06 de noviembre de 2016
Crédito: CEPR
Center for Economic and Policy Research
Mark Weisbrot
Center for Economic and Policy Research
Mark Weisbrot
La
incorporación del Vaticano al proceso de diálogo en Venezuela
plantea un reto inhabituala la política de Estados Unidos en
Venezuela y en la región. Eldomingo 30 de octubre, representantes de
tres de los cuatro principales partidos opositotes y otros líderes
de la oposición se reunieron con el gobierno, con la presencia de
mediadores del Vaticano y de la UNASUR (la Unión de Naciones
Suramericanas), lo cual ha dado lugar a ciertos avances. El gobierno
liberó a cuatro personas consideradas por la oposición como presos
políticos, y por su parte la oposición suspendió un juicio
político contra el presidente Maduro y una demostración que la
mayoría de los observadores pensaba que podría correr con un alto
riesgo de violencia.
Thomas
Shannon, el funcionario número tres del Departamento de Estado de
EE.UU, también viajó a Venezuela esta semana, se reunió con el
presidente Maduro y con líderes de laoposición, y respaldó el
diálogo. Ojalá pudiera decir que aquello supone un cambio
sustancial en la política de EE.UU. en la región, pero todas las
pruebasaún apuntan en sentido contrario.
El
gobierno de EE.UU. no se dirige a Venezuela con miras al diálogo o a
concesiones. El gobierno de Obama aplicó sanciones económicas
contra Venezuela, las cuales el mismo presidente Obama renovó el
pasado mes de marzo. Alreiterar dichas sanciones, la orden ejecutiva
de nuevo declaró que
Venezuela constituye "una amenaza inusual y extraordinaria a la
seguridad de Estados Unidos”. El mundo ya sabe lo que le puede
ocurrir a países considerados por EE.UU. como "una inusual y
extraordinaria" amenaza a su seguridad. Tan solo hace falta ver
lo que pasó en Irak,o lo que le pasó a Nicaragua en la década de
1980 – los gobiernos de ambos países también fueron declarados
amenazas “extraordinarias” antes de intervenciones de EEUU. No
importacuántas personas se vean directamente afectadas por las
sanciones puntuales contra Venezuela. Laamenaza es lo que importa, y
es lo suficientemente inquietante y agresiva como para mantener a
raya de Venezuela a muchos inversores y elevar el costo de
endeudamiento del país. (Demás está decir que la premisa entera de
que Venezuela constituye una "amenaza a la seguridad" es
absurda).Por otra parte, el gobierno de EE.UU. también ha presionado
directamente a instituciones financieras para que no hagan negocios
con Venezuela.
Por
todas estas razones, queda claro que el objetivo de Washington en
Venezuela es por lo pronto idéntico al de casi todos los últimos 15
años. El respaldo al diálogo por parte de Shannon vendrá siendo
casi seguramente el mismo que en los deshielos diplomáticos
anteriores: un respiro de corta duración y poco sincero. El
presidente Obama abrió el período más largo(unos cinco meses) de
relaciones tranquilas entre EE.UU. y Venezuela, desde el
golpe militar respaldado por Washington del año 2002, entre
marzo y julio del año pasado. Sin embargo, muy pronto quedó
al descubierto que aquello fue solamente porque Cuba - con el apoyo
del resto de la región - lo planteó como condición para avanzar en
sus propias negociaciones de apertura en las relaciones. Se trataba
de algo que Obama quería dejar como su legado. Pero a medida que se
acercaban las elecciones a la Asamblea Nacional en Venezuela, la
gestión de Obama volvió a su estrategia de cambio de régimen, al
apoyar una campaña
internacional para deslegitimar las elecciones en el país
(la cual resultó ser innecesaria, pues la oposición obtuvo una
contundente victoria).
La
oposición venezolana siguió una "estrategia de tomamilitar"
durante los primeros cuatro años del gobierno de Chávez, incluyendo
el golpe militar de 2002. Sin embargo, desde el 2004 ha sido sujeta a
divisiones en torno a si se debe o no buscar el cambio por vías
legales. Cada vez que han contado con personas en las calles en busca
de un derrocamiento violento o fuera del marco legal - como en
2002-2003, 2013 o 2014 - el gobierno de EE.UU. se ha puesto de su
lado. Washington también ha dirigido campañas internacionales para
deslegitimar al gobierno de Venezuela, lo cual forma una parte vital
decualquier estrategia paralegal de "cambio de régimen".
Pero
por los momentos, el Papa Franciscoha alterado los cálculos de todo
el mundo. Para la oposición venezolana de línea dura, condenar al
Papa seríapoco sensato. La gestión de Obama tampoco puede ejercer
el mismo tipo de presión hacia el Vaticano como la que ejerce, por
ejemplo, hacia los gobiernos europeos para que apoyen sus sanciones
contra Rusia, o múltiples aventuras militares poco populares.
Por otra parte, los medios de comunicación internacionales no pueden
marginar o ignorar al Papa de la misma forma en que lo hacen con el
resto de los gobiernos del hemisferio, por ejemplo, cuando dichos
gobiernos se resisten al apoyo de Washington a un cambio de régimen
en Venezuela, en Honduras y en otros países.
El
Papa seguramente tiende a ver la crisis venezolana de una forma
pragmática, por encima del lente de los imperativos ideológicos e
imperiales de Washington. En Venezuela, existe un gobierno dividido.
Loschavistas controlan la presidencia y buena parte del poder
judicial,mientras que una oposición díscola controla la Asamblea
Nacional. Hasta la próxima elección presidencial, no hay manera de
resolver el conflicto político sino por el diálogo y la
negociación.
Puede
que el Papa Francisco sea un diplomático pragmático, pero tiene
ciertos principios y no se deja intimidar fácilmente. Es
probable que entienda que un gobierno dividido en Venezuela es el
resultado de un país dividido. Entre el año 2003, cuando el
gobierno de Chávez obtuvo el control de la industria petrolera
nacional, y el año 2014, la gran mayoría de la población vivió
grandes aumentos en sus niveles de vida. Es por esta razón que en
las elecciones parlamentarias del pasado diciembre, el PSUV aún
obtuvo más del 40 por ciento de los votos - a pesar de una inflación
que 180 por ciento y la escasez generalizada de bienes de consumo
básico.
Gran
parte de los logros de la era de Chávez se han perdido en los
pasados casi tres años, y en particular en el últimoaño. No
obstante, el partido de gobierno todavía cuenta con una base
política con memoria de niveles de pobreza y de exclusión - ya no
sea de escasez - peores durante la época anterior a Chávez. Ellos
no ven a la oposición política,un movimiento político de derecha
que siempre ha representado a las clases altas, como gente que les
ofrezca soluciones para mejorar sus vidas.
Por
lo tanto, el Vaticano probablemente buscará la negociación y el
acuerdo de ambos lados de la división política. Esto supone
undesafío singular para Washington y algunos de sus aliados más
cercanos en Venezuela.
Mark
Weisbrot es codirector del Centro
de Investigación en Economía y Política (Center for
Economic and Policy Research, CEPR) en Washington, D.C. y presidente
de la organización Just
Foreign Policy. También es autor del nuevo libro “Fracaso.
Lo que los ‘expertos’ no entendieron de la economía global”
(2016, Akal, Madrid).
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