jueves, 5 de diciembre de 2019

EL SEIS DE DICIEMBRE EN VIENA SERA DISCUTIDO LA POSIBILIDAD DE EXTENDER EL PLAZO DEL ACUERDO DE LA OPEP HASTA 2020.

En las reuniones de la OPEP+, del 5 y el 6 de diciembre en Viena, será examinada la posibilidad de extender el pacto petrolero, algunos países, como Omán e Irak, ya se pronunciaron por prolongar el acuerdo hasta finales de 2020. TyF/ Prensa Correo del Orinoco.  PDVSA Caracas.

A escasos días de que Venezuela entregue su responsabilidad frente a la Presidencia de la Conferencia de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), periodo durante el cual el ministro del Poder Popular de Petróleo y presidente de PDVSA Manuel Quevedo tuvo en sus manos el manejo de temas de vital importancia como la estabilidad del mercado energético entre países miembros y no miembros, cabe recordar el influyente papel que ha jugado la patria bolivariana en el objetivo de mantener esta instancia como escenario de cooperación para el desarrollo y expresión de un mundo pluripolar. La tarea, si se quiere, tiene un doble compromiso: ratificar la posición de Venezuela como país determinado a ser libre, antiimperialista e impulsor del desarrollo de los pueblos amantes de la paz a través de su principal recurso energético, así como honrar la idea original de Juan Pablo Pérez Alfonzo de crear un escenario de espectro político amplio para combatir la influencia de las grandes multinacionales del petróleo en el manejo del mercado de crudo, elemento determinante de la estabilidad mundial. 

UN “PACTO DE CABALLEROS” DEVENIDO EN PROPUESTA PLURINACIONAL.

Para nadie es secreto que, desde sus inicios, la explotación y producción petrolera venezolana estuvo supeditada a las decisiones de las principales compañías –denominadas por el presidente de la empresa italiana ENI, Enrico Mattei, en 1960, como las siete hermanas: Esso, Shell, ExxonMobile, Chevron, Gulf Oil, BP y Texaco– con el respaldo de una clase política e industrial parasitaria, llegando al colmo de poner y quitar presidentes, dictar leyes, y hasta manejar los campos petroleros como si embajadas de sus países se tratase.
Tal escenario de manipulación no era muy diferente en muchos de los países productores, especialmente aquellos catalogados como “países en desarrollo”, cabe aclarar. En tal sentido, el compatriota Juan Pablo Pérez Alfonzo, destacado abogado en materia de hidrocarburos y político de amplia influencia internacional –rara avis dentro del panorama político venezolano de entonces, proclive al entreguismo en aras del lucro personal– influenció con sus ideas la cristalización de esta plataforma, fundada el 14 de septiembre de 1960, en Bagdad, capital de Irak. 

Es interesante señalar que Pérez Alfonzo, para entonces Ministro de Minas, ya sostenía reuniones ‘informales’ –de lobby, tras finalizar juntas y acuerdos de negociación– con representantes de países productores sobre la necesidad de fijar cuotas de producción que ayudasen a mantener un precio justo equiparable a la inversión tecnológica. Así, tras el Primer Congreso Petrolero Árabe, celebrado en El Cairo, Egipto, en abril de 1959, se logró un inédito acuerdo de boca para establecer una ‘alícuota’ que el propio Pérez Alfonzo hizo llamar “Pacto de Caballeros”, constituyendo el prolegómeno estimulador para el final establecimiento de la OPEP. 

Como era de esperarse, la reacción de las mencionadas hermanas y sus gobiernos aliados se hizo sentir sobre la naciente organización, que finalmente logró reconocimiento internacional el 6 de noviembre de 1962 cuando la Organización de Naciones Unidas (ONU) le dio su ‘visto bueno’ bajo la resolución nº 6.363, estableciéndose de manera formal en Viena, gracias a las facilidades brindadas por el gobierno austríaco. Entre los logros de esa primera fase de su existencia, la OPEP logró campear de la manera más justa posible el suministro petrolero durante la llamada “crisis árabe”, producidas por el embargo de petróleo árabe en 1973 y el inicio y triunfo de la Revolución Iraní en 1979, eventos que ocasionaron una terrible baja en la explotación de crudo, cuadruplicando en muchos casos el precio del crudo y vislumbrando por primera vez el apocalíptico escenario de un mundo sin petróleo y sin fuentes de energía alternativa reales. 


AIRES LIBERTARIOS SACUDEN LOS CIMIENTOS DE LA OPEP.

Inmersa, quizás, en la asumida tarea de ‘apagar fuegos’ a la hora de garantizar suministros a la luz de más y más conflictos con consecuencias globales –caso de la inefable Guerra del Golfo Arábigo o Pérsico, por mencionar apenas una– la OPEP pareció tornarse en un mero ‘fijador de precios’, alejándose peligrosamente de su objetivo de defender la relación comercial justa entre países productores y consumidores, con beneficios reales para ambos. Hasta que llegó aquel presidente, hijo de Simón Bolívar y nieto de Maisanta, Hugo Chávez, de ideas libertarias y sentido solidario, admirado por muchos gobiernos, odiado por otros –especialmente por los proclives al imperialismo y a la explotación del hombre por el hombre– con la pretensión de poner el petróleo al servicio del desarrollo real y sin mediaciones de los pueblos amantes de la paz, pero con retribución tangible a los países que garantizan su continuo flujo. 

Siempre vislumbró Hugo Chávez el petróleo como factor geoestratégico de vital importancia. Así, sin tiempo que perder, apenas conoció de su histórica victoria presidencial, comisionó al experto petrolero Alí Rodríguez Araque (+) para reunirse en diciembre de 1998 en Madrid con homólogos de Arabia Saudita y México; el objetivo: discutir la posición real de Venezuela dentro del panorama petrolero a la fecha. Con esa clara visión, Chávez asistió al primer encuentro de la OPEP tras su investidura presidencial. Pero no asistió como un simple invitado: llegó con el planteamiento preciso de ““resucitar la actividad de la OPEP y conseguir que el crudo tenga “un precio justo para productores y consumidores en los mercados internacionales”. Como resultado, logró retomar la herramienta de concertar recortes de producción como vía para regular el precio del crudo en forma beneficiosa para productores y consumidores por igual. Inyectando confianza y sentido de ganar-ganar en términos multipolares, sin ‘amos’ . CREDITO PERIÓDICO CORREO DEL ORINOCO. 

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