31 de diciembre de 2016
Compilador: German Saltrón Negretti
La
historia del capitalismo comienza en el siglo XVI, a partir de un
proceso denominado acumulación originaria del capital que desintegra
a los pequeños productores de los medios de producción que eran de
su propiedad en el feudalismo, a los campesinos en la agricultura y a
los artesanos en los oficios urbanos y los convierte en obreros
asalariados. Tras alcanzar su apogeo entre los siglos XI y XIII el
feudalismo entra en una prolongada decadencia, el trabajo servil se
torna improductivo, el hambre invade las regiones rurales de Europa,
el crecimiento de las ciudades erosiona la posición privilegiada del
campo. A ello se le une la conquista y colonización del nuevo mundo
y los avances en la navegación que en el siglo XVI hacen posible la
llegada de grandes masas de oro y plata procedentes de las colonias.
Existen
dos grandes fases del desarrollo de la producción capitalista. El
capitalismo de libre competencia, libre concurrencia o premonopolista
y el capitalismo monopolista o imperialismo. El imperialismo ha
transitado por tres estadios. El primero abarca desde las últimas
décadas del siglo XIX hasta inicios del siglo XX, periodo durante el
cual los monopolios niegan la libre concurrencia en un número
creciente de ramas de la economía nacional, pero aún no se han
fundido con el Estado. En ese estadio el imperialismo es capitalismo
monopolista. El segundo es conceptualizado por Lenin a raíz de la
destrucción ocasionada en Europa por la Primera Guerra Mundial
-1914-1918- que opera como elemento de interconexión del poder
económico de los monopolios y el poder político de los Estados
según Lenin. En lo adelante, el Estado deja de responder a los
intereses de toda la clase burguesa y responde solo a los intereses
de la élite monopolista., que manipula el poder económico y
político estadal para escapar de los efectos de la crisis y las
guerras y para imponer condiciones favorables para la valorización
del capital monopolista, la cual se refuerza durante la gran
depresión de 1929-1933 y la segunda guerra mundial -1933-1945.
Terminada
la Segunda Guerra Mundial, el Capitalismo mundial se encontró con un
modelo económico alternativo que cuestionaba su hegemonía, el
socialismo. Esto hizo que intentara desarrollar un capitalismo
social, para así competir al modelo socialista que representaba la
Unión de Repúblicas Socialistas Sovieticas. Sistema económico que
duro el periodo de 1919 Guerra Mundial hasta la década de los
ochenta, donde se produce la crisis del modelo socialista y termina
con la caída del muro de Berlín.
El
tercer estadio es resultado del salto de la concentración nacional a
la concentración transnacional de la propiedad, la producción y el
poder político. Tras un proceso iniciado hacia el fin de la Segunda
Guerra Mundial, su despliegue comienza 1970, se produce una
metamorfosis del capitalismo monopolista de Estado en capitalismo
monopolista transnacional. Responde a las necesidades expansivas de
los monopolios, incentivadas por el desarrollo sin precedentes de las
fuerzas productivas, ocurrido durante la posguerra como resultado de
la reconstrucción de Europa Occidental y la carrera armamentista.
Transcurrido más de cinco siglos que comenzó a incubarse en las
entrañas del feudalismo, el capitalismo conforma un espacio
transnacional de rotación del capital y precisa de un poder político
transnacional, que imponga condiciones uniformes para la reproducción
del capital en cualquier punto del planeta.
Bajo
la hegemonía del imperialismos norteamericano, que aglutina y
subordina al resto de los centros de poder imperialista, Estado y
monopolio en conjunto, conducen el proceso de concentración
transnacional de la propiedad, la producción y el poder político.
Este proceso tiene como contrapartida la desnacionalización de los
Estados imperialistas más débiles y, de manera aún más aguda, de
los Estados subdesarrollados y dependientes. Como parte de este
proceso, las potencias imperialistas se atribuyen la facultad de
adoptar decisiones que surten efectos sobre, e incluso dentro, del
resto de las naciones, mientras que estas últimas se ven
imposibilitadas de adoptar las suyas propias. Esta dominación
transnacional se complementa con la refuncionalización de las
instituciones del sistema internacional, entre ellas el Consejo de
Seguridad de la ONU, el Fondo Monetario Internacional –FMI- el
Banco Mundial –BM- y la Organización del Tratado del Atlántico
Norte –OTAN-.
Podemos
concluir, que la concentración transnacional del poder político
responde a que el imperialismo necesita contar con un Estado mundial
que rija todos los destinos de la humanidad. Sin embargo, la
conformación de un Estado mundial es imposible, tanto por la
existencia de insalvables contradicciones interimperialistas, como la
resistencia popular, representada por el denominado movimiento
antiglobalización representado por Rusia y China que puede devenir
en una confrontación que ocasionaría una guerra nuclear donde los
seres humanos quedaríamos exterminados. Ver libro America Latina
entre siglos. De Roberto Regalado. Página 17.
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