19 de mayo de 2016
Crédito: RT
En
un mundo globalizado, frente a las amenazas y desafíos globales, "ya
no hay ninguna excusa para actitudes de la Guerra Fría",
sostiene el analista John Wight.
Menos
de una semana después de que Rusia celebrara su conmemoración anual
del Día de la Victoria en la Segunda Guerra Mundial, las tropas de
la OTAN comenzaron a planificar ejercicios militares en
Estonia en la frontera rusa. "Esto plantea la pregunta: '¿están
realmente locas estas personas?'", sostiene el escritor y
analista político John Wight en su nuevo artículo para RT.
Wight
recuerda que muchos países y muchas personas "sufrieron
enormemente" durante la Segunda Guerra Mundial, pero "ningún
país sufrió más que la Unión Soviética en el transcurso de la
guerra, y ningún pueblo sufrió más que el pueblo ruso, que
constituía el grueso de la población soviética".
En
consecuencia, prosigue el autor, se trata de un conflicto "que
dejó cicatrices profundas y eternas en la psique de Rusia",
algo que las ideologías occidentales "o bien no entienden, o
entienden y no les importa".
"Si
no, ¿cómo podemos explicar los ejercicios militares de la OTAN en
Estonia justo después de la conmemoración anual del Día de la
Victoria? ¿Cómo podemos explicar que dichos ejercicios se llevan a
cabo en la frontera entre Estonia y Rusia? Por encima de todo, ¿cómo
podemos explicar que entre los cerca de 5.000 soldados de la OTAN que
participan están las tropas alemanas y estonias?", manifiesta
el analista, quien agrega que "si esto no puede considerarse
como una provocación, ¿qué puede ser?"
Wight
se pregunta también por qué Occidente y la OTAN insisten en seguir
con la estrategia de la Guerra Fría con Rusia. "¿Cómo pueden
beneficiarse los países occidentales y sus ciudadanos de un retorno
a las décadas de enemistad que soportaron generaciones anteriores,
con todos los peligros que supone un estado de antagonismo
mutuo?", indica.
"Cuestión
de lógica básica"
Y
es que Rusia, según explica el analista, "considera su
seguridad como valiosa y no negociable, igual que EE.UU., Reino
Unido, Francia, Alemania consideran a las suyas", y cada Día de
la Victoria tanto la población como el Gobierno ruso recuerdan la
importancia de la seguridad para el bienestar de la nación.
"Una
nación que perdió y sacrificó tanto en la guerra contra el
fascismo hace siete décadas sería negligente si no se negara a
tolerar cualquier intento de debilitar o sondear sus defensas en la
actualidad. Simplemente no puede permitir que esto ocurra",
detalla el experto.
Sin
embargo, señala Wight, "a pesar de lo que debería ser una
cuestión de lógica básica, tenemos países en la frontera de Rusia
―Ucrania, Estonia, Georgia y otros― haciendo todo lo posible para
causar tensión y discordia", aunque, según lo demuestra el
caso de Ucrania, el precio de debilitar a Rusia puede ser "la
miseria y el colapso económico" de su propia nación.
"No
tiene por qué ser así"
Teniendo
en cuenta todo lo dicho, el curso actual "solo puede conducir a
un mal resultado", asevera el analista para detallar que "dada
su historia reciente, cuando la invasión y ocupación diezmaron su
tierra y a su gente, no se puede esperar que Moscú acepte la
ampliación de la OTAN hasta sus fronteras".
"Entre
25 y 30 millones de personas que perecieron en la guerra contra el
fascismo no lo hicieron para que Rusia permanezca de brazos cruzados
mientras que Occidente, sus aliados en aquella lucha, intenta
encajonarla con una especie de cordón militar, económico y
geopolítico", denuncia Wight.
A
su juicio, "realmente no tiene por qué ser así", y
Rusia y Occidente "no tienen que ser enemigos; también pueden
ser socios".
"Es
más, en un mundo globalizado, frente a las amenazas y desafíos
globales, ya no hay ninguna excusa para actitudes de la Guerra Fría.
Los millones que viven en los países en cuestión sin duda merecen
algo mejor", concluye el analista.
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