lunes, 16 de mayo de 2016

Cómo hundir la economía global y no morir en el intento

23 de abril de 2016
Crédito: Portal Alba


Subir los impuestos, liberalizar aún más el mercado laboral, reducir las prestaciones sociales. Es la receta que la directora del FMI, Christine Lagarde, dio este mes a los países para salir de la crisis. Como si se hubiera levantado de una siesta de casi una década para asistir a las “Reuniones de la Primavera” que organiza junto al Banco Mundial.

Lagarde insiste en medidas económicas trasnochadas de probado fracaso, que lo único que han hecho allí en cada lugar que se aplicaron, fue arrasar con las vidas de las personas. Como la leyenda del caballo de Atila, que por donde pasaba, ya no crecía la hierba. En Europa sobran los ejemplos.

El economista Ariel Noyola Rodríguez señala que en enero de 2014, Christine Lagarde gritó a los cuatro vientos que ese iba a ser el año de quiebre en la economía entre los 7 años débiles (2007-2014), y que esperaba que de 2014 en adelante, si se tomaban las medidas pertinentes, la economía mundial tendría 7 años de fuerte crecimiento.

Se tomaron las "medidas pertinentes" dictadas por el FMI, pero quedó demostrado que no eran las adecuadas. Esas mismas medidas en las que hoy insiste. Lo que sí constató el augurio de Lagarde de 2014, fue su conocimiento de algunos fragmentos de la Biblia.

Noyola Rodríguez señala que dos años más tarde, según la propia directora del FMI las perspectivas de crecimiento se han reducido dramáticamente, los riesgos van al alza, y han tenido que echar mano a herramientas como las tasas de depósito negativas en varios bancos centrales, precisamente para destrabar el otorgamiento de créditos y con el fin de apoyar la actividad productiva.

El economista concluye que las perspectivas actuales son incluso peores que hace unos años, pues ahora lo que está latente es que incluso habiendo bajado las tasas de interés a un terreno negativo, con una caída monumental de las acciones de los principales bancos de inversión, la economía no consiguió recuperarse, sino todo lo contrario: continúa desacelerándose.

En este contexto, ha quedado en evidencia de que EEUU no representa a la locomotora de la economía mundial, y no fue más que una ficción, una motor de la deflación.

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