21 de julio de 2016
Crédito: TelesurTv
Con
la declaración del representante en Venezuela de la FAO
(Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la
Agricultura) en el sentido de que este país no requiere de ayuda
humanitaria, el gobierno del presidente Nicolás Maduro gana una
nueva batalla en la guerra mediática desatada por la derecha
autóctona y por Estados Unidos contra el proceso bolivariano en
curso desde hace ya casi 20 años.
Las
palabras del representante de la FAO constituyen un sólido valladar
contra los intentos de la oligarquía criolla y del imperialismo por
crear la imagen de una Venezuela en situación de caos por falta de
alimentos para la población. La creación de esa imagen serviría
como coartada para justificar una intervención extranjera con
fachada de ayuda humanitaria pero con el claro propósito de
derrocamiento del gobierno bolivariano.
Lo
que dijo la FAO, expresado diplomáticamente, es que en Venezuela no
hay escasez de alimentos; que la aparente escasez es fruto de esos
viejos conocidos del pueblo mexicano que son el ocultamiento y el
acaparamiento con fines de especulación mercantil en búsqueda de
mayores márgenes de ganancia dineraria, y que en el caso presente y
concreto de Venezuela tienen también el propósito de desestabilizar
y, acto seguido, derrocar con auxilio militar extranjero, al
presidente Maduro y descarrilar la revolución anticolonialista y
antiimperialista iniciada en 1999 por el Simón Bolívar del siglo
XXI, el comandante Hugo Chávez.
En
la declaración de la FAO se encuentra implícito el reconocimiento
de la existencia de la guerra económica contra el gobierno de
Nicolás Maduro. Pero ante el hecho innegable de que ese tipo de
guerra no ha producido la caída del régimen, a la derecha criolla y
a Washington sólo les queda el recurso de la intervención militar
directa. Y a esta abominable y sangrienta opción están jugando sus
ya muy escasas cartas.
Por
eso se acude a la guerra mediática. Hay que sembrar en la opinión
pública internacional la imagen de la necesidad de una intervención
extranjera que ponga fin al supuesto caos. Esta estrategia mediática
encuentra su correlato exterior en aquella reciente declaración del
presidente estadounidense, Barack Obama, que calificaba la situación
interna venezolana como “una amenaza inusual y extraordinaria para
la seguridad nacional de Estados Unidos”.
Aunque
la derecha venezolana e internacional pretendan restar importancia a
la denuncia de una invasión militar extranjera, los datos duros no
dejan duda acerca de ese propósito. Sobre todo cuando ha quedado
claro que no existen en Venezuela las condiciones para un clásico
golpe militar tipo Pinochet o tipo Videla. Y cuando ya hay la
experiencia de que tampoco tiene posibilidades de éxito un golpe
blando tipo Ucrania o un golpe cívico-militar como el que sacó
momentáneamente del poder al presidente Hugo Chávez en 2002.
Así
que no queda otro camino que la guerra mediática. De ahí lo duro y
lo tupido de la campaña de mentiras, exageraciones, distorsiones y
francas invenciones sobre la situación económica venezolana. Y de
ahí también la mayúscula importancia del dictamen de la FAO.
Es
claro que el dictamen del organismo de la ONU tiene y tendrá menos
peso en la opinión pública internacional que el calumnioso
bombardeo mediático imperialista. Pero también es claro que sí
tiene y tendrá efectos disuasivos en la estrategia de la Casa Blanca
y del Pentágono para justificar y desatar la invasión militar
deseada. Aquí está el gran mérito y la mayor importancia del
juicio de la FAO sobre la situación económica interna de Venezuela.
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