lunes, 29 de enero de 2018

Sin interlocutores válidos no hay diálogo que valga.

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Cuando en apariencia los partidos de la "Mesa de la Unidad" acordaron no ir a las elecciones municipales del 10 de diciembre, se comprobó que existe una injerencista supra jefatura sobre la derecha venezolana que cada vez que intenta pensar algo por sí misma, les halan las orejas.
Si bien Obama dictó el decreto que dio pie a las sanciones contra Venezuela, es la administración republicana de Trump la que ha decidido ejercer la plena jefatura sobre la contra revolución venezolana.
Para las elecciones del 15 de octubre, se lanzó un globo de ensayo desde el Norte. Se dejo ir a la opo a las elecciones a fin de medir en el terreno su fuerza electoral, dado que el último evento había sido el de diciembre de 2015 cuando favorecida por la abstención chavista ganó ampliamente la Asamblea Nacional. Casi dos años después, con las elecciones de gobernadores en las que participó plenamente, mostró que había perdido la capacidad organizativa, unitaria y sobre todo, fue castigada por quienes desaprobaron sus métodos violentos para acceder al poder.
Por perder esa elección, la supra jefatura le ordenó no ir abiertamente al proceso del 10 de diciembre y solo lanzar candidatos encubiertos en las alcaldías de punta de lanza, bajo la consigna de "elecciones presidenciales ya".
Bien sabe la supra jefatura injerencista que el escenario nacional está perdido, dado que la táctica de colapsar al pueblo dificultando el acceso al consumo está descubierta. Todos saben que la opo y la supra jefatura son los principales culpables que el bloqueo financiero apuntala la hiperinflación inducida en Venezuela.
El organigrama de esta guerra sin cuartel contra Venezuela es como sigue: Jefatura: Gobierno de EEUU; frente europeo: España y la Unión Europea; frente regional: Colombia y el "Grupo de Lima" (ya casi sin lima); operadores nacionales: AD, Voluntad Popular, Primero Justicia, Un Nuevo Tiempo, Conferencia, Episcopal, Fedecamaras y Consecomercio.
Visto de esa manera el dialogo no se ha dado con los verdaderos protagonistas, sino con operadores sin poder de decisión. Los acompañantes internacionales deberían estar claros de esta disfuncionalidad e injerencia externa Sin interlocutores válidos no hay diálogo que valga.

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