01 de octubre de 2016
German Saltrón Negretti
En
Cartagena de Indias se firmó simbólicamente la paz entre el
gobierno de ese país y las FARC, el 26/09/2016 tras cuatro años de
negociaciones en La Habana y 52 años de una guerra fratricida que ha
ocasionado millones de víctimas y una tragedia social al pueblo
colombiano. El 2-10-2016 el pueblo colombiano debe ratificar
mayoritariamente atraves de un plebiscito este acuerdo. Los cincos
acuerdos todavía tendrán que pasar el examen de las urnas en el
plebiscito, donde los colombianos van a decidir si aceptan o
rechazan lo negociado en La Habana.
El
umbral mínimo de participación para que la consulta popular sea
válida es del 13% del censo electoral, formado por 33 de los 48
millones de habitantes que tiene Colombia. La campaña por el “no”
está liderada por los expresidentes Álvaro Uribe y Andrés
Pastrana, quienes claman contra un acuerdo de paz que, desde su
perspectiva “da impunidad a las FARC y condiciona el futuro
desarrollo” de Colombia. Sin embargo, se muestra “a favor de la
paz” y asegura que, de ganar el 'no', “aún sería posible
renegociar un acuerdo mejor”.
Según
el presidente Juan Manuel Santos es la terminación del conflicto con
el grupo insurgente, y según las FARC, “buscar la paz con justicia
social por medio del diálogo”, según palabras de Rodrigo Londoño
Echeverri, alias Timochenko quien pidió perdón a Colombia tras
firmar el histórico acuerdo. Ambos se dieron un apretón de manos y
sellaron la paz en presencia de unas 2.500 personas, donde estaban
presentes 13 jefes de Estado y de gobierno. Ambas partes recocieron
los esfuerzos realizados por el Comandante Hugo Chávez Frías, por
Noruega, Cuba y Chile.
Naciones
Unidas verificará el cese del fuego y que se cumplan todos los
acuerdos de paz de 297 páginas, donde se describe seis puntos, sobre
desarrollo agrario y rural, participación política, cultivos
ilícitos, victimas, fin del conflicto y refrendación,
implementación y verificación de lo pactado. El acuerdo sobre
desarrollo agrario y rural permite la creación de un Fondo de
Tierras “para lograr la democratización” del campo colombiano,
“en beneficio de los campesinos sin tierra o con tierra
insuficiente y de las comunidades más afectadas por el conflicto,
promoviendo una desconcentración y una distribución equitativa”.
El
objetivo de la participación política, por otro lado, es que surjan
nuevas fuerzas, entre ellas el partido en el que se transformen las
FARC una vez desmovilizadas, “con las suficientes garantías de
seguridad” para desarrollar su labor, que se concretarán en un
estatuto de la oposición. Las FARC se han comprometido además a
“poner fin a cualquier relación que, en función de la rebelión,
se hubiese presentado con el narcotráfico”. Las partes han
diseñado un mecanismo para la erradicación de los cultivos ilícitos
y su sustitución por otros legales. Uno de los pilares del acuerdo
de paz es el relativo a las víctimas, que crea una jurisdicción
especial encargada de esclarecer y sancionar las graves violaciones
de los Derechos Humanos y los crímenes internacionales cometidos en
el conflicto armado por todos los que hayan participado en él, que
se completa con medidas para obtener verdad y reparación e impedir
la repetición.
Las
partes han pactado igualmente un cronograma que da 180 días a las
FARC para entregar las armas. Los guerrilleros se concentrarán en
zonas y puntos concretos del territorio colombiano hasta que se
reincorporen plenamente a la vida civil, donde estarán protegidos
por una misión internacional bajo el paraguas de la ONU. Todos los
hombres y mujeres de buena voluntad en este mundo, estaremos
trabajando y pidiendo a Dios que se hagan realidad estos acuerdos
para bien de la humanidad.
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