lunes, 7 de agosto de 2017

Xi Jinping quiere la paz mundial pero moderniza su Ejército

04 de junio de 2017
Crédito: alai
 Agencia Latinoamericana de Información
Emilio Marín


El presidente chino mantiene unido su gobierno y moderniza su ejército, sin invadir ni amenazar a nadie. Trump hace todo lo contrario: tiene conflictos internos, incluso en las FFAA, y amenaza la paz mundial, por ejemplo en Corea.

El contraste entre los mandatarios de los países más poderosos del mundo va quedando más claro durante 2017, cuando Donald Trump asumió en Washington y Xi Jinping está cumpliendo cinco años como secretario general del Partido Comunista de China (como presidente desde marzo de 2013).

Esas diferencias son políticas, ideológicas, del contenido de clase de los respectivos gobiernos y también de estilo y características de ambos líderes. Eso va mucho más allá de la inexperiencia de uno en la Casa Blanca y el quinquenio de maduración del otro en Beijing, luego de haber sido secretario del PCCh en Hebei en 1982 y gobernador de Fujian en 2000.

De Trump se sabe que no logra unificar al partido republicano en el Senado para rematar el programa médico Obamacare, un mal menor para los norteamericanos de menores recursos. El magnate dejaría sin cobertura a 24 millones de esas personas y por eso no todos los senadores levantan la mano por esa contrarreforma.

Trump tampoco logra cohesión de su gabinete. El nuevo director de comunicaciones, Anthony Scaramucci, provocó la renuncia del vocero de prensa, Sean Spicer. Scaramucci sólo duró diez días pues fue despedido luego de descalificar al saliente jefe de gabinete, Reince Priebus. Siete altos cargos que dejaron de serlo en el corto lapso que Trump gobierna: el consejero de Seguridad Nacional, Mike Flynn; el predecesor de Scaramucci, Mike Dubke; Priebus; el director del FBI, James Comey; el portavoz de la Casa Blanca, Spicer; y la fiscal general en funciones, Sally Yates. Y está caminando en la cornisa el fiscal general Jeff Sessions, por haberse excusado de defender al presidente en el escándalo de supuestas relaciones con Rusia.
Alguien se puede preguntar si, no obstante, el presidente mantiene buena relación con su indispensable aparato militar. Sólo en parte. Una diferencia hubo a raíz del cambio de postura de Trump respecto a los militares de diferentes orientaciones sexuales. En la campaña electoral había posado de tolerante hacia la comunidad LGBT, pero en los últimos días se despachó con que ninguno podría quedarse en el servicio. “Nuestras Fuerzas Armadas deben centrarse en la victoria decisiva y arrolladora, y no pueden ser lastradas con los enormes costes médicos y la perturbación que implicarían los transexuales”, argumentó el homofóbico.

56 generales y almirantes cuestionaron ese veto porque causaría significativas alteraciones y privaría de talento a las misiones. Unos 6.600 militares serían afectados por una prohibición que dejó de tener vigencia en 2011. Trump genera conflictos en su frente interno, incluso en el castrense.

Sol sale por el Este
La situación política, económica y militar de China resulta muy diferente. Se encaminan al XIX Congreso del Partido Comunista, en un clima de unidad y cohesión en torno al plan de llegar a 2020 con una prosperidad básica para sus 1.360 millones de habitantes. Dentro de eso está el objetivo de sacar en tres años a 70 millones de la pobreza, en particular de zonas rurales. Según el Banco Mundial, el país ya lo hizo con 700 millones en los últimos 25 años, metas que el resto de los países no pueden lograr no sólo porque sus poblaciones son inferiores en número sino porque la naturaleza de sus gobiernos es diferente a la épica maoísta de “servir al pueblo”.

El próximo congreso del PCCH ratificará la meta de llegar al centenario de la revolución, en octubre de 2049, como un país socialista modernizado.

Y para lograrlo no entra en sus mentes agredir a otros ni someterlos como es tan habitual en Estados Unidos y sus socios europeos. Su filosofía es ganar-ganar. Su mayor proyecto económico comercial y de infraestructura es la moderna Ruta de la Seda, que involucra a 60 países y un tercio de la economía mundial, interrelacionándose mucho más con el resto de Asia, Europa y África.

Ese proyecto, que reunió en Beijing en mayo a un centenar de gobernantes y entidades del mundo, fue propuesto por Xi en 2013. Y lo han asido firmemente los dirigentes del partido y el estado. Ellos trabajan en unidad, no idílica ni perfecta, pero con un nivel de cohesión que contrasta con el desorden generalizado en la Casa Blanca. “Hay un gran desorden bajo los cielos”, sintetizaría una típica frase oriental.

¿Aspirará Xi a un segundo mandato? Tiene 63 años de edad y está cumpliendo su primer turno en Beijing. Alentado por los logros, es muy posible que, como su predecesor Hu Jintao y otros, sea votado para cinco años más.

Con el mazo dando
El 1 de agosto se cumplieron los 90 años del Ejército Popular de Liberación (EPL), fundado en 1927 con el levantamiento de Nanchang. Ocurrió cuando el Kuomintang de Chiang Kai-shek traicionó la unidad con el Partido Comunista y los objetivos conjuntos de la revolución agraria comenzada tres años antes, y pasó a masacrar militantes en Shanghai y otras ciudades. Los sobrevivientes se fueron a las montañas de Chingkang, donde se nuclearon restos de unidades militares sublevadas, campesinos armados, etc.

Luego de soportar cinco campañas de cerco y aniquilamiento del Kuomintang, ese núcleo revolucionario que tenía dos brazos (el 8° Ejército y el Nuevo Cuarto Cuerpo de Ejército) tuvo que salir rumbo al norte, so pena de ser aniquilado. Recorrió en un año 12.500 kilómetros, combatiendo con sentido de autodefensa, buscando una base de apoyo segura, que logró en Yenán y ya bajo la dirección de Mao Tsé tung.

En 1934 luchaba en dos frentes: contra el Kuomintang y contra los invasores japoneses que ocupaban cuatro provincias del norte chino. Mao reclamaba y practicaba una política de frente unido Antijaponés, que Chiang no aceptó hasta 1937.

Después de derrotados los japoneses en 1945, recomenzó la nunca acabada guerra civil revolucionaria y el EPL derrotó a los “nacionalistas” que se refugiaron en Taiwán con la ayuda de la flota norteamericana.

De los 40.000 soldados, más bien guerrilleros, que seguían a Mao en Yenán, a Beijing llegaron alrededor de un millón, para crear la República Popular en octubre de 1949. Hoy el EPL tiene 2 millones de soldados, aunque en los últimos dos años la reforma de Xi, que procura más calidad antes que cantidad, se propuso disminuir en 300.000 efectivos.

El 30 de julio pasado el ejército conmemoró su aniversario con un desfile de 12.000 efectivos, con armas nuevas, en la base de Zhurihe, de la región autónoma de Mongolia Interior. Se expusieron 600 piezas de equipos militares, de las que la mitad eran versiones nuevas.

Según el cable de Xinhua, “entre ellas se encontraban los misiles tierra-aire HQ-9B, capaces de interceptar misiles balísticos tácticos enemigos, y el misil SAM HQ-22, diseñado para interceptar misiles de aviones de ala fija y de crucero. También se pudieron ver los misiles aire-buque YJ-83K, que pueden operar en cualquier condición meteorológica y altitud y alcanzar con precisión a múltiples blancos fuera del campo visual. El YJ-83K está diseñado para golpear principalmente a buques y flotillas de superficie de tamaño mediano y grande”.

La agencia china detalló que “el punto culminante de la parada fueron los misiles convencionales y nucleares de la Fuerza de Misiles del EPL, como el balístico Dongfeng-26, que puede ser disparado con poca antelación y equipado con una ojiva nuclear; los misiles balísticos Dongfeng-21D terrestres, 'asesinos de portaaviones', y el misil convencional Dongfeng-16G, diseñado para ataques de precisión”.

La modernización demanda educación superior. El EPL cuenta con 43 instituciones, incluyendo la Universidad de Defensa Nacional y la Universidad Nacional de Tecnología de Defensa, 35 especializadas en servicios armados específicos y seis de fuerzas de policía armada.

El 1/8, 90° aniversario de esa fuerza, el presidente Xi pronunció un discurso en una reunión especial en Beijing. Por un lado ratificó la modernización del EPL, que ha pasado de ser una fuerza de servicio único de “mijo más rifles” a un ejército con servicios plenamente desarrollados y completada básicamente la modernización.

Por otro lado quedó claro que la política dirige al fusil: “el ejército popular debe asegurar firmemente el liderazgo del PCCh y el sistema socialista, proteger la soberanía nacional, la seguridad y los intereses de desarrollo así como la paz regional y mundial”.

El orador insistió en que China quiere la paz y nunca busca la agresión o expansión, pero que mantiene la confianza en derrotar todas las invasiones. “Nadie debe esperar que nosotros pasemos el mal trago del daño a nuestra soberanía, seguridad o intereses de desarrollo”, declaró, por lo cual pidió al EPL estar preparado “para la guerra mediante la forja de unas fuerzas de élite y poderosas que estén siempre listas para la lucha, aptas para el combate y seguras de vencer”. Hay varios modelos y opciones para garantizar la paz y la seguridad así como prevenir la guerra, pero los medios militares deben seguir siendo la garantía definitiva, concluyó.

Más claro, échele agua. ¿Habrán tomado nota Trump y las mentes más calenturientas del Pentágono, ocupadas como están en amenazar a Corea del Norte y Venezuela?

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