Viernes, 07/02/2014
Por: RT
Numerosos analistas se preguntan por qué EE.UU. retrasó constantemente la implementación del comunicado sobre Siria acordado con Rusia en Ginebra en junio de 2012 / La Casa Blanca ya no está tan interesada en el petróleo ni en Siria, sino en Israel.
La política de EE.UU. en Siria está motivada, según el politólogo Thierry Meyssan, por el deseo de desviar la atención mediática a los problemas en ese país para alcanzar discretamente uno de sus principales objetivos: solucionar el asunto palestino.
Numerosos analistas se preguntan por qué EE.UU. retrasó constantemente la implementación del comunicado sobre Siria acordado con Rusia en Ginebra en junio de 2012 y por qué, pese a los acuerdos, el reciente discurso de Kerry en la ciudad suiza de Montreux establece que el único propósito de Washington es un cambio de régimen en Damasco.
James Clapper, director de inteligencia nacional de EE.UU., durante su discurso anual ante el Comité de Inteligencia del Senado el pasado 29 de enero de 2014 informó sobre las amenazas que afronta hoy en día el país norteamericano. Habló también sobre Siria y afirmó que el 80% de los insurgentes son opositores "moderados" que pueden recibir la ayuda financiera de Washington a favor de la cual el Senado en su momento votó en secreto. Clapper también señaló que Siria se ha convertido en un imán para los terroristas de todo el mundo, y la mayor sorpresa fue la afirmación de que en Siria pueden estar preparándose ataques terroristas contra EE.UU.
El 4 de febrero, el periódico 'The Washington Post' publicó un editorial que insta a las autoridades a revisar la política exterior de EE.UU. debido a su fracaso en Siria. La conclusión del diario fue la siguiente: "Con o sin la ONU, pero ha llegado el momento de que el Gobierno de Obama determine si Al Qaeda realmente amenaza a EE.UU. y si las fuerzas gubernamentales en realidad hicieron aquello de lo que les acusa Washington".
Meyssan afirma, citado por el portal ruso Odnako, que la Casa Blanca ya no está tan interesada en el petróleo ni en Siria, sino en Israel. Según sus palabras, "Barack Obama está dispuesto a renunciar a una parte de influencia en Oriente Medio a cambio de obtener garantías de Rusia de proteger el Estado judío". Cuando la situación en Siria se estabilice, en Moscú se celebrará una conferencia internacional dedicada al tema de la paz entre Israel y sus vecinos.
"EE.UU. está convencido de que no puede haber tratados de paz separados con Israel y Siria, ya que los sirios quieren la solución a la cuestión palestina principalmente desde el punto de vista del arabismo", indica el experto y agrega que "llevar a cabo negociaciones de paz por separado con los palestinos no tiene sentido, porque los palestinos están demasiado fragmentados y sólo Siria es capaz de asumir el papel de alguien que les haga considerar las decisiones adoptadas por la mayoría".
Por lo tanto, los acuerdos que se alcancen deben tener una escala global como la Conferencia de Madrid de 1991. De acuerdo con esta lógica, destaca Meyssan, es Siria la que debe convertirse en garante de la implementación de los acuerdos de la parte jordano-palestina.
Por ello el politólogo opina que las inconsistencias y contradicciones en la posición de EE.UU. sobre el conflicto sirio, así como los síntomas que auguran un cambio inminente de la política se deben al hecho de que el tema de Palestina no es tan fácil de promover a nivel global. Pero esa parece ser una cuestión clave para EE.UU. En julio de 2013, John Kerry solicitó a los dos partidos dominantes del país (republicanos y demócratas) que aportaran soluciones a este problema para finales del mes de abril de 2014. Esta petición ha llevado a todos a un callejón sin salida: ¿cómo se puede poner un punto y final a este asunto, al que desde hace 65 años nadie fue capaz de dar una respuesta definitiva?
Esto es posible sólo si la paz en Palestina está directamente conectada con el asunto sirio, explica Meyssan. El primer ministro jordano, Abdullah Ensour, informó la semana pasada de que Jordania puede aceptar a los palestinos de Cisjordania y Gaza, pero no a cualquier precio. El rey Abdullah II proporcionará la ciudadanía jordana a tres millones de palestinos que ya viven en el país, y a cuatro millones que residen en otros territorios.
En este caso, se recuperará el equilibrio que existía antes de la Guerra de los Seis Días en 1967, cuando Jordania y no la Organización para la Liberación de Palestina, representaba los intereses de los palestinos y mantenían el control de Cisjordania y Jerusalén Este. Pero a cambio el rey quiere obtener asistencia internacional que pueda garantizar el bienestar de esos siete millones de nuevos ciudadanos. Abdullah Ensour evalúa esta ayuda en entre 16.000 y 20.000 millones de dólares.
Se sabe que los negociadores rechazaron la idea de reconocer a Israel como Estado judío y a Palestina como el Estado musulmán. Acordaron que en el caso del reconocimiento oficial de estos Estados, los 1,6 millones de palestinos que viven en Israel, así como el medio millón de judíos que viven en Palestina, puedan permanecer en su lugar, a condición de que acepten o mantengan la nacionalidad de la zona seleccionada. Abbas propuso que la seguridad de los ciudadanos en este caso estuviera garantizada por una parte "neutral", como la OTAN.
Si se implementa el acuerdo, Washington dejará a Siria en paz, a condición de que esta apoye y garantice la decisión aprobada. Pero de momento la guerra continúa y el Congreso de EE.UU., en una reunión secreta, garantizó a la oposición la entrega de ayuda financiera y de armas hasta el 30 de septiembre de 2014, concluye el politólogo./ CLAA.
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