04 de enero de 2016
Crédito: Rebelion
R. Gómez Mederos y Vanessa Dourado
R. Gómez Mederos y Vanessa Dourado
El
diseño de ocupación moderna de territorios completos es, a escala
mundial, una arquitectura de formatos claramente parecidos. En esta
ingeniería global, con el patrocinio de su más avezado
protagonista, EEUU, requiere unir de manera radical y precisa dos
elementos estratégicos de la visión imperialista relativa de la
cuestión militar que es, “fusionar” dos elementos, la
Seguridad Nacional y la Seguridad Interior, una estrategia que sea
funcional a sus intereses y que desmembra y des-limita la frontera
entre una y otra. En el fondo, es una reconfiguración de la Doctrina
de Seguridad Nacional, tantas veces re-editada en el continente
nuestroamericano.
El desenterramiento de lo que sobre
2.012 fue el programa estratégico dictado por expertos de
los EEUU en Seguridad Nacional, Guerra No Convencional y Operaciones
de Información, llamado en su momento “Lineamientos
Estratégicos de la Defensa Nacional" [1], que formaba
parte del Programa Expandido de Educación y Entrenamiento Militar
(Expanded International Military Education and Training, E- IMET) de
la Defense Security Cooperation Agency, es una posibilidad
certera con el fortalecimiento de las derechas en el Cono Sur
[1].
Según Elsa Bruzone, experta en Seguridad Nacional
del CEMIDA (Centro de Militares para la Democracia), Susana Malcorra,
la actual Canciller Argentina, que integró como CEO, la
norteamericana IBM y la gerencia de Telecom, quien fuera responsable
del manejo, durante 12 años, del principal programa de Naciones
Unidas contra el hambre (que cuenta con 30 barcos, 70 aviones, 5.000
camiones y 90.000 personas distribuidas en 86 países), es ahora la
persona clave para re-dinamizar la idea de las bases militares en
Misiones y Ushuaia, más otra posible en Jujuy, que aseguraran un
pinzamiento sobre Bolivia y el reaseguro del Plan Belgrano,
herramienta fundamental de las corporaciones para consolidar el
manejo geoestratégico de la Triple Frontera del Litio, de
los Salares de la Argentina, Bolivia y Chile, donde se
encuentra el 80% de las reservas más rentables del planeta.
El
reflote de la instalación de las bases militares norteamericanas en
la provincia de Misiones, se relaciona directamente, con que esta es
una zona de carga y descarga del cuarto acuífero y reservorio de
agua dulce más grande del mundo, compartido entre Argentina, Brasil,
Paraguay y Uruguay, el llamado Acuífero Guaraní.
El
avance de las derechas en el Cono Sur tiene como elemento fundamental
“bajo la manga”, la idea de la Seguridad Interior, anexada al de
ocupación de los territorios estratégicos de la región, por
fuerzas extranjeras. Las bases propuestas, por el gobierno argentino,
en Misiones, se relaciona con el Acuífero Guaraní, y la de Ushuaia,
al interés norteamericano sobre la Antártida.
Tal
vez no se puede afirmar tácitamente que el agua y sus reservorios
son los únicos motivos de guerras futuras, pero sí podemos decir,
que son todo el cúmulo de bienes naturales presentes en
Nuestramerica, los que generan un alto grado de conflictos y
escaramuzas en torno primero, de la disputa por su utilización y
segundo, por la necesidad de acumularlos como reservorios de los
países con mayor consumo de los mismos.
El agua, así
como todos los bienes comunes, son recursos finitos, no
reemplazables; eso hace del Cono Sur, un área de cada vez mayor
interés. Las reservas de agua del Sistema Acuífero Guaraní (SAG),
concebido Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, en el marco del
Programa Mundial de Evaluación de los Recursos Hídricos, es el
mayor manantial de agua dulce del mundo, con capacidad para abastecer
a la población mundial por 200 años.
Pero la región
está estipulada y destinada por los centros globales de poder, a
cumplir el rol histórico de proveedor de bienes naturales de las
grandes corporaciones extractivas, y sus países de procedencia, que
no solamente los llevan a precio de nada, sino que además, dejan el
rastro de la contaminación en la naturaleza, mientras legitiman un
proceso de progreso ficticio.
Desde 2.001, el bien
común estratégico agua, viene siendo objeto de debate y negociación
por parte de la Organización Mundial de Comercio (OMC), en los
Tratados de Libre Comercio (TLC) y en el Acuerdo General Sobre
Comercio de Servicios de la OMC (AGCS), con el objeto, en teoría, de
garantizar agua potable y saneamiento básico, como derechos humanos
y bien social; sin embargo, esto guarda un real interés, con
garantizar los negocios de las corporaciones que necesitan del agua
para seguir produciendo, en detrimento de los pueblos originarios,
pequeños agricultores y comunidades campesinas.
Ya desde
los años 1.992 y 1.994, estudios alertaban sobre posibles conflictos
territoriales por la escasez del agua en el siglo XXI.
En
la región del SAG existe una importante demarcación militar en
expansión, como lo detallamos al principio del artículo, lo cual es
denunciado desde el Centro de Militares para la Democracia
(CEMIDA).
La región de la Triple Frontera, que abarca a
Brasil, Paraguay y Argentina, está prospectada, sobre todo por el
Pentágono, como zona de instalación de aparatos militares de
inteligencia y logística, bajo la excusa de “frenar el
narcotráfico, el tráfico de armas y la trata de personas”. La
intención de instalar una base militar y una sede diplomática en la
región, viene siendo fogueada por los EEUU, con mayor fuerza desde
1.999 aproximadamente.
El reciente acuerdo entre las
embajadas de Argentina y EEUU, realizado en Buenos Aires, a puertas
cerradas, por el embajador argentino en Washington, Martín Lousteau
y su par norteamericano, Noah Mamet, contempla un convenio entre la
Guardia Nacional del Estado de Georgia y las Fuerzas Armadas
Argentinas, como parte del State Partnership
Program (SPP); dicho programa construye relaciones en todo
el mundo desde hace más de 20 años, la incorporación de Argentina
al SPP alcanzará la cifra total de 73 colaboraciones estatales. La
Guardia Nacional norteamericana cuenta con 460.000 efectivos y con un
amplio grupo de socios en el extranjero, en todos los niveles de
comandos de combate.
La excusa del convenio: "La
cooperación en el caso de la Argentina con los Estados Unidos y por
prioridad de nuestro país será para atender desastres naturales,
programas de aviación, colaboración en las fronteras, en el cuidado
del medio ambiente, en medicina militar, en una red de educación a
distancia y en misiones de paz" [2].
Es en el
marco de un ascenso institucional de las derechas y un retroceso de
los procesos llamados progresistas en Nuestramerica, que comienza a
reformularse mediáticamente la peligrosidad de la Triple Frontera
como hipótesis de conflicto; dentro de esta reformulación, que
incluye a todo el Cono Sur, se pacta el acuerdo de cooperación
militar que, incluye además, la instalación de una base científica
en la región.
La Triple Frontera es “considerada” muy
peligrosa, por el hecho de “abrigar” a supuestos
“miembros de sectas terroristas” que todavía no se sabe dónde
están. Sin embargo, la supuesta paranoia estadounidense (más
bien, justificación política e ideológica para penetrar
territorios estratégicos) tiene una selectividad muy peculiar.
Preocuparse más con estas amenazas "terroristas" y
buscar fortalecer su presencia en áreas estratégicas, cuando el
escenario político de América Latina cambia de forma relevante, con
procesos de pérdida del protagonismo de los gobiernos llamados
bolivarianos.
La construcción de una zona militarizada
que pueda garantizar la apropiación y el acaparamiento territorial,
bajo el modo de “compra” de tierras abundantes en
bienes naturales, muchas de estas sostenidas con un hipotético
objetivo conservacionista, pone al Estado de manera explícita como
subsidiario de, y al servicio de los intereses de las corporaciones
extractivas. Este proceso, en que el Estado subsidiario del capital
transnacional, cede de manera tácita el control de los territorios a
manos de las compañías y de una estrategia de ocupación militar,
desemboca en una exacerbación e intensificación de los conflictos
territoriales, entre terratenientes, pueblos originarios y
campesinos, entre las empresas transnacionales y las comunidades.
En
el Mato Grosso del Sur, un área importante e histórica de
resistencia de los pueblos Guaraní-Kaiowá, los empresarios
del agronegócio llevan a cabo el genocidio de esta población
indígena que lucha por la demarcación de sus tierras. El último 11
de julio de 2.016, en el marco del asesinato del líder indígena
Semião Fernandes Vilhalva, los empresarios del agronegócio
mencionaron el SAG como causa del conflicto, en contra los
indígenas que buscan rescatar sus tierras ancestrales.
El
SAG tiene casi 1.200.000 kilómetros cuadrados de extensión; se
calcula que su cuenca cuenta con entre el 42 y el 45 % de las
reservas de agua dulce del mundo. La población que vive sobre él,
constituye solo el 7% del total mundial, mientras la mayoría de los
países desarrollados, tienen las cuencas de sus ríos contaminadas,
además de enfrentar una desertificación progresiva en sus
territorios.
El Ministerio de Protección del Medio
Ambiente de China reveló que un 57,3% de las agua subterráneas en
193 ciudades tienen una calificación de malas o muy malas, así como
el 30% de los ríos. El río Mississippi, en los Estados Unidos,
representa una de las vías navegables más importantes, con una
extensión de 3.782 kilómetros, pasando por 10 estados en su
recorrido. En su rivera se encuentran numerosos centros industriales
y agrícolas; ejemplo de ello es que el 78 % de las explotaciones de
cereales y de soja que se encuentran en gran parte de su
extensión.
El surgimiento del neo extractivismo
itinerante, como uno de los modelos de acumulación capitalista,
marca un nuevo momento de la historia geopolítica y económica del
mundo. La súper explotación gana un nuevo ropaje y el liberalismo
más ortodoxo pasa a ser considerado un mal menor para muchos actores
internacionales, incluidos los latinoamericanos, frente al
neoliberalismo más crudo. Este nuevo período abierto en la región,
claramente viene a crear un cerco sobre nuestros territorios, ricos
en bienes naturales, críticos y estratégicos. El SAG es uno de los
tantos objetivos
imperialistas.
Notas:
Vanessa
Dourado. Escritora. Internacionalista Brasileña. Miembro del PSOL.
Activista contra los TLC. R. Gómez Mederos. Escritor. Miembro
del Observatorio Geopolítico de la Energía y Soberanía (FETERA) y
CTA-A de Argentina.
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