30 de junio de 2016
Crédito: alai
Agencia Latinoamericana de Información
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Los
medios de comunicación sin duda influyen en la percepción de todos
los temas, pero independientemente de la desinformación, los
resultados del referéndum muestran que la mayoría de las personas
comunes tienen las ideas claras. La gente sabe que hay una mafia
codiciosa que se enriquece a costa del sufrimiento de cientos de
millones de personas. La gente sabe que, si bien la tecnología y la
globalización facilitan la producción y el comercio, los beneficios
no se comparten con los empleados, sino se usan para aumentar el
desempleo, desestabilizar puestos de trabajo y que enriquecen a los
ricos. La gente sabe que la deuda pública emitida para mantener
burbujas en los mercados financieros, disminuye el valor de los
salarios, las pensiones y los activos tangibles del 99%. La gente
sabe que la desregulación financiera y la inversión alargan la mano
de los carteles empresariales. La gente sabe que el 1% quiere
privatizar los servicios públicos -como educación o justicia- cuya
eficiencia se mide por cobertura, para sacar provecho de ellos. La
gente sabe que esas malas políticas pueden afirmarse,
irreversiblemente, con acuerdos económicos internacionales.
Ese
es el plan para la sociedad europea de las autoridades europeas y de
los gobiernos nacionales. Hay mucha rabia contra esa traición de
nuestros partidos políticos tradicionales e incluso nuestros
sindicatos. La actual clase política europea la integra una mayoría
de oportunistas ineptos, chantajeados por los medios de comunicación
y por agentes extranjeros. A esa clase no se le puede confiar el
poder.
Brexit
y la OTAN
Hoy
en día no hay tal cosa como argumentos de derecha o izquierda. Las
definiciones de derecha e izquierda son obsoletas. Los argumentos a
lo largo de Brexit eran sobre la invasión por inmigrantes,
mantenimiento de niveles de bienestar, la capacidad de Gran Bretaña
para controlar su propia economía. Estos cruzan las líneas de
partido. El telón de fondo era algo que todos los europeos saben:
los inmigrantes vienen del Norte de África y del Cercano Oriente.
También saben que la mayoría vienen como resultado de las
destructivas políticas de la OTAN, decididas por Hillary Clinton y
el gobierno de Obama.
El
problema de migración masiva comenzó en Libia, cuando Hillary
Clinton presionó para destruir el gobierno estable y fiable que
había allí. Luego ella decidió armar, con armas de Libia y de
Estados Unidos, a través de Turquía y Arabia Saudita, los
salafistas de ISIS, Al-Nusra, y Al-Qaeda. La idea era aterrorizar a
la población y derrocar a los gobiernos de Siria e Irak. El gobierno
sirio se mostró fuerte y entonces, bajo el pretexto de combatir el
ISIS, la fuerza aérea estadounidense atacó sistemáticamente la
infraestructura urbana siria e iraquí: destruyó plantas de
electricidad y agua, escuelas, hospitales, depósitos de alimentos,
dentro o fuera de la zona supuestamente ocupada por ISIS. La
población debió abandonar sus hogares, sus pueblos y muchos dejaron
sus países. Mientras tanto ISIS, con armas y equipos Made in USA,
continuó su avance, hasta que los rusos los demolieron. Es notable
que los bombarderos estadounidenses evitaron las columnas, muy
visibles, de camiones con petróleo robado por ISIS a Turquía; lo
hacían "para evitar bajas civiles" o eso dijo la US Air
Force oficialmente.
Al
margen de esto sucedió el golpe en Kiev, de la Victoria Nuland del
Departamento de Estado, contra el Gobierno legítimo de Ucrania. Una
región de Ucrania no reconoció al gobierno de facto y entonces fue
atacada; Crimea se escapó regresando a Rusia. Este muy previsible
desarrollo fue motivo para que la UE impusiera a Rusia sanciones
económicas, que le cuestan miles de millones y cientos de millares
de empleos.
Todos
estos hechos mostraron a los europeos que Bruselas es realmente la
OTAN, y la OTAN es realmente Washington. Que hay una guerra híbrida
para impedir que capitales europeos desarrollen los recursos de
Eurasia. Parte de la maniobra de OTAN busca la dislocación
demográfica de Europa, de Inglaterra, el objetivo es
desestabilizarla económica, social y culturalmente. Esas fueron
algunas razones muy válidas para el voto Brexit. En realidad es un
voto contra Bruselas, contra el endoso de la política pro-guerra del
Gobierno de los Estados Unidos, contra la nueva Guerra Fría de
Washington.
El
mapa político europeo
Las
etiquetas tradicionales de la política europea ya no tienen sentido.
En lugar de las posturas ideológicas, lo que ahora importa son los
problemas reales y concretos. La cuestión ahora no es más "que
están amenazando nuestros puestos de trabajo". Ahora se trata
de una amenaza contra nuestra cultura, nuestra paz, nuestras
instituciones, nuestras tradiciones, nuestra infraestructura social,
nuestra seguridad y nuestra identidad. Pero esto levanta la pregunta
de por qué vienen aquí estos inmigrantes. No vienen como
inmigrantes económicos: llegan a causa de la destrucción hecha por
la OTAN, llegan por las bombas de la OTAN en el Oriente Próximo; es
la política de agresión de la OTAN que destruye la paz y las vidas
en Siria, Irak, Libia, África Central, Afganistán, Pakistán,
Somalia, Yemen y también en Ucrania.
El
hecho de que la política europea la conduce Estados Unidos es ahora
evidente. Antes todo movimiento político que propusiese retirarse de
la OTAN y tener una política económica nacional, era inmediatamente
etiquetado como extrema derecha; tal fue el caso del Frente Nacional
en Francia o la Unión Civil de Hungría (Fidesz). Ahora tenemos a
Marine Le Pen, Viktor Orban, con Corbyn de la izquierda inglesa y los
líderes socialdemócratas alemanes diciendo todos ellos: no queremos
una confrontación con Rusia; pero eso mientras la OTAN organiza la
mayor concentración militar en la frontera de Rusia desde la Segunda
Guerra Mundial y la Comisión Europea, también en Bruselas, busca
romper viejos lazos europeos y mantiene unas auto-lesivas sanciones
económicas contra Rusia.
Nadie
cree que se pueda contar con el pueblo de Francia, Alemania, Italia y
otros países de Europa para una nueva guerra contra ellos mismos o
contra Rusia. El voto Brexit muestra que será imposible manipular
con los medios a los pueblos de Europa para que quieran una guerra
contra Rusia; una guerra impuesta por la OTAN, deseada sólo por las
élites de EE.UU. Eso puede ser la causa de que EE.UU. provoque el
flujo hacia Europa de cientos de miles de musulmanes en edad militar.
Hay
ahora en Europa una convergencia política europea que supera las
etiquetas que usan los medios sobre izquierda y derecha. Está claro
también que la etiqueta socialista puede cubrir políticas muy
contrarias al interés de las clases trabajadoras y muy favorables a
los criterios de Wall Street. Lo contrario puede decirse en cambio de
grupos etiquetados por los medios de comunicación como extrema
derecha o incluso como fascistas.
El
secuestro de Europa
El
sistema institucional de la Unión Europea no es de tipo
representativo. Se le quiso de esa manera; se le quiso indiferente a
la presión política, social o económica europea. No pueEl secuestro de Europa
de
evolucionar, porque ni siquiera contiene mecanismos para su reforma.
Es tan inmune a las presiones, que, Mario Draghi -ex Goldman Sachs y
el Presidente del Banco Central Europeo-ECB- pudo sustituir a la
Reserva Federal en su Quantitative Easing (emisión inorgánica de
deuda pública) emitiendo € 1,6 billones para dar a los banqueros
el dinero con que seguir inflando sus burbujas financieras; luego él
mismo admitió a la prensa que el BCE planea bajar el valor del euro
hasta llevarlo a la paridad con el dólar estadounidense. Esto
significa que el BCE hará el papel opuesto al de un Banco Central:
que erosionará el valor de los salarios, pensiones y propiedades
europeos para rescatar al dólar estadounidense. Él no está en la
cárcel, tampoco alguno lo acusó de empujar la fuga de capitales o
de robar a los europeos.
En
la Europa moderna los partidos que se llaman a sí mismos socialistas
- socialistas franceses, socialdemócratas alemanes, españoles del
PSOE- ejecutan políticas neoliberales. Los partidos que proponen un
cambio radical surgen en Italia, España, Portugal, y tal vez,
Grecia. En Europa la gente preocupada por problemas sociales, ahora
habla de cuestiones financieras, no de filosofía política. Esos son
los partidos que realmente quieren gobernar, que desean emitir dinero
nacional, incurrir en déficit, gastar en la economía. Nada de eso
se puede hacer bajo los acuerdos de Lisboa, donde el BCE sólo crea
dinero para dárselo a los bancos, no dinero para gastar, para
financiar nuevas inversiones y nuevos empleos. La zona euro quiere
recortar los sueldos y las pensiones con el fin de mantener las
apuestas de los bancos en los mercados de valores y proteger las
inversiones del 1% mundial.
No
es de extrañar que Geert Wilders, el líder de los nacionalistas
holandeses, diga que quieren una Holanda con su propio banco central.
No es de extrañar que Victor Orban quisiera un Banco Central de
Hungría independiente del BCE, un Banco Central Húngaro que
defienda el Florint. No es de extrañar que Marine Le Pen y Matteo
Salvini estén pidiendo referendos nacionales sobre la Unión
Europea. Ellos no quieren que Bruselas siga devaluando las
inversiones y el dinero para los cuales franceses e italianos han
trabajado. Ellos quieren su propio Banco Central, para que cuando el
interés económico nacional lo requiera, se pueda incurrir en un
déficit presupuestario para crear empleo, que, como es notorio desde
Sismondi, es la clave para el crecimiento económico.
Europa
tenía una economía sana hasta que una economía basada en deuda
financiera, originada en Wall Street, la infectó y la arrastró a la
crisis del 2008. Bruselas entonces pidió a los gobiernos nacionales
que salvasen sus bancos con dinero público. Es esa deuda, creada con
el fin de salvar de la quiebra a los muy ricos, lo que hizo necesaria
la austeridad pública. La salida de la UE significa la disminución
de la austeridad y ningún dinero público para los banqueros. En
Inglaterra, el patrón de votación tuvo a Londres -el hogar de la
City financiera- y los centro universitarios, Oxford y Cambridge,
donde abunda la juventud intoxicada por los medios, que agita
frenética sus pulgares en pantallas de teléfonos, a favor de la
permanencia. Las zonas obreras del norte y el sur, la clase media y
la clase industrial votaron para salirse. Mundo virtual vs mundo
real. Economía virtual vs economía real. La mayoría se opuso a la
austeridad, se opuso a las políticas anti-laborales, se opuso a las
pro-bancos de Bruselas, se opuso ha hacerlas permanentes con el TTPI.
Que
esperar
Brexit
dificulta el TPPI. Hasta los gobiernos serviles de Alemania y Francia
han hecho ruidos contra el TTPI. Todos saben que el TPPI sería la
lápida mortuoria del modelo socioeconómico europeo. Ahora solo lo
promueve la Comisión Europea.
No
hay garantía de que se obedezca el voto a favor de separar la Gran
Bretaña de la UE. Cuando los irlandeses votaron contra entrar en la
UE, su voto fue ignorado una y otra vez hasta que se votó por
Bruselas. Cuando franceses y los holandeses votaron en contra el
proyecto de Constitución Europea, se ignoro su voto con el Tratado
de Lisboa. Cuando los griegos votaron en contra las propuestas
financieras de la Troika, su gobierno los ignoró. Cuando los
holandeses votaron hace poco contra un acuerdo comercial entre la UE
y Ucrania, su gobierno y Bruselas los ignoraron. Es probable que el
voto Brexit sea ignorado por las autoridades británicas y europeas.
El hecho de que Cameron renunciara, como se esperaba, pero con vigor
en octubre, es un mal síntoma de advertencia.
El
voto Brexit es más importante como catalizador de iniciativas
similares. Lega Nord y Cinque Stelle en Italia, Unidos Podemos en
España, Frente Nacional en Francia, Partido de la Libertad en
Holanda, Partido de la Libertad en Austria, y otros movimientos
similares en Eslovaquia, Hungría, Finlandia y Suecia, quieren huir
de la dictadura de Bruselas. La mayoría de los europeos queremos una
Europa unida, pero una libre de la OTAN, una independiente de los
EE.UU. Queremos una Europa libre, que pueda invertir sus capitales y
crecer con los recursos del Mercado Común de Eurasia: una sola
Europa desde Lisboa hasta Vladivostok.
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