18 de agosto de 2016
Crédito: alai
Agencia Latinoamericana de Información
Marco A. Gandásegui H.
Agencia Latinoamericana de Información
Marco A. Gandásegui H.
La
campaña electoral en EEUU ha tomado un curso pocas veces – quizás
nunca – vista en el pasado. Los dos grandes partidos políticos, el
Demócrata –fundado a principios del siglo XIX – y el Republicano
– a mediados del decimonono – se han colocado en posiciones
políticas sin salida. Por un lado, Donald Trump, el especulador de
Nueva York, se tomó el ‘Partido de Lincoln’ mientras que las
elites (el ‘establishment’) jugaban con evangélicos,
conservadores y una masa de trabajadores frustrados que terminaron
dándole vuelta a la mesa.
El
Partido Demócrata se contentó con presentar a la señora Hillary de
Clinton como sucesora y continuadora del presidente Barack Obama. El
poder financiero que controla la maquinaria del partido de FDR
(Franklin Delano Roosevelt) al mejor estilo de la política mexicana
del “gallo tapado” pretendió correr toda la distancia con su
candidata imbatible. Las bases de su partido se rebelaron y se
volcaron a favor de un viejo socialista quien presentó su
candidatura a la Casa Blanca sin mayores pretensiones.
El
‘viejo’ senador Bernie Sanders hizo una campaña ‘esquizofrénica’
que le dio espléndidos resultados. Por un lado, atacó a los amigos
de Hilary, dueños de Wall Street acusándolos de ser el 1 por ciento
de los ricos que quieren acabar con la clase media y con el país. Su
discurso se prendió a lo largo y ancho de EEUU y no pudo ser
apagado, a pesar de los millones que invertía la cúpula agazapada
en los bancos más grandes de Nueva York.
Por
el otro, sin embargo, Sanders no atacó el flanco más débil de la
‘Secretaria de Estado’. Su falta de credibilidad y mensajes
monótonos no fueron objeto de críticas por parte del candidato de
la ‘izquierda’. Esta tarea la asumió el Partido Republicano y su
candidato Donald Trump. Hillary tiene un largo historial desde cuando
su esposo era el gobernador de Arkansas (en la década de 1980),
después Presidente de EEUU (década de 1990) y cuando ella ganó un
escaño senatorial a principios del siglo y renunció para ser la
Secretaria de Estado de Obama. Un total de 30 años políticos
escabrosos y llenos de problemas.
Trump
no sólo le saca sus trapos sucios, acusándola de promover la
pérdida de empleos y los tratados comerciales que exportan puestos
de trabajo. También la coloca a la cabeza del grupo de ‘halcones’
liberales de Washington. La asocia a las guerras en el Medio Oriente,
las amenazas a Rusia y el cerco contra China. Trump ha demostrado que
Hillary es la peor candidata a la Presidencia de EEUU que pudo haber
seleccionado la elite financiera del Partido Demócrata. Lo único
que la salva es que Trump es aún peor. Desde la década de 1960
(Barry Goldwater), el Partido Republicano no ha tenido un peor
candidato.
Trump
ha alienado a vastos sectores del electorado norteamericano.
Comenzando con los inmigrantes mexicanos, los negros, los musulmanes
e, incluso, las mujeres. Según Hillary, el magnate de los casinos
favorecería a los ricos con reformas tributarias y les daría
contratos petroleros, minerales y forestales que destruirían el
ambiente. La exprimera dama alega que Trump no tiene experiencia en
política internacional y representaría un ‘peligro’ si llegara
a tener las claves para desatar una guerra nuclear.
El
problema que enfrenta el mundo actual es que ambos tienen razón.
Hilary es asesorada por los ‘halcones’ más decididos a
desestabilizar o a declararle la guerra a cualquier país que no se
someta. Pareciera que en su orden del día está contener a China,
arruinar a Rusia y, de paso, declarar las guerras necesarias para
subyugar al resto del planeta.
Trump
puede ser menos sofisticado pero sus objetivos son muy parecidos.
Mientras que Wall Street y Hillary juegan a escala global, Trump
tiene una visión más vinculada a la economía de EEUU. Sus enemigos
son México y China que, en su opinión, juegan según las reglas de
la banca financiera anglo-norteamericana. El discurso cae muy bien en
los sectores más golpeados y frustrados en EEUU por la recesión
económica casi permanente.
Este
análisis, que no ha mencionado nombres propios, será ampliado en el
XV Congreso Nacional de Sociología que se efectuará en la
Universidad de Panamá la próxima semana. Los organizadores tendrán
una mesa especial dedicada a EEUU y las aparentes guerras sin fin que
ambos candidatos le prometen a sus electores. ¿Qué impacto tendrá
esta política sobre Panamá y América latina?
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