25 de septiembre de 2016
German Saltrón Negretti
En
los países en vías de desarrollo, al menos 250.000 millones de
euros de ingresos fiscales desaparecen cada año en los paraísos
fiscales, es decir, seis veces el importe anual necesario para luchar
y vencer el hambre hasta 2025. Cerca de 1.000 millones de personas
pasan hambre en el mundo, principalmente en los países llamados “en
desarrollo”.
“Se
ha calculado que entre el 85% y el 90% de esa riqueza pertenece a 10
millones de personas, apenas el 0,014% de la población mundial, y
una tercera parte como mínimo pertenece a las 100.000 familias más
ricas del mundo, cada una de las cuales posee un patrimonio neto de
30 millones de dólares como mínimo”, según el Estudio final
sobre los flujos financieros ilícitos de la ONU.
Los
ricos del mundo se aprovechan de la reducción de ingresos fiscales
por fraude, lo que perpetúa y empeora las desigualdades sociales.
Parece lógico que los más ricos, que se aprovechan de los
beneficios de sus empresas, tendrían que contribuir con una
redistribución a favor de los más pobres a través del impuesto
sobre los beneficios de estas empresas. Sin embargo, la plusvalía
generada por la explotación de la fuerza laboral en el mundo, se
pierde en los paraísos fiscales en beneficio de la oligarquía que
gobierna y legisla.
Se
trata de un robo organizado a gran escala –ilegítimo y no conforme
a cualquier idea de desarrollo humano– de una riqueza que pertenece
a aquellos y aquellas que la han creado con su trabajo, y que debería
financiar los servicios públicos. De hecho, el impuesto sobre los
beneficios, así no redistribuido para el bien común porque escapa
al fisco, permite al capitalista optimizar la plusvalía obtenida del
trabajo intentando, ilegalmente o no, privatizarlo en su totalidad.
Esta
ilegalidad de capitales internacionales impide la construcción de
hospitales, escuelas, viviendas, salubridad, etc. Para el periodo
2008-2012, Global Financial Integrity estima que en 31 países en
desarrollo las salidas de fondos ilícitos fueron superiores a los
gastos públicos de salud, y que en 35 países en desarrollo fueron
superiores a los gastos públicos de enseñanza. Estas son otras de
las injusticias sociales de un capitalismo salvaje que debe
desaparecer pronto o acaba con el planeta tierra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario