viernes, 12 de octubre de 2018

LA CIA Y ALGUNAS DE SUS SINIESTRAS CONSPIRACIONES. POR IVÁN OLIVER RUGELES.

6 de noviembre del 2003
Las irónicas sonrisas de Powell, Otto y Shapiro


Iván Oliver Rugeles
La risa cínica de los mandaderos del gobierno de los Estados Unidos Collin Powell, Otto Reich y Shapiro que les acompañaba cuando optaron por negar, cada uno por su lado, toda participación de la CIA en los eventos que la siniestra Descordinadora Democrática en Venezuela ha venido fraguando desde diciembre del 2.001, los cuales desembocaron en el frustrado intento de instaurar una dictadura en abril/02 y, posteriormente en lograr la desestabilización de la economía del país entre diciembre y febrero pasados, para salir de Chávez como sea y al precio que sea, han estado siempre presentes en las respuestas del imperio yanqui a las incontables acusaciones que a través de los 56 años que tiene de creada de esa Agencia, han sido formuladas por organizaciones y personalidades de mucho prestigio en casi todos los países del mundo que han tenido que padecer sus arbitrariedades. Entendemos, por supuesto, que esos señores jamás reconocerían que los Diputados Juan Barreto, Róger Rondón y Nicolás Maduro, les asiste la razón cuando formulan sus denuncian de que la Compañía, como se le conoce a esa organización entre sus pares y/o estamentos del poder yanqui, tiene sus manos metidas en Venezuela.

La CIA fue creada en 1.947 por la potencia del norte con la misión de vigilar al mundo en general y articular tácticas y estrategias que le permitieran controlar a todo aquel país que pudiera ser presa fácil para tal propósito, así como poner a funcionar mecanismos de todo género, independientemente de que éstos resultaran o no condenables a los ojos de la comunidad internacional, para doblegar a aquellos que pretendieran seguir políticas autónomas y asumir posiciones de rechazo a todo intento por manejarlos como marionetas. Ejemplos de ambos casos abundan desde que dicha agencia inauguró sus servicios.

Sorprende (?) las aseveraciones de Collin Powell a Patricia Janiot en entrevista exclusiva a CNN en español, cuando le declaró que su país jamás ha intentado e intenta interferir en los asuntos internos de Venezuela. Llegó a calificar de ridícula esa especie y más aún cuando le agregó que no estamos en el siglo XIX. ¿Fue acaso un lapsus del señor Secretario, cuando se saltó el siglo XX, o fue que su conciencia lo traicionó?, porque -ciertamente- durante el siglo XIX los Estados Unidos hizo lo que le vino en gana con nuestros países. 
Sus intervenciones en ese período se cuentan por centenas en toda el área de la América Central y del Caribe y no lo fueron de forma solapada o clandestina como trata de hacerlo ahora a través de la CIA, sino de manera abierta y descarada. A México lo despojó de un poco menos de un millón de kilómetros cuadrados, es decir, lo que es hoy el Estado de Texas. A Colombia le arrebató el Departamento de Panamá y en una de las incontables invasiones y atropellos en Centro América, tuvo la mayor desfachatez de designar en Nicaragua entre 1.853 y 1.857, al General Willian Walker, general de sus ejércitos invasores, como Presidente de la República.

Es posible que Powell, con las consecuencias inesperadas que les han venido deparando a su país las agresiones a Afganistán y a Irak, y que le están generando situaciones que apuntan al trágico pronóstico de que es muy factible que se reediten allí los sangrientos y horribles momentos por los que tuvieron que pasar sus tropas en Vietnam durante más de diez años, allá por la década de los años sesenta, haya olvidado que bien entrado el siglo XX su país comenzó a cambiar las tácticas de dominio y control de esta parte del mundo, a través de las llamadas operaciones encubiertas, aun cuando retomó en algunos momentos la vía armada de la agresión, como ocurrió en Grenada en 1.983, con la caída del gobierno de Maurice Bishop y su posterior asesinato; en Dominicana, en 1.965, con el aplastamiento del movimiento popular y revolucionario del Coronel Francisco Camaño y en Panamá en 1.989, con la estrepitosa caída del gobierno del General Manuel Antonio Noriega y de su secuestro hacia el territorio norteamericano, al mismo estilo de la edad media, quien, por paradójico que parezca, era uno de sus más fieles y efectivos socios de la CIA, acusado para ese entonces de narcotraficante.

Esas operaciones han consistido en comprar voluntades en cada país que proyectan someter, entre las cuales destacan la de periodistas, políticos y medios de comunicación en general, así como entrenar personal en todas las áreas posibles para generar caos, crear confusión, destruir servicios públicos, provocar el desabastecimiento de productos de primera necesidad, asesinar a dirigentes populares, colocar bombas para crear el mayor terror y por esa vía erosionar la gobernabilidad, buscando las salidas de fuerza.

La casi totalidad de las acciones de la CIA son programadas por los gobiernos de turno de la potencia y ello ha conducido a que sus andanzas y fechorías se hacían y se hacen con la bendición de demócratas y republicanos, para quienes su patio trasero, la América Latina, les significa lo mismo, es decir, sólo y únicamente posibilidades ciertas y efectivas de acceder a materias primas a precios ínfimos y a flor de piel, como el petróleo, el gas, el hierro, el cobre, el estaño, la plata y el oro, entre muchas más riquezas minerales y otras tantas o más importantes, que tienen que ver con el agua potable y la biodiversidad que se haya en su propio corazón, en la amazonia, la cual se abre como un abanico de esperanza cierta de vida futura, ocupando amplios espacios del Brasil, Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia, como no ocurre en ninguna otra región del mundo.

El señor Powell olvidó (?) que su país, por mediación de las actividades ilegales de la CIA ha organizado y financiado los derrocamientos y asesinatos de numerosos mandatarios y dirigentes de auténtica raigambre democrática, como: Jacobo Arbenz de Guatemala, derrocado por un incruento golpe militar en 1.954, por decisión de la United Fruit Company; Rómulo Gallegos en 1.948, expulsado de la jefatura del gobierno venezolano por un golpe financiado con recursos y logística proporcionados por las corporaciones petroleras norteamericanas; el asesinato de Jorge Eliézer Gaitán en 1.948, por mandato de la más rancia oligarquía colombiana, en complicidad con las transnacionales del banano; el derrocamiento de Juan Bosh de la República Dominicana, en 1.963; de Joao Goulart del Brasil, en 1.961, por una junta militar fascista; el asesinato del General René Schneider, Comandante General del Ejército chileno en 1.970, como medida preventiva que apuntaba a evitar el triunfo electoral de Salvador Allende; el golpe sangriento en contra de éste último en 1.973, que terminó con su vida y dió inició a la más horrible pesadilla de horror en grado extremo que nos podemos imaginar; el defenestramiento de la presidenta de Argentina, María Estela de Perón, en 1.974 y con ello el advenimiento de una serie de gobiernos militares que implantaron el terror y el crimen sin compasión alguna por más de una década; los asesinatos bárbaros con bombas de alto poder colocadas en los respectivos vehículos del General Carlos Pratts, ex-ministro de la defensa de Allende, en 1.975, en Buenos Aires y el de su canciller, Orlando Letellier en 1.976, en Washington; las muertes trágicas del General Omar Torrijos, el hombre que recuperó la soberanía para su país de la Zona del Canal, la cual le había sido arrebatada a los panameños por la fuerza de unos tratados leoninos impuestos por los Estados Unidos a comienzos del siglo XX y la de Jaime Roldós Aguilera, Presidente del Ecuador, quizás el que más apoyo popular tuvo en su país durante todo el siglo XX, por sus denodados esfuerzos en llevar adelante políticas sociales, de indiscutible beneficio para las clases menos favorecidas de su patria. Ambos murieron en 1.981, por diferencia de muy pocas semanas, en accidentes de aviación muy sospechosos, cuyas causas técnicas no han podido ser conocidas hasta la fecha y que, con fundadas sospechas, se señala a la CIA de haber sido la autora intelectual y material de tales accidentes.

Tratar de relacionar los episodios deplorables vividos en este Continente por las interferencias de la CIA llenaríamos muchísimas cuartillas. De manera que hemos reseñado los casos de mayor impacto, a los fines de desenmascarar a esos funcionarios del State Departament, quienes parece (?) que tienen pésima memoria, pues hasta se olvidan que hace un poco más de un año, el propio Shapiro, personaje de poca monta y de baja catadura moral, así como de muy escasa capacidad para manejar con un mínimo de racionalidad e inteligencia la importante misión que tiene en sus manos, cual es la de mantener y fomentar relaciones diplomáticas con nuestro país en el marco del mayor respeto a los valores de la democracia, acudió a Miraflores el 12 de abril/02 a reconocer al gobierno espurio de Carmona Estanga. Igualmente han querido olvidar que militares del Pentágono, acreditados en nuestro país como diplomáticos, estuvieron en medio de la conspiración en el Fuerte Tiuna el 11 de abril/02, en horas de la noche, en momentos en que el Presidente Chávez ya había sido secuestrado y era ruleteado por varias bases militares del país, dentro del siniestro plan de asesinarlo, como él mismo lo denunció al reasumir sus funciones de Presidente de la República el 14 de abril/02.

Este resumido prontuario de una estructura maléfica como lo ha sido la CIA para los pueblos que buscan con el mayor empeño y ansiedad vivir en un mundo donde se respire la más amplia libertad y en donde prevalezca la justicia y la verdad por sobre cualquier otra consideración, es menester mantenerlo vivo en nuestras memorias, como fórmula única que nos impone la mayor unidad del pueblo para enfrentar con éxito cualquier nuevo intento que pretenda arrebatarnos este proceso de cambios en democracia que lidera el Comandante Chávez Frías.

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