03 de noviembre de 2016
Crédito: el diario.es
Xavier Bohigas
Teresa de Fortuny
Xavier Bohigas
Teresa de Fortuny
El
27 de octubre la Asamblea General de las Naciones Unidas ha aprobado
una resolución para
iniciar negociaciones el 2017 con el objetivo de conseguir un tratado
de prohibición de las armas nucleares. En la resolución, la
Asamblea General decide celebrar el próximo mes de marzo una
conferencia en la ONU para negociar un instrumento jurídicamente
vinculante que prohíba las armas nucleares y que lleve a su total
destrucción; y anima a todos los Estados a participar. La resolución
se acordó con 123 votos a favor, 38 en contra (España fue uno de
ellos) y 16 abstenciones.
Horas
antes el Parlamento Europeo había
aprobado una resolución en el mismo sentido, invitando a
los Estados miembros a que participen constructivamente en las
negociaciones de un tratado de prohibición de armas nucleares.
Dos
buenas noticias, evidentemente. No surgen de la nada, sino que son
consecuencia de un largo proceso iniciado muchos años atrás.
Ya
a raíz de los bombardeos estadounidenses sobre Hiroshima y Nagasaki,
la sociedad civil se movilizó para que nunca más se utilizaran las
armas nucleares. Esta movilización se mantuvo durante toda la Guerra
Fría. La disolución de la URSS y el fin de la Guerra Fría hicieron
creer que se iniciaría un proceso de desarme importante y el
movimiento antinuclear perdió empuje. Pero a pesar de los diversos
acuerdos bilaterales (entre EEUU y Rusia) de reducción de armamento
nuclear, hoy aún hay más de 15.000 cabezas nucleares en el mundo,
de las cuales estos dos estados poseen más del 90%. En los últimos
años varias campañas internacionales, lideradas por la sociedad
civil, han reclamado la puesta en marcha de un proceso que desemboque
en un tratado de prohibición y eliminación de las armas nucleares.
Las iniciativas en esta dirección han llegado a las máximas
instituciones. Así, la Asamblea General de la ONU, de forma
reiterada, ha pedido la eliminación de las armas nucleares. Por
ejemplo, ya en la resolución64/55
de 2009 exhortaba a los estados a iniciar urgentemente
conversaciones, con el objetivo de llegar a una convención de
prohibición de las armas nucleares.
Paralelamente,
varios encuentros internacionales (Oslo 2013, México y Viena 2014)
evaluaron los efectos humanitarios de las armas nucleares y han
contribuido con fuerza a concienciar de la necesidad urgente de
prohibir las armas nucleares. De la conferencia de Viena salió el
compromiso ( Humanitarian
Pledge), por parte de un grupo de estados, de promover medidas
efectivas para resolver el vacío legal relativo a la prohibición y
eliminación del armamento nuclear.
Las
armas nucleares, a pesar de su enorme capacidad de destrucción, son
las únicas armas de destrucción masiva que no tienen un tratado de
prohibición. Las armas biológicas y las químicas lo tienen desde
hace años. Estudios
recientesindican que la explosión de menos del uno por ciento
del arsenal nuclear mundial en aglomeraciones urbanas podría
provocar una modificación del clima a escala planetaria que podría
conducir al hambre a más de 2.000 millones de personas.
Es
muy interesante echar un vistazo a la votación de la resolución de
Naciones Unidas a que nos referíamos al inicio del artículo. Han
votado a favor de la resolución una buena parte de los estados
miembros. Prácticamente la mayoría de los países africanos, de
América latina, del Sudeste de Asia y del Pacífico. Son asimismo
los países que conforman las grandes áreas que se han autodeclarado
Zonas Libres de Armas Nucleares. Entre los votos afirmativos hay un
par de remarcables: Irán y Corea del Norte. De las dieciséis
abstenciones destacamos las de China, India y Pakistán, estados
nuclearmente armados.
La
posición de las ex repúblicas soviéticas no ha sido uniforme:
algunas han votado a favor de la resolución y otros se han
abstenido.
Han
votado en contra de la resolución todos los estados de la OTAN con
la única excepción de Países Bajos, que se ha abstenido. También
han votado en contra Rusia, Israel y aquellos estados que pretenden
entrar en la OTAN y/o en la UE (Bosnia y Herzegovina, Montenegro y
Serbia). Completan la lista de estados que se han opuesto a la
resolución aquellos que tienen acuerdos de protección nuclear con
EEUU, esto es Japón y Corea del Sur. Como curiosidad, Andorra,
nuestro pequeño vecino, también ha votado en contra.
No
todos los estados nucleares han votado en contra de la resolución.
China, India y Pakistán se han abstenido y Corea del Norte ha votado
a favor. El resto de estados nucleares, Israel, Gran Bretaña,
Francia, EEUU y Rusia, han votado en contra. Los cuatro últimos
justifican su voto negativo aduciendo que una iniciativa de este tipo
debilitaría los mecanismos existentes de desarme y el Tratado de No
Proliferación Nuclear (TNP). Un argumento falaz ya que, por ejemplo,
en la última
reunión de revisión del TNP (2015) fueron los EE.UU., Gran
Bretaña y Canadá quienes impidieron un acuerdo para impulsar
decididamente el desarme nuclear. En la justificación del voto
negativo a la resolución de la ONU añaden, para más escarnio, que
"un esfuerzo para prohibir las armas nucleares tendría
consistencia si todos los estados nucleares estuvieran dispuestos a
participar". Pero precisamente ellos son estados nucleares y
precisamente ellos rechazan la iniciativa. La decisión de participar
o no es exclusivamente suya. El resto de estados nucleares, China,
India, Pakistán y Corea del Norte, no se han opuesto a la
iniciativa.
En
cuanto a los estados no nucleares de la OTAN, la inmensa mayoría ha
emitido un voto negativo, justificado en una explicación conjunta
basada en argumentos similares a los de los estados nucleares. En
definitiva, siguen la consigna de la OTAN que, en su cumbre de 2010,
afirmó que su capacidad nuclear sigue siendo uno de los pilares de
su estrategia de defensa. Exactamente igual a la estrategia de
defensa de EEUU.
El
voto negativo de España obedece a su seguidismo como estado miembro
de la OTAN. Una razón más, pues, para rechazar la permanencia de
nuestro país en la Alianza Atlántica.
Hemos
dicho ya que hubo 38 votos en contra de la resolución. Pues bien, 27
corresponden a estados miembros de la OTAN, 25 de los cuales son
europeos. El resto proviene de países con fuertes intereses y
vínculos (militares o económicos) con EEUU (Japón, Corea del Sur,
Australia,...). Podemos concluir que la OTAN presenta un frente común
en contra del deseo ampliamente compartido de eliminar el arsenal
nuclear.
Por
otro lado, los 25 países europeos mencionados han adoptado una
posición contraria a la del Europarlamento, condicionados por su
pertenencia a la OTAN. Sin embargo, si Países Bajos puede romper la
disciplina de voto, también lo puede hacer el resto, incluida
España. Nuestros gobernantes toman decisiones completamente alejadas
de la voluntad de la ciudadanía (el año 2008, el 76% de la
población mundial estaba
a favor de un tratado de prohibición de las armas
nucleares). Nuestros gobernantes, pues, han elegido la consigna de la
OTAN en lugar de la recomendación del Parlamento Europeo y de la
opinión de los ciudadanos. Han elegido la alternativa equivocada y
debemos denunciarlo.
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