Fredereick Koller
Diario Le Temps
Diario Le Temps
Se
presenta como economista marxista y se distinguió por ser el
principal contradictor de Alemania y su ministro de Finanzas,
Wolfgang Schäuble, durante la crisis griega. El exministro griego de
Economía, Yanis Varoufakis –que dimitió del gobierno de Alexis
Tsipras en julio tras el referéndum sobre el tercer plan de
rescate–, estaba invitado el martes [8 de diciembre] por la tarde a
un TEDGlobal celebrado en Ginebra. FK
El
capitalismo está en crisis, dice usted. Pero, ¿de qué capitalismo
estamos hablando, del anglosajón, el alemán, el chino?
Desde
luego, hay muchas formas de capitalismo. Por mi parte, hablo del
capitalismo como sistema global, que está en crisis desde 2008. Es
la crisis más larga y más seria que hemos vivido desde hace 200
años. Hay similitudes con algunos aspectos de la crisis de los años
1920–1930. Pero los responsables de los bancos centrales son hoy
más hábiles a la hora de responder a ella.
¿Qué
es lo que resulta disfuncional?
Un
ejemplo: en los Estados Unidos y en Europa, estos tres últimos meses
el montante total de las inversiones se ha elevado a cerca de 34.000
millones. Al mismo tiempo, más de 50.000 millones siguen ociosos sin
nada que hacer en el sistema financiero. Por un lado, tenemos una
deuda extremadamente elevada ; por el otro, tenemos una enorme
cantidad de dinero inutilizado, que no se invierte, que queda en el
circuito de las instituciones financieras. Es un derroche extremo, y
eso explica en gran medida la situación de Europa.
Los bancos
centrales han fracasado y están cada vez más lejos de sus
objetivos. En Occidente, Japón incluido, hasta un 30% de quienes
tienen entre 18 y 50 años está en situación de desempleo. Se trata
de una crisis de envergadura para el capitalismo. Se podría seguir
con el catálogo. Todo lo que tenía sentido hasta 2008 ya no lo
tiene. Tenemos una crisis de inversión, una crisis de deuda, una
crisis de ese dinero que está ocioso. Nunca hemos tenido un volumen
de ahorro tan elevado en Europa y un volumen tan débil de
inversiones. Este es el problema.
¿Cuál
es su remedio? ¿Hay que salir del capitalismo, es reformable?
La
izquierda ha tenido siempre el proyecto de substituir el capitalismo
por el socialismo. Ese proyecto murió en 1991. Sencillamente, no
estaba en situación de levarlo a buen término. La mayor amenaza al
capitalismo es el capitalismo mismo. Puede usted observarlo en
Europa. Europa no está amenazada por la izquierda. Hasta un pequeño
país dirigido por la izquierda, en el que yo era ministro de
Economía, ha acabado por tomar medidas muy conservadoras,
simplemente para tratar de estabilizarlo para los bancos. Este
diálogo debería haberse producido hace un siglo cuando la izquierda
tenía un proyecto para substituir al capitalismo. Pero el socialismo
ha muerto. Dicho esto, si esperamos que el mercado obre un milagro y
coordine una salida para esta crisis, vamos sin más a fracasar.
La solución no puede venir sólo del mercado, hay que tener a
la gente en cuenta. Los mercados están prisioneros de profecías
auto cumplidas que agravan los problemas. ¿Por qué no hay
inversiones? ¿Por qué los inversores, los industriales, los que
controlan esos billones durmientes, temen que si invierten el dinero,
no acudirá la demanda que lo haga rentable. Dado que no invierten,
no hay demanda, y eso confirma sus expectativas negativas de que no
habrá demanda. El mercado no hace más que repetir este esquema. Al
mismo tiempo, los estados están paralizados, son incapaces de
actuar. Los estados miembros de la zona euro están ya fiscalmente al
límite, no pueden pedir más prestado para gastar más.
Los
Estados Unidos son casi ingobernables con un Congreso que bloquea a
la Casa Blanca. China ya está bastante intervenida y no puede hacer
ya más. Nos hace falta una coordinación política racional en el
plano del G20, sin la cual va a acabar sucediendo algo terrible. En
la década de 1930, fue la guerra finalmente la que tuvo como
resultado una coordinación de la política de intervención. La
innovación tecnológica interviene en el plano de la microeconomía.
Esos progresos son a la vez muy prometedores y muy inquietantes. Los
nuevos cambios de la productividad y los aparatos que facilitan el
trabajo son la clave del futuro. Este puede revelarse sombrío o
agradable. La diferencia vendrá de la forma en que nuestros
gobiernos, sobre todo en el plano del G20, respondan a los retos.
El
marxista que es usted preconiza una solución política…Todo es
política. La cuestión estriba en saber si se trata de una acción
política racional o no, si está coordinada. Comprar un «iPod», un
«Smartphone» o un automóvil son actos políticos. El problema con
el mercado es que todos estos actos políticos no están bien
coordinados. El capitalismo no es duradero, pero la izquierda ha
desperdiciado todas las ocasiones que ha tenido, y todos los modelos
teóricos, para substituir al capitalismo. Pero el capitalismo –
ese es mi lado marxista – es un sistema contradictorio que produce
su propia Némesis deconstruyendo el orden social.
Volvamos
a la innovación: ¿cómo hacerla «agradable» a sus ojos?
Tomemos
el ejemplo de las impresoras 3D, una tecnología descentralizada
basada en Internet, que va a hacer cada vez más improbable la
supervivencia de las empresas que hoy existen. ¿Por qué tenemos
necesidad de empresas? Por razones de constancia y de escala de
producción, pero ese se vuelve cada vez más redundante. El modelo
de capitalismo de empresas se ve cada vez más minado por los
productos de esas empresas.
Sabiendo que vamos a asistir a una
descomposición del poder de las empresas, la cuestión consiste
actualmente en saber qué es lo que va a reemplazarlas. ¿Vamos hacia
un escenario de segunda era del maquinismo, con un fracaso masivo en
producir suficiente demanda para los productos de estas máquinas o
encontraremos una vía en la que reestructuremos la forma en la que
mantenemos relaciones entre nosotros y relaciones con las máquinas
para producir y compartir la prosperidad que estas tecnologías hacen
posible? Es una cuestión política. No se puede resolver por medio
de abogados ni por medio de compradores ni de vendedores. Hace falta
un esfuerzo por parte de los gobiernos, de los actores del mercado
financiero, así como del mundo empresarial. Hay que crear algo
nuevo, y acaso se le llame postcapitalismo. En todos los casos, el
tipo de acuerdo que resulte de ello será enormemente inestable.
¿Cómo
explica usted que los Estados Unidos, parangón del capitalismo, sea
el país que mejor se ha recuperado desde 2008 siendo a la vez el
principal crítico de la austeridad en Europa?
Los
norteamericanos son pragmáticos. No son de los que tiran el dinero.
Cuando Richard Nixon se dio cuenta, a finales de los años 60, de que
el sistema de Bretton Woods estaba muerto (un sistema inventado por
los norteamericanos en los años 40), acabó con él. Los Estados
Unidos creen que hay que eliminar lo que ha fracasado. Comprenden que
hay que acabar con una deuda insostenible. Entienden que hay que
substituir una arquitectura financiera que se ha desfondado. A la
inversa, el capitalismo europeo, dado que es bastante más
oligárquico, es bastante menos capaz de autocríticas. En el caso
griego, los norteamericanos, sean representantes del gobierno o de
Wall Street, están completamente de acuerdo conmigo cuando digo que
los problemas de Grecia desde 2010 son imputables a los banqueros. No
es más que simple sentido común.
¿Se
siente decepcionado porque Alexis Tsipras prosiga la misma política
que sus predecesores con un tercer plan de ayuda europea?
Evidentemente,
esa es la razón por la que dimití. Está claro que estoy en contra,
pero no quiero personalizar, la política debe seguir siendo
civilizada. Este tercer plan es el mismo que el primero o el segundo.
Se prolonga la crisis, se ahonda, pretendiendo que se va a resolver
pidiendo prestado a los estados banqueros todavía más dinero de
acuerdo con condiciones que nos arruinan. Todavía tendrán que pasar
diez años para que nos demos cuenta de que esto no puede funcionar.
Ha
declarado usted que la política de austeridad de la que es adalid
Alemania se dirigía en realidad a Francia. ¿Qué quiere usted decir
exactamente?
Lo
que he dicho es que la implosión de las finanzas mundiales en 2008
ha actualizado las fragilidades de la arquitectura del euro. Las
reglas sobre las cuales había acuerdo eran imposibles de respetar,
pues estaban mal concebidas. Antes que plantearse la cuestión de qué
nuevas reglas necesitamos para que funcione, Europa se ha quedado en
la negación. Fue el primer periodo durante el cual Bruselas,
Frankfurt y Berlín trataban sólo de apagar un incendio. Fue una
simple gestión de crisis. Más recientemente, el Banco Central
Europeo, gracias a Mario Draghi, que es el operador más hábil de
Europa, ha logrado contener los incendios con un cierto éxito.
Eso
permite ganar tiempo. Los políticos empiezan a reflexionar. París y
Berlín están de acuerdo en mejorar la arquitectura, hay una
necesidad de unidad política a causa de la unión monetaria. Pero
hay una diferencia de importancia en lo que se refiere a saber qué
tipo de unión política es necesaria: los franceses quieren bastante
más reciclaje de los superávits de la zona euro hace aquellas
partes que son deficitarias, los alemanes quieren más disciplina.
Hay un conflicto directo. En esta lucha a Grecia se le ha reservado
el papel de laboratorio. ¿Por qué este desorden? Puesto que su
relación es problemática, su diálogo no progresará.
¿Va
a terminar por imponerse la salida de Grecia del euro [Grexit]?
No.
Jamás he apoyado el «Grexit» ni he utilizado este argumento como
mercadeo. Hace años que digo que no debíamos haber entrado en el
euro. Pero desde el momento en que estamos dentro, hay que resolver
el problema. Creo por contra que deberíamos proceder a una
suspensión de pagos de nuestra deuda. Cuando se tiene una deuda
insostenible, lo que no se puede pretender es que se puede gestionar.
Habría que volver a poner en solfa un acuerdo que no funciona, según
todas las evidencias.
Hoy
saluda usted el valor de la señora Merkel en su gestión de la
crisis de los refugiados…Nada me regocija más en principio que ver
a un oponente político que hace algo bueno. Creo que es mi deber
transmitir mis felicitaciones a la señora Merkel. Ha estado
absolutamente brillante al dar pruebas de humanismo en un universo
sombrío.
Berlín dice que puede mostrarse generoso porque el
presupuesto del estado está controlado. ¿No le da eso la razón a
su gestión económica?
Eso
no tiene nada que ver con el presupuesto. ¿Por qué habría que
tener un presupuesto equilibrado? Las familias deben tener un
presupuesto equilibrado, pero eso no sirve de nada en el caso de un
país. Los Estados Unidos no han tenido jamás un presupuesto
equilibrado desde su revolución. Lo que hace falta es un presupuesto
duradero. Los estados no tienen que reembolsar su deuda, todo lo que
tienen que hacer es refinanciarla. Mientras dirijas una política
fiscal responsable y crezca tu PIB, se puede mantener un poco de
déficit. Si Merkel tuviera un déficit superior al 3%, ¿habría
hecho regresar a los refugiados, les habría cerrado las fronteras al
acercarse? No lo creo.
Suiza
ha puesto fin al secreto bancario. ¿Qué piensa usted de la
cooperación entre Berna y Atenas en materia de intercambio de
información fiscal? ¿Está usted satisfecho de cómo se desarrolla?
No.
Queda mucho por hacer. Yo tenía muy buena relación de trabajo con
mi homóloga suiza [Eveline Widmer-Schlumpf] y estaba dispuesto a
cooperar con aquellos griegos que hicieran una declaración
voluntaria de sus cuentas en Suiza. Pero hubiera querido que la
transparencia anunciada para 2018 se aplicara desde ahora. A todo el
mundo se le dice que la transparencia se la ha impuesto a Suiza la
Unión Europea. ¿Por qué no aplicarla inmediatamente? Habría sido
estupendo que mi ministerio –mientras era yo ministro – hubiera
tenido acceso a los datos de los ciudadanos griegos, al montante de
sus haberes en los bancos suizos. Eso habría facilitado la
persecución de los defraudadores y ayudado a nuestro presupuesto.
Esto nunca llegó a suceder, nunca. Suiza podía haberlo hecho mucho
mejor.
Según
sus informaciones, ¿cuánto dinero griego hay en las arcas suizas?
No lo sabemos.
Yanis
Varoufakis exministro de Finanzas del gobierno griego de Syriza, es
un reconocido economista greco-australiano de reputación científica
internacional. Es profesor de política económica en la Universidad
de Atenas y consejero del programa económico del partido griego de
la izquierda, Syriza. Fue recientemente profesor invitado en los
EEUU, en la Universidad de Texas. Su libro El Minotauro Global, para
muchos críticos la mejor explicación teórico-económica de la
evolución del capitalismo en las últimas 6 décadas, fue publicado
en castellano por la editorial española Capitán Swing, a partir de
la 2ª edición inglesa revisada.
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