28 de enero de 2017
Una
nueva investigación científica plantea que el mundo se enfrenta a
una inminente escasez de petróleo que disparará otra crisis
financiera.
Un
informe de HSBC muestra que, contrariamente a la narrativa
convencional en la industria, incluso con la superabundancia de
petróleo y gas no convencionales, la mayor parte de la producción
mundial de petróleo ya ha llegado a su cénit y empieza a descender;
mientras científicos oficiales europeos muestran que el valor de la
energía producida por el petróleo ha disminuido a la mitad en
apenas los primeros 15 años del siglo XXI.
¿El
resultado? Bienvenidos a una nueva era de recesión económica
permanente dirigida por la dependencia actual de petróleo sucio,
caro, difícil… a no ser que escojamos un camino completamente
diferente.
El
pasado septiembre algunos
medios informaron de los descubrimientos contraintuitivos de
un nuevo informe de investigación de HSBC sobre la oferta mundial de
petróleo. Desgraciadamente, las verdaderas implicaciones del informe
de HSBC fueron básicamente incomprendidas.
La
nota de investigación de HSBC —preparada para clientes del banco
internacional— descubrieron que, contrariamente a las
preocupaciones sobre una oferta excesiva de petróleo y una demanda
insuficiente, la situación era la opuesta: el suministro mundial de
petróleo en los próximos años será insuficiente para mantener una
demanda creciente.
Sin
embargo, la plena e impresionante trascendencia del informe sobre la
entrada permanente del mundo en una nueva era de declive petrolero
mundial realmente nunca se llegó a explicar. El informe no solo iba
contracorriente respecto a que la principal preocupación es el cénit
de la demanda: reivindicaba lo que es rutinariamente vapuleado por
las grandes petroleras como un mito, esto es, el cénit del
petróleo (el pico máximo y posterior declive irreversible de
la producción mundial de petróleo).
El
informe de HSBC que usted debe leer (¡ahora!)
INSURGE
intelligence obtuvo una copia del informe en diciembre de 2016 y
por primera vez publicamos en exclusiva el informe completo por su
interés público: Informe
de HSBC sobre el pico del petróleo.
Radicado
en Londres, HSBC es el sexto mayor banco mundial, con unos activos
por valor de 2,67 billones de dólares. Así que cuando elabora un
informe de investigación para sus clientes sería sensato prestarle
atención y ver qué podemos aprender.
Entre
los descubrimientos más impactantes se encuentra que "el 81% de
la producción total de líquidos está ya en declive."
Entre
2016 y 2020 la producción de los países que no son miembros de la
OPEP será plana debido a la disminución en la producción de
petróleo convencional, aunque la OPEP continuará aumentando la
producción modestamente. Esto significa que en 2017 la capacidad
ociosa disponible podría ser tan escasa como un 1% de la demanda
global de petróleo.
Esto
aumenta el riesgo de un gran shock en el suministro de
petróleo mundial alrededor de 2018 que podría "afectar
significativamente a los precios".
El
informe afirma llanamente que el cénit de demanda (la idea
que la demanda dejará de crecer dejando al mundo inundado por un
suministro demasiado grande), aunque ciertamente es un problema
relevante dados los acuerdos sobre el cambio climático y las
tendencias rompedoras en tecnologías alternativas, no es el reto más
inminente:
"Aun
en un mundo de crecimiento más lento de la demanda de petróleo,
creemos que el mayor reto a largo plazo es compensar el declive en la
producción de los campos maduros. La escala de este problema es tal
que desde nuestro punto de vista ciertamente bien se podría dar una
reducción del suministro global algún tiempo antes de que, siendo
realistas, veamos un cénit de la demanda global".
En
la actual sobreabundancia del suministro gracias a la producción no
convencional creciente, la caída de los precios del petróleo ha
dañado la rentabilidad de la industria y ha llevado a importantes
recortes en nuevas inversiones en la producción. Esto, dice HSBC,
agravará la probabilidad de una reducción de la oferta global de
petróleo desde 2018 en adelante.
¿Alguien
tiene por ahí cuatro Arabias Saudíes?
El
informe de HSBC examina dos principales conjuntos de datos, el de la
Agencia Internacional de la Energía (AIE) y el Programa de Sistemas
de Energía Global de la Universidad de Uppsala en Suecia.
Este
último, conviene destacar, ha defendido consistentemente durante
muchos años un escenario de cénit global del petróleo. El informe
de HSBC confirma la exactitud de este escenario, y muestra que los
datos de la AIE lo respaldan.
El
ritmo y la naturaleza de los nuevos descubrimientos de petróleo ha
disminuido dramáticamente en las últimas décadas, alcanzando
niveles casi insignificantes a escala mundial, dice el informe.
Compárese esto con la advertencia del informe de que solo para
mantener la producción plana frente a un aumento del ritmo de
disminución, el mundo necesitará añadir la producción equivalente
de cuatro Arabías Saudíes para 2040. La producción norteamericana,
a pesar de seguir siendo la más prometedora desde el punto de vista
de su potencial, simplemente no será capaz de llenar este vacío.
Business
Insider, el Telegraph y otros medios que cubrieron el
informe el pasado año reconocieron la brecha en la oferta, pero no
clarificaron adecuadamente que los devastadores hallazgos de HSBC
básicamente pronostican una escasez a largo plazo de petróleo
barato debido al pico del petróleo global, de 2018 a 2040.
El
informe revisa la manera en que se enfoca el concepto de cénit del
petróleo. Más que preverlo como un suceso global único, el informe
usa un enfoque desagregado centrándose en regiones y productores
específicos. Según este análisis, el 81% del suministro mundial de
petróleo ha llegado al cénit en la producción así que ahora está
en el "post-cénit".
Si se usa una definición más estricta, la cantidad de petróleo global que ha llegado a su pico es un 64%. Pero en cualquier caso, bastante más de la mitad del suministro global de petróleo procede de campos maduros y en declive cuya producción está inexorable e irreversiblemente disminuyendo:
Si se usa una definición más estricta, la cantidad de petróleo global que ha llegado a su pico es un 64%. Pero en cualquier caso, bastante más de la mitad del suministro global de petróleo procede de campos maduros y en declive cuya producción está inexorable e irreversiblemente disminuyendo:
"si
suponemos una tasa de disminución del 5% anual en una oferta global
post-cénit de 74 mbd (millones de barriles diarios) —lo que no es
en absoluto algo exagerado desde nuestro punto de vista— esto
supondría una caída del suministro post-cénit de cerca de 38 mbd
para 2030 y de cerca de 52 mbd en 2040. En otras palabras, el mundo
necesitaría encontrar más de cuatro veces el tamaño de Arabia
Saudí solo para mantener el suministro plano, antes de que el
crecimiento de la demanda se tenga en cuenta."
Lo
que es peor es que cuando se tiene en cuenta el crecimiento de la
demanda —y el informe indica que hasta las proyecciones más
conservadoras prevén un crecimiento de la demanda mundial de
petróleo para 2040 de más de 8 mbd por encima de la de 2015—
entonces se necesitaría más petróleo para llenar la brecha de
suministro que viene. Pero con los nuevos descubrimientos en su punto
más bajo y disminuyendo, la conclusión es que el petróleo
simplemente nunca llenará esta brecha.
La
innovación tecnológica acentúa el problema
Las
muy cacareadas mejoras en los ritmos de perforación y la eficiencia
no mejorarán las cosas porque solo acelerarán la producción a
corto plazo, agotando por tanto las reservas existentes. En este
caso, concluye el informe:
"…las
técnicas que retrasan el declive solo están enmascarando lo que
podrían ser tasas más altas de disminución en el futuro".
Esto
no significa que el pico de la demanda deba ser desestimado como una
preocupación importante. Como me dijo para mi
anterior artículo en VICE Michael Bradshaw, profesor de
energía global en la Escuela de negocios Sloan de la Universidad de
Warwick,cualquier regreso a precios más altos de petróleo tendrá
grandes consecuencias económicas.
El
informe de HSBC defiende la posición de que los precios tendrán que
subir en última instancia, porque la caída en la inversión debido
a la disminución de la rentabilidad en la actual superabundancia
hará que la contracción del suministro sea inevitable. Una
perforación mejor y más eficiente crea superabundancia ahora, pero
también acelera el agotamiento, lo que significa que precios más
bajos y superabundancia de petróleo hoy son precursores de precios
más altos y contracción de la oferta mañana.
Hay
otra posibilidad que podría suponer que los precios no suban como
pronostica HSBC. En este escenario, la economía sigue siendo
demasiado débil para permitirse una subida del precio del petróleo.
La demanda de petróleo sigue baja porque la actividad económica
sigue tibia, mientras consumidores e inversores siguen buscando
fuentes de energía alternativas a los combustibles fósiles. En ese
caso, la misma inercia del debilitamiento de la economía anticiparía
el escenario de HSBC, y la industria seguiría expulsándose del
mercado ella sola lentamente debido a la rentabilidad menguante.
Puntas
de precios, recesión económica
Pero, ¿qué sucede
si el pronóstico de HSBC sobre la oferta es correcto?
En
primer lugar, las puntas de precios del petróleo tendrían un efecto
recesivo inmediato sobre la economía mundial al amplificar la
inflación, y llevarían a costes más altos de la actividad social
en todos los niveles, conducidos por unos costes energéticos
subyacentes más altos.
En
segundo lugar, aunque las puntas puedan devolver a algunas compañías
petroleras a una potencial rentabilidad, esos precios más altos
llevarán a los incentivos en el consumo a una transición a
tecnologías de energías renovables más baratas, como la solar y la
eólica, que ya
se están convirtiendo en competitivas en costes respecto a los
combustibles fósiles. [Ver nota del editor]
Esto
significa que una retracción petrolera global podría terminar
teniendo un gran impacto sobre la demanda continuada de petróleo, a
medida que las crisis gemelas del cénit del petróleo y
del cénit de la demanda terminen intensificándose e
interactuando de maneras desconocidas.
La
desaparición de los combustibles fósiles
Las
predicciones específicas del informe de HSBC sobre la oferta y la
demanda global de petróleo, que pueden o no resultar precisas, son
parte una historia más amplia de declive de la energía neta global.
Una
nueva investigación científica realizada por un equipo de
científicos oficiales europeos, publicada por el web Arxiv de
la Universidad de Cornell en octubre de 2016 advierte de que la
economía mundial ha entrado en una nueva era de crecimiento lento y
en declive. Esto es así porque el valor de la energía que se puede
producir a partir de los recursos de combustibles fósiles mundiales
se reduce inexorablemente.
El
estudio —actualmente bajo revisión en una revista académica—
fue escrito por Francesco Meneguzzo, Rosaria Ciriminna, Lorenzo
Albanese y Mario Pagliaro, quienes llevaron a cabo colectivamente una
investigación sobre cambio climático, energía, física y ciencia
de los materiales en el Consejo Nacional de Investigación italiano
(CNR) —la agencia gubernamental para la investigación científica
de Italia más importante.
Según
HSBC, los precios del petróleo es probable que suban y se
estabilicen durante algún tiempo en torno a los 75 dólares por
barril debido al declive a largo plazo en la producción en relación
a una demanda persistente. Pero los científicos italianos han
descubierto que sigue siendo demasiado alto para evitar
desestabilizar los efectos recesivos sobre la economía.
El
estudio italiano ofrece un nuevo modelo que combina "la dinámica
de competencia entre la población y el crecimiento económico y la
oferta de petróleo y el precio", con una visión para evaluar
las consecuencias a corto plazo para el crecimiento económico
global. [Nota
del editor]
Los
datos de los últimos 40 años muestran que durante las recesiones
económicas el precio del petróleo llega a un tope de 60 dólares
por barril, pero durante el crecimiento económico sigue por debajo
de los 40 dólares el barril. Esto significa que los precios por
encima de 60 dólares inevitablemente inducirán una recesión.
Los
científicos concluyen, por tanto, que para evitar la recesión "el
precio del petróleo no debería exceder un umbral situado en algún
punto entre los 40 dólares por barril y los 50 dólares, o
posiblemente aún más bajo".
En
un sentido más amplio, los científicos muestran que hay una
correlación directa entre el crecimiento global de la población, el
crecimiento económico y el consumo total de energía. A medida que
este último ha crecido ininterrumpidamente ha dado energía
literalmente al crecimiento de la riqueza global.
Pero
incluso así, el estudio descubre que el mundo está experimentando…
"…unas
TREs [Tasas de Retorno Energético] promedio en disminución para
todos los combustibles fósiles; con la TRE del petróleo habiéndose
reducido a la mitad en el breve curso de los primeros 15 años del
siglo XXI".
La
TRE es el valor total de energía que un recurso puede generar,
calculada comparando la cantidad de energía extraída con la
cantidad de energía utilizada para conseguir su extracción.
Esto
significa que, en conjunto, a pesar de que la producción total de
líquidos aumente, como el valor de la energía que esta genera está
disminuyendo, simultáneamente los costes totales de extracción
están aumentando.
Esto
está actuando como un freno geofísico al el crecimiento económico
global. Y significa que cuanto más siga la economía siendo
dependiente de los combustibles fósiles, más atada estará la
economía al impacto recesivo del declive global de la energía neta:
"La
oportunidad de un crecimiento económico futuro que se acompase con
la actual trayectoria de la población humana está intrínsecamente
ligada a la amplia y creciente disponibilidad de fuentes de energía
muy concentradas que disfruten de una amplia aplicabilidad en usos
finales de energía".
El
problema es que desde los 80 la parte proporcional del petróleo en
el mix global de energía ha disminuido. Para compensar
esto, el crecimiento económico ha tenido que depender cada vez más
de inteligentes instrumentos financieros basados en deuda: en efecto,
el mundo está pidiendo prestado al futuro para mantener nuestros
actuales niveles de consumo.
En
una entrevista, el autor principal Dr. Francesco Meneguzzo explicaba
que:
"El
petróleo convencional mundial llegó a su cénit alrededor del año
2005. Todo el aumento de la oferta siguiente se debió a la
explotación de petróleo no convencional y, desde 2009, básicamente
al petróleo ligero de rocas compactas de los EEUU, que a su vez
llegó a su cénit alrededor de marzo de 2015".
Lo
que parece ser aún más importante, en cualquier caso, es el hecho
de que la oferta global de petróleo no ha conseguido mantener el
ritmo del aumento del consumo total de energía, cuyo
crecimiento naturalrequiere que sea aproximadamente proporcional
al aumento de la población, llevando a una disminución de la parte
proporcional del petróleo en el mix energético. Mientras
los gobiernos luchaban por alimentar sus economías con un suministro
de energía creciente, otras fuentes han reemplazado progresivamente
al petróleo en el mix energético, como el carbón en
China. Pero ninguna otra fuente convencional ha demostrado ser un
sustituto válido para el petróleo y de ahí la necesidad de la
deuda para reemplazar la parte del petróleo que se desvanece".
En
una trayectoria BAU (Business As Usual, que las cosas sigan como
siempre), la economía puede que literalmente no se recupere nunca —a
no ser que efectúe una transición a una nueva fuente de energía
verdaderamente viable que pueda sustituir al petróleo.
"Para
evitar que el precio [del petróleo] que se puede permitir la
economía global caiga por debajo del coste de extracción, que la
deuda se esté apilando (pidiendo prestado al futuro) se convierte en
una necesidad, pero es un simple truco para ganar algún tiempo
mientras confiamos en que algo positivo ocurra", dijo Meneguzzo.
"La realidad es que la deuda, básicamente un sustituto del
petróleo, no sirve para producir riqueza real, como muestra por
ejemplo el declive del valor de la industria sumado como porcentaje
del PIB".
¿Dónde
terminará esto?
"Recientemente,
la deuda ha empezado a disminuir, básicamente porque no ha
conseguido generar riqueza real. Suponiendo que no haya una
transición significativa (y rápida) a una energía renovable, el
crecimiento económico solo puede deteriorarse más y más".
Básicamente
esto significa, añade Meneguzzo, "deslocalizar industrias a
economías que usen fuentes de energía locales, más baratas y más
sucias (como el carbón en China) así como salarios más bajos, una
demanda agregada doméstica cada vez más baja y alimentar una
espiral descendente de deflación y/o deuda". ¿Hay alguna
salida? No con la actual trayectoria: "A menos que se use
inmediatamente la deuda para explotar fuentes renovables de energía
a escala masiva, junto con accesorios como un
almacenamiento que las haga tan capaces como el petróleo, parecen
inevitables los desarreglos sociales y políticos, incluso antes de
un crash económico".
Convergencia
de crisis
Visto
en este contexto científico más amplio, el informe sobre la oferta
global de petróleo del HSBC proporciona una confirmación realmente
impresionante de que, en su mayor parte, la producción global de
petróleo está ya en el post-cénit. Esto es claramente
incontrovertible y derivado de datos validados por la industria.
HSBC
cree que tras 2018 esto se va a manifestar no simplemente en
un shock global de la oferta, sino en un mundo en el que
los combustibles fósiles baratos y de alta calidad serán cada vez
más difíciles de encontrar.
No
tenemos que aceptar este pronóstico dogmáticamente: el mercado de
petróleo post-cénit, que HSBC confirma que ya existe, puede
funcionar de forma diferente a lo que nadie puede fácilmente
pronosticar.
Pero
si el pronóstico de HSBC es exacto, esto es lo que puede significar.
Un posible escenario es que para 2018 o poco después, el mundo se
enfrentará a una convergencia similar de crisis globales a las que
sucedieron una década antes.
En
este escenario, las subidas del precio del petróleo tienen un efecto
recesivo que desestabiliza la burbuja
de deuda global que durante algunos años ha sido más alta
que los niveles pre-crash de 2008, ahora en una cifra récord de
152 billones.
En
2008, los shocks en el precio del petróleo jugaron un
papel clave en la creación de condiciones económicas pre-crisis
para el consumo en las que los aumentos de los costes de la vida
ayudaron a disparar incumplimientos de deuda en los mercados de la
vivienda, que rápidamente entraron en una espiral descontrolada.
En
2008, o poco después, la convergencia de las crisis económica y
energética llevaron a una subida de los alimentos, regenerando los
contornos de la triple
crisis que vimos asolar al mundo de 2008 a 2011, de cuyos
debilitantes impactos todavía tenemos que recuperarnos.
2018
será probablemente el año de la crisis por otra razón. El 1
de enero de 2018 es la fecha en la que toda una nueva
cohorte de regulaciones van a ser aplicadas, lo que "limitará
la capacidad de los bancos para prestar y dará pie para que solo
avancen dinero a los mejores solicitantes de préstamos, lo que
podría acelerar las bancarrotas en todo el mundo", según
Bloomberg. Otras normas que se pondrán en marcha obligarán a los
bancos a usar sus propias medidas internacionales de evaluación de
riesgos para el comercio de derivados.
Irónicamente,
la introducción de una regulación igual de bien intencionada en
enero de 2008 (mediante Basilea II) creó las condiciones de
base para la ruptura de la arquitectura financiera mundial,
haciéndola vulnerable al colapso bancario de ese año.
De
hecho, dos años antes, en julio de 2006, el Dr. David Martin, un
experto en finanzas globales, proféticamente
pronosticó que Basilea II interactuaría con la
burbuja de la deuda para convertir un colapso de la burbuja
inmobiliaria en una conflagración financiera global.
Justo
un mes después del aviso profético, un antiguo alto oficial del
Pentágono con acceso de alto nivel y amplio rango
al establishment militar, de inteligencia y financiero me
dijo que era inminente un colapso bancario global, y
ocurriría probablemente en 2008.
Mi
fuente insistió en que el suceso estaba vinculado con el cénit de
la producción convencional de petróleo dos años antes (lo que
según el
antiguo científico jefe del gobierno inglés Sir David King de
hecho se produjo alrededor de 2005, aunque la producción de petróleo
y gas no convencional ha compensado el declive hasta ahora).
Habiendo
esbozado por primera mi aviso de un colapso bancario global
en 2008 en agosto de 2006, rearticulé el aviso en noviembre de 2007,
citando la previsión del Dr. Martin y mi propio sistema de análisis
más amplio en una conferencia en el Imperial College de Londres. En
esa conferencia predije específicamente que una crisis bancaria
desencadenada por la vivienda se desataría en el contexto de la
nueva era de combustibles fósiles caros.
Lo
dije entonces y lo digo ahora.
En
algún momento después de enero de 2018 vemos la probabilidad de una
nueva convergencia de crisis en los sistemas energético, económico
y alimentario similar a lo que ocurrió en 2008.
A
la postre, podría estar equivocado. El crash podría no
producirse exactamente en 2018. Podría ser más tarde. O podría
dispararse por alguna otra cosa, algo inesperado, que el modelo
esbozado aquí no capta.
El
objetivo de un pronóstico no es tener razón, sino imaginar un
escenario potencial basado en los datos disponibles al que uno se
pueda razonablemente preparar; y ajustar el modelo a la luz de nuevos
datos.
Tenga
lugar o no un crash en la forma precisa expuesta aquí, lo
que está claro a partir de las nuevas investigaciones es que la
economía es muy vulnerable a las crisis financieras por razones de
las que los economistas convencionales no hablan: razones
relacionadas con el sistema energético del que la economía es
básicamente dependiente.
Hoy,
se supone que debemos creer tranquilamente que la economía está
en recuperación, cuando de hecho está simplemente en un
periodo de transición en un cambio de fase sistémico global
fundamental en el que se está desvelando progresivamente la
insostenibilidad de las estructuras industriales dominantes.
La
verdad es que los ciclos de crisis económica extendida son
sintomáticos de un proceso sistémico global más profundo.
Una
forma en la que podemos prepararnos para el siguiente crash es
reconocerlo abiertamente como lo que es: un síntoma de un fallo de
sistema global, y por tanto de la inevitable transición a un futuro
postcarbono postcapitalista.
El
futuro en el que estamos entrando simplemente no funciona de la
manera a la que estamos acostumbrados.
Las
normas de la vieja era industrial para la agonizante era de
superabundancia energética y tecnológica deben ser reescritas para
una nueva era más allá de los combustibles fósiles, más allá del
crecimiento ilimitado a cualquier coste medioambiental, más allá de
las finanzas dirigidas por la deuda.
Este
año nos podemos preparar para el resurgimiento tras ese 2018 de
convergencia de crisis plantando semillas —por pequeñas que sean—
para ese futuro en nuestras propias vidas, y con aquellos a nuestro
alrededor, desde nuestras familias a nuestras comunidades y
sociedades más amplias.
Nota
de los editores
Al
respecto de uno de los estudios citados por el autor, algunos
miembros de nuestro Consejo
de Redacción han expresado importantes reservas.
Concretamente nos referimos a la validez del estudio italiano y su
cálculo de pérdida de TRE.
En
cuanto al paper de Francesco Meneguzzo et al.,
advierte Pedro
Prieto contra "los cantos de sirena de calcular las
rentabilidades y costes de las modernas renovables en euros o dólares
por kWh" y añade lo siguiente:
1.
En primer lugar, me temo que no son precisamente pioneros en
identificar las dinámicas del precio del petróleo con el
crecimiento económico y los aumentos de los costes de extracción,
ni siquiera en relación con la población. Otros como Arthur
Bermann, Tadeusz Patzek, David Hughes, Gail Tverberg, etc. así como
muchos miembros de ASPO han investigado antes sobre el asunto.
2.
Sus análisis y referencias sobre la situación del mercado mundial
del petróleo están bien traídas, pero de una primera lectura hasta
ese punto no deduzco cómo han podido deducir en sus conclusiones
finales que la TRE (EROI) del petróleo ha caído a la mitad en los
últimos 15 años, aunque es natural que vaya decayendo y seguramente
con cierta rapidez a medida que el shale ha aumentado su
cuota, al menos hasta el año pasado.
3.
Admiten que el gas tendrá difícil compensar el declive del petróleo
y el carbón. También admiten el próximo declive del uranio,
obviamente basándose en fuentes alternativas, pronósticos que son
relativamente fáciles de compartir, aunque muchos científicos
franceses siguen negando el cenit del uranio en tan corto plazo como
la segunda mitad de esta década.
4.
Pero luego, entran en una sorprendente y fácil aceptación de que
las modernas renovables ya muestran índices económicos (supongo se
refieren al precio teórico en $/kWh resultantes de ciertos análisis)
que las hacen comparables al petróleo, gas natural y al carbón. En
concreto citan a las centrales termosolares (CSP, por sus siglas más
conocidas en inglés, aunque ellos las llaman High Temperature
Solar Thermal o ST), a la eólica en tierra (curiosamente no a
la eólica marina), a la solar fotovoltaica y a la pequeña
hidroeléctrica.
Y
añade:
Sus
conclusiones a mi juicio, poco o nada fundamentadas en algo que no
sean citas ajenas poco sólidas, son muy erróneas. La TRE (EROI) del
petróleo cayendo a la mitad sin especificar el cálculo. La solar FV
nada menos que duplicando la TRE/EROI desde 2010 […] con una simple
cita de Görig et al. Para, después de anunciar el descenso a
los infiernos de la TRE del petróleo en 15 años y la subida a los
cielos de la TRE solar FV en 6 años y concluir que si Alemania e
Italia han realizado una transición tan rápida, esto seguirá
generalizándose hasta que lleguen a la vuelta de la esquina el CO2
enzimático y los polímeros carbohidratados de alta densidad. Loas a
la bendición solar y punto final.
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