23 de agosto de 2017
Crédito: Aporrea.org
Luis Britto García
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Luis Britto García
Lo
único peor que no tener poder es tener poder y no usarlo. Por el
voto de más de ocho millones de compatriotas tenemos una Asamblea
Nacional Constituyente con 545 miembros, al parecer en su casi
totalidad progresistas. La oposición dice haberse abstenido: es su
derecho, pero ello no le confiere potestad para decidir como si
hubiera participado. Tendrá nuevas oportunidades: las que ella no le
hubiera dado al adversario político de haber triunfado.
Espero
que los elegidos tengan plena conciencia de la oportunidad única que
se les presenta. En 2005, la mayoría de los opositores se negaron a
presentar candidaturas para la Asamblea Nacional, y los pocos que se
candidatearon no reunieron suficientes sufragios para ser elegidos.
El resultado fue un Poder Legislativo rojo rojito, vale decir,
exclusivamente con representantes de organizaciones progresistas. Tan
inaudito como fue el poder que la abstención opositora confirió al
bolivarianismo, fue la falta de uso que este le dio. Durante el
quinquenio que dispusieron de unanimidad casi absoluta han podido
sentar las bases del socialismo venezolano, ya asumido como proyecto
de gobierno por Hugo Chávez Frías y reconocido en los estatutos del
Psuv.
Ninguno
de los otros grandes problemas nacionales fue abordado tampoco, y
menos resuelto. Pareciera que los debates se centraron en comadreos
decorativos y cuestiones de estilo. Ante la inercia legislativa,
Chávez debió continuar la práctica de normar mediante decretos
leyes. Nadie sabe lo que es una Asamblea Legislativa hasta que la
pierde.
No
hay por tanto obstáculos, pero tampoco excusas, para que la
Constituyente no adopte las siguientes normas:
1)
Declaración del carácter socialista de la República Bolivariana de
Venezuela, con los respectivos poderes para acrecentar y defender la
propiedad social de los medios de producción.
2)
Consagrar que los venezolanos somos un pueblo único e indivisible
sobre un territorio indivisible y único, representados por una sola
autoridad, sin que se puedan alegar privilegios fundados en razones
nobiliarias, étnicas o culturales.
3)
Consagrar la lealtad única, exclusiva y excluyente de los nacionales
hacia Venezuela. 4) Reducir la extrema federalización, que hace a la
República vulnerable a intentos caotizantes o secesionistas.
5)
Reformar los poderes en función de su eficacia, coordinación y
posibilidad de solución expedita de diferencias entre ellos.
6)
Restaurar la plenitud de la soberanía eliminando toda posibilidad de
que las controversias sobre materias de interés público sean
decididas por tribunales o de acuerdo con leyes extranjeras, y de que
los impuestos causados en nuestro territorio se cancelen a otros
Estados.
7)
Sancionar normas que permitan la defensa del pueblo, la nación y del
Estado en situación de guerra económica, guerra de cuarta
generación y agresión imperial.
8)
Proscribir todo intento de excluir porciones del territorio nacional
del cumplimiento de normas ecológicas, sociales y laborales de
alcance nacional.
9)
Reconocer y reglar las nuevas formas de organización democrática,
tales como comunas, misiones, fondos zamoranos, empresas recuperadas
y otras que se desarrollaren. Vacilar es perderse.
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