26 de noviembre de 2016
Crédito: Rebelion
Mariana Domínguez Batis
Mariana Domínguez Batis
El
líder histórico de la Revolución cubana, Fidel Castro, falleció
en la noche de este viernes a la edad de 90 años.
La
lamentable noticia fue dada a conocer por el presidente Raúl Castro,
a través de una alocución televisiva en cadena nacional. El jefe de
Estado explicó que el cuerpo del líder histórico de la Revolución
cubana será cremado atendiendo a su propia voluntad.
El mandatario agregó que en las próximas horas se anunciará cómo se realizarán las exequias.
Esta fue la bitácora de fotos publicada en 2014 cuando Fidel Castro cumplió 88 años.
El mandatario agregó que en las próximas horas se anunciará cómo se realizarán las exequias.
Esta fue la bitácora de fotos publicada en 2014 cuando Fidel Castro cumplió 88 años.
"Luchar
por una utopía es en parte construirla”
Fidel,
el hombre, ha muerto, pero aquel polémico personaje que derrocó una
dictadura, cimentó un gobierno de izquierda en Cuba, luchó durante
décadas contra la política exterior estadunidense y generó algunas
veces repudio y encono, y otras simpatía, admiración e incluso
culto a la personalidad, continuará vigente como uno de los líderes
más recordados y analizados del siglo XX y parte del XXI.
El
líder de la revolución cubana murió este 25 de noviembre a los
90 años en su amada Habana, aquélla que los recibió a él y a
los combatientes de Sierra Maestra como libertadores, entre flores,
banderas y campanadas un 8 de enero de 1959.
“Es
mejor morir de pie que vivir de rodillas”
No
fue a los 10 años cuando lo atacó una despiadada peritonitis. Ni en
un enmarañado pantano, ni en un manglar de la sierra ante el fuego
enemigo. Tampoco en las entradas y salidas del quirófano por
diverticulitis en 2006, cuando casi a diario la prensa internacional
lo daba por muerto. Mucho menos en uno de los 640 intentos fallidos
de la CIA para asesinarlo.
Fidel
Castro, la persona a la que más se ha intentado asesinar, según el
propio libro de Guinness, y quien quizá tuvo una “tendencia a
cortejar la muerte”, --de acuerdo con el periodista polaco Tad
Szulc, uno de sus biógrafos-- alcanzó la novena década de
vida, después de haber sobrevivido la guerrilla, los atentados
y la enfermedad.
“Llegué
a estar muerto” , le reveló a la periodista y directora de La
Jornada, Carmen Lira, en una entrevista en 2010, al referirse a la
grave crisis de salud a la que se enfrentó cuatro años antes y que
lo llevó a delegar el poder en su hermano Raúl. “E stás ante una
especie de re-su-ci-ta-do”, profirió con orgullo aquél que se
había enfrentado ya tantas veces con la muerte.
Fidel,
el hombre
El
hombre, al que no cuesta trabajo imaginar con su icónica y copiosa
barba, ataviado con un traje militar color verde olivo y una boina a
la par --distintivo de su escalafón como comandante en jefe de la
Fuerzas Armadas--, ha generado en el imaginario una doble imagen, en
palabras de Szulc.
Por
un lado, se le ha considerado como un “revolucionario romántico”,
siempre provocador, con una brillantez inusitada y una imaginación
desbordante; quien en 1958 liberó a Cuba de la dictadura de
Fulgencio Batista, con la promesa de igualdad y prosperidad. El líder
que se enfrentó durante más de medio siglo contra Estados Unidos,
la mayor potencia de la época, y trabajó por construir una nación
igualitaria y desarrollada.
Por
el otro, se le califica como un dictador inflexible ideológicamente,
que detentó el poder durante casi 50 años; como un servidor de la
Unión Soviética, que cometió enormes errores en la política
económica cubana e impidió el desarrollo de la isla, debido a la
confrontación que mantuvo con EU y al consecuente bloqueo económico
aplicado contra Cuba por décadas.
El
político cubano no dio muchas entrevistas en vida; sin embargo, las
suficientes para que periodistas y escritores delinearan al menos una
parte de su personalidad.
“Fidel
Castro no descansa”, concluyó la argentina Stella Calloni después
de una charla que sostuvo con él en 2008, la cual transcurrió “como
un río”. La periodista también resaltó el “deseo apasionado de
saber” del revolucionario, así como su talante al escribir: “me
dicen que es muy riguroso y revisa palabra por palabra, ajusta el
lenguaje y es perfeccionista en extremo”.
El
comandante de la revolución nicaragüense, Tomás Borge, autor del
libro Un grano de maíz, donde plasmó una larga
conversación con Fidel, lo describe como un hombre “de buen humor,
hiperkinético” y “una persona muy reservada. Los cubanos no
discuten normalmente su vida particular, sobre todo, por respeto”.
Mientras
que Szulc, artífice de la biografía Fidel, un retrato
crítico, consideró que el comandante era poseedor de una
“complejísima personalidad”. Cerca de su sesenta aniversario, y
al “filosofar sobre la vida” con el reportero, Castro le confesó
que “creía firmemente que fue su destino natural el que le llevó,
hacía bastante más de un cuarto de siglo, a escalar las alturas y
alcanzar la cima del poder”.
El
decano de la izquierda latinoamericana
En
sus últimos años de vida, desde la grave enfermedad intestinal que
padeció en 2006, Fidel apareció públicamente en contadas
ocasiones; sobre todo en reuniones privadas con personalidades
políticas, que quedaron consignadas en los medios de comunicación
internacionales. En las fotografías, se observaba al líder
repuesto, saludable, con su usual mirada vívida y curiosa, y ya no
con su uniforme militar, sino con ropa deportiva.
Fidel,
considerado el decano de la izquierda latinoamericana, recibió en La
Habana durante la última década a líderes como los brasileños
Luis Inacio Lula da Silva y Dilma Rousseff; los venezolanos
Hugo Chávez y Nicolás Maduro; la argentina Cristina Fernández; el
uruguayo José Mújica; la chilena Michelle Bachelet. Todos ellos
considerados impulsores de lo que se conoce como “la nueva
izquierda latinoamericana”.
En
sus últimos años de vida, Castro también abrió las puertas de su
hogar a personajes de otros ámbitos, como el futbolista argentino
Diego Armando Maradona, el papa Benedicto XVI o el periodista
franco-español Ignacio Ramonet (autor del libro de entrevistas Cien
horas con Fidel), entre otros.
“Mucho
por hacer todavía”
Cuando
venció su revolución en 1958, Castro profirió un discurso durante
su entrada triunfal a La Habana, en el que consideró aquel momento
como “decisivo” en la historia de su país, ya que “la tiranía”
fue derrocada. Sin embargo, reconoció que quedaba “mucho por hacer
todavía” y llamó a sus conciudadanos a no engañarse “creyendo
que en lo adelante todo será fácil”, ya que, por el contrario, en
lo adelante todo será más difícil”.
Y
así fue. Entre los méritos incuestionables de su mandato se cuenta
la importante reducción del analfabetismo en la isla y la
construcción de un sólido y avanzado sistema médico estatal, que
ha generado investigación en medicina y biotecnología de
trascendencia global, como el desarrollo de vacunas contra distintos
tipos de cáncer y contra el VIH Sida.
En
contraparte, lo más cuestionado ha sido su política económica,
cuyos intentos de diversificación han fracasado, para enfocarse en
el monocultivo de azúcar y el turismo, La economía cubana fue
sostenida por la extinta URSS y posteriormente por la ayuda del
venezolano Hugo Chávez, según considera le periodista polaco Szulc.
Sin embargo, la situación comienza a cambiar con las extensas
reformas implementadas por Raúl Castro desde 2011.
“Comes
y te vas”
La
estrecha relación entre Fidel Castro y nuestro país surgió cuando
el 8 de julio de 1955 llegó a la Ciudad de México, para encontrarse
con otros refugiados y su hermano Raúl en el departamento de la
también cubana María Antonia González, donde más tarde conocería
a su compañero de lucha Ernesto Guevara.
En
México, el “muchacho barbudo” organizó una fuerza rebelde que
tiempo después desembarcó en Cuba en forma de invasión armada,
luchó una guerra de guerrillas en la Sierra Maestra y finalmente
derrocó al gobierno dictatorial de Fulgencio Batista en 1958.
La
relación bilateral México-Cuba transcurrió de una manera amistosa
y de colaboración, bajo el principio de no intervención en asuntos
internos de otros países. Hasta que la canciller del gobierno de
Ernesto Zedillo (1994-2000), Rosario Green, se reunió en La Habana
con un sector de la disidencia cubana, gesto que causó la molestia
de Castro.
Vicente
Fox (2000-2006) atizó la tensión cuando en 2002, con la célebre
frase “comes y te vas”, pidió al líder cubano salir velozmente
de una cumbre en Monterrey para no coincidir con el presidente
estadunidense, George W. Bush. Tras el incidente, Castro calificó a
Fox como “un vil traidor a la historia de su abnegado y combativo
pueblo”.
Con
el regreso del PRI al poder, la relación entre ambas naciones
comenzó a normalizarse. En diciembre de 2013, México condonó el
70% de una deuda cubana de unos 500 millones de dólares. Mientras
que el 29 de enero de 2014, Fidel Castro recibió al presidente
mexicano Enrique Peña Nieto, quien refirió “una conversación muy
cordial”, donde el cubano recordó “fundamentalmente lo que para
él había sido la relación de México con Cuba y su paso por
México”.
“No
tenemos otra alternativa que soñar”
En
vida, Fidel Castro llegó a temer “la muerte de sus sueños” más
que la suya propia, según relata Tad Szulc. Hoy, tras el
fallecimiento del hombre, es posible recordar las palabras del
revolucionario cubano recogidas por Tomás Borge:
“No
tenemos otra alternativa que soñar, seguir soñando, y soñar,
además, con la esperanza de que ese mundo mejor tiene que ser
realidad, y será realidad si luchamos por él. El hombre no puede
renunciar nunca a los sueños, el hombre no puede renunciar nunca a
las utopías. Es que luchar por una utopía es, en parte,
construirla”.
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