Por: Feijoo Colomine |
Jair Bolsonaro presidente electo de Brasil con el 55% de los votos. No pudo el melodrama de Lula en la cárcel por corrupto y el cambio de diseño en el mes final de campaña: a la primera vuelta, la izquierda concurrió atomizada, para luego armar una estrategia de denuncia del fascismo como modelo político. Haddad por el Partido de los Trabajadores sube desde un 28% al 44%, reuniendo a una masa de 44 millones de brasileros, aterrorizados por la campaña de Bolsonaro y su manejo eficaz del silencio que crea mayor incertidumbre, combinada con la respuesta nerviosa igualmente terrorífica de la izquierda, denunciando en vacío a las características generales del fascismo que sobrevendrá.
Como si el brasileño no supiera ni hubiese vivido en carne propia las dentelladas del fascismo, del militarismo y de la corrupción, con la constelación de generales (Castello Branco, Costa e Silva, Geisel, Figeiredo) y luego por los no menos agresivos y corruptos Sarney y Collor de Mello, este último exageró e instaló un verdadero relajo, que la burguesía tuvo que sacarlo de la presidencia por los escándalos de sexo y derroche en el jetset internacional, cuando Brasil se encontraba aún dibujado en el mapa del hambre de la FAO (Naciones Unidas para Alimentación). El izquierdista Fernando Enrique Cardozo le abrió camino a Lula.
¿Porqué ese cambio de opinión en el habitante carioca? Desdibujando la canción de Ali Primera…"Yanki Go Home!!"
Dilma Rouseff fue electa por 54 millones de brasileños en 2015 pero objetivamente la izquierda perdió 10 millones de electores en 2018. Dilma fue echada del poder por un fascista infiltrado y con ropaje de izquierda, configurado nada menos que por su compañero de fórmula…Michel Temer.
Ahora veamos la crisis de la revolución bolivariana… Aunque las comparaciones son odiosas…y la realidad electoral brasileña es muy distinta a la venezolana para medir el grado de avance del izquierdismo frente al fascismo.
En mi opinión, Venezuela va por el mismo camino del desastre brasilero, por la fuerza que tienen aquí, el sectarismo, el militarismo, el burocratismo, la corrupción… la infiltración de agentes contrarrevolucionarios con ropaje de rojo rojitos, estos últimos deben ser identificados por el pueblo pues son los más dañinos porque tienen poder de decisión, dada la ausencia de democracia interna en el PSUV. Sobre todo, la crítica y la autocrítica.
Todo bajo el marco de un discurso anti- imperialista, más radical incluso que el de Lula. Hay un punto de alerta…el partido de Lula perdió 10 millones de votos entre 2014 y 2018 un 20%, pero el PSUV perdió entre 2013 y 2018 2 millones de votos el 25% de su electorado, cifra ratificada en dos elecciones nacionales (Constituyente y Presidencial) de las cuatro realizadas en menos de un año, registrándose igualmente un inusual aumento de la abstención del electorado venezolano.
Es hora de rectificación y reimpulso. En pocos días el fascismo acabó con el Plan de Prosperidad Económica, por su carácter conciliador con FEDECAMARAS.
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