21 de diciembre de 2016
Crédito: Sputniknews
El año 2016 entrará en la historia latinoamericana como el período que marcó el agotamiento del populismo que empezó a ceder el paso al nuevo ciclo del neoliberalismo, presionado por los efectos de la crisis económica mundial.
© Flickr/ Cancillería del Ecuador |
El año 2016 entrará en la historia latinoamericana como el período que marcó el agotamiento del populismo que empezó a ceder el paso al nuevo ciclo del neoliberalismo, presionado por los efectos de la crisis económica mundial.
El futuro está oculto detrás
de los hombres que lo hacen (Anatole France, 1844-1924) Todo empezó
con el triunfo de Mauricio Macri en Argentina para luego afianzarse
con el golpe parlamentario contra Dilma Rousseff en Brasil, lo que le
permitió en seguida poner en marcha su plan principal creando un
cerco a la integración latinoamericana promovida por Hugo
Chávez.
La esperanza del Buen Vivir, de las posibilidades
del Socialismo del Siglo XXI, de la Revolución Ciudadana son cada
vez más tenues y lejanas primero, porque los gobiernos populistas no
aprovecharon durante la última década, la capacidad de
participación política popular en las decisiones de los gobiernos y
segundo, por la reactivación de la ofensiva norteamericana en el
continente durante el segundo mandato de Barack Obama para hacer
retornar a sus 'hijos extraviados' a 'su patio trasero'.
La
elección de Donald Trump abrió los ojos a los latinoamericanos
sobre el inmenso poder que siempre ha tenido Norteamérica sobre los
destinos del continente. Da la impresión que la vida en la mayoría
de los países se ha paralizado por un momento y están a la
expectativa de los que auguran sobre los cuatro años del gobierno de
Trump. Nadie se atreve a pronosticar su política hacia Latinoamérica
y el Caribe. Los centroamericanos y los mexicanos están asustados
por la posibilidad de una drástica reforma migratoria que les
quitará o reducirá su principal fuente de divisas a través de las
remesas.
Según el 'Informe del Diálogo Interamericano',
las remesas de EEUU a la América Latina y el Caribe en el 2015
llegaron a 68.000 millones de dólares. México recibió 24.700
millones de dólares y las remesas de Guatemala (6.200 millones de
dólares) representan el 9,9% de su PBI, las de Haití 22,7%, las de
Honduras 17,4%, de Nicaragua 9,7%, de El Salvador 16,8% del PBI, de
Guyana 10,6% etc., etc. De allí viene el temor de los gobiernos de
perder una fija y estable entrada de divisa a sus países cuyas
economías nunca se han desprendido de la mentalidad de la
dependencia.
No cabe duda que el neoliberalismo seguirá
avanzando en la región, y sus países seguirán el giro a la derecha
que inauguraron primero Argentina y después Brasil a través de
'golpes blandos' creados por los 'think tanks' norteamericanos y
posteriormente aplicados por la alianza entre el capital financiero,
las multinacionales, el Departamento de Estado y las derechas
locales. El pensador uruguayo Raúl Zibechi explicó hace poco que
durante más de una década, el populismo y el progresismo había
puesto como su gran meta "aumentar el consumo de mercancías
como una gran forma de integración" social descuidando
seriamente la "participación política" del pueblo.
Lo
curioso es, que mientras más aumentaba el consumo como parte de la
política de redistribución parcial de la riqueza, los sectores más
beneficiados se hacían más conservadores. En términos de Raúl
Zibechi, "el consumo hace un efecto despolitizador y
desmovilizador" de la voluntad popular. Este fenómeno se ha
producido en Argentina, Brasil, Bolivia y Ecuador a diferente escala
donde durante los gobiernos populistas se aumentó considerablemente
la clase media debido al mejoramiento de la vida y la disminución de
la pobreza. En lo que fallaron los gobiernos, quizás a excepción de
Bolivia y parcialmente de Ecuador, fue detectar a tiempo, como lo
explicó el vicepresidente de Bolivia, Álvaro García Linares, "la
reconfiguración de las ideologías sociales". "La economía
te da una red de protección, sin eso un error político podría ser
tu perdición".
Así pasó en Argentina y Brasil
donde los nuevos beneficiados lo recibieron como algo natural sin que
el gobierno les explicase claramente las causas de este avance y les
hiciera entender la necesidad de su participación en este proceso.
El estado populista adquirió en seguida las características de un
estado paternalista mientras la coyuntura económica nacional e
internacional era favorable. Con la crisis económica de 2008, los
países latinoamericanos que en la década del populismo no se
atrevieron a buscar modelos alternativos de desarrollo, quedaron
afectados como países extractivos debido a la baja de los precios de
la materia prima a nivel internacional y a la reducción de la
demanda especialmente de China.
Al dejar funcionar bien la
economía en Argentina, Brasil, y al aparecer dificultades económicas
en Ecuador inclusive en Bolivia, sus pueblos afectados por la
disminución de su canasta básica se hicieron más conservadores
acusando a sus gobiernos respectivos de la incapacidad de solucionar
el problema. Según varias encuestas en Ecuador, y lo mismo está
sucediendo en el resto de América Latina, a la gente despolitizada
con la cabeza lavada por los medios de comunicación al servicio de
los globalizadores, no le importa que sea neoliberalismo,
capitalismo, socialismo, la derecha o la izquierda. Lo que le importa
a la mayoría de la población es su capacidad de consumo y de poder
comprar. La única excepción por el momento representa Venezuela
donde Hugo Chávez dejó el legado de bien establecidas comunidades y
organizaciones populares promovidas y apoyadas por el gobierno y sus
fuerzas armadas.
Ni las sanciones económicas y
financieras norteamericanas, ni los 50 millones de dólares que
remitió el Departamento de Estado a la oposición, ni los saqueos,
acaparamiento de los productos de primera necesidad y el sabotaje
económico no han podido quebrantar hasta ahora la unión entre el
gobierno, las fuerzas populares y las fuerzas armadas. Hay todas las
posibilidades para que Venezuela siga su ritmo y su incipiente modelo
económico alternativo en el 2017 con la ayuda financiera de China y
de Rusia. Lo mismo sucede con Bolivia donde la oposición no tiene un
programa concreto de cambios y no cuestiona la sustancia del gobierno
de Evo Morales ni el proceso actual de transformación del país,
sino ciertas formas de administración.
Algo parecido está
ocurriendo en Ecuador, donde el pueblo emitirá su voto el próximo
12 de marzo para elegir a un nuevo mandatario, ya que Rafael Correa
no va a presentar su candidatura para la reelección. La oposición
no está cuestionando su modelo económico, especialmente después de
adhesión del País al Acuerdo Comercial Multipartes con la Unión
Europea, que fue apoyada por la misma oposición. Todo esto hace
posible que la Revolución Ciudadana podría continuar su marcha
hacia el futuro con el nuevo gobierno.
El resto de los
países de América Latina seguirá el modelo neoliberal lo que
ocasionará el empobrecimiento y como resultado el crecimiento del
descontento popular y las marchas de protesta en su lucha por la
integración social que el neoliberalismo les está negando. La
secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina
y el Caribe, Alicia Bárcena adelantó un panorama complejo para las
economías latinoamericanas en el 2017, diciendo que todo el mundo
tiene expectativas sobre la postura de Estados Unidos. Aconsejó a
los países latinoamericanos a esperar pues "nadie tiene una
bola de cristal para saber lo que va a pasar a partir del próximo 20
de enero" cuando Donald Trump asuma la Presidencia.
En
realidad, sin una bola de cristal ya se puede saber que el
neoliberalismo tratará de fortalecer sus raíces en el continente
con Trump o sin Trump, forzando a las naciones del continente a
seguir el modelo de México, que teniendo 17.000 millones de barriles
de petróleo se convirtió en el principal cliente de las refinerías
norteamericanas. El resto dependerá de la voluntad de los pueblos y
su decisión de estar sometidos o luchar por ser libres y
soberanos.
Los países como Colombia, Chile y Perú no
serán afectados porque su comercio ya está orientado a China y
cualquier medida proteccionista de Trump no será determinante en su
economía. El gigante asiático, muy previsor, ya está desplazando a
Estados Unidos y trata de ser el mayor socio comercial de toda
América Latina.
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