22 de febrero de 2016
Crédito: La Jornada
En
una extensa conversación, Chomsky repasa las principales tendencias
del escenario internacional, la escalada militarista de su país y
los riesgos crecientes de guerra nuclear. Se detiene en el proceso
electoral estadunidense y esboza una reflexión sobre las esperanzas
de paz en Colombia
Estados
Unidos fue siempre una sociedad colonizadora. Incluso antes de
constituirse como Estado estaba eliminando a la población indígena,
lo que significó la destrucción de muchas naciones originarias,
sintetiza el lingüista y activista estadunidense Noam Chomsky cuando
se le pide que describa la situación política mundial. Crítico
acérrimo de la política exterior de su país, sostiene que desde
1898 se volcó hacia el escenario internacional con el control de
Cuba, a la que convirtió esencialmente en colonia, para invadir
luego Filipinas, asesinando a un par de cientos de miles de personas.
Continúa
hilvanando una suerte de contrahistoria del imperio: Luego le
robó Hawai a su población originaria, 50 años antes de
incorporarla como un estado más. Inmediatamente después de la
segunda Guerra Mundial Estados Unidos se convierte en potencia
internacional, con un poder sin precedente en la historia, un
incomparable sistema de seguridad, controlaba el hemisferio
occidental y los dos océanos, y naturalmente trazó planes para
tratar de organizar el mundo a su antojo.
Acepta
que el poder de la superpotencia ha disminuido respecto al que tenía
en 1950, la cima de su poder, cuando acumulaba 50 por ciento del
producto interno bruto mundial, que ahora ha caído hasta 25 por
ciento. Aun así, le parece necesario recordar que Estados Unidos
sigue siendo el país más rico y poderoso del mundo, y a nivel
militar es incomparable.
Un
sistema de partido único
En
algún momento Chomsky comparó las votaciones en su país con la
elección de una marca de pasta de dientes en un supermercado. El
nuestro es un país de un solo partido político, el partido de la
empresa y de los negocios, con dos facciones, demócratas y
republicanos, proclama. Pero cree que ya no es posible seguir
hablando de esas dos viejas colectividades políticas, ya que sus
tradiciones sufrieron una mutación completa durante el periodo
neoliberal.
Están
los republicanos modernos que se hacen llamar demócratas, mientras
la antigua organización republicana quedó fuera del espectro,
porque ambas partes se desplazaron a la derecha durante el periodo
neoliberal, igual que sucedió en Europa. El resultado es que los
nuevos demócratas de Hillary Clinton han adoptado el programa de los
viejos republicanos, mientras éstos fueron completamente desplazados
por los neoconservadores. Si usted mira los espectáculos
televisivos donde dicen debatir, sólo se gritan unos a los otros y
las pocas políticas que presentan son aterradoras.
Por
ejemplo, destaca que todos los candidatos republicanos niegan el
calentamiento global o son escépticos, que si bien no lo niegan
dicen que los gobiernos no deben hacer algo al respecto. Sin
embargo el calentamiento global es el peor problema que la especie
humana ha enfrentado jamás, y estamos dirigiéndonos a un completo
desastre. En su opinión, el cambio climático tiene efectos sólo
comparables con la guerra nuclear. Peor aún, los republicanos
quieren aumentar el uso de combustibles fósiles. No estamos ante un
problema de cientos de años, sino de una o dos generaciones.
La
negación de la realidad, que caracteriza a los neoconservadores,
responde a una lógica similar a la que impulsa la construcción de
un muro en la frontera con México. “Esas personas que tratamos de
alejar son las que huyen de la destrucción causada por las políticas
estadunidenses.
En
Boston, donde vivo, hace un par de días el gobierno de Obama deportó
a un guatemalteco que vivió aquí durante 25 años; tenía una
familia, una empresa, era parte de la comunidad. Había escapado de
la Guatemala destruida durante la administración Reagan. En
respuesta, la idea es construir un muro para prevenirnos. En Europa
es lo mismo. Cuando vemos que millones de personas huyen de Libia y
de Siria a Europa, tenemos que preguntarnos qué sucedió en los
últimos 300 años para llegar a esto.
Invasiones
y cambio climático se retroalimentan
Hace
apenas 15 años no existía el tipo de conflicto que observamos hoy
en Medio Oriente. Es consecuencia de la invasión estadunidense
a Irak, que es el peor crimen del siglo. La invasión
británica-estadunidense tuvo consecuencias horribles, destruyeron
Irak, que ahora está clasificado como el país más infeliz del
mundo, porque la invasión se cobró la vida de cientos de miles de
personas y generó millones de refugiados, que no fueron acogidos por
Estados Unidos y tuvieron que ser recibidos por los países vecinos
pobres, a los que se encargó recoger las ruinas de lo que nosotros
destruimos. Y lo peor de todo es que instigaron un conflicto entre
sunitas y chiítas que no existía antes.
Las
palabras de Chomsky recuerdan la destrucción de Yugoslavia durante
la década de 1990, instigada por Occidente. Al igual que Sarajevo,
destaca que Bagdad era una ciudad integrada, donde los diversos
grupos culturales compartían los mismos barrios, se casaban miembros
de diferentes grupos étnicos y religiones. La invasión y las
atrocidades que siguieron instigaron la creación de una
monstruosidad llamada Estado Islámico, que nace con financiación
saudita, uno de nuestros principales aliados en el mundo.
Uno
de los mayores crímenes fue, en su opinión, la destrucción de gran
parte del sistema agrícola sirio, que aseguraba la alimentación, lo
que condujo a miles de personas a las ciudades, creando
tensiones y conflictos que explotan apenas comienza la represión.
Una
de sus hipótesis más interesantes consiste en cruzar los efectos de
las intervenciones armadas del Pentágono con las consecuencias del
calentamiento global.
En
la guerra en Darfur (Sudán), por ejemplo, convergen los intereses de
las potencias con la desertificación que expulsa poblaciones enteras
de las zonas agrícolas, lo que agrava y agudiza los
conflictos. Estas situaciones desembocan en crisis espantosas,
como sucede en Siria, donde se registra la mayor sequía de su
historia que destruyó gran parte del sistema agrícola, generando
desplazamientos, exacerbando tensiones y conflictos, reflexiona.
Aún
no hemos pensado detenidamente, destaca, sobre lo que implica esta
negación del calentamiento global y los planes a largo plazo de los
republicanos que pretenden acelerarlo: Si el nivel del mar sigue
subiendo y se eleva mucho más rápido, se va a tragar países como
Bangladesh, afectando a cientos de millones de personas. Los
glaciares del Himalaya se derriten rápidamente poniendo en riesgo el
suministro de agua para el sur de Asia. ¿Qué va a pasar con esos
miles de millones de personas? Las consecuencias inminentes son
horrendas, este es el momento más importante en la historia de la
humanidad.
Chomsky
cree que estamos ante un recodo de la historia en el que los seres
humanos tenemos que decidir si queremos vivir o morir: “Lo digo
literalmente. No vamos a morir todos, pero sí se destruirían las
posibilidades de vida digna, y tenemos una organización llamada
Partido Republicano que quiere acelerar el calentamiento global No
exagero –remata– es exactamente lo que quieren hacer”.
A
continuación cita el Boletín de Científicos Atómicos y
su Reloj del Apocalipsis, para recordar que los especialistas
sostienen que en la Conferencia de París sobre el calentamiento
global era imposible conseguir un tratado vinculante, solamente
acuerdos voluntarios. ¿Por qué? Debido a que los republicanos
no lo aceptarían. Han bloqueado la posibilidad de un tratado
vinculante que podría haber hecho algo para impedir esta tragedia
masiva e inminente, una tragedia como nunca ha existido en la
historia de la humanidad. Eso es lo que estamos hablando, no son
cosas de importancia menor.
Guerra
nuclear, posibilidad cierta
Chomsky
no es de las personas que se dejan impresionar por modas académicas
o intelectuales; su razonamiento radical y sereno busca evitar
furores y, quizá por eso, se muestra reacio a echar las campanas al
vuelo sobre la anunciada decadencia del imperio. Tiene 800 bases
alrededor del mundo e invierte en su ejército tanto como todo el
resto del mundo junto. Nadie tiene algo así, con soldados peleando
en todas partes del mundo. China tiene una política principalmente
defensiva, no posee un gran programa nuclear, aunque es posible que
crezca.
El
caso de Rusia es diferente. Es la principal piedra en el zapato de la
dominación del Pentágono, porque tiene un sistema militar enorme.
El problema es que tanto Rusia como Estados Unidos están ampliando
sus sistemas militares, ambos están actuando como si la guerra
fuera posible, lo cual es una locura colectiva. Cree que la guerra
nuclear es irracional y que sólo podría suceder en caso de
accidente o error humano. Sin embargo, coincide con William Perry, ex
secretario de Defensa, quien dijo recientemente que la amenaza de una
guerra nuclear es hoy mayor de lo que era durante la guerra
fría. Chomsky estima que el riesgo se concentra en la proliferación
de incidentes que involucran fuerzas armadas de potencias nucleares.
La
guerra ha estado muy cerca innumerables veces, admite. Uno de sus
ejemplos favoritos es lo sucedido bajo el gobierno de Ronald Reagan,
cuando el Pentágono decidió poner a prueba las defensas rusas
mediante la simulación de ataques contra la Unión Soviética.
Resultó
que los rusos se lo tomaron muy en serio. En 1983 después de que los
soviéticos automatizaron sus sistemas de defensa detectaron un
ataque de misil estadunidense. En estos casos el protocolo es ir
directo al alto mando y lanzar un contraataque. Había una persona
que tenía que transmitir esta información, Stanislav Petrov, pero
decidió que era una falsa alarma. Gracias a eso estamos acá
hablando.
Sostiene
que los sistemas de defensa de Estados Unidos tienen errores serios y
hace un par de semanas se difundió un caso de 1979, cuando se
detectó un ataque masivo con misiles desde Rusia. Cuando el
consejero de Seguridad Nacional, Zbigniew Brzezinski, estaba
levantando el teléfono para llamar al presidente James Carter y
lanzar un ataque de represalia, llegó la información de que se
trataba de una falsa alarma. Hay docenas de falsas alarmas cada
año, asegura.
En
este momento las provocaciones de Estados Unidos son constantes. La
OTAN están llevando a cabo maniobras militares a 200 metros de la
frontera rusa con Estonia. Nosotros no toleraríamos algo así
sucediendo en México.
El
caso más reciente fue el derribo de un caza ruso que estaba
bombardeando fuerzas yihadistas en Siria a fines de noviembre. Hay
una parte de Turquía casi rodeada por territorio sirio y el
bombardero ruso voló a través de esa zona durante 17 segundos, y lo
derribaron. Una gran provocación que por suerte no fue respondida
por la fuerza, pero llevaron su más avanzado sistema antiaéreo a la
región, que le permite derribar aviones de la OTAN. Argumenta que
hechos similares están sucediendo a diario en el mar de China.
La
impresión que se desprende de sus gestos y reflexiones es que si las
potencias que son agredidas por Estados Unidos actuaran con la misma
irresponsabilidad que Washington, la suerte estaría echada. Crédito.
Diario la Jornada de México.
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