03 de marzo de 2017
Crédito: Resumen Latinoamericano
Con
todo respeto, a cuatro años de tu desparición física Camarada Hugo
Chávez Frías, quiero hablarte sin protocolos ni esos candados
formales que tú te dedicabas a romper con risa pícara:
Te
extrañamos, Comandante, por tu vehemencia a la hora de enfrentar a
tus (nuestros) enemigos, a quienes marcaste a fuego sin que te
tiemble la mano ni la voz. A todos ellos los fuiste redescubriendo,
poniéndolos sobre la superficie y mostrando su brutalidad y
avaricia. Extrañamos, mientras nadamos en un mar de politiqueros
mediocres y pusilánimes, aquel glorioso día que te aventuraste a
denunciar en pleno corazón de las Naciones Unidas que por donde
pasara Bush seguiría oliendo a azufre. Quien puede negar que
generaste una total simpatía global entre las y los que sufrieron
sus guerras y crímenes genocidas. O cuando atacaste con furia a
burócratas, corruptos y alcahuetes de turno que intentaban seducirte
con halagos, y escuchando como siempre, la voz del pueblo los pusiste
en su lugar. Tampoco te quedaste atrás en denunciar a las
multinacionales depredadoras, a los paramilitares que asesinaban
líderes y lideresas sociales en Colombia, en México o en Honduras,
presintiendo que esa guerra contra los y las luchadoras se iba a
extender (como ocurre en el presente) a muchos más países.
Con
esa misma claridad pero también con ironía, te adelantaste al
futuro que luego se descargó sobre el pueblo argentino, enfrentando
a Mauricio Macri en un programa televisivo en agosto de 2003, durante
tu visita a Buenos Aires y lo apabullaste apelando a conceptos e
ideas políticas revolucionarias contra las que Macri no pudo decir
ni pío y quedó expuesto al ridículo. Poniendo la guinda de la
torta, y para disfrute de los miles de televidentes que seguían el
programa, declaraste mirándolo de frente: “Quien quiera llevarse
bien con Dios y con el diablo se vuelve loco”. Al actual Presidente
le temblaba el bigote y se llamó a silencio.
Te
extrañamos, compañero Hugo Chávez, porque supiste elevar al máximo
la moral de tu pueblo, lo enrumbaste por la senda de los Libertadores
y les mostraste de manera pedagógica que el bronce donde habían
encerrado a Bolívar y otros como él, no era otra cosa que una
cárcel para ocultar sus ideas emancipatorias.
Ni
qué decir de tus dotes de comunicador, utilizando todos los medios a
tu alcance para formar y concientizar a quienes desde siempre habían
sido excluidos de los beneficios y la distribución de la riqueza. O
de tu lealtad, amistad, cariño, respeto y admiración “de ahora y
para siempre” con el Comandante máximo de todas las Revoluciones,
al que visitaste antes que nadie, allá por 1994 en La Habana y le
confesaste que volverías triunfante. Y cumpliste, para alegría de
Fidel y de su pueblo.
Insististe, para terror de la oligarquía
como antes lo había proclamado Zamora, que la unidad del pueblo y de
las Fuerzas Armadas Bolivarianas harían indestructible a la
Revolución. No cediste ni un paso a las presiones de la escuálida
oposición y cada vez que los confrontaste en las urnas los
aplastaste, al calor de seguir construyendo democracia participativa
y no retornar jamás a los tiempos de la Cuarta República.
Cómo
no vamos a extrañar tu política exterior, Comandante, si generaste
un huracán integrador como no sucedía desde mucho tiempo atrás. El
ALBA, Unasur y la CELAC fueron naciendo al calor del compromiso con
la Patria Grande, de la mano de Fidel y contando con el apoyo
decidido de otros procesos que crecieron bajo el impulso bolivariano
y antiimperialista. La palabra Socialismo volvió a imponerse como
una meta a alcanzar y te esmeraste en explicar que se trataba de la
única herramienta teórica y práctica para enterrar al capitalismo.
A
pocos días del Paro Nacional de Mujeres, no se olvida tampoco tu
prédica a favor de sus derechos que te convirtieron en el primer
mandatario feminista del continente. No por oportunismo como suele
ser practicado actualmente por algunos funcionarios sino por
convicción de creer que las compañeras se han ido convirtiendo en
la vanguardia rebelde de estos tiempos.
No
sería justo olvidar que gran parte de lo que construiste para tu
pueblo sigue en pie bajo la actual conducción de Nicolás Maduro, al
que elegiste en momentos donde ya la vida se te estaba escapando por
los poros. Pero también es verdad que aún queda mucho por hacer y
que Revolución que no se radicaliza pierde su contenido. No es una
profecía sino que surge como consigna desde las entrañas del Bravo
Pueblo. También fuiste testigo de las debilidades e incorrecciones
que ciertos gobiernos que te doraban la píldora con el sonsonete del
progresismo, no quisieron dar los pasos necesarios para alcanzarte y
se quedaron envueltos en una maraña de mezclar capitalismo
“humano” con voracidad extractivista. A pesar de esa buena letra,
el Imperio ayudó y seguirá ayudando a quitarlos del medio.
Son
tiempos complicados los que estamos viviendo, Comandante, sobre todo
por el avance de la derecha regional que además de su idiosincracia
racista, depredadora y asesina (en estos mismos días estamos
recordando a Berta Cáceres), tu legado, tu juvenil estilo de ponerle
freno al Imperio y a sus discípulos, sigue fogueando el ánimo y la
autoestima de los que se juegan por entero, abajo y a la izquierda,
por la Revolución y el Socialismo.
Te
extrañaremos siempre, camarada Hugo Chávez Frías y recordaremos
cada una de tus enseñanzas a la hora de seguir batallando por una
sociedad donde quepamos todos y todas.
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