Domingo, 31/08/2014
EE.UU tienen a mas de 3 millones de personas en prisión, pese a que el 95% de ellos nunca cometieron un crimen violento, informa la revista “National Journal” Además, en esos centros de detención viven más de 60.000 estadounidenses de 18 años de edad o menos. El problema principal es que el 76% de los jóvenes que se encuentran detenidos en las cárceles nunca regresan a la escuela. Algunos senadores ya están elaborando enmiendas para cambiar la situación y sustituir el encarcelamiento por trabajos sin reclusión.
Las políticas xenófobas y de mano dura, desde hace décadas, con un sistema penal basado principalmente en la privación de libertad, crearon en EE.UU la mayor población carcelaria del mundo y una industria multimillonaria de prisiones privadas. La activista de derechos humanos Ángela Davis, acuñó el término de “complejo industrial carcelario” y lo comparó al poderoso y tan temido complejo industrial militar estadounidense. Además, señaló: “Las cárceles no hacen desaparecer los problemas sociales, hacen desaparecer a los seres humanos. Y la práctica de hacer desaparecer a millares de personas de las comunidades pobres, inmigrantes y racialmente marginadas se convirtió en un gran negocio”, escribió la dirigente comunista. La mayor empresa de cárceles en Estados Unidos, Corrections Corporation of America (CCA), fue también la primera de esta innovadora industria.
Las primeras cárceles fueron construidas en pueblos pequeños y pobres con la promesa de garantizar empleos, aumentar la recaudación y abaratar los costos que provocaba la creciente población carcelaria a los gobiernos. Cumplían las mismas reglamentaciones que las prisiones públicas y una vez en funcionamiento estaban bajo el control de los mismos entes gubernamentales, pero, como toda empresa, su objetivo último era el lucro. Desde el principio la expansión de esta industria se basó en el “cortejo a los funcionarios”. Primero fueron los municipios, luego los gobiernos de los estados, principalmente en el sur del país, cerca de la frontera con México y finalmente, con la llegada de Bill Clinton a la Casa Blanca, el Estado nacional.
La industria surgió en un contexto dominado por la mentalidad conservadora de la época de Ronald Reagan, creando una demanda suficiente para convencer a los inversionistas que existía un gran negocio, explicó a Télam Donald Cohen, director ejecutivo de la organización In the Public Interest. Posteriormente, Clinton endureció aún más la política criminal del país, pero fue su compromiso con el fin de “la era del gran Estado” y abrió la puerta a que el Departamento de Justicia comenzara a contratar cárceles privadas para decenas de miles de inmigrantes indocumentados y criminales.
Este complejo industrial carcelario continuó aumentando, después de la declaración de la “guerra contra el terrorismo” en 2001 y especialmente, con la política pública para frenar la inmigración del segundo mandato del republicano George W. Bush. Para fines de 2010 el complejo industrial carcelario concentraba el 8% de los presos en los sistemas federal y estadal, y estaban instalados en 30 de los 50 estados del país, según la Oficina de Estadísticas de Justicia estadounidense.
Germán Saltrón Negretti
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