17 de julio de 2016
German Saltrón Negretti
La
energía nuclear se produce por la fisión de átomos de uranio que
produce calor. Este calor se usa para hervir el agua, que al hacerlo
emite vapor. Este vapor hace funcionar unas grandes turbinas y
produce la electricidad. La energía nuclear no produce gases
invernadero que produce el cambio climático, aunque a menudo se usan
combustibles fósiles para la extracción y procesamiento del uranio
y para construir y hacer funcionar las plantas de energía, así que
algunos dicen que es la única opción realista para producir grandes
cantidades de energía libre de carbono, por lo menos a corto plazo.
Pero
los problemas de energía nuclear están lejos de ser a corto plazo.
Para reemplazar aunque sea la tercera parte de las emisiones de
dióxido de carbono emitida actualmente por plantas de combustibles
fósiles, el mundo tendría que construir 3.200 centrales nucleares
de tamaño medio. Estas plantas de energía requerirían de mucha
seguridad, que el uranio y el plutonio utilizados en ellas también
pueden usarse para construir armas nucleares. Por otro lado, las
barras de combustibles utilizadas para alojar el uranio contienen
niveles peligrosos de radioactividad que duran cientos de miles de
años y de los cuales no podemos deshacernos de manera segura.
Los
peligros de la energía nuclear llamaron dramáticamente la atención
del mundo en 1986, cuando una explosión accidental en la central de
Chernóbil, -Rusia- liberó en el aire una ráfaga de material
radioactivo de 1.3 km, equivalente a diez bombas atómicas como la de
Hiroshima. La lluvia radiactiva se extendió a lugares distantes como
Italia y Suecia, contaminando cultivos, animales de cría y personas.
La
radiactividad es la propiedad en virtud de la cual algunos elementos
que se encuentran en la naturaleza, como el Uranio, se transforman,
por emisión de partículas alfa (núcleos de Helio), beta
(electrones), gamma (fotones) en otros elementos nuevos, que pueden
ser o no, a su vez, radiactivos. La radiactividad es un fenómeno
natural al que el hombre ha estado siempre expuesto, aunque también
están las radiaciones artificiales. Así pues, diferenciamos dos
casos; radiación natural y radiación artificial. La natural siempre
ha existido ya que procede de las materias existentes en todo el
universo y puede ser la radiación visible, como por ejemplo la luz,
o invisible por ejemplo los rayos ultravioleta. Esta radiación,
procede de las radiaciones cósmicas del espacio exterior (Sol y
estrellas), pues ellos son gigantescos reactores nucleares, aunque
muy lejanos.
También
proceden estas radiaciones de los elementos naturales radiactivos
(uranio, torio, radio) que existen de forma natural en el aire, agua,
alimentos, o el propio cuerpo humano (potasio, carbono-14). Esta
radiación natural, es del orden del 88% de la radiación total
recibida por todos los humanos, clasificándose de la siguiente
manera: Radiación cósmica 15 %,
radiación de alimentos, bebidas 17 %. Radiación de elementos
naturales 56 %, provienen de fuentes creadas por el hombre. Los
televisores o aparatos utilizadores para hacer radiografías médicas
son las fuentes más comunes de las que recibimos radiación
artificial. La generada en las centrales nucleares, pertenece a este
grupo.
El
incremento de radiación que recibe una persona en un año como
consecuencia del funcionamiento normal de una central nuclear, es de
1 milirem al año (1 REM = radiación de rayos gamma existente en el
aire por centímetro cúbico de aire), cantidad que es 100 veces más
pequeño que la radiación natural que recibe Europa. La radiación
artificial total recibida por el ser humano es del orden del 12% de
todas las radiaciones. Se clasifica de la siguiente manera:
Televisores y aparatos domésticos 0.2 %, centrales nucleares 0.1 %,
radiografías médicas 11.7 %.
La
radiaciones trae serias consecuencias para los seres vivos, si
sobrepasan los límites anuales de radiación normal. La consecuencia
más importante es la mutación en los seres vivos, ya que afecta a
las generaciones tanto presentes, como futuras, y sus efectos irían
desde la falta de miembros corporales y malformaciones en fetos,
esterilidad, hasta la muerte. Por tales razones, es importante que
los residuos de las centrales nucleares, que son radiactivos, cumplan
con las medidas estrictas de seguridad, para que no surjan posibles
accidentes de fugas de radiación.
El
mapa nuclear en el mundo ubica a 442 reactores en 29 países; 104 de
ellos en Estados Unidos, en México existen dos. Ningún país en el
mundo tiene solucionado técnicamente, el problema de almacenar
basura nuclear por un millón de años en un lugar seguro. El
transporte de la basura nuclear es muy peligro y caro. La energía
nuclear ha disminuido en el mundo, en 1996 proporcionaba el 17,6% de
la electricidad mundial. Hoy suministra sólo el 10,8% y podría caer
aún más. Esta es la conclusión principal del informe The World
Nuclear Industry Status Report 2014, realizado por un equipo de
expertos coordinado por el consultor francés Mycle Schneider y
liderado por el consultor británico Antony Froggatt, que traza el
ascenso y la caída de la energía nuclear en el tiempo.
La
radiografía actual del sector de la energía nuclear, pone de
manifiesto que, hoy en día, el número de reactores nucleares en
funcionamiento es significativamente menor que en 2010, debido al
cierre de 48 reactores en Japón, después de la catástrofe de
Fukushima. Sólo China tiene planeado aumentar la construcción de
nuevos reactores, mientras que muchas centrales nuevas, desde
Finlandia a Vietnam, sufren retrasos principalmente por los
sobrecostos.
El
panorama es desalentador desde el punto de vista de la lucha contra
el calentamiento global. La proporción de la energía que el mundo
obtiene de fuentes libres de carbono, se ha estancado desde 1999, en
parte por el retroceso de la industria nuclear. La campaña creada
por las organizaciones y formaciones políticas ecologistas, es vista
con mucha preocupación por el Grupo Intergubernamental de Expertos
sobre el Cambio Climático, que ya ha advertido de que la reducción
de las emisiones será mucho más cara si no se dispone de la energía
nuclear suficiente. Según los informes de la Agencia Internacional
de la Energía, la capacidad global de energía nuclear debería
crecer al doble, para que esta fuente de energía suministre el 17%
de la producción mundial de electricidad en 2050.
Es
decir, la capacidad instalada mundial necesitaría pasar desde los
niveles actuales de 396 GW para llegar a 930 GW en 2050, para poder
lograr el objetivo de limitar el aumento de la temperatura global a
sólo 2 grados Celsius (° C) antes de fin de siglo. Para lograr ese
objetivo, se necesitará una reducción a la mitad de las emisiones
relacionadas con la energía a nivel mundial para el año 2050 y, por
tanto una amplia gama de tecnologías energéticas con baja emisión
de carbono para apoyar esta transición, y serán necesarias unas
inversiones en nuclear de 4,47 billones de dólares.
Esta
es la hoja de ruta que plantean la AIE y la Agencia de la Energía
Nuclear, y dentro de estas tienen pensadas crear 10 centrales
nucleares con mayor potencia instalada en el mundo. Tres de ellas
serian japonesas y tres francesas, hasta el desastre de Fukushima.
Otras dos son de Corea del Sur, una canadiense y otra de Ucrania.
Entre las 10 suman más de 53 GW de potencia instalada. Fukushima
habría ocupado la décima posición de este ranking, ya que tenía
4.400 MW de potencia instalada, pero -como comprenderán- no se la ha
tenido en consideración. La AIE estima que se cerrarán 200
centrales nucleares antes de 2040. Conclusión, los seres humanos
estamos en un dilema dramático energía limpia pero que pone en
riesgo nuestras vidas.
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