23 de abril de 2016
Crédito: Portal Alba
Subir
los impuestos, liberalizar aún más el mercado laboral, reducir las
prestaciones sociales. Es la receta que la directora del FMI,
Christine Lagarde, dio este mes a los países para salir de la
crisis. Como si se hubiera levantado de una siesta de casi una década
para asistir a las “Reuniones de la Primavera” que organiza junto
al Banco Mundial.
Lagarde
insiste en medidas económicas trasnochadas de probado fracaso, que
lo único que han hecho allí en cada lugar que se aplicaron, fue
arrasar con las vidas de las personas. Como la leyenda del caballo de
Atila, que por donde pasaba, ya no crecía la hierba. En Europa
sobran los ejemplos.
El
economista Ariel Noyola Rodríguez señala que en enero de 2014,
Christine Lagarde gritó a los cuatro vientos que ese iba a ser el
año de quiebre en la economía entre los 7 años débiles
(2007-2014), y que esperaba que de 2014 en adelante, si se tomaban
las medidas pertinentes, la economía mundial tendría 7 años de
fuerte crecimiento.
Se tomaron las "medidas
pertinentes" dictadas por el FMI, pero quedó demostrado que no
eran las adecuadas. Esas mismas medidas en las que hoy insiste. Lo
que sí constató el augurio de Lagarde de 2014, fue su conocimiento
de algunos fragmentos de la Biblia.
Noyola
Rodríguez señala que dos años más tarde, según la propia
directora del FMI las perspectivas de crecimiento se han reducido
dramáticamente, los riesgos van al alza, y han tenido que echar mano
a herramientas como las tasas de depósito negativas en varios bancos
centrales, precisamente para destrabar el otorgamiento de créditos y
con el fin de apoyar la actividad productiva.
El
economista concluye que las perspectivas actuales son incluso peores
que hace unos años, pues ahora lo que está latente es que incluso
habiendo bajado las tasas de interés a un terreno negativo, con una
caída monumental de las acciones de los principales bancos de
inversión, la economía no consiguió recuperarse, sino todo lo
contrario: continúa desacelerándose.
En
este contexto, ha quedado en evidencia de que EEUU no representa a la
locomotora de la economía mundial, y no fue más que una ficción,
una motor de la deflación.
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