Lunes, 29/09/2014
Por: José Ramón Rodríguez Ruiz
No caben dudas de lo apretada que puede resultar la agenda de un presidente de Estados Unidos. A tal punto que en un mismo día, un mandatario yanqui puede anunciar el comienzo de una guerra; hablar sobre medio ambiente a la comunidad mundial y casi sin pausa, ratificar el compromiso de su gobierno con la subversión de estados soberanos a escala global y los esfuerzos de agresión no convencionales contra naciones sin “libertad” o “democracia”, según la perspectiva estadounidense. El 23 de septiembre, luego de anunciar que bajo sus órdenes las Fuerzas Armadas de EE.UU habían comenzado el ilegal bombardero a Siria y después de recitar el mismo verso que sus antecesores en la ONU sobre el cambio climático, del cual su país es el máximo responsable, Barack Obama tuvo otra actividad en su agenda.
El presidente de EE.UU. fue uno de los ponentes¹ en la sesión plenaria de la reunión anual de la Iniciativa Global Clinton,² que tuvo como tema en esta ocasión³ las Ciudades como laboratorios de innovación. En ese cónclave, el Premio Nobel anunció la emisión el 23 de septiembre de un memorándum⁴ presidencial que busca el apoyo a grupos de la sociedad civil, y prevé la creación de “centros de innovación”, así como facilidades para su financiamiento, estableciendo que “los departamentos y agencias estatales consultarán y se asociarán con mayor frecuencia con los grupos de la sociedad civil” en otros países.
El referido memo es parte de la iniciativa Stand with Civil Society⁵que Obama presentó en 2013, para “apoyar, defender y mantener la sociedad civil, a pesar de las restricciones globales contra esta” y entre sus objetivos pretende “contrarrestar los esfuerzos de gobiernos extranjeros por imponer excesivas restricciones a la libertad de expresión, de reunión pacífica y asociación”.
Otra “iniciativa” incluida en el memorándum fue la creación de seis Centros Regionales de Innovación para la Sociedad Civil que se erigirán en los próximos dos años y tienen como objetivo “potenciar los grupos de la sociedad civil en todo el mundo”. Tales centros realizarán su trabajo en colaboración con el Gobierno de Suecia y la Fundación Aga Khan,⁶ probablemente una afiliada de la CIA establecida en 1981 como organización privada, “comprometida” con la lucha contra la pobreza, el hambre, el analfabetismo y la insalubridad, principalmente en África y Asia. Los centros se distribuirán por Latinoamérica, África Subsahariana, Oriente Medio y Asia, regiones todas donde EE.UU. ha identificado⁷ “importantes retos” a las “libertades civiles” y los “derechos humanos”, pero casualmente, donde posee el imperio sus mayores intereses económicos y geopolíticos y ha puesto en práctica sus más recientes estrategias de intervención en el exterior y de derrocamiento de gobiernos “tiránicos”.
“Con estos programas dedicados a los líderes alrededor del mundo, esperamos estar ayudando a construir a los próximos líderes de la sociedad civil y nuestro mensaje para esa gente joven es simple: –Estados Unidos está con ustedes–”, expresó Obama en el cónclave y no cabe duda de que así es. Los programas subversivos contra la juventud cubana como el llamado “agentes viajeros” de la Usaid o las becas a jóvenes cubanos para “estudiar” en colegios de EE.UU son una muestra palpable de la preocupación del imperio por nuestros jóvenes y el futuro del liderazgo en Cuba, por solo citar dos ejemplos cercanos.
A propósito, entre los “líderes civiles” que Obama mencionó como más destacados en este esfuerzo global, se encuentran la contrarrevolucionaria cubana Berta Soler, cabecilla del fragmentado grupúsculo Damas de Blanco o el venezolano Leopoldo López, del partido Primero Justicia, preso actualmente por promover la desestabilización y la violencia en la patria de Bolívar. Creo que sobran los comentarios. La tercera medida incluida en el memorando prevé “ampliar el apoyo y la financiación a las comunidades” y respaldar a nivel internacional mediante esfuerzos diplomáticos a “aquellos que luchan contra las leyes que restringen a la sociedad civil”, aseguró, citando los casos de Kenia, Camboya, Túnez y Honduras.
Finalmente, Obama anunció un mayor apoyo a las organizaciones no gubernamentales. “Nuestro Departamento del Tesoro hará una regulación que haga todavía más fácil las subvenciones a estas organizaciones en el extranjero”, aseguró, más eso ya lo sabíamos, pues para pagar a mercenarios, en el caso de Cuba, no son obstáculos las férreas restricciones del bloqueo, que con tanta saña persiguen las transacciones cubanas por todo el mundo. Y es que el presidente de EE.UU. no ha hecho otra cosa que ratificar las intenciones de su gobierno de continuar desestabilizando naciones y derrocando Estados no deseados, apoyando a supuestos “grupos de la sociedad civil”, que puedan devenir en organizaciones opositoras, como preámbulo de un movimiento de resistencia o insurgencia.
Se trata de la aplicación como política de Estado y estrategia de política exterior, de los principios de la Guerra No Convencional en una escala nunca antes vista, siguiendo un guion, cuyos primeros capítulos se pueden observar en ejemplos como Siria o Ucrania, pero que a largo plazo, a juzgar por las declaraciones del presidente yanqui, constituye un plan global donde nuestra región sería para el imperio la joya de la corona.
Habla de libertad de expresión el señor presidente Obama, pues yo ejerzo la mía: Usted y su gobierno no son más que mentirosos que han disfrazado, bajo el nombre de la democracia y los derechos humanos, las más sucias intenciones subversivas e injerencistas.
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