07 de marzo de 2016
Crédito: RT
Pensar
que se puede desatar una guerra entre EE.UU. y China es
"completamente absurdo", opina Harry Kazianis, columnista
del blog 'The National Interest'. Argumenta que los vínculos
entre ambos países son numerosos: Pekín compra valores de deuda
estadounidenses, las universidades de EE.UU. dan educación a más de
300.000 estudiantes chinos y miles de inmigrantes chinos se
enriquecen en suelo norteamericano.
Sin embargo, el autor ve
cada vez más indicios de que las probabilidades de que estalle un
conflicto entre los dos países van en aumento.
Kazianis
opina que esta alarmante perspectiva se debe en mucho a la
desaparición de lo que fue un enemigo común durante la Guerra Fría,
pues China ya no busca contener a Moscú. Es por eso
que "a pesar de las numerosas áreas de interés mutuo, las
relaciones entre Pekín y Washington están en decadencia".
El
autor enumera las principales razones que podrían causar un eventual
conflicto entre Washington y Pekín, y menciona en concreto
las tensiones en el mar de la China Oriental y el mar de la
China Meridional, las diferentes posturas sobre Taiwán y Corea del
Norte, los casos de ciberataques y el espionaje cibernético (que
ya ha servido de pretexto para un intercambio de amenazas por ambos
lados), así como la militarización del espacio, el aumento de
la rivalidad económica y un largo etcétera.
Según
el artículo ninguno de estos asuntos parece tener ninguna solución
en el futuro próximo, lo que en su conjunto hace
presagiar, como ya escribió el analista Robert Farley en
2014, que "la ventana para una guerra entre Estados Unidos y
China probablemente permanecerá abierta durante mucho tiempo".
Un
conflicto entre las dos superpotencias, que con seguridad se
extendería a escala mundial, no tendría a un auténtico vencedor,
recuerda el columnista. Comparte la opinión de Farley de que su
desenlace no sería comparable al de la Primera Guerra Mundial, que
supuso el fin de tres imperios.
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