05 de agosto de 2015
Crédito: RT
Cáncer,
mutaciones genéticas y mortalidad infantil. Estos días, el 6 y 9 de
agosto, la humanidad conmemora el único caso de uso bélico de armas
nucleares en su historia: el bombardeo de las ciudades japonesas de
Hiroshima y Nagasaki por parte de EE.UU. Agresiones de este tipo no
tienen fecha de caducidad y hoy, 70 años después, los ataques deben
reconocerse como un crimen de lesa humanidad, postulan políticos
rusos.
"Fue
un acto de vandalismo sin sentido, un crimen de lesa humanidad. Debe
ser calificado de este modo, a través de involucrar a todas las
instituciones internacionales, la ONU incluida", aseguró el
miembro del Comité parlamentario ruso de Defensa, Frants
Klintsévich, según recoge 'Rossiyskaya Gazeta'. Puntualizó que los
bombardeos no fueron una necesidad bélica y que EE.UU. solo
aprovechó la ocasión para intimidar a la URSS.
"Imagínense.
Si Hitler, entre otros crímenes, hubiera destruido con armas
químicas disponibles en aquella época una serie de ciudades más en
Europa, ¿esto no habría formado un punto aparte en los Juicios de
Núremberg? Desde luego que sí, pero los bombardeos atómicos de las
ciudades japonesas hasta ahora no han sido objeto para el tribunal
militar internacional", acentuó, a su vez, el presidente de la
Duma Estatal, Serguéi Narýshkin, según recoge el mismo diario.
"De
hecho, EE.UU. intenta expulsar la memoria sobre Hiroshima y Nagasaki
en la periferia del diálogo en la sociedad y entre los expertos. Sin
embargo, sin estas páginas pesadas, la historia de la humanidad será
incompleta y falsa", puntualizó Narýshkin.
¿Perdonó
Japón a EE.UU.?
Los
dos bombardeos mataron instantáneamente al menos a 129.000 personas.
Sin embargo, el saldo final de las víctimas mortales no está claro
a día de hoy. Se estima que en los primeros 2-4 meses posteriores,
los agudos efectos de los ataques —mayormente, quemadurasy el
síndrome de irradiación aguda— se cobraron entre 90.000 y 166.000
vidas en Hiroshima y entre 39.000-80.000, en Nagasaki. Las
estimaciones de víctimas fatales de diferentes tipos de cáncer en
los años posteriores suelen variar entre 565 y 1.900.
Mientras
tanto, las autoridades locales dan un número total de bajas algo más
alto, casi 450.000 personas: 286.818 en Hiroshima y
162.083 en Nagasaki, según las cifras del 2013. La gran mayoría
población civil.
Ambas
ciudades eran de carácter industrial, no tenían ningún centro
militar administrativo, destacó Yuri Nikíforov, de la Academia rusa
de las Ciencias Militares, al diario 'Komsomólskaya Pravda'. Esta
fue una de las razones porque prácticamente carecían de sistemas de
defensa antiaérea, puntualizó.
Subrayó,
además, que los bombardeos no causaron ningún daño real a
las fuerzas militares japonesas. Las tropas terrestres no perdieron
su capacidad bélica, ya que la mayoría de ellas todavía estaba
fuera del país en aquel momento: en China nororiental, Corea y
Vietnam, entre otros.
"Desde
el principio, EE.UU. quería bombardear ciudades de tipo industrial y
barrios residenciales. Querían ver las destrucciones que causaban y
cómo quedarían las víctimas. No fue casualidad que en el bombardeo
de Hiroshima, estuvieran otros aviones más: uno con científicos a
bordo, y el otro, con camarógrafos. Otra motivación fue mostrar al
mundo las pretensiones de EE.UU. para la gestión global en el
mundo de postguerra, que EE.UU. ahora es el dueño del planeta",
opinó Nikíforov.
Para
el Japón de hoy, Hiroshima y Nagasaki siguen siendo "una herida
sin curar" que el país siempre recuerda, enfatizó exembajador
ruso en la nación nipona, Alexánder Panov, en declaraciones a
'Komsomólskaya Pravda'. Sin embargo, en ningún momento Tokio
planteó oficialmente la solicitud de que Washington le pidiera
perdón, subrayó.
En
parte, es porque los japoneses lo ven como un castigo por haber
desatado la guerra contra EE.UU., opinó Panov. Además, ven a los
estadounidenses como la nación que les garantizó la seguridad
durante la Guerra Fría, les enseñaron la democracia y contribuyeron
a la creación de su nueva estructura económica, comentó.
"Las
lecciones no aprendidas de la guerra nuclear"
"La
ilusión de impunidad puede resultar en unas consecuencias
extremadamente graves", sostiene Narýshkin. Según él, la
política actual de EE.UU. conserva la misma idea de "una
impecabilidad propia", tal y como lo muestran sus campañas en
la exYugoslavia, Irak, Libia, Siria y ahora también en Ucrania. En
su opinión, el refuerzo del potencial agresivo de los países de la
OTAN combinado con la tergiversación de la historia de la II Guerra
Mundial es una tendencia extremadamente peligrosa.
A
pesar de que los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki y numerosas
pruebas nucleares posteriores mostraron qué efectos
devastadores pueden generar las armas atómicas, la
"doctrina insana" de la Destrucción Mutua Asegurada ha
pasado por toda la Guerra Fría, basándose en las garantías de la
aniquilación de un adversario en un primer ataque, destacó el
médico y activista antibélico, Robert F. Dodge, en su columna para
el portalConsortiumnews.com, 'Las lecciones no aprendidas de la
guerra nuclear'.
"La
doctrina (…) ha proporcionado una falsa sensación de seguridad
para la mayoría de los civiles que esperan que sus gobiernos sean lo
suficientemente sabios para no atacar a otra potencia nuclear. La fe
imprudente en esta doctrina ha sido el principal impulsor de la
carrera armamentista", puntualizó Dodge.
La
carrera nuclear a lo largo de la Guerra Fría, principalmente entre
la URSS y EE.UU., llevó a que a inicios de los años 1970 las armas
atómicas fueran almacenadas a tal punto que, sin contar los medios
'convencionales' de eliminación, a cada ser humano en la Tierra
le corresponderían 15 toneladas de trinitrotolueno, según
estimaciones aproximadas.
Según la
cifra del Instituto Estocolmo de Paz (SIPRI, por sus siglas en
inglés), para inicios del 2015, con todos los acuerdos de No
Proliferación Nuclear vigentes en el siglo XXI, en el mundo hay un
total aproximado de 15.850 armas atómicas repartidas entre nueve
Estados: EE.UU., Rusia, Reino Unido, Francia, China, la India,
Pakistán, Israel (aunque este no lo admite oficialmente) y Corea del
Norte. 4.300 de estas armas están desplegadas en las fuerzas
operacionales y aproximadamente unas 1.800 se mantienen en estado de
alta alerta operacional.
Incluso
un limitado conflicto nuclear regional, por ejemplo entre la India y
Pakistán, con el uso de solo 100 bombas del tamaño de la de
Hiroshima, habría matado a unas 20 millones de personas de inmediato
y los efectos secundarios, entre enfermedades, cambio climático y la
respectiva hambruna, se cobrarán la vida de al menos 2.000 millones
de personas alrededor del planeta, acentuó Dodge. Este escenario es
válido en caso del uso de menos de un 0,5% de los arsenales globales
de armas atómicas, subraya el columnista.
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