23 de septiembre de 2014
Crédito: El Nacional
¿Cuál
es la capacidad de memoria que tiene una persona? ¿Se
puede copar el cerebro y dejar de registrar información o perder la
memoria? Para el catedrático de Psicobiología Ignacio Morgado,
autor del libro “Aprender, recordar y olvidar” (Ariel), no está
clara la capacidad de almacenamiento de información del cerebro
humano, pero afirma que existen estimaciones que le atribuyen entre 1
y 1000 terabytes, TB.
Sin
embargo, a pesar de la gran capacidad de nuestro “disco duro”
tendemos a olvidar recuerdos e informaciones.
¿La
razón? Son muchas, pero entre las que menciona el español están la
pérdida de conexiones o sinapsis entre las neuronas o la
interferencia de unos recuerdos con otros.
“Por
su naturaleza y la infinidad de circuitos neuronales del
cerebro, la memoria biológica es muy promiscua. No obstante, en
muchos casos, el olvido, más que una pérdida de información
almacenada en el cerebro es una incapacidad de acceso a los
recuerdos”, explicó Morgado, en una entrevista publicada en el
diario La Razón de España.
Esto
ocurriría por un cambio en las condiciones psicológicas de cuando
se formaron, o bien porque el propio organismo está en una situación
biológica también muy diferente.
Para
entender, menciona que cuando se aprende algo estimulado con cafeína,
el recordarlo más tarde y libre de esa estimulación, será
complicado.
Entonces,
¿cómo mantener una memoria activa y que el cerebro no sea
susceptible de “borrar” información?
Ignacio
Morgado, quien también es investigador del Instituto de Neurociencia
de la Universidad Autónoma de Barcelona, primero aclara que las
memorias no se almacenan en una única neurona o en una o pocas
sinapsis, sino en múltiples neuronas y sinapsis que pueden estar
ampliamente distribuidas en el cerebro.
Por
lo tanto, enfatiza que para estar lúcido y con una memoria “sana”
se debe estar en constante aprendizaje, porque asegura que memoria y
aprendizaje están unidos.
“Cuando
aprendemos algo, en las neuronas del cerebro surgen brotes llamados
espinas dendríticas, que sirven para formar conexiones o sinapsis
con otras neuronas y formar de ese modo, los circuitos nerviosos que
albergan los recuerdos”, detalla el investigador en su nuevo libro.
Es
decir, que estas nuevas conexiones entre las neuronas que albergan el
conocimiento se fortalecen y estabilizan, pero también puede ser que
desaparezcan muchas de las ya existentes.
¿Cómo
estimular la memoria?
Ignacio
Morgado resalta que lo fundamental es entender que el aprendizaje y
la memoria son dos procesos estrechamente ligados y coincidentes,
donde también participan otros procesos cerebrales, como la
percepción sensorial, las motivaciones, las emociones o el lenguaje,
según describe en “Aprender, recordar y olvidar”.
En
ese sentido, el catedrático español expone que existen una serie de
procedimientos que mejoran nuestra memoria, donde el más importante
es el sueño, ya que sería un determinante biológico capaz de
potenciar la formación de la memoria y la integración del material
aprendido.
“Además
repara el desgaste de las neuronas y reestructura los contenidos de
la mente extrayendo reglas y regularidades ocultas, facilitando
inferencias y, posiblemente, contribuyendo a la creatividad y la
intuición de las personas”, declara.
Pero
además, afirma que sirve practicar deporte, leer, estudiar en
nuestra mejor hora, recordar lo aprendido o simplemente, aprender
otro idioma. Cualquiera de las siguientes actividades actuarán de
buena manera en nuestra capacidad insospechada de aprender, manejar y
renovar nuestros conocimientos y memorias.
Y
lo mejor de todo, son un pasaporte seguro para mantener la lucidez a
pesar del paso de los años.
1.
Practicar sistemáticamente el recuerdo de lo aprendido: Este es
un proceso activo que no solo sirve para evaluar lo aprendido sino
también para seguir aprendiendo, ya que se descubrirán otros
aspectos de la misma materia.
2.
Guiar el aprendizaje con preguntas: Lo que se obtiene es generar
memoria a largo plazo y funciona mucho mejor que estar repitiendo la
materia en forma casi inconsciente. Además, será importante no solo
hacerlo en forma oral sino que también escribir y redactar las
respuestas.
3.
Determinar la mejor hora del día para aprender: Los ciclos
circadianos son de vital importancia. Para determinarlos, basta con
poner atención a qué hora del día uno se siente más despierto y
con mayor capacidad de atención y actividad.
4.
“Memoria de trabajo”: Es una función cerebral para aprender
y adquirir nuevos conocimientos y habilidades y está muy relacionada
con la inteligencia fluida, la capacidad de razonar y resolver
problemas nuevos con independencia del conocimiento previamente
adquirido.
5.
La lectura: Es la actividad intelectual que mayor potencia tiene
sobre las capacidades mentales. “Al leer se requiere poner en juego
un importante número de procesos mentales, entre los que destacan la
percepción, la memoria y el razonamiento. El libro es un gimnasio
asequible y barato para la mente y debería incluirse por ello en la
educación desde la más temprana infancia y mantenerse hasta la
vejez”, recalca Morgado.
6.
Deporte y actividades físicas: Es la más milagrosa porque
actúa directamente en el cerebro y las neuronas, promoviendo y
aumentando la cantidad de sustancias neurotróficas, como el BDNF,
que incrementan la plasticidad sináptica, la neurogénesis y la
vascularización del cerebro. Es decir, actúa como un desengrasante
del cerebro.
7.
Potenciar el error de la predicción: Se hace para facilitar el
aprendizaje y consiste en asociar lo que se quiere recordar a un
estímulo emocional.
8.
La actividad intelectual a lo largo de la vida: Sirve para
aumentar la memoria de la vejez y se ve potenciada con la lectura,
escritura y la participación en cualquier actividad que estimule el
cerebro. La idea es disminuir las consecuencias negativas del
envejecimiento. “Cuanto antes empecemos, ¡mejor!”, anima el
español.
9.
Aprender otro idioma: Se recomienda partir en la infancia
temprana porque otorga importantes ventajas a la hora de aprender y
formar memorias consistentes. Pero también ayuda a tener mayor
capacidad de cognición ejecutiva, es decir, de ejecución mental y
se protegería contra la neurodegeneración en la vejez.
10.
Un poco de estrés: Las situaciones emocionales y estresantes
activan el sistema nervioso y el endocrino. “Las hormonas, como la
adrenalina, la noradrelina y los glucocorticoides, liberadas en la
sangre de las personas en situaciones emocionales o de estrés
moderado pueden contribuir también a la facilitación tanto de
memorias implícitas como explícitas”, explica el experto. No
obstante, distingue que el estrés crónico junto con la elevada y
persistente concentración de glucocorticoides en la sangre, provocan
muerte neuronal y pérdida de espinas detríticas en las neuronas de
la corteza cerebral, lo cual dificultan considerablemente el
aprendizaje y la memoria.
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