27 de junio de 2016
Crédito: RT
Alfredo Serrano Mancilla
Alfredo Serrano Mancilla
La
derecha joven votó a la derecha vieja. Se puso de manifiesto la
fidelidad intergeneracional a un mismo proyecto político. Ciudadanos
(C's) cedió parte de sus votos al Partido Popular (PP): unos 400.000
votos. Lo mismo hizo el casi extinto Unión Progreso y Democracia
(UPyD) (100.000 votos). Rajoy ganó apelando al voto útil de la
derecha sociológica española. Suben en 5 puntos porcentuales (33%),
14 diputados mas (137); un total de 7.906.185 votos; casi 700.000
nuevos votantes en relación con el pasado 20D. El 'sí se puede' se
coreó en los alrededores de la sede del partido de la corrupción.
La casta por ahora puede estar tranquila porque posee un elevado piso
de lealtad electoral. La suma PP y C's suman once millones de
electores. Repiten así el techo máximo que ha tenido históricamente
la derecha en España en las últimas tres décadas. Acumulan un
total de 169 diputados: solo a 7 para juntar la mayoría absoluta
necesaria para investir a Rajoy como presidente. Sin duda, lo
conseguirá fácilmente. Sea por la vía del apoyo de algún
nacionalista periférico o con la abstención del Partido Socialista
Obrero Español (PSOE). Rajoy, responsable político de infinitos
casos de corrupción adentro de su partido y en las instituciones que
gobiernan, será presidente de España. Ni desahucios, ni
endeudamiento social, ni desempleo, ni el incremento de la exclusión
social y pobreza, nada de nada le hace perder votos. Una parte de
España es así.
Al
otro lado, el PSOE siguió perdiendo escaños (pasó de 90 a 85) y
votos (130.000). El peor resultado de su historia reciente. Sin
embargo, resistió al 'sorpasso'. Se quedaron como segunda fuerza más
votada. A pesar de su debilidad, seguirá ungiendo como la principal
oposición. Pedro Sánchez no cautivó pero puede dormir tranquilo
porque su competidora, la andaluza Susana Díaz, sacó aún peores
resultados en su comunidad autónoma perdiendo frente al PP. El PSOE,
gracias a la aritmética política, sorteó de carambola este 'round'
en el que todo apuntaba a una encrucijada, perder-perder. No ganó,
pero tampoco perdió del todo. Se salvó justo antes de la bocina.
Lección aprendida: no infravalorar jamás a un partido que ha
sobrevivido desde el siglo XIX.
El
otro contendiente, Podemos (ahora Unidos Podemos), en alianza con
Izquierda Unida, no logró romper la geometría ideológica de
España. Por ahora, lo de la transversalidad se quedó en el intento.
Lo de la derecha e izquierda en España se impone por el momento al
criterio de arriba y abajo. Unidos Podemos perdió un millón de
votos en relación con las pasadas elecciones. Siguen con una gran
cantidad de votos en el morral, cinco millones, pero insuficientes
para asaltar el cielo en esta oportunidad. Sufrieron una derrota en
la batalla de las expectativas. Luego de subir y subir, esta es la
primera vez que se frenan en seco. No faltarán los que digan que
estamos frente al "techo de Podemos". Una sentencia
demasiado apresurada. Veremos. Todavía queda mucho recorrido por
delante. Todo dependerá de lo que quiera Podemos para su futuro
inmediato: optar por consolidar-cohesionar ideológicamente su actual
fuerza para acumular desde abajo en el mediano plazo; o si prefiere
intentarlo asaltando a una mayoría electoral más ampliada pero más
'light' en su afinidad política. Dicho de otro modo: o se trabaja
por ahora con los que están o se busca a los que faltan. Las dos
cosas a la vez son incompatibles en el corto plazo.
Y
por último, están los que no acudieron a la “fiesta de la
democracia”. Diez millones y medios de españoles no fueron a votar
cansados de esta segunda vuelta. Casi uno de cada tres españoles
sigue sin ilusionarse con la actual política. Alta abstención
desencantada. La nueva política no logra movilizar. Se impone la
vieja política.
España
no gana con estas elecciones. Pierden todos. Pierde Ciudadanos;
pierde el PSOE; pierde Unidos Podemo. Y, fundamentalmente, pierden
los ciudadanos que seguirán sufriendo esta década perdida. Solo
ganan Rajoy, Merkel y el Ibex 35.
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