12 de noviembre de 2016
Compilador: German Saltrón Negretti
Esta
inesperada victoria de Donald Trump en las elecciones de EE.UU, han
permitido hacer algunos análisis de la realidad política de los
Estados Unidos y del mundo. Hay un evento ocurrido antes de este
acontecimiento mundial. El Papa Francisco advierte sobre el mal del
capitalismo en unas declaraciones del 5/11/2016, en el III encuentro
mundial de los movimientos populares realizado en Roma, Italia. Jorge
Mario Bergoglio dijo. “¿Quién gobierna entonces? El dinero. ¿Cómo
gobierna? Con el látigo del miedo, de la inequidad, de la violencia
económica, social, cultural y militar que engendra más y más
violencia en una espiral descendente que parece no acabar jamás”.
“Se
produce la bancarrota de un banco y de inmediato aparecen sumas
escandalosas para salvarlo, pero cuando se produce esta ‘bancarrota
de la humanidad’ no hay casi ni una milésima parte para salvar a
esos hermanos que sufren tanto”, cuestionó, indicó la crisis que
se observa en el mar Mediterráneo, en el que han muerto miles de
hombres, mujeres y niños que huyen de los conflictos y la pobreza
imperantes en países de Asia y África. Francisco recordó que esta
“dictadura económica” ya fue vaticinada por algunos de sus
predecesores, como Pio XI que en 1931 acuñó la expresión de
“imperialismo internacional del dinero”, y dijo que “toda la
doctrina social de la Iglesia” y el magisterio de sus predecesores
“se rebelan contra el ídolo-dinero” que, según apuntó, “reina
en lugar de servir, tiraniza y aterroriza a la humanidad”.
Cuestionó que el modelo capitalista deje de lado al ser humano”.
¡Oh casualidad!. El dia 9/11/2016 gana las elecciones en EE.UU
Donald Trump, a pesar de los pronósticos de los medios de
comunicación que daban como ganadora a Clinton.
Ignacio
Ramonet excelente analista internacional, también tiene unas
explicaciones muy convincentes del triunfo de Trump, en su artículo
titulado ¿Fin del fenómeno Trump? “¿Cómo consiguió Trump
invertir una tendencia que lo daba perdedor y lograr imponerse en la
recta final de la campaña? Este personaje atípico, con sus
propuestas grotescas y sus ideas sensacionalistas, ya había
desbaratado hasta ahora todos los pronósticos. Frente a pesos
pesados como Jeb Bush, Marco Rubio o Ted Cruz, que contaban además
con el resuelto apoyo del establishment republicano, muy pocos lo
veían imponerse en las primarias del Partido Republicano, y sin
embargo carbonizó a todos sus adversarios, reduciéndolos a cenizas.
Hay
que entender que desde la crisis financiera de 2008 (de la que aún
no hemos salido) ya nada es igual en ninguna parte. Los ciudadanos
están profundamente desencantados. La propia democracia, como
modelo, ha perdido credibilidad. Los sistemas políticos han sido
sacudidos hasta las raíces. En Europa, por ejemplo, se han
multiplicado los terremotos electorales (entre ellos, el Brexit). Los
grandes partidos tradicionales están en crisis. Y en todas partes
percibimos subidas de formaciones de extrema derecha (en Francia, en
Austria y en los países nórdicos) o de partidos antisistema y
anticorrupción (Italia, España). El paisaje político aparece
radicalmente transformado.
Ese
fenómeno ha llegado a Estados Unidos, un país que ya conoció, en
2010, una ola populista devastadora, encarnada entonces por el Tea
Party. La irrupción del multimillonario Donald Trump en la Casa
Blanca prolonga aquello y constituye una revolución electoral que
ningún analista supo prever. Aunque pervive, en apariencias, la
vieja bicefalia entre demócratas y republicanos, la victoria de un
candidato tan heterodoxo como Trump constituye un verdadero seísmo.
Su estilo directo, populachero, y su mensaje maniqueo y
reduccionista, apelando a los bajos instintos de ciertos sectores de
la sociedad, muy distinto del tono habitual de los políticos
estadounidenses, le ha conferido un carácter de autenticidad a ojos
del sector más decepcionado del electorado de la derecha. Para
muchos electores irritados por lo « políticamente correcto », que
creen que ya no se puede decir lo que se piensa so pena de ser
acusado de racista, la « palabra libre » de Trump sobre los
latinos, los inmigrantes o los musulmanes es percibida como un
auténtico desahogo.
A
ese respecto, el candidato republicano ha sabido interpretar lo que
podríamos llamar la « rebelión de las bases ». Mejor que nadie,
percibió la fractura cada vez más amplia entre las élites
políticas, económicas, intelectuales y mediáticas, por una parte,
y la base del electorado conservador, por la otra. Su discurso
violentamente anti-Washington y anti-Wall Street sedujo, en
particular, a los electores blancos, poco cultos, y empobrecidos por
los efectos de la globalización económica.
Hay
que precisar que el mensaje de Trump no es semejante al de un partido
neofascista europeo. No es un ultraderechista convencional. Él mismo
se define como un «conservador con sentido común» y su posición,
en el abanico de la política, se situaría más exactamente a la
derecha de la derecha. Empresario multimillonario y estrella
archipopular de la telerealidad, Trump no es un antisistema, ni
obviamente un revolucionario. No censura el modelo político en sí,
sino a los políticos que lo han estado piloteando. Su discurso es
emocional y espontáneo. Apela a los instintos, a las tripas, no a lo
cerebral, ni a la razón. Habla para esa parte del pueblo
estadounidense entre la cual ha empezado a cundir el desánimo y el
descontento. Se dirige a la gente que está cansada de la vieja
política, de la « casta ». Y promete inyectar honestidad en el
sistema; renovar nombres, rostros y actitudes.
Los
medios han dado gran difusión a algunas de sus declaraciones y
propuestas más odiosas, patafísicas o ubuescas. Recordemos, por
ejemplo, su afirmación de que todos los inmigrantes ilegales
mexicanos son “corruptos, delincuentes y violadores”. O su
proyecto de expulsar a los 11 millones de inmigrantes ilegales
latinos a quienes quiere meter en autobuses y expulsar del país,
mandándoles a México. O su propuesta, inspirada en « Juego de
Tronos », de construir un muro fronterizo de 3.145 kilómetros a lo
largo de valles, montañas y desiertos, para impedir la entrada de
inmigrantes latinoamericanos y cuyo presupuesto de 21 mil millones de
dólares sería financiado por el gobierno de México. En ese mismo
orden de ideas: también anunció que prohibiría la entrada a todos
los inmigrantes musulmanes…Y atacó con vehemencia a los padres de
un militar estadounidense de confesión musulmana, Humayun Khan,
muerto en combate en 2004, en Irak.
También
su afirmación de que el matrimonio tradicional, formado por un
hombre y una mujer, es “la base de una sociedad libre”, y su
crítica de la decisión del Tribunal Supremo de considerar que el
matrimonio entre personas del mismo sexo es un derecho
constitucional. Trump apoya las llamadas “leyes de libertad
religiosa”, impulsadas por los conservadores en varios Estados,
para denegar servicios a las personas LGTB. Sin olvidar sus
declaraciones sobre el “engaño” del cambio climático que, según
Trump, es un concepto “creado por y para los chinos, para hacer que
el sector manufacturero estadounidense pierda competitividad”.
Este
catálogo de necedades horripilantes y detestables ha sido, repito,
masivamente difundido por los medios dominantes no solo en Estados
Unidos sino en el resto del mundo. Y la principal pregunta que mucha
gente se hacía era: ¿cómo es posible que un personaje con tan
lamentables ideas consiga una audiencia tan considerable entre los
electores estadounidenses que, obviamente, no pueden estar todos
lobotomizados? Algo no cuadraba. Para responder a esa pregunta
tuvimos que hendir la muralla informativa y analizar más de cerca el
programa completo del candidato republicano y descubrir los siete
puntos fundamentales que defiende, silenciados por todos los grandes
medios de comunicación.
1)
Los periodistas no le perdonan, en primer lugar, que ataque de frente
al poder mediático. Le reprochan que constantemente anime al público
en sus mítines a abuchear a los “deshonestos” medios. Trump
suele afirmar: «No estoy compitiendo contra Hillary Clinton, estoy
compitiendo contra los corruptos medios de comunicación». En un
tweet reciente, por ejemplo, escribió: «Si los repugnantes y
corruptos medios me cubrieran de forma honesta y no inyectaran
significados falsos a las palabras que digo, estaría ganando a
Hillary por un 20%.»
Por
considerar injusta o sesgada la cobertura mediática, el candidato
republicano no dudó en retirar las credenciales de prensa para
cubrir sus actos de campaña a varios medios importantes, entre
otros: The Washington Post, Politico, Huffington Post y BuzzFeed. Y
hasta se ha atrevido a atacar a Fox News, la gran cadena del
derechismo panfletario, a pesar de que lo apoya a fondo como
candidato favorito…
2)
Otra razón por la que los grandes medios atacaron con saña a Trump
es porque denuncia la globalización económica, convencido de que
ésta ha acabado con la clase media. Según él, la economía
globalizada está fallando cada vez a más gente, y recuerda que, en
los últimos quince años, en Estados Unidos, más de 60.000 fábricas
tuvieron que cerrar y casi cinco millones de empleos industriales
bien pagados desaparecieron.
3)
Es un ferviente proteccionista. Propone aumentar las tasas sobre
todos los productos importados. «Vamos a recuperar el control del
país, haremos que Estados Unidos vuelva a ser un gran país.»,
suele afirmar, retomando su eslogan de campaña.
Partidario
del Brexit, Donald Trump ha desvelado que, una vez elegido
presidente, tratará de sacar a EE.UU. del Tratado de Libre Comercio
de América del Norte (NAFTA por sus siglas en inglés). También
arremetió contra el Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP por
sus siglas en inglés), y aseguró que, de alcanzar la Presidencia,
sacará al país del mismo: «El TPP sería un golpe mortal para la
industria manufacturera de Estados Unidos.» En regiones como el rust
belt, el «cinturón del óxido» del noreste, donde las
deslocalizaciones y el cierre de fábricas manufactureras dejaron
altos niveles de desempleo y de pobreza, este mensaje de Trump está
calando hondo.
4)
Así como su rechazo de los recortes neoliberales en materia de
seguridad social. Muchos electores republicanos, víctimas de la
crisis económica del 2008 o que tienen más de 65 años, necesitan
beneficiarse de la Social Security (jubilación) y del Medicare
(seguro de salud) que desarrolló el presidente Barack Obama y que
otros líderes republicanos desean suprimir. Trump ha prometido no
tocar a estos avances sociales, bajar el precio de los medicamentos,
ayudar a resolver los problemas de los « sin techo », reformar la
fiscalidad de los pequeños contribuyentes y suprimir el impuesto
federal que afecta a 73 millones de hogares modestos.
5)
Contra la arrogancia de Wall Street, Trump propone aumentar
significativamente los impuestos de los corredores de hedge funds que
ganan fortunas, y apoya el restablecimiento de la Ley Glass-Steagall.
Aprobada en 1933, en plena Depresión, esta ley separó la banca
tradicional de la banca de inversiones con el objetivo de evitar que
la primera pudiera hacer inversiones de alto riesgo. Obviamente, todo
el sector financiero se opone absolutamente al restablecimiento de
esta medida.
6)
En política internacional, Trump quiere establecer una alianza con
Rusia para combatir con eficacia a la Organización Estado islámico
(ISIS por sus siglas en inglés). Aunque para ello Washington tenga
que reconocer la anexión de Crimea por Moscú.
7)
Trump estima que con su enorme deuda soberana, los Estados Unidos ya
no disponen de los recursos necesarios para conducir una política
extranjera intervencionista indiscriminada. Ya no pueden imponen la
paz a cualquier precio. En contradicción con varios caciques de su
partido, y como consecuencia lógica del final de la guerra fría,
quiere cambiar la OTAN: « No habrá nunca más garantía de una
protección automática de los Estados Unidos para los países de la
OTAN. »
Todas
estas propuestas no invalidan en absoluto las inaceptables, odiosas y
a veces nauseabundas declaraciones del candidato republicano
difundidas a bombo y platillo por los grandes medios dominantes. Pero
sí explican mejor el porqué de su éxito. En 1980, la inesperada
victoria de Ronald Reagan a la presidencia de Estados Unidos había
hecho entrar el planeta en un Ciclo de cuarenta años de
neoliberalismo y de globalización financiera. La victoria hoy de
Donald Trump puede hacernos entrar en un nuevo Ciclo geopolítico
cuya peligrosa característica ideológica principal –que vemos
surgir por todas partes y en particular en Francia con Marine Le Pen
– es el ‘autoritarismo identitario’. Un mundo se derrumba pues,
y da vértigo…”. Destacado del compilador.
Comentario
y aclaratoria de Germán Saltrón N. 1. Por supuestos que pocas de
estas promesas de campaña por parte de Donald Trump serán cumplidas
durante su mandato. 2.- El título del artículo de Ignacio Ramonet,
es ¿Fin del fenómeno Trump?
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