16 de octubre de 2016
Crédito: REDH
Red de Intelectuales y Artistas en Defensa de la Humanidad
Luis Casado
Red de Intelectuales y Artistas en Defensa de la Humanidad
Luis Casado
Las
elecciones presidenciales que se avecinan en los EEUU, en Francia y
en otros sitios parecen mostrar que el descaro, la desfachatez, la
impudicia y la desvergüenza son condiciones necesarias para ser
candidato.
El
comportamiento de Donald Trump –arquetipo de lo zafio que suelen
ser los millonetas– revela más de la sociedad estadounidense que
del candidato mismo. Robert de Niro se lamenta: “¿Cómo es posible
que tal idiota haya llegado tan lejos?” La respuesta es sencilla:
porque a lo largo de décadas los EEUU han creado las condiciones
para ello. Ronald Reagan y George W. Bush fueron los prolegómenos.
Cuando mandan los mercados financieros, en la Casa Blanca puedes
poner a Jerry Lewis, a Bernard Madoff e incluso a Sarah Palin.
Hillary
tampoco es de los trigos limpios: junto a Bill Clinton estuvo
mezclada en estafas financieras desde los años 1970, cuando Bill era
Gobernador de Arkansas y ella su primera dama. El conocido Whitewater
scandal fue parte de la célebre crisis de los Savings & Loans
(Cajas de Ahorro y Préstamos). Susan Mc Dougal, socia de los
Clinton, y Jim Guy Tucker, sucesor de Bill como Gobernador de
Arkansas, fueron condenados a prisión. Los Clinton pasaron a través
de las mallas de la Justicia.
Si
todo no puede serle achacado a los Clinton, salvar las 747 Cajas de
Ahorro y Préstamo que quebraron le costó al Estado Federal la
módica suma de 160 mil millones de dólares. Después vendrían el
Travelgate, el Monicagate y el Filegate, sin olvidar la sospechosa
muerte de Vince Foster, en la que los Clinton también fueron
investigados. Actualmente hay un proceso en curso en razón de los 55
millones de dólares que Hillary, en su calidad de Secretaria de
Estado, le donó a Laureate Education Inc., en cuyo directorio estaba
Bill. Lo mejor de todo es que los Clinton recuperaron 16,46 millones
de dólares de ese dinero público.
Lo
peor, sin embargo, ocurrió con Bill Clinton en la Casa Blanca: la
desregulación de los mercados financieros impulsada por Larry
Summers, su Secretario del Tesoro de 1999 al 2001. No se puede
olvidar que salvar a Citigroup, que vivía en la ilegalidad de cara
al Glass-Steagal Act, fue uno de los primeros objetivos. Luego vino
el desmadre de los créditos subprime, y ya conoces lo que sigue. Si
sus adversarios acusan a Hillary de ser un simple peón de Wall
Street y de la banca es porque hay buenas razones.
En
Francia, de cara a las presidenciales del año próximo, la derecha
organizó una ‘primaria’, ese chanchullo que tiene por objetivo
hacerle creer a los incautos que el candidato lo eligen los pringaos.
Entre
los favoritos está Nicolas Sarkozy, involucrado en no menos de nueve
procedimientos judiciales, e inculpado por ‘corrupción activa’,
‘tráfico de influencias’ y otras indelicadezas. Una de ellas, un
fraude al Fisco por más de 400 millones de euros en favor del ya
condenado Bernard Tapie, tiene con un pie en la cárcel a Christine
Lagarde, directora-gerente del FMI, ministro de Finanzas de Sarkozy
en el momento de la estafa.
El
otro favorito es Alain Juppé, 71 años, un político de larga
trayectoria. A su haber tiene una condena a 14 meses de prisión
remitida, más un año de inelegibilidad, por ‘toma ilegal de
interés’ (2004). Juppé asegura que no hubo enriquecimiento
personal, pero olvida que mientras fue Concejal de París benefició
durante años, ilegalmente, de una vivienda social de 150 m2 a precio
de huevo, y consiguió dos más, una para su ex mujer, y otra para su
hijo. Esas viviendas fueron renovadas más que convenientemente con
dinero público.
Alain
Juppé acaba de comparecer en la TV, para exponer su Programa. En el
ámbito económico el candidato a la candidatura constata una
situación insostenible, y afirma que los últimos gobiernos no han
atacado, como hará él, las cuestiones que dañan la economía
francesa.
Entre
sus proposiciones está una fuerte baja de impuestos. Tú ya sabes,
los impuestos son caca, y para abrirle la puerta al paraíso en la
tierra conviene bajarlos hasta donde sea posible. Uno sabe que –en
ausencia de alguna coherencia fiscal– los países de la Unión
Europea compiten alegremente en la materia sin que la crisis
desaparezca. Peor aún, la reducción de la recaudación fiscal
empeora el endeudamiento público, y lo único que se les ocurre a
los gobiernos es reducir el gasto fiscal. Menos Salud, menos
Educación, menos Investigación científica, menos servicios
públicos, una cosa lleva a la otra, la UE sigue cayendo en picada.
Francia
tiene unos 5 millones de desempleados, aún cuando desde hace casi 40
años los impuestos que pagan las empresas no hacen sino bajar. A tal
punto que 10 puntos del PIB pasaron de remunerar el trabajo, a
remunerar el capital. Eso hace, cada año, un lucro suplementario de
unos 220 mil millones de euros. Y no les basta.
Un
periodista hizo una simulación de la proposición de Alain Juppé y
llegó a conclusiones que merecen el desvío. El periodista tomó
tres tipos de familias, todas constituidas por una pareja con dos
hijos. La primera, adinerada, dispone de un patrimonio de 3 millones
de euros y de ingresos anuales de 200 mil euros. La segunda, ‘clase
media’, dispone de 60 mil euros de ingresos anuales. En la tercera
familia, modesta, ambos padres ganan el salario mínimo lo que da un
ingreso anual de 30 mil euros.
El
resultado de la baja de impuestos propuesta por Alain Juppé es el
siguiente:
Familia
adinerada: reducción anual de impuestos de 21.700 euros.
Familia
‘clase media’: reducción anual de impuestos de 2.000 euros.
Familia
modesta: aumento anual de impuestos de 170 euros.
Ante
la sorpresa general, Alain Juppé explicó “la lógica” de su
Programa: si le reduces los impuestos a los ricos, estos no se llevan
el dinero al extranjero, traen de vuelta el que ya tienen en otros
países e invierten para ganar aún más plata. Esa inversión genera
empleo, y los miserables pueden esperar encontrar un curro. LQQD, o
sea: Lo Que Queda Demostrado.
Tratar
bien la evasión fiscal, el tráfico de capitales, el egoísmo y la
codicia: he ahí el remedio.
Lo
que nos deja un pelín escépticos habida cuenta que no son los
capitales los que faltan: hace poco el Banco Central Europeo (BCE)
puso un billón de euros a disposición de la banca privada. ¡Un
billón! Al cabo de dos o tres semanas todo ese dinero regresó al
BCE sin haber generado ni una sola inversión. Parece que se les
olvidó el detallito de la demanda inexistente o por lo menos
insolvente. ¿De qué sirve producir si nadie tiene capacidad de
consumo?
Por
otra parte, si el gobierno dice que no hay plata para los servicios
públicos, no es menos cierto que le sobra dinero para las guerras
neocoloniales en que Francia se ha inmiscuido al lado de los EEUU y
Gran Bretaña. ¿No hay plata?
El
único efecto comprobable y comprobado de la baja de impuestos al
riquerío, practicada por los gobiernos de Mitterrand, Chirac,
Sarkozy y Hollande (1983-2016), ha sido la formidable concentración
de la riqueza en el 1% de la población privilegiada, y el
empobrecimiento gradual del otro 99%.
Alain
Juppé no se detiene en tan buen camino y también propone aumentar
la edad legal de la jubilación a 65 años, que hasta hace poco era
de 60 años para hombres y mujeres. Hay que trabajar más, asegura,
para consolidar el sistema solidario por repartición. Puede ser. Yo
no digo que no, habría que ver, hay quienes contradicen esas
afirmaciones.
Lo
cierto es que Alain Juppé, alto funcionario del Estado (inspector de
finanzas), jubiló urgentemente a los 57 años de edad, antes de que
se aplicara la nueva ley (2003) que prolongaba el tiempo de trabajo
mínimo para jubilar a 40 años. El buen Juppé había trabajado
apenas 38 años y tres meses. La jubilación a los 65 años es buena
para los miserables, no para el Sr. Juppé.
Como
quiera que sea, entre sus derechos de funcionario y de parlamentario
el hombre palpa unos 12 mil euros mensuales, sin contar las
retribuciones que recibe ahora como Alcalde de Bordeaux y presidente
de la Comunidad Urbana de Bordeaux Métropole. Como si fuese poco, el
muy granuja quiere, además, ser elegido presidente de la república.
Tú
me dirás, “Sí, pero Juppé es de derechas”. Claro que sí. Pero
Laurent Fabius, alto funcionario del Estado, ex parlamentario, ex
ministro, ex primer ministro, ex ministro de Relaciones Exteriores y
ahora presidente del Consejo Constitucional, se jubiló a la tierna
edad de 55 años en el 2001, ¡Y es socialista! Otro que predicaba el
aumento de la edad de jubilar…
Actualmente,
los hijos de vecino –los pringaos– pueden jubilar a la edad
mínima de 62 años, si es que trabajaron y cotizaron un mínimo de
41 años y tres trimestres.
Lo
cual no es óbice u obstáculo para que el buen Alain Juppé –que
la cátedra presenta como el próximo presidente de Francia– tenga
aún más proposiciones. Por ejemplo, la de terminar con la semana
legal de 35 horas, pasándola a 39 horas semanales. Sin aumento
salarial. En claro, todo dios tendría que regalarle al gran capital
18 horas de trabajo por mes.
Es
en este tipo de detalles que se reconocen los grandes hombres: una
media docena de escándalos de corrupción, tráfico de influencias,
fraude al Fisco, toma legal de interés y, de ser posible, unas
cuantas inculpaciones en Justicia. Una condena es considerada un top.
Si a eso le sumas un Programa económico diseñado para auxiliar al
gran capital… eres un hombre de Estado.
Si
no sabías porqué Ricardo Lagos y Sebastián Piñera son candidatos
a las elecciones presidenciales en Chile, ahora lo sabes.
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