14 de junio de 2017
El
próximo lunes 19 se dará inicio en el balneario de Cancún, Méjico,
a la 47° Asamblea General de los Estados Americanos (OEA), que habrá
de sesionar durante dos días; curiosa organización ésta que a
pesar de su nombre acoge en su seno al Canadá y a una serie de
países del área del Caribe (Antigua y Barbuda, Bahamas, Belice,
Dominica, Granada, Guyana, Jamaica, San Vicente y las Granadinas,
Santa Lucía y Trinidad & Tobago), que por pertenecer a la
Mancomunidad Británica de Naciones, tienen como jefe de estado a la
mismísima Isabel II de Inglaterra, soberana del Reino Unido de la
Gran Bretaña e Irlanda del Norte.
Será
ésta la primera ocasión en la que esta instancia hemisférica no se
reúne en la capital del país sede, Ciudad Méjico, que en este caso
era la sede originalmente aprobada; el cambio inusitado de sede se
aprobó el 10 de mayo a solicitud del representante permanente de
Méjico quien adujo, al momento de solicitarla, que la nueva
sede ofrecía mejores condiciones de carácter logístico. Algunos
inconvenientes que ya se han presentado antes de la instalación,
derivados de que la inmensa mayoría de las capitales americanas no
tienen vuelos directos a Cancún, al poner en entredicho esas
supuestas ventajas logísticas argumentadas para solicitar el cambio,
ponen en evidencia que debieron ser otras las verdaderas razones que
tuvo el impopular gobierno de Peña Nieto. ¿Acaso
la verdadera razón para el cambio habrá sido el temor a no poder
controlar, aún con los métodos ilegales que ellos acostumbran
aplicar, las manifestaciones populares que lógicamente habrían de
provocar la presencia del secretario de estado del imperio y la
actitud extremadamente cipaya de la representación mejicana?
Como
corresponde al país anfitrión, Luis Videgaray, canciller mejicano
propuso que el tema de la 47° Asamblea General fuese: “Fortaleciendo
el diálogo y la concertación para la prosperidad”;
propuso también que parte importante de la agenda fuese buscar la
forma para que se facilitasen las discusiones entre los participantes
y se pudiese abrir un espacio a los sectores privado y social, así
como a países observadores (1).
Curioso
tema para una reunión en la que se sabe a ciencia cierta que lo que
se pretende fundamentalmente, como se ha venido pretendiendo en todas
las instancias previas (Consejo Permanente y Reunión de
Cancilleres), es sancionar a Venezuela por el único “delito” de
negarse a aceptar el tutelaje que quieren imponerle el imperio y su
corte de 13 países cipayos.
Pero
más curioso aún es el que una organización que diciendo ser de
estados americanos pero que desde hace más de un cuarto de siglo ha
venido acogiendo en su seno a países cuyo jefe de estado se
encuentra al otro lado del Atlántico, pretenda ahora acoger en la
categoría que sea, a representantes privados no estadales,
presumiblemente ONG, partidos políticos y otros sujetos de derecho
público privado, sin duda alguna que probadamente proimperialistas,
y hasta a países extracontinentales, por supuesto que afectos al
imperio, con el rango de observadores.
Considero
que con la primera de las propuestas antes citadas se trataría de
darle piso legal a participaciones del tipo de las que ha
intentado promover Almagro, con sus “invitaciones” a
reconocidos opositores al gobierno y al estado venezolano. Es
presumible que detrás de la segunda propuesta se pretenda meter de
contrabando en nuestra región latinoamericana y caribeña, declarada
zona de paz por la cumbre de la CELAC celebrada en La Habana en el
año 2014, a esa formidable organización terrorista que es la
Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
El
presidente de Estados Unidos, Donald Trump, como expresión de esa
verdadera “obsesión fatal” que
al parecer tiene con nuestro país, al asignar una gran importancia a
la 47° Asamblea General y en abierta y descarada acción
injerencista, solicitó este jueves 15 de junio a su secretario de
Estado, Rex Tillerson, insistir en promover un debate sobre Venezuela
en el seno de la misma. Así lo declaró el portavoz de la Casa
Blanca, Sean Spicer, al señalar: “El
presidente sigue enormemente preocupado sobre la situación que
enfrenta el pueblo de Venezuela y ha instruido al secretario
Tillerson a colaborar con los países de la región para que avancen
las discusiones sobre Venezuela en este importante encuentro” (2).
Considero
que a pesar de haber designado a su máximo representante
diplomático, quien habrá de estrenarse en ese foro, el imperio no
las tiene todas consigo en eso de lograr aprobar la medida
intervencionista contra nuestro país que viene buscando desde hace
tiempo; y ello a pesar de seguir contando con su corte de los trece
países cipayos (Canadá, Méjico, Guatemala, Honduras, Costa Rica,
Panamá, Colombia, Perú, Chile, Paraguay, Argentina, Uruguay y
Brasil) y que con su política de “la
zanahoria y el garrote” haya
podido lograr agenciarse algunos votos más, a partir de invitar a
participar a algunos países caribeños en las maniobras militares
"Tradewinds 2017", que debieron concluir hoy en aguas
territoriales de Trinidad & Tobago, y/o de haberle disparado un
cañonazo de billetes verdes, en calidad de préstamo por supuesto, a
cualquiera de los otros “países
díscolos”.
Es
más, a partir del hecho de que el “grupo
de los 13 + 1”,
no haya logrado que le aprobasen la convocatoria de la reunión de
cancilleres que insistían en realizar el día de hoy,
para “cocinar” una
resolución condenatoria en contra de Venezuela, debiendo contentarse
con celebrarla el próximo lunes, como antesala de la Asamblea
General, es clara indicación de que la correlación de fuerzas en
contra de Venezuela y a favor del imperio, a pesar de todo su empeño,
no ha podido ser aumentada.
A
mediados de esta semana, Delcy Rodríguez, nuestra digna cancillera,
ha denunciado que existe un "plan
intervencionista"contra
el Gobierno de Nicolás Maduro que estaría liderado por Estados
Unidos y se ejecutaría a través de gobiernos "de
la derecha"y
de la OEA, pero al mismo tiempo ha transmitido a través de su cuenta
twitter, que no podrán con Venezuela:
"Ni la @OEA_oficial ni @Almagro_OEA2015 ni la derecha de la
Región alentada por EE.UU. podrá con la #VENEZUELA soberana”.
Al
recordar que nuestra cancillera ha sido instruida por el Presidente
Maduro para asistir a la 47° Asamblea General, con el propósito de
reiterar las razones por las cuales nuestro país ha solicitado su
salida de esa organización, no nos queda más remedio que augurar la
celebración de un vibrante debate, si es que el funcionariado cipayo
no lo inhibe como ha venido siendo su costumbre, entre los
representantes de los países hermanos que no apoyan la intromisión
descarada en nuestros asuntos internos ni mucho menos una
intervención militar y los países afectos al imperio, empeñados en
imponernos algún tipo de tutelaje.
En
relación a la pregunta que sirve de título a este artículo debo
decir que muy a mi pesar esta implosión no va a ocurrir en esta
oportunidad. Y no ocurrirá en esta oportunidad a pesar de la
considerable carga explosiva que le está colocando en sus bases el
inefable grupo de los catorce, al persistir en su intolerancia
ideológica y en su intención de alterar la actual correlación de
fuerzas con la inclusión de sujetos ajenos a los estados y países
extraños a la región, debido a la lamentable actuación de los
“pesos pesados” de la región latinoamericana (Méjico, Brasil y
Argentina), junto a algunos otros que como ellos se encuentran
sumidos, circunstancial y temporalmente, en la tétrica noche
neoliberal, buena
parte de ellos como producto de golpes de estado promovidos por el
imperio y avalados o al menos no condenados por la organización.
Debo
decir para finalizar, que considero que mucho más temprano que tarde
este engendro pseudo integracionista que es la OEA, habrá de ser
abandonado por todos los países de la Patria Grande, por portar en
su genoma el gen de la traición, siendo como efectivamente lo es, el
fruto de la traición al proyecto bolivariano de integración de las
naciones latinoamericanas, frustrado desde su inicio por la
participación de los Estados Unidos en el Congreso Anfictiónico de
Panamá de 1.826, al ser convocados por Santander en contravención
expresa de las órdenes impartidas por El Libertador.
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