miércoles, 21 de diciembre de 2016

El bloqueo financiero internacional.

15 de diciembre de 2016
Crédito: alai
Agencia Latinoamericana de Información
Pasqualina Curcio Curcio

No hay duda de que el pueblo venezolano ha estado sometido a fuertes agresiones que buscan, por la vía de la distorsión de los mercados y la afectación de la economía, incidir en las preferencias electorales de una población que ha transitado, desde 1999, en un proceso político democrático y pacífico.

Una de las armas utilizadas en el marco de esta guerra no convencional contra el pueblo venezolano ha sido el bloqueo financiero internacional. Se ha basado principalmente en la publicación de índices de riesgo-país que no se corresponden con la realidad económica. Se trata de mecanismos que buscan manipular estos mercados y con ello la percepción de riesgo financiero hacia Venezuela.

El riesgo-país es un índice que trata de medir la garantía de que un Estado cumpla con sus compromisos de deuda en los términos acordados. Constituye una prima de riesgo asociada a la probabilidad de incumplimiento en el pago de la deuda externa. En la medida en que el riesgo país es mayor, dicha prima también lo será, y por lo tanto, ante eventuales solicitudes de créditos en el exterior, el país deberá pagar tasas de interés más elevadas para cubrir tal prima. O dicho en otras palabras, los inversionistas exigirán un mayor rendimiento debido al riesgo.

Este índice se expresa en puntos. Cada 100 puntos equivale a 1% adicional de tasa de interés. Por ejemplo, si el riesgo país es 2000, la deuda tendrá un costo de 20%.

Son los grandes bancos privados y las calificadoras de riesgo las que se encargan de hacer seguimiento continuo del riesgo crediticio de los países. Son sus publicaciones diarias las que influyen sobre la posibilidad de que un país tenga mayor o menor acceso a créditos en los mercados financieros internacionales, o en todo caso, que dicho crédito sea más o menos costoso. Índices muy elevados pudiesen hacer muy costosos los créditos a los países, reorientándolos de esta manera a acudir al Fondo Monetario Internacional, cuyas tasas son menores, pero con todas las condiciones de políticas de “estabilización macroeconómica” que ello implicaría.

¿Actúan estas agencias de manera rigurosamente científica al calcular el riesgo-país o por el contrario se trata de manos que visiblemente manipulan los resultados en favor de sus propios intereses o el de los mercados financieros mundiales o, incluso y más allá de los objetivos económicos y financieros, responden a intenciones políticas?

Es el caso que Venezuela es, actualmente, el país con mayor índice de riesgo-país a nivel mundial. A la fecha asciende a 2323 puntos. Esperaríamos, teóricamente, que los incrementos de este índice se correspondan, principalmente, con incumplimientos del pago de servicios de la deuda pública externa.

Sin embargo, para el caso de Venezuela y durante el período 2001-2016, los resultados han sido contrarios: mayores niveles de pago del servicio de la deuda externa están asociados a mayor riesgo-país. A medida que aumenta el pago de servicio de la deuda, también aumenta el riesgo país (ver gráfico). Estábamos esperando que esa tendencia positiva del riesgo-país, es decir, esa pendiente positiva de la línea roja, estuviese acompañada de una disminución y una pendiente negativa del pago de la deuda mostrada por la línea azul. No obstante, lo observado es contrario a lo teóricamente esperado.



Resaltamos el período 2006-2008, en el cual se observa que en la medida en que aumentó el pago del servicio de la deuda externa también incrementó de manera importante el riesgo-país. De hecho, fueron los años que registraron mayor variación del riesgo-país: entre 2006 y 2007, esta fue 177%, pasando de 183 a 577; de 2007 a 2008, la variación fue 257%, pasó de 577 a 1808. Debemos recordar que el año 2007 se realizó el referendo para la reforma de la Constitución, también debemos recordar que durante ese año se registraron niveles de desabastecimiento, programado y selectivo, muy elevados. Además las manipulaciones del tipo de cambio ilegal fueron de las más elevadas.


Desde el año 2013, momento en el que inicia una escalada del riesgo-país, y hasta la fecha, Venezuela ha pagado 63.566 millones de dólares por concepto de servicio de deuda pública externa. Ha cumplido de manera puntual con todos los compromisos, y sin embargo el riesgo-país incrementó 202% durante el mismo período, pasando de 768 en 2012 a 2323 en 2016.

El riesgo-país ha sido una de las principales armas utilizadas para bloquear financieramente a Venezuela. Este ha sido manipulado, en tiempo y en magnitud, de la misma manera que lo ha sido el tipo de cambio en el mercado ilegal y el desabastecimiento programado de bienes esenciales. El gráfico siguiente muestra en un mismo plano cómo se han comportado estas tres principales armas económicas contra el pueblo venezolano.


Se observa que los tres indicadores muestran similares variaciones en los mismos momentos, cuyos niveles más altos de manipulación corresponden con procesos electorales o de coyuntura política. Siguen un patrón en su comportamiento que atiende a los ciclos políticos.

Debemos resaltar el hecho de que estadísticamente no hallamos relación significativa entre el riesgo-país y los indicadores económicos y financieros que se supone están asociados o determinan los niveles de este índice. Sin embargo, llama la atención la elevada correlación estadística entre el riesgo-país con respecto al desabastecimiento (el cual ha sido programado y selectivo) y al tipo de cambio ilegal (que ha sido manipulado).

El riesgo-país no es resultado de cálculos rigurosamente científicos, tampoco se corresponde con variables económicas. Incluso, tampoco es consecuencia de los sucesos políticos, es decir, no es resultado de estos eventos, por el contrario, pretende ser una de las causas desencadenantes de alteraciones políticas por la vía de la dificultad al acceso de financiamiento externo.


Son las grandes instituciones financieras las que han estado accionando esta arma de guerra económica. Son los grandes monopolios de las finanzas a nivel mundial las manos visibles que han pretendido incidir sobre los mercados financieros y la economía venezolana en general.

No es casualidad el comportamiento casi idéntico de la tendencia de los tres indicadores de las armas de guerra: el desabastecimiento programado, la manipulación del tipo de cambio ilegal y con este la inflación inducida, y el riesgo-país. Armas todas que por ser masivas afectan a todo un pueblo y buscan, por esa vía, incidir sobre la estabilidad democrática.

Es necesario mencionar entre paréntesis, que a pesar de tales presiones, consecuencia del bloqueo financiero internacional, el gobierno venezolano ha cumplido con sus compromisos de deuda y a la vez, ha mantenido sus niveles de inversión social, garantizando de esta manera los derechos humanos y sociales de la población.

El hecho de que estos niveles de inversión social se sigan manteniendo y permitan seguir garantizando la protección del pueblo ante las fuertes agresiones económicas, requiere que el país se financie, no por la vía de recortes de la inversión social, ni lo que neoliberalmente se conoce como reducción del gasto público, tampoco por la vía de las privatizaciones, ni pagando créditos a tasas de interés excesivas en los mercados financieros internacionales, mucho menos acudiendo al Fondo Monetario Internacional.

La vía de financiamiento del Estado debe ser a través del aumento de los ingresos fiscales provenientes de los impuestos directos y progresivos por parte de los dueños de capitales. No es sobre el pueblo, que ha sido el principal afectado en el marco de esta guerra no convencional, sobre el cual debe recaer el financiamiento de la inversión social por la vía de los recortes. Son los dueños del capital, especialmente las grandes corporaciones, por cierto, las manos que visiblemente han agredido a los venezolanos, las que deben asumir el costo de la guerra económica que han desencadenado y que ha generado graves distorsiones a la economía.

Es necesario no solo aumentar los niveles de presión tributaria de estas empresas por la vía de mayores tasas de impuestos, que son las más bajas del continente, sino además mejorando la recaudación, disminuyendo la evasión y la elusión. Sería interesante conocer la cantidad de impuestos que cada una de estas grandes corporaciones nacionales y transnacionales, incluyendo la banca, ha pagado al Estado venezolano, si es que efectivamente han estado pagando los impuestos.

Va siendo hora de que estas grandes corporaciones cumplan con su obligación de contribuir al fisco, tal como lo hace cualquier empresa en cualquier país del mundo. Y en la coyuntura actual, es inadmisible que por vía indirecta, el Estado se vea obligado a negociar préstamos financieros a elevadas tasas de interés a nivel internacional (consecuencia de la manipulación del riesgo-país) y que por lo tanto, termine siendo el propio pueblo bolivariano agredido, el que financie la guerra económica accionada por el régimen capitalista.

Va siendo hora de que estas grandes corporaciones asuman el financiamiento de su guerra económica.

10 de diciembre de 2016

Pasqualina Curcio Curcio
Profesora Titular
Departamento de Ciencias Económicas y Administrativas
Universidad Simón Bolívar-Venezuela

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