26 de junio de 2017
Crédito: Aporrea.org
José Vicente Rangel
José Vicente Rangel
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El tiempo transcurre raudo y los dirigentes de la oposición -y
aquellos gobiernos y sectores políticos que los apoyan desde el
exterior con abundantes recursos económicos para estimular la
violencia en el país-, pierden la esperanza de derrocar a Maduro y
de que no se realice la elección de los miembros de la Asamblea
Nacional Constituyente. La ofensiva subversiva en la calle se
debilita, y se puede decir que fracasó. Lo que resta de esta
experiencia es el componente violencia, cada día más agresivo,
reforzado con la invocación del 350 de la Constitución, pero que al
mismo tiempo aísla al movimiento y determina que pierda apoyo en
importantes sectores sociales. Esta situación se refleja en las
encuestas y la reconocen analistas independientes e, incluso, del
campo opositor.
2Todo indica que la elección de la
Constituyente será, como está pautado, el próximo 30 de julio. Es
conveniente señalar que a medida que se acerca la fecha crece en la
colectividad el interés por el evento. Los que no quieran ver lo que
ocurre se exponen a una sorpresa. Hay un país -considero mayoritario
hoy- que se ha conectado a la convocatoria del presidente Maduro y a
la fecha fijada por el CNE que da crecientes demostraciones de querer
participar, pese a la campaña adversa: A las amenazas de la
oposición de recurrir a acciones violentas el día de la
votación.
3La posibilidad de que el próximo 30 de julio
se efectúen los comicios para elegir a los integrantes de la
Asamblea Nacional Constituyente es una realidad. ¿Qué puede
impedirlo? Sólo el factor violencia que hasta ahora persiste, pero
con evidentes signos de debilitamiento. Por una parte porque el
Estado ha empleado los recursos que dispone para conjurar la
emergencia. Ha asestado golpes demoledores a sus promotores y los ha
aislado. Por otra, porque el sentimiento democrático del venezolano
y su reiterada vocación a sufragar para solventar situaciones de
críticas se ha reactivado. El mensaje consistente en la exaltación
de la Constituyente como la opción para reformular el diálogo -en
un escenario sin las perversiones que hasta ahora lo hicieron
imposible-, así como única posibilidad para acceder a la paz, ha
calado en la colectividad. Además, contrasta con el mensaje
apocalíptico de los voceros de la oposición, los cuales cuestionan
una alternativa consagrada en la Constitución Bolivariana.
4Lo
cierto es que a estas alturas la oposición no tiene músculo
suficiente para impedir que el pueblo venezolano vote el 30 de julio.
Podrá hacer esfuerzos para impedirlo, pero fracasará en el intento,
como ya ocurrió durante los tres meses de la aventura insurreccional
armada que vivió el país. Ha perdido la calle, ha desacreditado su
causa al conectarse a grupos terroristas y carece de mensaje y de
dirigentes confiables. En tanto que el chavismo se ha conectado al
país real, ha aprovechado las circunstancias para reorganizarse y la
institución militar -determinante en las actuales circunstancias-,
refuerza su lealtad a la Constitución y al gobierno legítimo de
Nicolás Maduro.
5¿Qué puede hacer el liderazgo
opositor? Lo cierto es que se ha metido en un callejón sin salida.
Su irracional rechazo a participar en las elecciones para la Asamblea
Nacional Constituyente, inexplicable en un movimiento que se dice
mayoría, le cierra la posibilidad de actuar en un escenario
privilegiado y, prácticamente, lo condena a quedar excluido. ¿Hacia
dónde conducirá sus pasos tan pronto se instale la Constituyente?
Pienso que, inevitablemente, radicalizará sus posiciones y optará
por transitar la senda de la ilegalidad, como ha pasado con otros
movimientos políticos durante diversos episodios de nuestra
historia. ¿Cuál será el costo? Impredecible. Pero el error tiene
sorprendentes desarrollos: o bien conduce a abismos insondables o
determina rectificaciones positivas. Una reflexión final: ¿Quién
iba a pensar que un movimiento opositor que venía en ascenso por la
vía cívica, derrocharía el éxito alcanzado para retornar al atajo
del fracaso? Los designios del 11 de abril son una maldición que no
prescribe.
LABERINTO
Puedo entender que una persona
discrepe, en un momento dado, de determinada línea política. Que
cuestione tal o cual orientación, conducción o definición ante la
situación por la que atraviesa el país. Lo entiendo. Pero de allí
a colocarse al lado de aquellos que encarnaron posiciones
diametralmente opuestas, responsables de infinidad de actos
repudiados con justificada vehemencia, hay una distancia de carácter
ético insalvable. Es algo inaceptable. Pero, en fin, que cada quien
cargue con su responsabilidad…
Frase: Un viejo luchador
dijo una vez: “Lo único que se requiere para ser revolucionario es
tener bien claro quién es el enemigo”…
El inmenso
poder de los EE.UU. revela, a cada instante, su precariedad. La
actitud adoptada por el presidente Donald Trump respecto a Cuba, que
revierte el proceso de normalización de las relaciones con La
Habana, iniciado por Obama, lo confirma. Más pudo el lobby mayamero
-cada día más reducido- y la presión de un senador mafioso como
Marco Rubio que el amplio apoyo de la opinión publica y de la
mayoría del Congreso norteamericano, a la hora de continuar con una
política acertada, con amplio respaldo internacional.
Definitivamente se trata de un poder secuestrado por las
corporaciones, los halcones políticos, el Pentágono y los
organismos de inteligencia, que el actual huésped de la Casa Blanca
ejecuta con una arrogancia obscena…
La canalla política
se ha ensañado en Tarek William Saab. Las redes lo han destrozado,
en los corrillos de la derecha se le agrade en forma despiadada, y,
por si fuera poco, ahora le montaron una guarimba frente a la casa de
su familia, en El Tigre, donde se hallaba su madre. El Defensor del
Pueblo responsabiliza de la cobarde acción a un grupo de Primero
Justicia. ¿Qué se pretende con tales vilezas? ¿Quebrarlo
emocionalmente? No lo conocen. Porque Tarek es un curtido combatiente
que nada lo amilana. Se equivocaron cuando lo presionaron para que
desertara y se vuelven a equivocar cuando persisten en agredirlo con
la intención de que deje el cargo…
Existe un manual de
guerra no Convencional que define la planificación y realización de
operaciones para el Ejército de los EE.UU. a través de las Fuerzas
de Operaciones Especiales (FOE). El basamento del Manual consiste en
explotar las vulnerabilidades psicológicas, económicas, militares y
políticas de un “país adversario” para desarrollar y sostener
las fuerzas de resistencia y cumplir los objetivos estratégicos de
los EE.UU. Además, los esfuerzos buscan capacitar a un movimiento de
resistencia o insurgencia que exige desarrollar una fuerza
clandestina y de guerrillas (urbana o rural), así como proveerla con
los medios necesarios. El conflicto incluye -señala el Manual- la
realización de operaciones subversivas encaminadas a atacar y
degradar la moral del adversario, su cohesión organizacional y
efectividad operacional, o bien distanciar al adversario de la
población. ¿Qué lectura tiene este material a la luz de lo que
sucede en Venezuela? ¿Qué recomendaciones son acogidas y aplicadas
en los episodios que últimamente ha vivido el país?…
Los
dirigentes de la oposición piensan echar el resto en los próximos
días, estimulados por la desesperación y la presión exterior.
Objetivo: impedir la realización de los comicios del 30 de julio.
Sin embargo, la capacidad de convocatoria de calle se desinfla. Lo
demostró la pobre movilización de la “toma de Caracas” del
lunes 19. No obstante, hay que estar mosca.
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