24 de julio de 2017
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Rafael Ramírez Carreño
Rafael Ramírez Carreño
En
política, claro hablamos de la política con P mayúscula, la
palabra tiene un valor excepcional. Cuando esta tiene su propio y
definitivo peso, entonces se es consecuente con un principio muy
arraigado en el pueblo venezolano, donde la palabra de una persona es
lo más importante.
Por
supuesto, lo que le da fuerza al valor de la palabra, es decir, del
discurso, es la práctica que la acompaña. La acción y conducta
deben ser coherentes con la misma, más aun cuando se trata de un
dirigente o alguien imbuido de esa responsabilidad, o cualquier otra
autoridad sobre grupos humanos. La coherencia en política es
fundamental y el pueblo o la sociedad toda, perciben casi de manera
instintiva, cuando ella está presente o no en un proceso político o
en el accionar de sus dirigentes.
La
palabra para ser cierta o coherente, no tiene que ser altisonante o
agresiva, no hay una relación entre su tono o intención, con la
posibilidad de que sea coherente con la práctica que la acompaña.
Muchas veces el discurso es amenazante o alterado, justamente, porque
no tiene una actuación que la respalde y, en consecuencia, no tiene
credibilidad. El "por ahora" del Comandante Chávez fue
firme, calmado y preciso, percibido por el Pueblo, como valiente y
sincero, luego, sus acciones y conducta, le dieron coherencia y
credibilidad. Allí Chávez se instaló en el imaginario popular.
Nuestro
país sigue sacudido por un creciente proceso de desestabilización
agravado por la abierta y descarada injerencia norteamericana en
nuestros asuntos internos. El último comunicado del gobierno
estadounidense, no solo es muy grave porque se inmiscuye abiertamente
en nuestras decisiones, ya sin ni siquiera cuidar las formas, sino
porque pasan a la amenaza directa contra nuestro país. Todo esto
antecedido de las declaraciones, videos y mensajes, de los voceros de
la derecha norteamericana, quienes por cierto, son los más
descalificados por sus posiciones extremistas. Algo sin precedentes.
En este tema, el campo Bolivariano debe desechar la ilusión de que
esa amenaza fue un exceso de alguien dentro del gobierno
norteamericano, dejando entrever que existen diferencias en su seno
respecto a nuestro país. No, la posición de ellos es claramente de
injerencia y ofensiva contra nuestra integridad y soberanía, y lo
único que detendrá esta amenaza real es la unidad del pueblo y las
Fuerzas Armadas Bolivarianas con la movilización permanente y el
apresto al combate, que desestimule claramente cualquier agresión
extranjera. Tenemos los medios para la defensa del país.
Para
enfrentar con éxito este peligro, hay que ser coherente con el
discurso y la acción, porque si no, el pueblo o el soldado que esté
dispuesto a morir por la Patria, podría pensar que no vamos en
serio, generándose un proceso de desmovilización. Incluso, el
agresor estaría actuando bajo la convicción de que no se llegaría
al escenario de defensa que se proclama. Debe quedar clara nuestra
determinación de defender la Patria hasta sus últimas
consecuencias. El agresor debe respetar nuestra palabra, como el
imperio español aprendió a respetar la de Bolívar.
La
derecha venezolana, ya no podemos diferenciar entre una derecha
violenta y una no violenta, la oposición, por decir algo, pasará a
los anales de la historia política de nuestro país, o más
concretamente, al basurero de la historia, como el sector
político-social responsable de que nuestra Patria y nuestro pueblo
sean agredidos por una potencia extranjera. Es inaceptable el llamado
a gritos que hace la oposición para que los Estados Unidos, o
cualquiera que quiera o crea que puede hacerlo: paramilitares,
delincuentes, golpistas, gobiernos de derecha de América o de
Europa, el que sea que esté dispuesto a la aventura, agreda o
intervenga en nuestro país.
Por
otra parte, la violencia, las guarimbas y los llamados "trancazos",
que no son más que secuestros masivos, definitivamente están
arruinando la vida de todos los ciudadanos, sin importar la posición
política que apoyen. Estos permanentes focos de intolerancia retan
la autoridad del Estado Venezolano y la capacidad del gobierno de
garantizar la seguridad e integridad física de todos. Estos pequeños
infiernos, que han sido estimulados y glorificados por cabecillas de
la oposición venezolana y por medios de comunicación y redes
sociales, no tienen nada de gloriosos. Son delincuentes, cobran
peaje, asaltan a los vecinos, actúan con violencia, ejecutan
personas, queman seres humanos, utilizan niños, armamento
sofisticado, además de dispositivos explosivos, incluyendo lo que se
denomina en las Naciones Unidas, hablando del terrorismo, como
"dispositivos explosivos improvisados". Ellos hacen lo que
les da la gana. Ahora, ni siquiera hacen caso a sus patrocinadores,
los cabecillas de la oposición y sus partidos de extrema derecha,
quienes los han provisto de propaganda, logística, dinero, equipos y
apoyo político en sus respectivos municipios con todas las
posibilidades y recursos que poseen como autoridades locales.
¿Qué
le pasa a la oposición, sus partidos, sus voceros y los sectores que
los apoyan como la Conferencia Episcopal y gobiernos extranjeros, que
no dicen nada, que ocultan y minimizan los hechos de violencia
inusitados que ensaya y estimula la oposición desde las guarimbas?
¿Por qué no dicen nada condenando la práctica extendida de quemar
seres humanos vivos o linchar personas por ser sospechosos de
Chavistas, o parecer de extracción humilde, distintos a las élites
sociales de la oligarquía venezolana? Van 23 seres humanos quemados
vivos o linchados por las hordas fascistas y ninguno de los voceros
de la oposición, nacional o internacional, han condenado estas
acciones.
Luego
de meses de violencia, donde se han producido episodios de brutalidad
fascista, intolerancia y crímenes de todo tipo que deberían
estremecer la conciencia nacional, luego de más de 90 muertos en
distintas circunstancias, todas condenables, luego de 100 días de
bloqueos de vías, "trancazos" y llamados abiertos a la
intervención extranjera, la oposición ahora llama a la conformación
de un gobierno de "unidad nacional", por cierto, sin los
chavistas. ¿Quién carajo puede creerles? Son los mismos actores,
responsables de la violencia y la desestabilización, no solo en
estos últimos años, sino desde los mismos eventos violentos de
2002, Golpe de Estado, Sabotaje Petrolero, Plaza Altamira, etc. Han
destrozado el país, promovido la muerte, llamado a una intervención
extranjera y son los creadores y difusores del discurso de la
intolerancia y el odio. ¿Quién les puede creer? ¿Es que acaso han
sido coherentes con su palabra? ¿Es que acaso tienen algo de
seriedad, ética o límites para actuar en función de sus intereses
personales? Pues no, no los tienen y por eso nadie les cree. Antes de
llegar a esa propuesta oportunista y falsa, que resulta vacía a la
luz de lo que ha sido su propio comportamiento, deben pasar por el
camino de reconocer sus crímenes, errores, repudio a la intervención
extranjera, expresar su pesar por la cantidad de seres humanos
asesinados y su renuncia a todo tipo de ejercicio de la violencia
basada en el odio, la revancha, la persecución. Deben rendir cuentas
a la justicia los responsables y autores de los crímenes de odio
cometidos contra tantos venezolanos. No puede haber paz con
impunidad.
El
llamado "Plebiscito" convocado por la oposición
evidentemente no arrojó los resultados políticos por ellos
esperados. No solo están claras las irregularidades y trampas en su
desarrollo, sino, y tal vez lo más grave para ellos, es que los
números no les dan, se contradicen todo tipo de voceros y
"expertos", que saben que la cantidad de personas que dicen
haber movilizado, son por un lado fraudulentas, por el otro irreales
y, en todo caso, mucho menos que lo que han obtenido en el pasado.
Sin embargo, su realización, se usa como una "razón" para
derrocar al gobierno o nombrar nuevas autoridades del Estado, basados
en una supuesta legitimidad que han obtenido tras la farsa.
El
Estado venezolano tiene la responsabilidad de garantizar la seguridad
de sus ciudadanos, nadie más lo hará por nosotros, lo hemos
mencionado anteriormente, su disfuncionalidad solo conviene a la
oposición desestabilizadora, quien incluso, la promueve, tanto en la
calle, con la violencia fascista, como a nivel del Estado con la
crisis evidente que existe entre algunos de sus Poderes.
Nuestro
proceso ha tenido como estrategia la conducción de una revolución
por la vía pacífica, pero hasta esta tiene sus límites. El Estado,
el gobierno y sus instituciones, están obligados a tomar todas las
acciones necesarias para garantizar el funcionamiento del país,
evitar la impunidad y la comisión de crímenes de odio. El Estado, a
través de las Fuerzas Armadas Bolivarianas, tiene de acuerdo a
nuestra Constitución la responsabilidad de proteger al país y de
acuerdo a nuestras leyes se le autoriza el uso de la fuerza para
garantizar la paz y la seguridad ante agresiones internas y externas.
Cuando
este principio se soslaya por el cálculo político, por una
negociación en curso, o por la "táctica" de dejar hacer
para no molestar o irritar a grupos de presión, sobre todo
internacionales, se está siendo incoherente con el discurso y se
permite una situación de ausencia de ley y del Estado que es
intolerable.
Se
ha otorgado el beneficio de casa por cárcel a Leopoldo López,
procesado por tribunales venezolanos por la comisión de numerosos
crímenes, se han anunciado otras medidas de gracia para individuos
estrechamente vinculados a los episodios de violencia en el país,
sería importante evaluar cuál ha sido la actitud y cuál es el
compromiso con la paz de los sectores de la violencia, en respuesta a
estas medidas. Cada paso que se dé en el terreno movedizo de la
negociación o acuerdos políticos debe traducirse en un avance en la
funcionalidad de la política, sin sacrificar de ninguna manera los
principios de justicia y cese de la impunidad. Reitero mi solidaridad
y reconocimiento a las víctimas de las guarimbas.
Lo
que está sucediendo en las calles con la violencia e impunidad de
las guarimbas, es tan disfuncional como cuando los pranes entran y
salen de las cárceles o gozan de privilegios; o como cuando las
bandas criminales ejercen control del territorio e instalan la
cultura de la muerte; o como cuando los sectores económicos imponen
precios arbitrarios a los productos, manipulan el paralelo condenando
a todos a la escasez, el desabastecimiento y la especulación, que
afectan las condiciones de vida, y que tiene consecuencias profundas,
cuando se trata de medicamentos.
En
tiempos de crisis y confrontación, el liderazgo de la Revolución,
tiene que convertir la palabra y la acción en un elemento creíble
para el pueblo y mostrar sin ambigüedades, que solo el bloque
chavista y el Socialismo serán capaces de resolver nuestros asuntos
y preservar la paz.
La
economía sigue siendo el factor fundamental de la crisis, subyace en
el fondo de la confrontación, no se habla de ella, pero los
intereses antinacionales y antipopulares avanzan en la inconsistencia
entre el discurso y la acción, nos agrede el imperialismo
norteamericano pero algunos consideran que la Exxon-Mobil u otras
trasnacionales podrán ayudarnos.
La
oposición no da tregua en la violencia pero se insiste en que el
sector privado, dependiente y parasitario del modelo rentista
petrolero, nos llevará a una nueva fase de una economía post
petrolera, que no se ha dicho, si será socialista o no.
La
Constituyente será un espacio para este debate y un espacio para
blindar el legado del Comandante Chávez, sin traspasar su línea
roja.
En
estos tiempos, definitivos para la Patria y el legado que nos dejara
el Comandante Chávez, se observan con claridad las definiciones y
las posturas éticas y morales en el ejercicio de la política, desde
los incomprensibles fenómenos del sectarismo, grupismo, dogmatismo y
arrogancia, que liquidan la posibilidad de un ejercicio pleno y
coherente del quehacer político y la dirección del pueblo, pasando
por la miseria humana de la larga y triste estela de traidores,
desleales y oportunistas que entregan su palabra y honor a los
enemigos del pueblo, en efímeros momentos de estelar audiencia, para
luego pasar el resto de sus vida rumiando sus inconsistencias, hasta
nuestro pueblo noble, que hace un ejercicio ético de la política,
con humildad, combatividad, honestidad y firmeza, atributos que
mantienen la llama sagrada, las razones supremas para la lucha, la
inspiración Bolivariana en el corazón de nuestro pueblo. Con los
pobres de la tierra, con los que están dispuestos a vivir o a morir
por la Revolución Bolivariana, nos jugamos el resto de la vida y
nuestra lealtad al Comandante Chávez ¡Venceremos!
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