10 de enero de 2016
Crédito: Aporrea.org
Luis Britto García
Luis Britto García
1
Petróleo,
motor del mundo. Sin él no funcionarían automóviles, ni
aeroplanos, ni maquinarias cultivadoras y cosechadoras de alimentos,
ni plásticos ni la mayoría de los insecticidas y fertilizantes. Una
población mundial que sobrepasa los 7.000 millones de seres ya no
puede regresar a la producción artesanal. Según la Energy
Information Agency de
Estados Unidos, para 2014 el mundo produce diariamente 914 millones
de barriles de petróleo. En esta carrera para 2015 descuellan
Estados Unidos, con 13.973.000 barriles diarios; Arabia Saudita, con
11.624.000; Rusia, con 10.853,000; China, con 4.572.000; Canadá, con
4.383.000; los Emiratos Árabes Unidos, con 3.471.000; Irán, con
3.375.000; Irak, con 3.371.000; Brasil, con 2.950.000; México, con
2.812.000; Kuwait, con 2.780.000; y Venezuela, con 2.689.000 barriles
por día. Trece de los países productores están en la OPEP e
intentan limitar su producción para obtener mejores precios y
mantener sus reservas; el resto no tiene otra ley que la de extraer
el máximo para el mayor beneficio inmediato. Entre unos y otros hay
una Guerra Mundial permanente por el control del motor del mundo, o
sea, del mundo.
2
Bajo
el capitalismo el precio del motor del mundo sube con auges y guerras
y se precipita con crisis. En 1973 revienta la Guerra del Yon Kippur,
y la OPEP decreta restricciones de exportación hacia los países que
apoyaron a Israel contra Egipto: los precios del petróleo se
cuadruplican, y muchos países productores nacionalizan las empresas.
Estados Unidos raciona la energía y reduce el tamaño de sus autos.
En 1979 Irán derroca al entreguista rey Pahlevi y sufre un bloqueo
contra sus exportaciones. En 1990 repuntan los precios con la Guerra
del Golfo y el embargo a la producción de Irak. En 2001 arranca la
guerra contra Afganistán e Irak y el petróleo asciende
vertiginosamente hasta los cien dólares por barril. Irak y Libia
intentan disociar su petróleo del desvalorizado dólar, asociándolo
al euro o a posibles divisas propias, y son bárbaramente
aniquilados, y sus presidentes linchados. Irán convierte la mitad de
las reservas de su Banco Central a euros, y es sancionado en 2012 con
restricciones a la compra de su petróleo. La economía venezolana
refleja traumáticamente estos altibajos. Nuestros medios de servicio
público han omitido explicar que con un precio de los hidrocarburos
que baja de los cien dólares por barril a menos de 40, los ingresos
en divisas merman en la misma proporción, y con ellos decrecen
nuestras posibilidades de importar bienes de consumo.
3
Durante
mucho tiempo asumí que cuando las multinacionales restablecieran la
producción del devastado Irak, inundarían el mercado para hacer
caer los precios y quebrar a la OPEP. A este diluvio de crudo en el
mercado mundial se suman otros torrentes. Estados Unidos desarrolla
frenéticamente su producción local y los hidrocarburos de
esquistos, hasta figurar hoy como primer productor mundial. Arabia
Saudita viola las cuotas de la OPEP para pagar compras de armamentos,
equilibrar su castigado presupuesto y aliviar sus exhaustas reservas
financieras. Se retiran las sanciones contra Irán, y éste lanza al
mercado cuantiosas reservas. El Daesh vende a precio de gallina flaca
el aceite de los pozos saqueados en Libia, Irak y Siria. Así cayó
vertiginosamente el barril venezolano de $100 en 2005 a $43 en 2015,
y sigue en su picada, y no por culpa de un mandatario o partido
vernáculo, sino de la oscilante economía capitalista.
4
No
sólo aumenta la oferta global de hidrocarburos: también disminuye
su demanda. Con la crisis mundial, desde 2009 decrece el consumo de
la energía. China, que adquiría más de 5 millones de barriles
diarios y era gran cliente de Rusia y Venezuela, decelera su
economía. Los planes de privatización de PEMEX quedan en suspenso.
La inversión en hidrocarburos se estanca o retrocede. Sería el
momento para que las transnacionales inundaran el mundo de petróleo
barato para arruinar a las empresas nacionalizadas, quebrar a sus
Estados y comprarlas a precio de gallina flaca.
5
Pero
la baja en los precios tiene límites precisos: el costo de
producción. Al Reino Unido le cuesta producir un barril de petróleo
$52,50; a Canadá $41; a Estados Unidos $36,20, y el costo de la
energía de esquistos es mucho mayor (Paul
Ausick, www.247st.com 25-11-2015).
Para los países desarrollados, jugar a la baja quebraría sus
empresas antes que las del Tercer Mundo. Pues las compañías de
Kuwait lo producen a $8,50 por barril, las de Arabia Saudita a $9,90,
las de Irak a $10,70, las de los Emiratos Árabes Unidos a $12,30, la
de Irán a $12,30, las de Rusia a $17,20, la de Venezuela a $23,50,
con una ganancia actual sobre el precio de venta de menos de 20
dólares.
6
Ello
explica en parte las actuales dificultades económicas en Venezuela y
en los países productores de energía. ¿Durarán para siempre? La
transitoria reducción del consumo acarrea reducción de las
inversiones en la producción de combustible fósil, y esta traerá a
corto plazo una escasez que disparará de nuevo los precios.
Sobrepasamos el llamado pico de Hubbert: hemos consumido más de la
mitad de todas las reservas de hidrocarburos del planeta. En
Venezuela está la quinta parte lo que resta de ellas. En otras
palabras, somos dueños del futuro. La actual arremetida política de
la derecha no tiene otra meta que quitarle al pueblo el control de
esas inmensas reservas energéticas y transferírselo a las
transnacionales. No nos las dejemos quitar de las manos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario