lunes, 5 de mayo de 2014

EL ESPEJO: ANTIMILITARISMO SOSPECHOSO




Viernes, 07/03/2014
Por: José Vicente Rangel 


1.- Hay sectores que se mueven con claros objetivos desestabilizadores. Que, sistemáticamente, montan campañas con la pretensión de caotizar la situación del país. La intención es poner el énfasis de sus políticas en lo que divide, y acentuar diferencias de todo orden. Herederos de una mentalidad colonial y autoritaria, no pierden oportunidad de aprovechar las diferencias para apuntar en contra de la unidad nacional.

Su esfuerzo no tiene límites, y se valen de cualquier circunstancia, problema o tema, para prender alarmas y sembrar zozobra. Asumen que de esa manera están ejerciendo el derecho democrático de la crítica, cuando en realidad traspasan los límites para socavar la institucionalidad.

2.- Luego de escribir lo anterior, voy al grano para darle sustentación a lo que quiero decir. Me refiero al tema militar, manejado por grupos políticos y, sobre todo, por medios de comunicación de manera antidemocrática. ¿Por qué lo digo? Porque éstos no pierden ocasión de abordar el tema en función de los compromisos que tienen sus propietarios con sectores que a diario demuestran propósitos desestabilizadores.

3.- No es que no se le formulen críticas a la institución castrense. Por el contrario, en una democracia -y Venezuela lo es: no “ficticia, como dice HRW- ninguna institución está libre de crítica; de que sus actos sean parte del debate. En el país está demostrado en los últimos 15 años, que en lo que respecta a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, ésta es objeto de cuestionamientos severos como antes no se dieron. Que, incluso, exceden límites por el desconsiderado tratamiento a sus integrantes y actuaciones.

Durante la IV República cualquiera de esos ataques que hoy se le hacen provocaron reacciones que se tradujeron en detención de periodistas, dirigentes políticos, intelectuales -recuerdo casos como el del gran periodista Federico Álvarez y el brillante escritor Orlando Araujo, que por haber criticado ciertas actitudes de jefes militares fueron a parar al Cuartel San Carlos-, y omito mencionar otros casos de personas que pagaron sus críticas en los Teatros de Operaciones (TO), donde sufrieron los rigores de la tortura, el fusilamiento o la desaparición. No reclamo volver a esas prácticas para aplicarlas a quienes hoy critican a los militares.

Pero juzgo pertinente alertar sobre excesos inadmisibles que no tienen nada que ver con el debate democrático y cuya finalidad es generar tensiones e impulsar una política de división del país a partir de descalificar con saña a la Fanb. Cuando tal hecho ocurre es porque existe el propósito de socavar la institución y lanzarla por la senda de la aventura.

4.- En concreto, me refiero al titular de primera página de un diario nacional cuyo texto está en la línea de lo que se gesta: “La seguridad ha fracasado en mano de los militares”.

Sin ánimo de diluir responsabilidades, creo que en el país hay consenso en torno a que la responsabilidad del fracaso en tan delicada materia es de todos, Gobierno y oposición; Estado y sociedad. No se trata de escurrir el bulto, sino de decir que el que esté libre de culpas en el tema, tanto por acción como por omisión, que tire la primera piedra.

5.- En el fondo, lo que inspira al referido titular representa una política que se propone golpear globalmente a los profesionales de las armas con el fin de provocar fisuras en su seno y contraponer la nueva doctrina militar venezolana, basada en la unión pueblo-Fuerza Armada, la vieja concepción que alimentó la confrontación civiles versus militar.

Es decir, el país mecánicamente dividido que permitió a la oligarquía estimular la ambición en los uniformados, auspiciar golpes y asonadas cuartelarias, con el argumento de que los civiles no eran capaces de gobernar y generaban caos. En otras palabras, los militares como compartimiento estanco, aislados de la sociedad, represores, dispuestos a intervenir cuando las circunstancias lo requiriesen, en sórdida connivencia con civiles ambiciosos, voceros generalmente de la regresión.

¿Qué se pretende con lo que subliminalmente se plantea? ¿Volver a la pasada dicotomía como opción a la integración que hoy se da entre pueblo y Fuerza Armada?

6.- Ese propósito no declarado, pero tácitamente presente en la presentación de denuncias sin pruebas sobre corrupción en los mandos castrenses, complementa el esfuerzo por captar cómplices entre ellos para actuar contra el actual sistema democrático y constitucional.

Quedó demostrado cuando gran parte del sector civil opositor fue solidario del golpe del 11-A y, posteriormente, con la bochornosa acción de respaldo a los oficiales reunidos en Plaza Altamira -y otras tantas actividades de igual naturaleza. La seguridad no ha fracasado en manos de los militares como plantea el inefable titular periodístico. Todo lo contrario, éstos han dado mucho más de lo imaginado -incluso sus vidas-, cumpliendo tareas en defensa del pueblo, participando con él en el esfuerzo por encarar el tremendo drama de la inseguridad. ¿Hizo lo mismo la otra Fuerza Armada, la puntofijista, la pentagonista? Claro que no: esos no eran sus problemas.

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