30 de mayo de 2017
Entrecomillamos
el título porque lo hemos estado viendo en la red en la presentación
de innumerables notas, artículos, análisis científicos,
comentarios, libros, etcétera, etcétera, por lo que lejos está en
nuestro interés acreditárnoslo, debiendo aclarar que no logramos
precisar quién o quienes lo introdujeron inicialmente, lo que
-quizás- ya esté claro para muchos y si es así, agradeceríamos
que nos los hicieran saber…
Nuestro
interés, en todo caso, es utilizarlo para presentar, en apretada
síntesis, un conjunto de testimonios, confesiones judiciales,
incitaciones públicas, órdenes, mandatos, etcétera, etcétera, de
represores, de medios de comunicación del partido y de la SS, así
como de altas jerarquías del régimen nazi, responsables de crímenes
de toda índole por razones de clase, de raza, y que, desde nuestra
óptica, no tienen otra explicación u otra exégesis en sus causas u
orígenes en un modo demasiado paradójico de interpretar la política
de una manera muy perversa para imponer, bajo el mayor engaño, un
régimen de opresión implacable que tenga como objetivos altamente
prioritarios, excluir a unos para privilegiar a otros, es decir,
asirse de la "política" para imponer modelos
segregacionistas que tienen su praxis inmodificable en confinar o
encarcelar a todo aquel que los adversa, para torturarlos y luego
exterminarlos, como única garantía de su "éxito", como
sucedió durante los años 30 y 40 del pasado siglo XX en casi toda
Europa y que se llamó nazismo, acerca del cual abunda la
bibliografía y casi toda de muy fácil y cómodo acceso a través de
la red Internet, por lo que resulta innecesario que nos extendamos
sobre su naturaleza, su esencia y cuáles fueron sus reales fines…
Instalado
ya el régimen nazi en el poder el 30 enero de 1933, de la fase de la
discriminación que los seguidores de Hitler le hacían a los judíos
desde muchos meses antes de ser gobierno, insultándolos de mil
modos, haciéndoles responsables de la derrota alemana en la primera
guerra mundial, de la recesión y del atroz desempleo que registraba
el país, de inmediato pasaron a la fase de su exclusión de todo
tipo de actividad social y económica, imponiéndoles un boicot de
casi una semana a sus propiedades, sin compasión alguna, "desde
tiendas de comestibles y zapaterías hasta consultas médicas y
bufetes de abogados" y no solamente efectivos militares y
policiales del nuevo Estado, sino activistas del nacionalsocialismo,
se apostaban en las entradas de los comercios y casas (previamente
marcadas) e impidieron el acceso a las mismas con abundantes muestras
de violencia física e intimidación" , de manera de garantizar
el total éxito del plan de causarles el mayor daño a los judíos en
sus actividades económicas.
A
partir de allí se inicia el progresivo "gran proyecto" de
aislar a los judíos; una buena parte deportándoles hacia sectores
cerrados o lo que se conocieron como los guetos urbanos y hacia
nuevos campos de concentración construidos para ese exclusivo fin y
es luego de la llamada "Noche de los Cristales Rotos"
(1938), durante la cual y por espacio de dos días y por todo el
territorio alemán, se provocó una terrorífica devastación muy
bien planificada por el alto mando militar alemán y llevada a cabo
por sus efectivos, incluyendo ciudadanos del común que se ofrecían
como voluntarios, que dio como resultado que "un centenar de
judíos fueron brutalmente asesinados, miles apaleados y maltratados,
decenas de sinagogas fueron incendiadas y demolidas, al menos ocho
mil tiendas y negocios pertenecientes a judíos fueron destruidos,
incontables casas y pisos particulares fueron devastados y unos
30.000 judíos fueron arrestados y enviados a campos de concentración
(en Dachau, Buchenwald y Sachsenhausen)".
Vale
agregar que al día siguiente de concluida tan siniestra jornada, el
diario oficial del partido nazi, Voelkischer Beobachter, publicaba en
su nota editorial de primera página: "Los judíos deben saber
con certeza que la amargura del pueblo alemán contra su conducta de
ningún modo queda apaciguada por los cristales rotos de las ventanas
o las ruinas humeantes de las sinagogas", de donde queda
demasiado claro que el destino del pueblo judío ya estaba decidido y
que no era otro que su extermino. Tanto es así que el propio Goering
dijo luego de ese espantoso "progromo" (Saqueo y matanza de
gente indefensa, llevados a cabo por una multitud), en una sesión
del alto gobierno alemán: "Hubiera preferido que matarais a
doscientos judíos sin destruir unos bienes tan valiosos".
Pero
sigamos viendo lo que hemos ofrecido, la palabra de los propios
actores de la dramática realidad del nazismo criminal en acción:
El
24 de noviembre de 1938, a 14 días de la pavorosa noche
de Kristallnacht,
el diario oficial de la Gestapo (Das Schwarze), en su editorial
declaró (extractos): "Es preciso expulsar a los judíos de
nuestros distritos (..), confinarlos en lugares donde (..) tengan tan
poco contacto con los alemanes (..) Separados de ese modo, estos
parásitos se verán (..) reducidos a la pobreza (..) Sin embargo,
que nadie se imagine que nos quedaremos cruzados de brazos (..) Esos
centenares de millares de judíos empobrecidos serían, un semillero
de bolcheviques y una colección de elementos infrahumanos
políticamente criminales (..) En semejante situación, nos veríamos
enfrentados a la cruda necesidad de exterminar al inframundo judío
de la misma manera que, bajo nuestro gobierno de ley y orden, estamos
acostumbrados a exterminar a cualesquiera otros criminales, es decir,
por medio del fuego y la espada. El resultado sería el fin
definitivo de los judíos de Alemania, su aniquilación definitiva."
El
General Hans Frank, designado Gobernador General de la Polonia a dos
meses de la invasión alemana, dirigiéndose a sus colaboradores, les
advertía el 25 de noviembre de 1939: "No perderemos mucho
tiempo con los judíos. Es una fortuna que por fin podamos ajustar
cuentas con la raza judía. Cuantos más mueran mejor (..) Los judíos
deben sentir que hemos llegado (..) Aplastaremos a estos judíos
donde quiera que podamos. Todo está en juego (..) No hay lugar para
los judíos en el Reich."
Tres
semanas después, el 10 de diciembre el Administrador Civil de la
ciudad de Lodz (Polonia), Friedrich Übelhör, en circular para el
resto de las autoridades locales, les explicaba: "Naturalmente
la creación del gueto es sólo una medida interina. Me reservo tomar
en su momento la decisión sobre cuándo y cómo gueto y, por tanto,
la ciudad de Lodz, serán limpiados de judíos. En cualquier caso, el
objetivo final deberá ser la extinción completa de esta peste
bubónica."
La
prensa alemana del régimen, de manera general, dedicaba sus
ediciones sin pausa alguna a incitar el odio hacia el judío, como
dice el historiador D. J. Goldhagen, a través de "metáforas
biológicas" del tenor siguiente: "No debemos tolerar las
bacterias, los parásitos y la peste. La Limpieza y la higiene nos
obligan a hacerlos inofensivos exterminándolos…"
Esto
que sigue afirmaron, sin un dejo de amargura y menos aún de
arrepentimiento, represores varios que fueron detenidos luego de las
victorias aliadas en los primeros meses de 1945 y/o de aquellos
interrogados por los fiscales que fueron designados una vez que quedó
instalado el Tribunal Internacional de Nüremberg:
"Que
yo sepa, los fusilamientos (a los judíos) eran siempre voluntarios
(..) No recuerdo un solo caso en que un policía hubiera que
ordenarle una ejecución..."
"Debo
admitir que sentíamos cierta alegría cuando cogíamos a un judío
al que uno podía matar..."
"No
reconocíamos que el judío fuese un ser humano (..) estaba
convencido (que) los judíos no eran inocentes sino culpables (..)
Los
judíos "eran criminales e infrahumanos y habían causado la
decadencia de Alemania."
Este
tipo de declaraciones, en su mayoría fueron espontáneas, es decir
que no se ejerció sobre los detenidos presión alguna y se los dejó
hablar de todo cuanto quisieron, libremente, en tanto daban
respuestas a las preguntas muy concretas que les hacían los fiscales
y tanto lo fue que leamos esta otra declaración o lo que es
realmente la muy clara admisión de un doctor en medicina del delito
que cometió, de haber sido parte del equipo de científicos que
utilizaban a los judíos como se usa una rata en los laboratorios:
"Por supuesto, soy un doctor y mi deseo es preservar la vida.
Por respeto a la vida humana, sería capaz de extirpar un apéndice
gangrenoso de un cuerpo enfermo. Los judíos son el apéndice
gangrenoso del cuerpo de la humanidad."
Hay
demasiado material documental muy similar; tarea muy difícil
intentar resumirlo en tres cuartillas y menos hacer una selección a
partir de lo más oprobioso, de lo más degradante, de lo más
horroroso, porque todo cuando ha sido referenciado sobre lo que
sucedió durante ese período de década y media del nefasto nazismo
y el fascismo en Europa para el exterminio de los judíos y de los
comunistas o bolcheviques como más acostumbraban llamarlos, fue de
lo peor; allí reinó de forma bestial el odio criminal permanente,
sin límite alguno, pero no queremos concluir sin dejar este
testimonio que nos demuestra hasta donde ese odio transformó la
psiquis de una sociedad, la cual era considerada -para entonces- como
la más avanzada en todos los órdenes de la vida cultural y
científica de no solamente la vieja Europa, sino del mundo todo, la
alemana:
El
cabo de nombre Heinz, joven de apenas 27 años le escribe a su
hermana sin remordimiento alguno y más bien dejando muy en claro su
satisfacción por la tarea que ha venido cumpliendo como soldado al
servicio de Hitler, en mayo de 1942, lo siguiente:
"Vamos
a vencer, y tenemos que vencer; si no, tendremos problemas. La
Canalla judía mundial se vengaría salvajemente de nuestro pueblo,
ya que aquí han sido ejecutados cientos de miles de judíos, para
dar al mundo al fin paz y tranquilidad. Un poco antes de llegar a la
ciudad donde estamos hay dos fosas comunes masivas. En una yacen
20.000 judíos y en la otra otros 40.000 rusos. Al principio eso
impresiona; pero cuando se piensa en la gran idea, entonces debe
creer uno mismo que era necesario. En todo caso, las SS han hecho un
gran trabajo y hay mucho que agradecerles…"
Y
cerramos con esta reflexión.
Nuestro
país vive y padece una violencia desatada, que ya se ha desbordado a
niveles de lo que no es otra cosa que una terrible tragedia, cuando
vemos el asesinato de venezolanos con la mayor saña y perversión,
mediante el uso de prácticas atroces, como es el de prenderles fuego
o descuartizarlos o degollarlos o dispararles a quemarropa o
apuñalearlos, y que ello no prenda la alarma en sectores de la
sociedad que tienen la obligación moral, no sólo de proteger la
dignidad humana, sino cuidar la vida, a todo evento, como sucede con
la Conferencia Episcopal de Venezuela, de cuyo seno no hemos
escuchado ni una sola palabra condenando tales prácticas…
Las
evidencias fílmicas que nos muestran los escenarios donde se
producen esos asesinatos son, por cierto, abundantes y en todas ellas
vemos, además, con total nitidez, que esos bárbaros asesinatos
ocurren en medio de una violencia inenarrable por lo cruenta, además
de que tales escenarios se montan con el único objetivo estratégico
de generar el terror necesario para derrocar el gobierno legítimo
del país y que, bajo un discurso para nada confuso, así lo expresan
en voz muy alta, sus organizadores...!!!
Ese
silencio episcopal venezolano no es en absoluto distinto al que
mantuvo la Iglesia Católica durante el régimen nazi, mientras
cientos de miles de seres humanos, como judíos de cualquier
tendencia política, comunistas o bolcheviques, gitanos, seguidores
de los Testigos de Jehová y entre otros, personas con alguna
discapacidad, fueron salvajemente asesinados, sobre el cual la
bibliografía que se ha escrito sobre el tema es muy abundante y que
no deja lugar a dudas de que, efectivamente, el papel del Vaticano en
ese holocausto se equipara al que asumió Poncio Pilatos cuando se
lavó las manos y dejó que la muchedumbre enardecida, ganada por el
odio, torturaran y asesinaran de forma bárbara a Jesús en la
Cruz...
La
propia Iglesia, a partir de Benedicto XVI, pidió perdón por el
papel que desempeñaron algunas figuras de su Iglesia en esa época
siniestra del nazismo, perdón ese que, por cierto, fue recibido con
demasiado recelo en amplios sectores de la comunidad mundial, pues en
el mismo se intenta exculpar a quien se le ha señalado de haber sido
el mayor responsable de la conducta de la Iglesia, el Papa Pío XII,
frente a lo que fue, sin duda, uno de los mayores crímenes de la
historia de la humanidad…
Nunca
es tarde para salirse de esa pasividad cómplice frente a estas
acciones de tanta violencia que han enlutado ya a decenas de familias
de la Patria; muy grave sería que optáramos por enterrar como el
avestruz la cabeza en la tierra y nos dejáramos secuestrar por las
emociones y terminemos atrapados de la mano de los mil diablos...
Bibliografía
consultada:
-"La
Semilla de la Barbarie" de Enrique Moradiellos, del Grupo
Editorial 62, Madrid, España 2009;
-"La
Iglesia Católica y el Holocausto" del sociólogo e investigador
estadounidense Daniel Johnah Goldhagen;
-"Imperios
de muerte", del historiador español, José M. Núñez Sixas,
Alianza Editorial, 2007;
-"Nazism
1919-1945" (Volumen 3) de Jeremy
Noakes|G. Pridham (Agosto/2000), citado en el libro de
Moradiellos "La Semilla de la Barbarie";
-"Auschwitz:
los nazis y la solución final" (2005); "Una guerra de
exterminio" (2006) y "Los verdugos y las víctimas",
ambos del historiador británico por la Universidad de Oxford,
Laurence Rees y,
-"Los
verdugos voluntarios de Hitler", de D.J. Goldhagen, Edición
Tauros 1996
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