05 de septiembre de 2016
Crédito: alai
Agencia Latinoamericana de Información
Germán Gorraiz López
Agencia Latinoamericana de Información
Germán Gorraiz López
La
Cumbre del G20 que se está celebrando en la localidad china de
Hangzhou tendría como eje central de sus debates la reactivación
del comercio mundial pues la economía global estaría amenazada por
el riesgo de retorno a escenarios de recesión agravado por la
progresiva aparición de medidas neo-proteccionistas en los países
del Primer Mundo.
¿Retorno
a escenarios de recesión?
China
estaría inmersa en una crisis económica identitaria al tener que
implementar una amplia batería de reformas estructurales. Así,
entre las fragilidades de su economía se encuentran la todavía
limitada integración financiera internacional, su aislamiento y
control del aparato estatal en el ámbito interno, así como una
asignación de recursos económicos poco eficiente provocada por el
paternalismo público y un insuficiente nivel de desarrollo de las
redes de distribución, marketing y venta. Los desafíos están
centrados en vencer la alta dependencia de China respecto de la
demanda de las economías desarrolladas y la incierta capacidad de la
demanda privada para tomar el relevo una vez que se agoten los
estímulos públicos. Respecto a América Latina y el Caribe, la
contracción de la demanda mundial de materias estaría ya provocando
el estrangulamiento de sus exportaciones y la depreciación
generalizada de sus monedas debido a la fortaleza del dólar, lo que
se traducirá en aumentos de los costes de producción, pérdida de
competitividad, tasas de inflación desbocadas e incrementos
espectaculares de la Deuda Exterior que podrían terminar dibujando
un escenario de estancamiento económico secular que obligará a una
gran parte de su población a vivir por debajo del umbral de la
pobreza.
Por
otra parte, la entrada en escenarios de recesión de países como
Noruega, Canadá, Brasil, Rusia y Finlandia debido al desplome de las
commodities y ciertos indicadores macroeconómicos recientes de
países como China o EEUU han alertado del riesgo de que el
estancamiento económico se adueñe de la economía mundial en el
2017, lo que aunado con la próxima subida de tipos de interés del
dólar, hará que los inversionistas se distancien de los activos de
renta variable y que los bajistas se alcen con el timón de la nave
bursátil mundial, derivando en una psicosis vendedora que terminará
por desencadenar el estallido de la actual burbuja bursátil. Dicha
burbuja sería hija de la euforia de Wall Street (y por extrapolación
del resto de bolsas mundiales) tras las políticas monetarias de los
grandes bancos centrales mundiales que han inundado los mercados con
centenares de miles de millones de dólares y euros con la esperanza
de relanzar la economía, más aún cuando las colocaciones sin
riesgo ( deuda de EEUU o de Alemania), no retribuyen nada a los
inversionistas lo que aunado con un posible repunte del precio del
crudo debido a factores geopolíticos desestabilizadores (Ucrania,
Libia, Siria e Irak), podría producir un nuevo crash bursátil pues
el nivel suelo de las Bolsas mundiales, (nivel en el que confluyen
beneficios y multiplicadores mínimos), se movería en la horquilla
de los 14.000-15.000 en Mercados Bursátiles como el Dow Jones, a
años luz de los estratosféricos techos actuales, rememorando
valores de octubre del 2008. Dicho estallido provocará la
consiguiente inanición financiera de las empresas y subsiguiente
devaluación de sus monedas para incrementar sus exportaciones y
tendrá como efectos benéficos el obligar a las compañías a
redefinir estrategias, ajustar estructuras, restaurar sus finanzas y
restablecer su crédito ante el mercado (como ocurrió en la crisis
bursátil del 2000-2002) y como daños colaterales la ruina de
millones de pequeños inversores todavía deslumbrados por las luces
de la estratosfera, la inanición financiera de las empresas y el
consecuente efecto dominó en la declaración de quiebras.
¿Finiquito
a los Tratados Comerciales Transnacionales?
La
obsesión paranoica de las multinacionales apátridas o corporaciones
transnacionales por maximizar los beneficios, (debido al apetito
insaciable de sus accionistas, al exigir incrementos constantes en
los dividendos), les habría inducido a endeudarse peligrosamente en
aras del gigantismo mediante OPAS hostiles y a la intensificación de
la política de deslocalización de empresas a países emergentes en
aras de reducir los costes de producción (dado el enorme diferencial
en salarios y la ausencia de derechos laborales de los trabajadores).
Así, el Tratado de Libre Comercio entre EEUU, Canadá y México
(NAFTA o TLCAN), firmado por el Presidente Clinton en 1964 habría
provocado que adultos blancos de más de 45 años sin estudios
universitarios y con empleos de bajo valor añadido tras quedar
enrolados en las filas del paro, habrían terminado sumido en un
círculo explosivo de depresión, alcoholismo, drogadición y
suicidio tras ver esfumarse el mirlo del “sueño americano”, lo
que habría tenido como efecto colateral la desafección de dichos
segmentos de población blanca respecto del establishment tradicional
demócrata y republicano, por lo que el candidato republicano Trump
se propone renegociarlo. Igualmente, la Asociación Transpacífico
(TPP por sus siglas en inglés) sería la pieza central de Obama en
su política de reafirmación del poder económico y militar en la
región del Pacífico para hacer frente a la Unión EuroAsiática que
inició su singladura el 1 de enero del 2015 , pero tanto Clinton
como Trump incluyen en su programa electoral la salida de EEUU de
dicha asociación.
Asimismo,
tenemos el TTIP (Tratado Transatlántico de Comercio e Inversión
entre EEUU y la UE) cuyas negociaciones deberían finalizar para
principios del 2017 pues en teoría tan sólo implican la eliminación
de aranceles, la normativa innecesaria y las barreras burocráticas
pero que en la práctica estarían plagada de escollos, como la
normativa alimentaria y fitosanitaria. Francia y Alemania ya
expresaron serias reservas a la Comisión ante algunos precedentes en
los que las multinacionales han impuesto sus criterios frente a los
legisladores gracias a estos sistemas de resolución de conflicto
inversor-Estado (en inglés, ISDS) y dado que el euro-Parlamento
tiene potestad para tumbar todo el TTIP una vez hayan concluido las
negociaciones, no sería descartable en el 2017 el rechazo de la
mayoría europarlamentaria a la aprobación de dicho Tratado debido a
una tardía reafirmación de la soberanía europeísta por parte
franco-alemana coadyuvada por los efectos colaterales de la
imposición de sanciones a Rusia.
¿Hacia
el Neo-proteccionismo?
Por
otra parte, el retorno al endemismo recurrente de la Guerra Fría
entre EEUU-Rusia tras la crisis de Ucrania y la mutua imposición de
sanciones entre UE-Japón-EEUU por un lado y Rusia por el otro,
marcarían el inicio del ocaso de la economía global y del libre
comercio, máxime al haberse demostrado inoperante la Ronda Doha
(organismo que tenía como objetivo principal de liberalizar el
comercio mundial por medio de una gran negociación entre los 153
países miembros de la Organización Mundial de Comercio (OMC) y
haber fracasado en todos sus intentos desde su creación en el 2011.
Así, asistiremos al finiquito de los Tratados Comerciales
transnacionales (TTIP, NAFTA y TTP) y a la implementación por las
economías del Primer Mundo de medidas proteccionistas frente a los
países emergentes cuyo paradigma sería el establecimiento por la UE
y EEUU de medidas antidumping contra el acero Chino con aranceles que
oscilarán del 20% europeo al 500% estadounidense y que significarán
el retorno al Neo-Proteccionismo económico. Finalmente, tanto la UE
como EEUU implementarán la Doctrina del Fomento del Consumo de
Productos nacionales en forma de ayudas para evitar la
deslocalización de empresas, subvenciones a la industria
agroalimentaria para la Instauración de la etiqueta BIO a todos sus
productos manufacturados, Elevación de los Parámetros de calidad
exigidos a los productos manufacturados del exterior y la imposición
de medidas fitosanitarias adicionales a los productos de países
emergentes. Ello obligará a China, México, Brasil e India a
realizar costosísimas inversiones para reducir sus niveles de
contaminación y mejorar los parámetros de calidad, dibujándose un
escenario a cinco años en el que se pasaría de las guerras
comerciales al proteccionismo económico, con la subsiguiente
contracción del comercio mundial, posterior finiquito a la
globalización económica y ulterior regreso a los compartimentos
estancos en la economía mundial.
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