19 de febrero de 2017
Crédito: CubaDebate
Las continuas inconsistencias de Trump, su muy criticada inconsistencia, y sus consecuentes mensajes contradictorios, de repente se convirtieron en su principal arma: un mensaje distinto para cada votante. El que Trump actuara como un perfecto algoritmo oportunista siguiendo únicamente la reacción del público es algo que el matemático Cathy O’Neil ya había mencionado en Agosto de 2016. “Prácticamente cada mensaje de Trump fue diseñado por el análisis de los datos”, recuerda Alexander Nix. El día del tercer debate entre Trump y Clinton, el equipo de Trump probó 175 mil variaciones de sus argumentos para encontrar la mejor, todo basado en Facebook. Los mensajes se distinguían en su mayoría por detalles microscópicos, con el objetivo de llegar al espectador de la mejor forma posible: diferentes cabeceras, colores, ilustraciones con fotos o vídeos. El perfeccionismo llegaba hasta los grupos más minoritarios, explica Nix en una entrevista a Das Magazin. “Podemos llegar a pueblos o bloques de apartamentos de una forma concreta. Incluso a particulares”.
“No”, dice Kosinski con calma mientras agita su cabeza, “esto no es culpa mía. Yo no construí la bomba. Sólo demostré que existía”. Foto: DPA. |
El
9 de noviembre sobre las 8:30am, Michal Kosinski se despertaba en el
Hotel Sunnehus en Zurich. El investigador, de 34 años, había venido
a dar una charla al Instituto Federal de Tecnología Suizo
(ETH) sobre los
peligros del Big Data y la revolución digital.
Kosinski da estas charlas con frecuencia en todo el
mundo. Kosinski es
experto en psicometría, una rama de la psicología donde se miden y
cuantifican variables psicológicas. Cuando encendió la televisión
esa mañana, descubrió que la bomba había explotado: En contra de
lo previsto por los mejores estadistas, Donald
J. Trump había sido elegido Presidente de los Estados Unidos.
Durante
un rato, Kosinski observó las celebraciones de la victoria de Trump
y los resultados de cada estado. Tenía el presentimiento de que el
resultado de las elecciones tenían algo que ver con sus
investigaciones. Respiró profundamente y apagó la televisión.
Ese
mismo día, una pequeña y poco conocida empresa británica ubicada
en Londres enviaba una nota de prensa: “Estamos
encantados de que nuestro revolucionario método de comunicación
basado en datos haya jugado un papel tan importante en la
extraordinaria victoria del presidente electo Donald Trump”,
firmaba un tal Alexander
James Ashburner Nix. Nix es británico, de 41 años, y CEO
de Cambridge
Analytica.
Siempre luce inmaculado en trajes a medida y gafas de diseño, con su
ondulado pelo rubio peinado hacia atrás.
De
estos tres individuos – el reflexivo Kosinski, el inmaculado Nix y
el sonriente Trump -, uno de ellos permitió la revolución digital,
otro la hizo realidad y otro se benefició de ella.
¿Cómo
de peligroso es el Big Data?
Todo
aquel que no haya pasado los últimos cinco años viviendo en otro
planeta estará ya familiarizado con el término Big
Data. Big
Data significa que todo lo que hacemos, ya sea online u offline,
deja una huella digital. Cada
compra que hacemos con nuestras tarjetas, cada búsqueda que hacemos
en Google, cada sitio al que vamos con nuestro teléfono en el
bolsillo, cada “me gusta” es recolectado. Especialmente cada “me
gusta”. Durante mucho tiempo, no estaba del todo claro qué uso
podríamos darle a esta información – más allá de recibir
anuncios de medicamentos para la presión sanguínea tras haber
buscado en Google “reducir presión sanguínea”. Tampoco estaba
claro si el
Big Data pondría en peligro o beneficiaría a la raza
humana. El 9 de Noviembre supimos la respuesta. La compañía detrás
de la campaña online de Trump, así como la del Brexit, era una
compañía de Big Data: Cambridge Analytica, cuyo CEO es Alexander
Nix.
Para
entender el resultado de las elecciones -y lo que puede llegar a
Europa en los próximos meses- tenemos que empezar con un extraño
incidente en la Universidad de Cambridge en 2014, en el Centro de
Psicometría de Kosinski.
La
psicometría, a veces denominada psicografía, se centra en medir
rasgos psicológicos como la personalidad. En los años 80, dos
equipos de psicólogos demostraron que cada rasgo del ser humano se
puede evaluar basándose en cinco dimensiones de la personalidad,
conocidos como los Big Five. Estos son: Disposición (¿cómo de
dispuesto estás a nuevas experiencias?), conciencia (¿cómo de
perfeccionista eres?), extraversión (¿cómo de sociable eres?),
amabilidad (¿cómo de considerado y cooperativo eres?) y
neuroticismo (¿eres fácil de enfadar?). En base a estas dimensiones
-conocidas como OCEAN por el acrónimo del inglés: openness,
conscientiousness, extroversion, agreeableness, neuroticism–
podemos hacernos una idea bastante acertada de la persona que tenemos
delante. Esto incluye sus necesidades, sus miedos y su
comportamiento. El “Big Five” se ha convertido en la técnica
estándar de la psicometría. Pero durante mucho tiempo, el problema
de esta técnica era la recolección de estos datos, ya que
implicaban el relleno de un largo formulario muy personal. Pero llegó
Internet. Y Facebook. Y Kosinski.
Michal
Kosinski era estudiante en Varsovia cuando su vida tomó una nueva
dirección en 2008. Fue aceptado en la Universidad de Cambridge para
realizar su Doctorado en el Centro de Psicometría, uno de las
instituciones más antiguas en esta materia. Kosinski se unió a
David Stillwell (ahora profesor en la de Universidad de Cambridge) un
año después de que Stillwell hubiera lanzado una pequeña
aplicación de Facebook, cuando Facebook no era el gigante que es hoy
en día. Su aplicación MyPersonality hacía
a los usuarios responder a unas preguntas, muchas de ellas del
cuestionario del Big Five (“Me pongo nervioso fácilmente” –
“Contradigo a los demás”). Una vez evaluadas esas respuestas,
los usuarios recibían un “Perfil de Personalidad” -de los
valores del Big Five- y podían compartir su perfil con los
investigadores. Kosinski esperaba que algunas docenas de compañeros
de universidad rellenaran el cuestionario, pero antes de lo que
esperaba, cientos, miles y hasta millones de personas le habían
revelado sus más íntimas convicciones. De
repente, los dos estudiantes de doctorado tenían la mayor base de
datos que combinaba evaluaciones psicométricas con perfiles de
Facebook.
El
método que Kosinski y sus compañeros desarrollaron durante los
siguientes años era bastante simple. Primero, presentaban a los
participantes un formulario online. De sus respuestas, los psicólogos
calculaban los valores de sus Big Five. El equipo de Kosinksi
comparaba entonces los resultados con toda la demás información que
pudieran obtener del sujeto: a qué hacían “me gusta”, qué
compartían y que escribían en Facebook, qué edad tenían, género
o lugar de residencia. Esto permitía a los investigadores unir
puntos y crear correlaciones. Por ejemplo, los hombres que hacían
“me gusta” en cosméticos MAC eran, por lo general, gays; uno de
los mayores indicadores de heterosexualidad es que hubiera hecho like
al Wu-Tang Clan. Los seguidores de Lady Gaga tendían a ser más
extrovertidos, mientras más “filosóficos” tendían a ser más
introvertidos. Aunque
una sóla pieza de esta información es irrelevante para hacer una
predicción, cuando se combinan decenas, centenas o miles de estos
datos, los resultados de las predicciones llegan a ser muy acertados.
Los
seguidores de Lady Gaga tendían a ser más extrovertidos, mientras
más “filosóficos” tendían a ser más introvertidos.
Kosinski
y su equipo siguieron redefiniendo sus modelos. En 2012, Kosinski
demostró que con una media de 68 “me gusta” de un usuario, era
posible predecir su color de piel (en un 95 por ciento), su
orientación sexual (88 por ciento) y su afiliación al partido
Demócrata o Republicano (85 por ciento). Pero no acababa ahí.
Inteligencia, religión, consumo de alcohol y tabaco, podían
predecirse. De estos datos, podía incluso saberse si los padres de
una persona estaban divorciados. La
robustez del modelo podía ilustrarse sobre cómo de bueno era éste
prediciendo las respuestas del sujeto. Kosinski
continuó trabajando en su modelo de forma incesante: en poco tiempo,
el modelo era capaz de evaluar a una persona mejor que un compañero
de trabajo, basándose sólo en 10 “me gusta”.
70 “me gusta” eran suficiente para para hacerlo mejor que un
amigo, 150 mejor que sus padres, y 300 mejor que su pareja. Más “me
gusta” podían incluso predecir más de lo que la misma persona
sabía sobre ella misma. El
día en que Kosinski publicó estos descubrimientos, recibió dos
llamadas de teléfono: Una amenaza de denuncia y una oferta de
trabajo. Las dos eran de Facebook.
Unas
semanas después, los “me gusta” en Facebook pasaron a ser
privados por defecto. Antes, la configuración por defecto era que
cualquier persona podía ver tus “me gusta”. Esto no fue
inconveniente para los recolectores de datos: mientras que Kosinski
siempre pedía el consentimiento de los usuarios, muchas aplicaciones
y cuestionarios online requerían acceso a la información privada
como precondición para poder rellenar el test. (Quien quiera
evaluarse a sí mismo basándose en sus likes de Facebook puede
hacerlo en la web de Kosinski: applymagicsauce.com, y luego comparar
los resultados con los del clásico cuestionario de los Big
Five: discovermyprofile.com/personality.html)
Pero
no sólo se trata de “me gustas”, ni siquiera sólo de Facebook.
Kosinski y su equipo pueden predecir valores de los Big Five
basándose en el número de fotos de perfil o cuántos contactos
tiene una persona (buen indicador de la extraversión). Pero
también revelamos información cuando estamos offline. Por ejemplo,
el sensor de movimiento de nuestros teléfonos indica cómo de rápido
nos movemos y cómo de lejos viajamos (lo cual tiene correlación con
inestabilidad emocional). Nuestro teléfono, concluye Kosinski, es un
gran cuestionario psicológico que siempre estamos rellenando, ya sea
consciente o inconscientemente. Lo
mejor es que, sin embargo -y esto es clave- también funciona al
revés: tus datos no sólo pueden generar un perfil psicológico,
sino que pueden usarse al revés para encontrar ciertos perfiles de
personas: padres con ansiedad, introvertidos furiosos, por ejemplo –
¿o quizás incluso todos los demócratas indecisos? Básicamente, lo
que Kosinski había inventado era un buscador de personas.
Nuestro teléfono, concluye Kosinski, es un gran cuestionario psicológico que siempre estamos rellenando, ya sea consciente o inconscientemente.
Kosinski
empezó a reconocer el potencial -aunque también el peligro
inherente- de su obra. Para
él, Internet había sido una especie de regalo del cielo. Lo que él
pretendía era devolver el favor, compartirlo. Los datos se pueden
copiar, así que ¿por qué no íbamos todos a aprovecharnos de ello?
Era el espíritu de una nueva generación, el comienzo de una nueva
era que traspasaba las limitaciones del mundo físico. ¿Pero
qué pasaría, se preguntaba Kosinski, si alguien abusara de su
buscador de personas para manipular a la gente? Comenzó a añadir
advertencias a casi todo su trabajo científico. Su método,
advertía, “podía
suponer una amenaza para el bienestar, libertad e incluso, para
la vida del individuo”. Pero parece que nadie entendió lo que
quería decir.
Sobre
esta fecha, a principios de 2014, un joven profesor asistente
llamado Aleksandr
Kogan se acercó a Kosinski. Le comentó que, hablando en
nombre de una empresa, estaba interesado en su método. Dicha
compañía quería tener acceso a la base de datos de myPersonality,
recuerda Kosinski. Kogan no podía decir con qué objetivo quería
esta empresa esta información; debía guardar el secreto. Al
principio, Kosinski y su equipo consideraron la oferta, puesto que
supondría un buen ingreso de dinero en el centro -pero entonces
dudó. Al final, recuerda Kosinski, Kogan desveló el nombre de la
compañía: SCL- Strategic Communication Laboratories. Kosinski buscó
en Google la compañía: “[Somos] la principal agencia de gestión
electoral”, explicaba la web de la compañía. SCL ofrecía
marketing basado en modelos psicológicos. Unos de sus principales
objetivos: Influenciar en elecciones. ¿Influenciar en elecciones?
Perturbado, Kosinski indagó en la web. ¿Qué tipo de compañía era
esta? ¿Y qué tenía entre manos?
Había
algo que Kosinski no conocía en aquel momento: SCL es la matriz de
un grupo de compañías. A quién pertenece SCL y sus diversas ramas
no está claro, gracias a una difusa estructura corporativa, como
puede comprobarse en el registro de compañías británico, los
papeles de Panamá y su registro como compañía en Delaware. Algunas
de las ramas de SCL han estado involucradas en el derrocamiento de
gobiernos en países en desarrollo, mientras que otras han
desarrollado métodos de manipulación psicológica al pueblo afgano
a petición de la OTAN. Además, SCL
es la empresa madre de Cambridge Analytica, la siniestra compañía
de Big Data que luego trabajó para la campaña online de Trump y el
Brexit.
Kosinski
no sabía nada en absoluto de todo esto, pero tenía un
presentimiento. “Todo empezaba a oler mal”, recuerda. Tras más
investigaciones, descubrió que Aleksandr Kogan había registrado, de
forma secreta, una compañía que hacía negocios con SCL. Como
demostró posteriormente The Guardian en Diciembre de 2015, y por
documentos revisados por Das Magazin, SCL había descubierto el
método de Kosinski a través de Kogan. De repente Kosinski pensó
que habían conseguido reproducir (¿o copiar?) su método de medida
del Big Five usando los “me gusta” de Facebook para venderlo a
esta compañía de “gestión de elecciones”. Kosinski cortó
directamente el contacto con Kogan e informó al director del
instituto, generando así un difícil conflicto en la universidad. El
instituto temía por su reputación. Aleksander Kogan se mudó a
Singapur, se casó, y se cambió el nombre a “Dr. Spectre”.
Michal Kosinski terminó su doctorado, obtuvo un trabajo en Stanford
y se mudó a Estados Unidos.
Todo
se mantuvo en calma durante un año. Hasta que, en
Noviembre de 2015, la más radical de las campañas de Brexit,
“Leave.EU”, liderado por Nigel Farage, anunciaba que había
encargado a una compañía de Big Data llevar su campaña online:
Cambridge Analytica. El
mayor potencial de la compañía: novedoso marketing político
-microtargeting- midiendo la personalidad de la gente por sus huellas
en la nube, basado en el modelo OCEAN.
Kosinski
empezó a recibir emails preguntando qué tenía él que ver con eso
-las palabras Cambridge, personalidad y análisis llevaban a mucha
gente a pensar directamente en Kosinski. Era la primera vez que
Kosinski escuchaba sobre esta compañía. Preocupado, buscó en la
web. ¿Estaban usando su método a gran escala con intereses
políticos?
Tras
el resultado del Brexit, amigos y conocidos le escribían: Mira lo
que has conseguido. A cada sitio que iba, Kosinski tenía que
explicar que no tenía nada que ver con esta compañía.
Tras el resultado del Brexit, amigos y conocidos le escribían: Mira lo que has conseguido.
Pasaron
meses. El 19 de Septiembre de 2016 llegó; las elecciones americanas
se acercaban rápidamente. Riffs de guitarra llenaban la recepción
azul oscura del New York Grand Hyatt Hotel; “Bad Moon Risin” de
Creedence Clearwater Revival. El Concordia Summit es una especie de
Foro Económico Mundial en miniatura. Dirigentes de todo el mundo
habían sido invitados, entre ellos el presidente suizo
Schenider-Ammann. “Por favor, den la bienvenida a Alexander Nix,
CEO de Cambridge Analytica”, anunciaba una suave voz femenina. Un
hombre delgado en traje oscuro subía al escenario. De repente,
silencio. (El
vídeo está en Youtube). Muchos
de los presentes sabían que el presente era el nuevo hombre de Trump
para su estrategia digital. “Pronto me llamareis Mr. Brexit”,
Trump twiteaba recientemente, de forma un poco críptica, unas
semanas antes. Algunos
analistas políticos ya habían percibido algunas similaridades
inquietantes entre la agenda de Trump y la de la del movimiento de
Leave del Brexit. Pero pocos habían caído en la reciente
contratación de una compañía de marketing llamada Cambridge
Analytica.
Hasta
este momento, la campaña digital de Trump había consistido en
básicamente una persona: Brad Parscale, un emprendedor publicitario
y fallido fundador de una startup que creó una web para Trump por
1500 dólares. Trump, con 70 años, no es demasiado amante de la
tecnología -ni siquiera tiene ordenador en su escritorio. Trump no
usa emails, según revelaba su asistenta personal. Ella misma le
insistía en tener un smartphone- desde
donde ahora twittea sin parar.
Hillary
Clinton, por otro lado, confiaba plenamente en el legado del primer
“presidente de redes sociales”, Barack Obama. Tenía la lista de
direcciones de todo el Partido Demócrata, conseguido gracias a
análisis de alta tecnología de “BlueLabs” y recibía soporte de
Google y DramWorks. Cuando se anunció en junio de 2016 que Trump
había contratado a Cambridge Analytica, el “establishment” de
Washington renegó y lo criticó. ¿Extranjeros en trajes a medida
que no entienden ni nuestro país ni nuestra gente? ¿En serio?
“Es
un privilegio para mí el hablar antes ustedes hoy sobre el poder del
Big Data y la psicografía en el proceso electoral”. El logo de
Cambridge Analytica – un cerebro compuesto de nodos de una red,
como un mapa, aparecía tras Alexander Nix. “Hace
sólo dieciocho meses, el Senador Cruz era uno de los candidatos
menos populares”, explicaba el hombre rubio con su distinguido
acento británico, que deja a los americanos igual de incómodos que
un acento puro alemán deja a un suizo. “Menos del 40 por ciento de
la población había escuchado hablar de él”, decía otra
diapositiva. Al final de 2014, Cambridge Analytica se había
involucrado en las campañas electorales de Estados Unidos, en un
principio como consultora para el republicano Ted Cruz, subvencionado
por el reservado billonario del software Robert Mercer. Todos en la
sala conocían el meteórico ascenso del Senador conservador Cruz.
Era uno de los sucesos más extraños de la campaña electoral: ¿Cómo
había conseguido el Senador Cruz llegar a ser la última competencia
directa de Trump para las primarias Republicanas, subiendo del 5 al
35 por ciento? “¿Cómo lo hizo?”. Hasta
ahora, explica Nix, las campañas electorales se han basado en
conceptos demográficos. “Una idea ridícula. La idea de que todas
las mujeres debían recibir el mismo mensaje sólo por su género o
que todos los afroamericanos debían hacerlo por su raza.” Lo que
Nix quiere decir es que los demás han confiado en la demografía,
mientras que Cambridge Analytica está usando psicometría.
Aunque
esto sea cierto, el papel de Cambridge Analytica en la campaña de
Cruz no está libre de disputas. En Diciembre de 2015, el equipo de
Cruz reconocía su exitoso ascenso gracias al uso psicológico de
datos y análisis. En
la “Era de la Publicidad”, un cliente político calificó al
personal de Cambridge como “una rueda de respuesto”, pero
consideró que su producto principal, el modelo de datos de votantes
de Cambridge, continuaba siendo “excelente”.
Aún así, no está claro hasta qué punto estaba Cambridge Analytica
involucrada en la campaña de “Leave”. Cambridge Analytica no
discutirá estas preguntas.
Nix
pasa a la siguiente diapositiva: cinco caras diferentes, cada una
correspondiente a un perfil de personalidad. Es el Big Five, o el
modelo OCEAN. “En Cambridge”, comenta Nix, “somos capaces de
crear un modelo para predecir la personalidad de cada uno de los
adultos en los Estados Unidos de América.”. La audiencia presta
atención. Según Nix, el
éxito del marketing de Cambridge Analytica se basa en una
combinación de tres elementos: ciencia del comportamiento usando el
modelo OCEAN, análisis de Big Data, y publicidad especializada.
La publicidad especializada, en otras palabras, es una publicidad
dirigida y formulada de forma muy concreta para la personalidad de
cada individuo.
Nix
explica cómo su compañía consigue estos resultados. Primero,
Cambridge Analytica compra datos personales de distintas fuentes como
registros de propiedades, datos de transporte, de compras, tarjetas
de bonus, pertenencia a clubs, que revistas lees, a qué iglesias
vas, etc. Nix enseña los logos de varias compañías especializadas
en este tipo de información como Acxiom y Experian -en los Estados
Unidos, casi toda la información personal está a la venta. Por
ejemplo, si quieres saber dónde vienen las mujeres judías, puedes
comprar la información, con números de teléfono incluido. Luego,
Cambridge Analytica agrega todos esos datos con la lista miembros del
Partido Republicano y datos online como los “me gusta” de
facebook- hoy en día la compañía dice no usar datos de facebook y
calcula un perfil de personalidad de Big Five. Las
huellas digitales de repente se convierten en una persona real, con
miedos, necesidades, intereses y dirección física.
La
metodología es bastante similar a la que desarrolló en aquel
momento Michal Kosinski. Cambridge Analytica usaba además, según
Nix, “encuestas en redes sociales” y datos de Facebook. Y
Cambridge Analytica hacía precisamente lo mismo que Kosinski
advertía: “Hemos
creado perfiles de todos los adultos de Estados Unidos, 220 millones
de personas”, se enorgullecía Nix.
Abre una captura de pantalla. “Este es el panel resumen que
preparamos para la campaña de Cruz”. Un panel de control aparece.
A la izquierda están los diagramas, a la derecha un mapa de Iowa,
donde Cruz ganó un importante número de votos en las primarias. Y
en el mapa, aparecen cientos de miles de puntos rojos y azules. Nix
ajusta el filtro aún más: “Republicanos”, -los puntos azules
desaparecen; “Incesisos”- más puntos desaparecen; “hombres”,
etc. Finalmente, sólo una persona queda en el mapa, incluyendo edad,
dirección, intereses, personalidad e inclinación política. ¿Cómo
hace Cambridge Analytica para actuar específicamente sobre esta
persona con el mensaje político correcto?
Nix
enseña cómo pueden dirigirse de forma distinta a votantes que han
sido categorizados psicológicamente,
usando como ejemplo el derecho al uso de armas, la Segunda Enmienda:
“Para
un público neurótico y diligente, la amenaza de un robo -y la
póliza de seguro de un arma”.
Una imagen a la izquierda muestra la mano de un ladrón rompiendo una
ventana. A la derecha, una foto de un hombre con su hijo contemplando
el atardecer, ambos con armas en la mano, disparando a patos. “Por
otro lado, para
un público más cercano y afable. Gente que se preocupa de las
tradiciones, los hábitos, la familia”
Cómo
mantener a los votantes de Clinton lejos de las urnas
Las huellas digitales de repente se convierten en una persona real, con miedos, necesidades, intereses y dirección física. Foto: Gointeraction.biz |
Las continuas inconsistencias de Trump, su muy criticada inconsistencia, y sus consecuentes mensajes contradictorios, de repente se convirtieron en su principal arma: un mensaje distinto para cada votante. El que Trump actuara como un perfecto algoritmo oportunista siguiendo únicamente la reacción del público es algo que el matemático Cathy O’Neil ya había mencionado en Agosto de 2016. “Prácticamente cada mensaje de Trump fue diseñado por el análisis de los datos”, recuerda Alexander Nix. El día del tercer debate entre Trump y Clinton, el equipo de Trump probó 175 mil variaciones de sus argumentos para encontrar la mejor, todo basado en Facebook. Los mensajes se distinguían en su mayoría por detalles microscópicos, con el objetivo de llegar al espectador de la mejor forma posible: diferentes cabeceras, colores, ilustraciones con fotos o vídeos. El perfeccionismo llegaba hasta los grupos más minoritarios, explica Nix en una entrevista a Das Magazin. “Podemos llegar a pueblos o bloques de apartamentos de una forma concreta. Incluso a particulares”.
“Prácticamente cada mensaje de Trump fue diseñado por el análisis de los datos”, recuerda Alexander Nix.
En
el distrito de Miami de Little Haiti, la campaña de Trump mostraba a
sus habitantes noticias acerca del fracaso de la fundación de
Clinton en la ayuda tras el terremoto de Haití -con el objetivo de
que no votaran a Hillary Clinton. Este era uno de los objetivos:
mantener a potenciales votantes de Clinton (incluyendo gente de
izquierda insegura, afroamericanos y mujeres jóvenes) lejos de las
urnas, “borrar” su voto, cómo decía uno de los empleados de
Trump. Estos “puntos oscuros”- publicidad encubierta en la lista
de noticias de facebook de forma que sólo ciertos perfiles
específicos pueden verlo – incluían videos únicamente para
afroamericanos donde Hillary Clinton se refería a los hombres negros
como “depredadores”, por ejemplo.
Estos “puntos oscuros” – publicidad encubierta en la lista de noticias de facebook de forma que sólo ciertos perfiles específicos pueden verlo – incluían videos únicamente para afroamericanos donde Hillary Clinton se refería a los hombres negros como “depredadores”, por ejemplo.
Nix
acaba su presentación en el Concordia Summit dejando claro que la
publicidad tradicional está muerta. “Mis hijos seguramente nunca,
jamás, entenderán este concepto de comunicación masiva.”. Antes
de dejar el escenario, anunciaba que uno de los dos candidatos que
aún quedaban estaba usando esta nueva tecnología.
La
precisión con la que la población americana se estaba abordando por
las tropas digitales de Trump en ese momento no estaba claro -porque
atacaban menos en la televisión tradicional, y más con mensajes
personalizados en redes sociales o televisión digital. Y mientras
que el equipo de Clinton pensaba que estaba en cabeza basado en
proyecciones demográficas, la periodista de Bloomberg Sasha
Issenberg se sorprendía en una visita a San Antonio -donde se basa
la campaña digital de Trump- cuando vio que se estaban creando unas
segundas sedes. El equipo integrado de Cambridge Analytica,
aparentemente sólo 12 personas, recibió 100.000 dólares de Trump
en Julio, 250 mil en agosto, y 5 millones en septiembre. Según
nuestras últimas conversaciones con Mr. Nix, ganaron más de 15
millones de dólares en total.
Y
los efectos fueron radicales: Desde Julio de 2016, los “corredores”
de Trump que iban puerta por puerta tenían una aplicación móvil
donde podían identificar las ideas políticas de los habitantes de
una vivienda. Fue la misma app que se usó durante el Brexit. La
gente de Trump sólo pegaba en las puertas de gente que la app
consideraba receptivas a sus mensajes. Iban preparados con guiones
para conversaciones personalizadas según el tipo de persona. Además,
éstos rellenaban las reacciones de la gente en la propia aplicación
– y a aplicación llegaba directamente al panel de control de la
campaña de Trump.
Esto
no es nada nuevo. El
equipo de Clinton hizo cosas similares -pero hasta donde sabemos, no
crearon perfiles psicométricos. Cambridge
Analytica, sin embargo, dividió la población americana en 32 tipos
de personalidades, y se enfocó en sólo 17 estados. Y tal y como
Kosinski estableció que un hombre interesado en productos MAC tiene
alta probabilidad de ser gay, Cambridge Analytica descubrió que
tener preferencia por coches hechos en Estados Unidos era un buen
indicador de cercanía a las ideas de Trump. Entre otras cosas, estos
descubrimientos mostraron qué mensajes de Trump funcionaban mejor y
dónde. La
decisión de centrarse en Wisconsin y Michigan en las últimas
semanas de la campaña se tomó basada en los datos analizados. El
candidato se convirtió en el instrumento para implementar un modelo.
¿Qué
está haciendo Cambridge Analytica en Europa?
¿Pero
hasta qué punto influenciaron los métodos psicométricos el
resultado de las elecciones? Cuando preguntamos, Cambridge
Analytica no quiere dar ningún detalle sobre la efectividad de su
campaña. Y
quizás la pregunta de si los métodos psicométricos tuvieron algún
efecto en el resultado de las elecciones de 2016 sea imposible de
responder. Aún
así existen pistas: Hay un incremento inesperado de Ted Cruz durante
las primarias. También incrementó el voto en las zonas rurales.
Hubo un descenso en los votos de los afroamericanos primerizos. El
hecho de que Trump empleó tan poco dinero también podría ser
explicado por la efectividad del método de la publicidad basada en
personalidad. Así
como el hecho de que gastó mucho más en su campaña digital que en
televisión comparado con Hillary Clinton. Facebook resultó ser el
arma definitiva y el mejor aliado en la campaña, como muestran los
tweets de muchos empleados de Trump.
Muchos
han dicho que los estadistas perdieron las elecciones con sus
predicciones tan alejadas de la realidad. ¿Pero y si es al
revés?: Los
estadistas de hecho ganaron las elecciones -pero sólo los que usaron
el nuevo método. Es una ironía de la vida que Trump se quejara con
la investigación científica, mientras usaba un método puramente
científico en su campaña.
Otro
gran ganador es Cambridge Analytica. Steve Bannon, conocido miembro
del comité directivo de la compañía y antiguo ejecutivo del
periódico conservador Breitbart News, ha sido elegido como Consejero
Senior de Donald Trump y Jefe de Estrategia. Marion Maréchal-Le Pen,
la activista del Front-National y sobrina del candidato presidencial
a Francia, ya ha comentado en twitter que aceptaría una invitación
para colaborar con él, y en un video interno de Cambridge Analytica,
la grabación de una reunión se titula “Italia”. Ya en 2012 SCL
Elections estaba presente en la política italiana. Aunque
Cambridge Analytica no comenta nada sobre sus supuestas
conversaciones con la Primera Ministra británica Theresa May,
Alexander Nix asegura que está formando su cartera de clientes en
todo el mundo, y que tiene peticiones de Suiza y Alemania.
Kosinski
ha observado todo desde su oficina en Stanford. Tras las elecciones,
existe cierta confusión en la Universidad. Kosinski responde con la
mejor arma para un investigador: análisis científico. Junto con su
compañera Sandra Matz, ha llevado a cabo una serie de pruebas, las
cuales serán pronto publicadas. Los resultados iniciales, a los que
ha tenido acceso Das Magazin, son alarmantes: El
estudio muestra que la efectividad del método de la publicidad
personalizada por perfil puede conseguir un 63 por ciento más
de clicks y un mil 400 por ciento más de conversión
en campañas publicitarias en facebook dirigidas a personas basadas
en sus características específicas. Demuestran
además la escalabilidad de este método, mostrando como la mayoría
de las páginas de facebook que promocionan productos o marcas están
muy marcadas por la personalidad de sus miembros, y que una gran
parte de consumidores pueden ser bien categorizados basados en su
reacción con una sola página de facebook.
El
mundo está del revés. Gran Bretaña deja Europa, Donald Trump es
presidente de los Estados Unidos de América. Y en Stanford, el
investigador polaco Michal Kosinski, que quería advertir sobre el
riesgo de usar el análisis psicométrico en la publicidad política,
sigue recibiendo emails acusatorios. “No”,
dice Kosinski con calma mientras agita su cabeza, “esto no es culpa
mía. Yo no construí la bomba. Sólo demostré que existía”.
Nota:
Este
artículo es una traducción personal al castellano del original “Ich
habe nur gezeigt, dass es die Bombe gibt”, publicado por Das
Magazin. La traducción no se hizo en base al original alemán,
sino a una versión inglesa ahora desaparecida, encontrada
en aNtiDiTe
Zine, y que ahora está disponible en VICE.
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