15 de diciembre de 2016
Crédito: alai
Agencia Latinoamericana de Información
Pasqualina Curcio Curcio
Agencia Latinoamericana de Información
Pasqualina Curcio Curcio
No
hay duda de que el pueblo venezolano ha estado sometido a fuertes
agresiones que buscan, por la vía de la distorsión de los mercados
y la afectación de la economía, incidir en las preferencias
electorales de una población que ha transitado, desde 1999, en un
proceso político democrático y pacífico.
Una
de las armas utilizadas en el marco de esta guerra no convencional
contra el pueblo venezolano ha sido el bloqueo financiero
internacional. Se ha basado principalmente en la publicación de
índices de riesgo-país que no se corresponden con la realidad
económica. Se trata de mecanismos que buscan manipular estos
mercados y con ello la percepción de riesgo financiero hacia
Venezuela.
El
riesgo-país es un índice que trata de medir la garantía de que un
Estado cumpla con sus compromisos de deuda en los términos
acordados. Constituye una prima de riesgo asociada a la probabilidad
de incumplimiento en el pago de la deuda externa. En la medida en que
el riesgo país es mayor, dicha prima también lo será, y por lo
tanto, ante eventuales solicitudes de créditos en el exterior, el
país deberá pagar tasas de interés más elevadas para cubrir tal
prima. O dicho en otras palabras, los inversionistas exigirán un
mayor rendimiento debido al riesgo.
Este
índice se expresa en puntos. Cada 100 puntos equivale a 1% adicional
de tasa de interés. Por ejemplo, si el riesgo país es 2000, la
deuda tendrá un costo de 20%.
Son
los grandes bancos privados y las calificadoras de riesgo las que se
encargan de hacer seguimiento continuo del riesgo crediticio de los
países. Son sus publicaciones diarias las que influyen sobre la
posibilidad de que un país tenga mayor o menor acceso a créditos en
los mercados financieros internacionales, o en todo caso, que dicho
crédito sea más o menos costoso. Índices muy elevados pudiesen
hacer muy costosos los créditos a los países, reorientándolos de
esta manera a acudir al Fondo Monetario Internacional, cuyas tasas
son menores, pero con todas las condiciones de políticas de
“estabilización macroeconómica” que ello implicaría.
¿Actúan
estas agencias de manera rigurosamente científica al calcular el
riesgo-país o por el contrario se trata de manos que visiblemente
manipulan los resultados en favor de sus propios intereses o el de
los mercados financieros mundiales o, incluso y más allá de los
objetivos económicos y financieros, responden a intenciones
políticas?
Es
el caso que Venezuela es, actualmente, el país con mayor índice de
riesgo-país a nivel mundial. A la fecha asciende a 2323 puntos.
Esperaríamos, teóricamente, que los incrementos de este índice se
correspondan, principalmente, con incumplimientos del pago de
servicios de la deuda pública externa.
Sin
embargo, para el caso de Venezuela y durante el período 2001-2016,
los resultados han sido contrarios: mayores niveles de pago del
servicio de la deuda externa están asociados a mayor riesgo-país. A
medida que aumenta el pago de servicio de la deuda, también aumenta
el riesgo país (ver gráfico). Estábamos esperando que esa
tendencia positiva del riesgo-país, es decir, esa pendiente positiva
de la línea roja, estuviese acompañada de una disminución y una
pendiente negativa del pago de la deuda mostrada por la línea azul.
No obstante, lo observado es contrario a lo teóricamente esperado.
Resaltamos
el período 2006-2008, en el cual se observa que en la medida en que
aumentó el pago del servicio de la deuda externa también incrementó
de manera importante el riesgo-país. De hecho, fueron los años que
registraron mayor variación del riesgo-país: entre 2006 y 2007,
esta fue 177%, pasando de 183 a 577; de 2007 a 2008, la variación
fue 257%, pasó de 577 a 1808. Debemos recordar que el año 2007 se
realizó el referendo para la reforma de la Constitución, también
debemos recordar que durante ese año se registraron niveles de
desabastecimiento, programado y selectivo, muy elevados. Además las
manipulaciones del tipo de cambio ilegal fueron de las más elevadas.
Desde
el año 2013, momento en el que inicia una escalada del riesgo-país,
y hasta la fecha, Venezuela ha pagado 63.566 millones de dólares por
concepto de servicio de deuda pública externa. Ha cumplido de manera
puntual con todos los compromisos, y sin embargo el riesgo-país
incrementó 202% durante el mismo período, pasando de 768 en 2012 a
2323 en 2016.
El
riesgo-país ha sido una de las principales armas utilizadas para
bloquear financieramente a Venezuela. Este ha sido manipulado, en
tiempo y en magnitud, de la misma manera que lo ha sido el tipo de
cambio en el mercado ilegal y el desabastecimiento programado de
bienes esenciales. El gráfico siguiente muestra en un mismo plano
cómo se han comportado estas tres principales armas económicas
contra el pueblo venezolano.
Se
observa que los tres indicadores muestran similares variaciones en
los mismos momentos, cuyos niveles más altos de manipulación
corresponden con procesos electorales o de coyuntura política.
Siguen un patrón en su comportamiento que atiende a los ciclos
políticos.
Debemos
resaltar el hecho de que estadísticamente no hallamos relación
significativa entre el riesgo-país y los indicadores económicos y
financieros que se supone están asociados o determinan los niveles
de este índice. Sin embargo, llama la atención la elevada
correlación estadística entre el riesgo-país con respecto al
desabastecimiento (el cual ha sido programado y selectivo) y al tipo
de cambio ilegal (que ha sido manipulado).
El
riesgo-país no es resultado de cálculos rigurosamente científicos,
tampoco se corresponde con variables económicas. Incluso, tampoco es
consecuencia de los sucesos políticos, es decir, no es resultado de
estos eventos, por el contrario, pretende ser una de las causas
desencadenantes de alteraciones políticas por la vía de la
dificultad al acceso de financiamiento externo.
Son
las grandes instituciones financieras las que han estado accionando
esta arma de guerra económica. Son los grandes monopolios de las
finanzas a nivel mundial las manos visibles que han pretendido
incidir sobre los mercados financieros y la economía venezolana en
general.
No
es casualidad el comportamiento casi idéntico de la tendencia de los
tres indicadores de las armas de guerra: el desabastecimiento
programado, la manipulación del tipo de cambio ilegal y con este la
inflación inducida, y el riesgo-país. Armas todas que por ser
masivas afectan a todo un pueblo y buscan, por esa vía, incidir
sobre la estabilidad democrática.
Es
necesario mencionar entre paréntesis, que a pesar de tales
presiones, consecuencia del bloqueo financiero internacional, el
gobierno venezolano ha cumplido con sus compromisos de deuda y a la
vez, ha mantenido sus niveles de inversión social, garantizando de
esta manera los derechos humanos y sociales de la población.
El
hecho de que estos niveles de inversión social se sigan manteniendo
y permitan seguir garantizando la protección del pueblo ante las
fuertes agresiones económicas, requiere que el país se financie, no
por la vía de recortes de la inversión social, ni lo que
neoliberalmente se conoce como reducción del gasto público, tampoco
por la vía de las privatizaciones, ni pagando créditos a tasas de
interés excesivas en los mercados financieros internacionales, mucho
menos acudiendo al Fondo Monetario Internacional.
La
vía de financiamiento del Estado debe ser a través del aumento de
los ingresos fiscales provenientes de los impuestos directos y
progresivos por parte de los dueños de capitales. No es sobre el
pueblo, que ha sido el principal afectado en el marco de esta guerra
no convencional, sobre el cual debe recaer el financiamiento de la
inversión social por la vía de los recortes. Son los dueños del
capital, especialmente las grandes corporaciones, por cierto, las
manos que visiblemente han agredido a los venezolanos, las que deben
asumir el costo de la guerra económica que han desencadenado y que
ha generado graves distorsiones a la economía.
Es
necesario no solo aumentar los niveles de presión tributaria de
estas empresas por la vía de mayores tasas de impuestos, que son las
más bajas del continente, sino además mejorando la recaudación,
disminuyendo la evasión y la elusión. Sería interesante conocer la
cantidad de impuestos que cada una de estas grandes corporaciones
nacionales y transnacionales, incluyendo la banca, ha pagado al
Estado venezolano, si es que efectivamente han estado pagando los
impuestos.
Va
siendo hora de que estas grandes corporaciones cumplan con su
obligación de contribuir al fisco, tal como lo hace cualquier
empresa en cualquier país del mundo. Y en la coyuntura actual, es
inadmisible que por vía indirecta, el Estado se vea obligado a
negociar préstamos financieros a elevadas tasas de interés a nivel
internacional (consecuencia de la manipulación del riesgo-país) y
que por lo tanto, termine siendo el propio pueblo bolivariano
agredido, el que financie la guerra económica accionada por el
régimen capitalista.
Va
siendo hora de que estas grandes corporaciones asuman el
financiamiento de su guerra económica.
10
de diciembre de 2016
Pasqualina
Curcio Curcio
Profesora Titular
Departamento de Ciencias
Económicas y Administrativas
Universidad Simón
Bolívar-Venezuela
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