Alicia Bárcena
Winnie Byanyima
Winnie Byanyima
Esta
semana diversos líderes mundiales se reúnen en el Foro Económico
Mundial (en Davos, Suiza) para dialogar sobre la forma de mejorar el
estado actual del mundo y de afrontar los retos más urgentes. Hay
mucho sobre lo que conversar, en particular acerca de la crisis
mundial de desigualdad, que se ha hecho especialmente visible en los
últimos años, tras la crisis económica y financiera de 2008 y
2009.
La
desigualdad está creciendo a un ritmo alarmante y plantea un grave
riesgo para el crecimiento económico, la lucha contra la pobreza y
la estabilidad social. El impacto destructivo de la extrema
desigualdad sobre el crecimiento sostenible y la cohesión social es
evidente en América Latina y el Caribe. Aunque la región ha logrado
un éxito considerable en la reducción de la extrema pobreza durante
la última década, sigue mostrando niveles altos de desigualdad del
ingreso y de la distribución de la riqueza, que han obstaculizado el
crecimiento sostenible y la inclusión social.
En
América Latina y el Caribe la desigualdad está impidiendo retornar
a una trayectoria de crecimiento inclusivo, ante un entorno exterior
desalentador, con una proyección de crecimiento para 2016 que la
Cepal estima en un 0,2 por ciento. Aunque la desigualdad del ingreso
se ha reducido durante los últimos años, América Latina sigue
siendo la región más desigual del mundo. En 2014 el 10 por ciento
más rico de la población de América Latina había amasado el 71
por ciento de la riqueza de la región.
Según
los cálculos de Oxfam, si esta tendencia continuara, dentro de solo
seis años el 1 por ciento más rico de la región tendría más
riqueza que el 99 por ciento restante. Entre 2002 y 2015, las
fortunas de los multimillonarios de América Latina crecieron en
promedio un 21 por ciento anual; es decir, un aumento seis veces
superior al del PIB de la región según las estimaciones de Oxfam.
Gran parte de esta riqueza se mantiene en el extranjero, en paraísos
fiscales, lo que significa que una gran parte de los beneficios del
crecimiento de América Latina está siendo acaparada por un pequeño
número de personas muy ricas, a costa de los pobres y de la clase
media.
Este
grado extremo de desigualdad y de concentración del ingreso también
se ve confirmado por los análisis de los datos fiscales disponibles
relativos a la renta personal en diversos países de la región.
Salvaguardar los avances ya logrados por América Latina y garantizar
un crecimiento inclusivo y sostenible deben ser prioridades para
todos los países de la región. En consecuencia, la Comisión
Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) y Oxfam están
decididas a trabajar de manera conjunta para promover y construir un
nuevo consenso contra la desigualdad.
No
existe una panacea para este problema, pero sí es posible tomar
medidas que, combinadas, podrían marcar una gran diferencia. La
reforma tributaria es un buen lugar para empezar. Unos sistemas
tributarios inadecuados, así como la evasión y la elusión de
impuestos, cuestan a América Latina miles de millones de dólares en
ingresos tributarios impagados, unas cantidades que podrían y
deberían invertirse en luchar contra la pobreza y la desigualdad.
El
incremento de los ingresos tributarios es clave para la inversión
pública en la reducción de algunas de las brechas históricas de la
región, como el acceso marcadamente segregado a bienes públicos de
calidad en el ámbito de la educación, la salud, el transporte y la
infraestructura. En muchos países el sistema tributario se apoya de
forma particular en los impuestos sobre el consumo, que resultan
especialmente gravosos para los grupos de ingresos bajos y medianos.
Además,
los sistemas tributarios de la región suelen estar más orientados a
los ingresos laborales que a las ganancias de capital y a menudo
carecen de impuestos sobre bienes inmuebles y sucesiones, de manera
que se incrementa la concentración de la riqueza, que es aún mayor
que la concentración del ingreso. La recaudación del impuesto sobre
la renta personal es relativamente baja, especialmente entre los
grupos con ingresos más altos.
La
Cepal calcula que la tasa impositiva media efectiva para el 10 por
ciento más rico solo equivale al 5 por ciento de su ingreso
disponible. Como resultado, los sistemas tributarios de América
Latina son seis veces menos efectivos que los europeos en lo
referente a la redistribución de la riqueza y la reducción de la
desigualdad. Además, los gobiernos otorgan un trato de favor a las
compañías multinacionales en materia de impuestos, por medio de
reducciones excesivamente generosas de las tasas de los impuestos de
sociedades en muchos países de la región.
Según
algunos cálculos, la carga impositiva para las empresas nacionales
equivale al doble de la carga efectiva soportada por las compañías
multinacionales. A esto hay que añadir las terribles tasas de
elusión y evasión de impuestos en la región. De acuerdo con las
estimaciones, las pérdidas de recaudación del impuesto sobre la
renta de las empresas van del 27 por ciento del ingreso potencial de
la tributación de las empresas en el Brasil al 65 por ciento en
Costa Rica y el Ecuador. La Cepal estima que la evasión y la elusión
de los impuestos sobre la renta personal y de las empresas costaron a
América Latina en 2014 más de 190.000 millones de dólares, es
decir, un 4 por ciento del PIB regional. Un sistema tributario
internacional arcaico y disfuncional también proporciona a las
empresas y a los ricos amplias oportunidades para que eviten pagar
los impuestos que les corresponden en justicia.
La
pérdida crucial de ingresos procedentes de los productos básicos y
el estancamiento experimentado por muchas economías hacen que el
pueblo de América Latina no pueda permitirse que una parte tan
amplia de los ingresos y la riqueza de la región estén libres de
impuestos. Es absolutamente esencial que todos paguen los impuestos
que les corresponden según sus medios económicos, de modo que se
pueda financiar un crecimiento sostenible e inclusivo, no solamente
en América Latina, sino en todo el mundo.
Con
objeto de lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible, todos los
gobiernos tendrán que tomar medidas concertadas y coordinadas para
la creación de un sistema tributario adaptado al siglo XXI. Los
gobiernos deben implementar sistemas tributarios más progresistas en
sus respectivos territorios y fortalecer la cooperación mundial y
regional para evitar una competencia perversa entre naciones en el
ámbito tributario. Los países de América Latina y el Caribe
también podrían reforzar los impuestos sobre los bienes inmuebles o
volver a introducir el impuesto sobre sucesiones.
Asimismo,
deben trabajar conjuntamente bajo los auspicios de las Naciones
Unidas para reformar el sistema tributario internacional, de modo que
las empresas multinacionales y los ricos no puedan aprovechar las
lagunas de la legislación tributaria ni esconder sus riquezas en
paraísos fiscales con objeto de evitar pagar sus impuestos. ¿Qué
puede aportar la experiencia de América Latina a los líderes
políticos y los encargados de tomar decisiones del sector privado y
la sociedad civil, que se preparan para participar en la reunión en
Davos? Esa experiencia muestra que la decisión de afrontar la
desigualdad debe formar parte de un nuevo pacto social para mejorar
la situación actual del mundo y que cualquier plan para hacer frente
a esa desigualdad e impulsar el crecimiento inclusivo debe otorgar un
papel destacado a la creación de un sistema tributario más justo.
* Secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para América latina y el Caribe (Cepal).
* Secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para América latina y el Caribe (Cepal).
**
Directora ejecutiva de Oxfam Internacional.
No hay comentarios:
Publicar un comentario