumen Latinoamericano
Esta
primera acción contraría su discurso inaugural, en el cual habló
de no interferir en los asuntos internos de otros países.
El
presidente estadounidense firmó una orden ejecutiva
que impone sanciones
a 13 funcionarios y 12 entidades iraníes, relacionadas con una
prueba de misiles realizada por el país persa.
El
argumento utilizado por la Admnistración Trump fue que Irán violó
los acuerdos firmados con la “comunidad internacional”, que no le
permiten hacer pruebas con misiles que pudiesen llevar cabezas
nucleares, en el marco de su compromiso de no desarrollar su programa
de enriquecimiento de uranio con fines militares.
Sin
embargo, su retórica sobre que Irán es el “padre del terrorismo
islámico” demuestra que una de las principales políticas
exteriores pudiera estar dirigida, nuevamente, a asediar a la nación
persa como parte del bloque emergente euroasiático.
En
Irán específicamente los nuevos gigantes económicos y militares
del mundo (Rusia y China) mantienen grandes proyectos de inversión
en el área comercial, gasífera y petrolera, constituyéndose como
un enclave estratégico para la ampliación de su poder de influencia
en Medio Oriente. Estas sanciones deben entenderse también en el
marco de intentar debilitar esas relaciones, las cuales confrotan
directamente el poder de Washington (y sus intereses corporativos y
financieros) de hacer valer sus intereses en regiones estratégicas
del mundo.
¿Por
qué el cambio de enfoque con relación a Irán?
“Los
días de hacer la vista gorda a las acciones hostiles y beligerantes
de Irán hacia Estados Unidos y la comunidad internacional se han
terminado”, declaró el
asesor en seguridad nacional del presidente Donald Trump, Michael
Flynn, antes de la aplicación de sanciones.
Estas
declaraciones de Flynn, junto a los elogios de medios
neoconservadores como The
Washington Post,
significan que el presidente estadounidense cumple una de sus
promesas realizadas en campaña.
Esta
promesa se basa en retornar a una agresiva política de asedio a Irán
y protección de los principales aliados de Estados Unidos en Medio
Oriente, Israel y Arabia Saudí. Una política que puede ser
entendida si se comprende que el principal
financista de Donald Trump fue Sheldon Adelson, respaldo
económico también del primer ministro israelí, Benjamin
Nethanyahu.
Además,
sus principales bases de poder provienen del grupo de militares del
Pentágono dirigidos por su asesor Flynn, quienes durante la mayoría
de su trayectoria han mantenido un duro enfoque bélico con relación
a Irán.
Irán
es, más bien, el peor enemigo del terrorismo islámico en Medio
Oriente
Posibilidades
bélicas y terrorismo islámico
De
acuerdo al analista militar The
Saker, un conflicto militar con Irán no tiene ningún sentido
para Estados Unidos ya que difícilmente obtendría una “victoria”
que cambiaría las políticas de la nación persa.
En
cambio, sostiene The Saker, las represalias de Irán, que hace 20
años se prepara para un conflicto con Estados Unidos e Israel,
podrían ser catastróficas debido a que estas podrían dañar
sensiblemente las bases norteamericanas en Medio Oriente y escalar
una serie de conflictos regionales en países aliados como Arabia
Saudí, Bahréin y la misma Israel, entre otros.
De
esta forma el analista militar concluye que abrir un conflicto con
Irán, sin lugar a dudas, podría acelerar la decadencia de Estados
Unidos debido a los altos contra que tiene esta hipótesis de
conflicto, alentada por un sector importante del Estado profundo
estadounidense.
Otro
de los daños colaterales inmediatos que tiene el cambio de enfoque
de la Administración Trump es la ruptura total contra el principal
país que combate en Siria e Irak contra el Estado Islámico, uno de
los objetivos trazados por el nuevo gobierno de los Estados Unidos
como estratégico.
Paradójicamente
la Administración Trump califica a Irán de padre del terrorismo
islámico cuando es más bien la nación persa su principal enemigo,
mientras que Arabia Saudí, Qatar y Turquía, sus principales
aliados, han sido los más activos patrocinadores de grupos
terroristas como el Estado Islámico o Al-Qaeda.
¿Cuál
es el objetivo final de la Administración Trump?
A
diferencia de The Saker, el analista geopolítico Pepe
Escobar sostiene que
la demonización de Teherán responde a una estrategia estadounidense
para intentar debilitar el eje China-Rusia-Irán.
Escobar
afirma que la intención de la Administración Trump es atacar
directamente los eslabones más fuertes y débiles de esta alianza,
China e Irán, y acercarse al intermedio, Rusia, para distanciarlo de
los otros dos.
De
esta forma, Estados Unidos aplicaría su política largamente
conocida del garrote y la zanahoria para evitar que esta alianza
contralase el territorio con más recursos naturales y habitantes del
planeta, Eurasia, considerado por estrategas geopolíticos
norteamericanos como la principal amenaza contra el poderío
norteamericano.
Una
estrategia que juega con fuego y contradice toda la retórica
aislacionista de Donald Trump lanzada durante su campaña. Lo que
refleja en toda su magnitud el laberinto bélico por el que atraviesa
Estados Unidos para mantener su poderío internacional, aún cuando
sus amenazas representen también un serio riesgo para su hegemonía.
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