29 de agosto de 2016
German Saltrón Negretti
Releyéndo
el libro de Freí Betto, titulado La mosca azul, el cual recomiendo
ampliamente, sobre sus experiencias políticas en Brasil que le
llevaron a pagar prisión por cuatro años, he considerado oportuno
transcribir parte de sus reflexiones que están vigentes para el
proceso venezolano. “Los años de lucha clandestina, de cárcel, de
convivencia con los pobres me curaron de la ilusión de esperar que
mi tiempo personal coincidiera con el tiempo histórico. A contrapelo
de lo que pregonaban las quimeras izquierdistas, me convencí que el
socialismo al alcance de la mano no pasaba de ser un espejismo.
El
proceso de humanización, el acceso a un nivel civiliza torio mejor,
en el cual las personas se sentirán agradecidas en su dignidad, aún
requerirá largos años, hasta que supere la acumulación de bienes
y de poder como suprema ambición, como el valor
prioritario de nuestra conflictiva convivencia social. Eduardo
Galeano ha comparado las utopías como horizontes hacia los cuales
caminamos, mientras más próximos creemos estar, más se alejan de
nosotros. José Saramago declaró en el foro social mundial de
2005, que no creía en utopías. Todas se ubican en la esfera de la
necesidad. Erradicar la miseria, la pobreza, la desigualdad y
construir el socialismo son tareas necesarias para lograr un mundo
más justo.
Que
ha sido del poder sino la administración de las ganancias de los
señores ricos, la ampliación de sus tierras, la multiplicación de
sus rentas, él crecimientos de sus mercados. Son dueños del poder
para voltear la mesa, cada vez que el juego le resulta adverso.
Cuánto cuesta un voto. Ha de tener un precio, porque esa gente
miserable mendiga cada centavo y sobrevive tan desposeída que ni
conciencia tiene. Existe un modelo hegemónico anglosajón que se nos
impone como ideal. Pero podemos imaginar que sucedería si la
población de China adoptará hoy el patrón de vida norteamericana,
con tantos autos como Estados Unidos. Por tanto, el esfuerzo de
pensar un nuevo modelo de convivencia social se impone como desafío
y necesidad.
El
neoliberalismo pregona la exclusión del Estado de la producción de
la riqueza y la administración de los servicios. La ola de
privatizaciones reinante hay quien privatiza a su modo, la ley y la
justicia, votando a favor del comercio de armas, linchando
sospechosos, masacrando prisioneros o exterminando niños. Se
privatiza la educación y la salud. El neoliberalismo redujo
drásticamente las tasas de crecimiento de todos los países del
mundo. Las crisis asustan, atraen sombras y oscurecen las noches,
pero nunca impiden el amanecer, excepto para aquellos que se dejan
convencer que es más cómodo caminar de espaldas hacia el futuro.
Un
pequeño grupo de Partido de los Trabajadores (PT), consiguió en
pocos años lo que la derecha no obtuvo en décadas, ni siquiera en
los tiempos sombríos de la dictadura, desmoralizar a la izquierda.
Aun así, no me carcome el abatimiento, ni la desesperanza me anula
él hambre de justicia. Cuando a mediados de 2005, estalló la bomba
de la corrupción, deje el gobierno Federal en diciembre 2004, ante
el escándalo, del cual no tuve la menor sospecha. El alivio no me
exime de la responsabilidad histórica que me vincula al gobierno del
PT, aunque sin filiación partidaria.
Mi
fe en el socialismo no tiene nada que ver con mis sentimientos
religiosos. Se funda en la arraigada convicción de que el
capitalismo es incapaz de construir un mundo de justicia y libertad.
El bienestar de los países ricos es resultado de la cruel historia
de colonización y extorsión practicada en naciones de África, Asia
y la América Latina y proseguida hoy por el imperialismo”. Hasta
aquí, le transcribo un brevísimo resumen del excelente libro que
les recomiendo leer.
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